Novena de
la Santa Navidad
Novena de la Santa Navidad
23 de Diciembre
8vo. Exceso de Amor
El Amor mendigante, gimiente y suplicante
†
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Oración para todos los días
Señor mío Jesucristo, postrado ante tu divina presencia suplico a tu amorosísimo Corazón que me admitas a la meditación de los Excesos de tu Amor en el misterio de tu Encarnación. Dame tu ayuda, gracia, amor, dame profunda compasión y entendimiento, mientras medito el 8vo. Exceso de tu amor. Y a ti Madre Inmaculada, te pido que me encierres en tu Corazón, y que me hagas un pequeño lugar en tu seno materno, para que pueda contemplar, comprender y acompañar a tu Hijo Jesús en este misterio, e imitándolos a El y a Ti, deje reinar en mí a la Divina Voluntad, como en el Cielo así en la tierra. Amén
8ª Hora
8º Exceso de Amor
El Amor mendigante, gimiente y suplicante
Hija mía, no me dejes solo, sigue apoyando tu cabeza sobre el seno de mi Mamá, que también desde afuera sentirás mis gemidos y mis súplicas, pero verás que ni mis gemidos ni mis súplicas mueven a compasión de mi Amor a la criatura, por eso, me pongo como el más pobre de los mendigos y extendiendo mi pequeña manita pidiéndoles, al menos por piedad, como a limosna, sus almas, sus afectos y sus corazones. Mi Amor quería vencer a cualquier costo el corazón del hombre, y viendo que después de siete excesos de mi Amor permanecía reacio, se hacía el sordo, no se ocupaba de Mí.
Mi Amor quiso seguir adelante, hubiera debido detenerse, pero no, quiso salir más allá de sus límites, y desde el seno de mi Madre hacía llegar mi voz a cada corazón con los modos más insinuantes, con los ruegos más fervientes, con las palabras más dulces y penetrantes y las plegarias más conmovedoras para tocar las fibras del corazón humano. Y para obtener, ¿sabes tú qué cosa? El corazón de la criatura, a la cual digo: “Hijo mío, dame tu corazón que es Mío, te daré todo lo que quieras, con tal de que me des a cambio tu corazón, he bajado del Cielo para adueñarme de él: ¡ah, no me lo niegues! ¡No defraudes mis esperanzas!”
Y viéndolo reacio y que muchos me volteaban la espalda, pasaba a los gemidos, juntaba mis pequeñas manitas y llorando, con voz sofocada por los sollozos le añadía: “¡Ay, ay! Soy el pequeño mendigo, ¿ni siquiera como limosna quieres darme tu corazón?” ¿No es este un exceso más grande de mi Amor, que el Creador para acercarse a la criatura tome la forma de pequeño niño para no infundirle temor, y pida al menos como limosna el corazón de la criatura, y viendo que ella no se lo quiere dar ruegue, gime y llore?”
Luego me decía: “¿Y tú no quieres darme tu corazón? ¿O también tú quieres que gima, ruegue y llore para que me des tu corazón? ¿Quieres negarme la limosna que te pido?”
Y mientras decía esto, mi corazón colmaba de una ternura indecible por Su Amor incorrespondido, le responde, con todo el amor que es capaz: “Mi amado Jesús, no llores, te doy mi corazón y toda yo misma. Amado mío, para hacerte un don más agradable, quisiera primero quitar de mi frío corazón, todo lo que no es tuyo. Dame por tanto, Gracia eficaz, para hacerlo semejante al tuyo, para que puedas tomar en él, estable y perenne morada”.
“Está bien, hija mía, ahora ya es tiempo de que pases más adelante, entra a considerar el noveno exceso de mi Amor” .
Oración final
Un Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Y junto a Nuestra Madre Inmaculada, a Luisa y a nombre de todas las generaciones del pasado, presente y futuro, te pedimos que Venga el Reino de tu Divina Voluntad a reinar en nuestra alma; y por las intenciones del Papa y de toda la Iglesia en el Divino Querer.
†
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Profundicemos
Con los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta8ª Hora
8º Exceso de Amor
El Amor mendigante, gimiente y suplicante
1-Vol. 1 sin Fecha Si tú no alejas de ti ese pequeño mundo que te rodea… pensamientos, afectos e imaginaciones hacia las criaturas, yo no puedo entrar totalmente en tu corazón y tomar posesión de él establemente
2- Vol. 4, cap. 3 noviembre 16, 1900 Jesús le quita el corazón, y le da su amor por corazón
3- Vol. 11, cap. 7 febrero 26, 1912 El mendigo de amor. La criatura está hecha sólo de amor
“Si tú no alejas de ti ese pequeño mundo que te rodea… pensamientos, afectos e imaginaciones hacia las criaturas, yo no puedo entrar totalmente en tu corazón y tomar posesión de él establemente”
De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 1 sin Fecha
De este modo dio inicio mi divino Maestro, Jesús, y se puso así a despojar mi corazón de todos los afectos que nos atan a las criaturas, por lo que siempre y con una voz que escucho en mi interior, ha venido a mí diciéndome:
"Yo soy tu Todo que merece ser amado por ti del mismo modo en que yo te amo. Mira, si tú no alejas de ti ese pequeño mundo que te rodea por todas partes, es decir, pensamientos, afectos e imaginaciones hacia las criaturas, yo no puedo entrar totalmente en tu corazón y tomar posesión de él establemente.
Este continuo murmullo en tu mente me impide hacer que escuches más claramente mi voz y que derrame en ti mis gracias, me impide hacer que te enamores totalmente de mí, que soy esposo del todo celoso. Prométeme querer ser totalmente mía y yo pondré manos a la obra para hacer de ti todo lo que quiero. Tienes razón en decirme que nada puedes hacer por ti misma, yo lo haré todo por ti; dame tu voluntad y esto me basta."
Jesús le quita el corazón, y le da su amor por corazón
Esta mañana, habiendo recibido la comunión, mi adorable Jesús hacía ver todo mi interior lleno de flores, como si fuera una cabaña, y a Él que estaba dentro recreándose y complaciéndose todo. Yo, viéndolo en esa actitud le he dicho: “Mi dulcísimo Jesús, ¿cuándo será que tomes este corazón mío para uniformarlo todo al tuyo, de modo que pueda vivir de la vida de tu corazón?” Mientras esto decía, mi sumo y único bien ha tomado una lanza y me ha abierto la parte que corresponde al corazón; después con sus manos lo ha sacado y lo miraba todo para ver si estaba despojado, y tuviese las cualidades para poder estar en su santísimo corazón. También yo lo he mirado, y con mi sorpresa he visto impresa en una parte la cruz, la esponja y la corona de espinas, pero queriendo verlo por la otra parte y por dentro porque parecía hinchado, como si pudiera abrirse, mi amado Jesús me lo ha impedido diciéndome:
“Quiero mortificarte no dejándote ver todo lo que he derramado en este corazón. Ah, sí, aquí, dentro de este corazón están todos los tesoros de mis gracias, que humana naturaleza puede llegar a contener”.
En ese momento lo encerró en su santísimo corazón, agregando:
“Tu corazón ha tomado posesión en mi corazón, y Yo por corazón te doy mi amor, que te dará vida”.
Y acercándose a esa parte ha mandado tres respiros conteniendo luz, que tomaban el lugar del corazón, y después ha cerrado la herida diciéndome:
“Ahora más que nunca te conviene fijarte en el centro de mi Querer, teniendo por corazón sólo mi amor; ni siquiera por un solo instante debes salir de Él, y mi amor sólo encontrará en ti su verdadero alimento, si encuentra en ti, en todo y por todo, mi Voluntad, en Ella encontrará su contento y la verdadera y fiel correspondencia”.
Después acercándose a la boca me ha mandado otros tres respiros, y al mismo tiempo ha derramado un licor dulcísimo que toda me embriagaba. Entonces, como llevado por entusiasmo decía:
“Mira, tu corazón está en el mío, así que no es más tuyo”.
Y me besaba y me volvía a besar, y me hacía mil finezas de amor; ¿pero quién puede decirlas todas? Me resulta imposible manifestarlas. ¿Quién puede decir lo que sentía al encontrarme en mí misma? Sólo sé decir que me sentía como si no fuera más yo, sin pasiones, sin inclinaciones, sin deseos, toda abismada en Dios; en la parte del corazón sentía un frío sensible en comparación con las otras partes.