La Reina del Cielo en el Reino de la Divina Voluntad


Ofrecimiento de la voluntad humana a la Reina Celestial




15° día


Sale del templo.  

Esponsales con san José.

Espejo divino al que llama a mirarse a todos aquellos que son llamados por Dios al estado conyugal

"Solemne Consagración de mi voluntad a mi Mamá celestial"


Oración 

a la Reina del Cielo

 para cada día del mes

Para hacer la oración, leída:


Oración 

a la Reina del Cielo

 para cada día del mes



Reina Inmaculada, celestial Madre mía, vengo sobre tus rodillas maternas para abandonarme como tu querida hija en tus brazos, para pedirte con los suspiros más ardientes en este mes consagrado a ti, la gracia más grande: “Que me admitas a vivir en el reino de la Divina Voluntad.” 

Mamá santa, Tú que eres la Reina de este reino, admíteme como hija tuya a vivir en él, a fin de que no esté más desierto sino poblado de tus hijos. Por eso Soberana Reina, a ti me confío, a fin de que guíes mis pasos en el reino del Querer Divino, y estrechada a tu mano materna guiarás todo mi ser para que haga vida perenne en la Divina Voluntad. Tú me harás de Mamá, y como a mi Mamá te entrego mi voluntad, para que me la cambies por la Divina Voluntad y así pueda estar segura de no salir de su reino. Por eso te ruego que me ilumines para hacerme comprender qué significa Voluntad de Dios. 

Ave María 


Florecita del mes: 

En la mañana, al medio día y en la tarde, es decir, tres veces al día, iré sobre las rodillas de nuestra Mamá celestial a decirle: “Mamá mía, te amo, y Tú ámame y dale un sorbo de Voluntad de Dios a mi alma, y dame tu bendición para que pueda hacer todas mis acciones bajo tu mirada materna. 

La Virgen nos dice:

"...Que tú escuches mis lecciones todas de Cielo y aprendas a vivir de Voluntad Divina!"


15° día 

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Para recibir su Visita Celestial, con el texto:


La Reina del Cielo en el reino de la Divina Voluntad


15° día


Sale del templo.  

Esponsales con san José.

Espejo divino al que llama a mirarse a todos aquellos que son llamados por Dios al estado conyugal


 


 

El alma a su Mamá celestial

Mamá santa, hoy más que nunca siento la necesidad  de  estarme  estrechada entre los brazos de mi Mamá, a fin de que aquel Divino Querer que reina en ti, forme el dulce encanto a mi voluntad, para que la tenga encerrada    y no se atreva a hacer cosas que no sean Voluntad de Dios. Tus lecciones de  ayer me han hecho comprender la prisión en que pone a la pobre criatura la voluntad humana, y yo temo tanto que haga sus escapadas y tome su puesto   de nuevo en mí, por eso me confío en mi Mamá, a fin de que me vigile tanto, que yo pueda estar segura de vivir siempre de Voluntad Divina.

 

 


Lección de la Reina del Cielo

Vamos hija mía, ánimo y confianza en tu Mamá y propósito férreo de no dar jamás vida a tu voluntad. ¡Oh! cómo quisiera oír de tus labios: “Mamá mía, mi voluntad ha terminado, y todo el imperio lo tiene en mí el Fiat Divino.”  Éstas son las armas que la hacen estar muriendo continuamente, y vencen el corazón de tu Mamá para usar todas las artes amorosas de Madre, para que su hija viva en el reino de su Mamá. Para ti será dulce muerte, que te dará la verdadera vida, y para Mí será la más bella de las victorias que haré en el reino de la Divina Voluntad, por eso confianza y ánimo en Mí, la desconfianza es de  los viles y de aquellos que no están verdaderamente decididos a obtener la victoria, y por eso están siempre sin armas, y sin armas no se vence y se es siempre intermitente y vacilante en hacer el bien. 

Ahora hija mía escúchame, Yo continuaba mi vida en el templo y mis escapadas para allá arriba, a mi patria celestial; Yo tenía mis derechos de hija de hacer mis pequeñas visitas a mi Familia Divina, que más que padre me pertenecía, pero cual no fue mi sorpresa cuando en una de estas visitas mías me hicieron conocer que era Voluntad de ellos que saliera del templo, uniéndome con el vínculo de esponsalicio según el uso externo de aquellos tiempos, con un hombre santo llamado José, y retirarme junto con él a vivir en  la casa de Nazaret.

Hija mía, en este momento de mi vida, aparentemente parecía que Dios quería ponerme en prueba y en riesgo. Yo no había amado jamás a ninguno en el mundo, y como la Voluntad Divina tenía su extensión en todo mi Ser, mi voluntad  humana no tuvo jamás un acto de vida, por eso en Mí faltaba el germen del amor humano, ¿cómo podía amar a un hombre, por cuan santo fuera, en el orden humano? Es verdad que Yo amaba a todos, y era tanto el amor hacia todos, que mi amor de Madre me los había escrito con caracteres imborrables de fuego, uno por uno en mi materno corazón, pero esto era todo en el orden del amor divino, porque el amor humano comparado con el divino se puede llamar sombras, pinceladas, átomos de amor. Sin embargo hija querida, lo que aparentemente parecía riesgo y como extraño a la santidad de mi vida, Dios se sirvió de ello admirablemente para cumplir sus designios y concederme la gracia que Yo tanto suspiraba, esto es, que descendiera el Verbo a la tierra. Dios me daba la salvaguarda, la defensa, la ayuda, a fin de que ninguno pudiera murmurar de Mí, sobre mi honestidad, San José debía ser el cooperador, el tutor que debía tomar el interés de aquél poco de humano que se necesitaba, y la sombra de la Paternidad celestial en la cual debía ser formada nuestra pequeña familia celestial sobre la tierra. Entonces, a pesar de mi sorpresa, rápidamente dije Fiat, sabiendo que la Divina Voluntad no me habría hecho mal, ni perjudicado mi santidad. ¡Oh! si hubiera querido poner un acto de mi voluntad humana, aun bajo el aspecto de no querer conocer hombre, habría mandado a la ruina los planes de la venida del Verbo sobre la tierra. Así que no es la diversidad de los estados la que perjudica a la santidad, sino la falta de la Divina Voluntad y el no cumplimiento de los propios deberes en el estado en el cual Dios llama a la criatura, todos los estados son santos, también el matrimonio, con tal que dentro esté la Divina Voluntad y el sacrificio exigido de los propios deberes, pero la mayor parte son indolentes y perezosos, y no sólo no se hacen santos, sino que forman del estado de cada uno, quién un purgatorio y quién un infierno.

Por eso en cuanto conocí que debía salir del templo, Yo no hice movimiento alguno, esperando que Dios mismo moviera las circunstancias externas para hacerme cumplir su adorable Voluntad, como de hecho sucedió. Los Superiores del templo me llamaron y me dijeron que era su voluntad, y también la costumbre de aquellos tiempos, el que Yo debía prepararme al casamiento; Yo acepté. Milagrosamente la selección entre tantos cayó sobre san José, y así se formó el esponsalicio y salí del templo. Por eso te ruego hija de mi corazón, que en todas las cosas, lo que más te importe sea sólo la Divina Voluntad, si quieres que los designios divinos se cumplan sobre ti.

 


 

El alma

Celestial Reina, tu hija se confía a ti, con mi confianza quiero herirte el corazón, y esta herida diga siempre en tu materno corazón: “¡Fiat! ¡Fiat! ¡Fiat! Te pide siempre tu pequeña hija.

 


 

Florecita: Hoy para honrarme vendrás sobre mis rodillas y recitarás 15 Gloria Patri para agradecer al Señor por todas las gracias que  me  concedió hasta el quinceavo año de mi vida, especialmente porque  me  dio  por  compañía un hombre tan santo, como era san José.

 

Jaculatoria: Reina poderosa, dame las armas para hacer guerra y vencer a la Voluntad de Dios.

Canción Reina Inmaculada

Tomado de la oración para todos los días  del libro 

"La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad" 

Continuamos en el Estudio, para el Ejercicio en Tu Voluntad


Imágenes de apoyo

Para la 15° Lección

Para ir al índice de las 31 Visitas Celestiales:  

Consagración a la Divina Voluntad