"La concebí en Mí, la fecundé

y la formé"

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3ª Hora

3er. Exceso de Amor

El Amor Devorador

En este tercer exceso, siento que la voz interna de Jesús continúa diciendome: “Hija mía, apoya tu cabeza sobre el seno de mi Mamá, mira, dentro de él a mi pequeña Humanidad. Mi Amor me devoraba, los incendios, los océanos, los mares inmensos del Amor de mi Divinidad me inundaba, me incendiaba, levantaban tantas llamas que se elevaban y se extendían por doquier a todas las generaciones, desde el primero hasta el último hombre. Y mi pequeña Humanidad era devorada en medio de esas llamas.  

Pero ¿sabes tú qué cosa me quería hacer devorar mi Amor eterno? ¡Ah, a las almas! Y sólo estuve contento cuando las devoré a todas, quedando todas concebidas conmigo. Yo era Dios, tenía que obrar como Dios, debía tomarlas a todas; mi Amor no me habría dado paz si hubiera excluido a alguna. 

¡Ah hija mía!, mira bien en el seno de mi Mamá, fija bien los ojos en mi Humanidad recién concebida y ahí encontrarás a tu alma concebida conmigo y también las llamas de mi Amor que te devoraron. ¡Oh, cuánto te he amado y te amo!” 

Oyendo a Jesús que me hablaba de este modo, yo me perdía en medio de tanto amor, y no sabía salir de allí, pero una voz me llamaba fuertemente diciéndome: “Hija mía, esto es nada aún, estréchate más a Mí, dale tus manos a mi querida Mamá a fin de que te tenga estrechada en su seno materno, y da una mirada más a mi pequeña Humanidad  recién concebida y mira el cuarto exceso de mi Amor”. 

Concebidos En Jesús,

En el Vientre Purísimo

De María Santísima

Vol. 25-16 (1-4)  diciembre 21, 1928 

"La concebí en Mí, la fecundé

y la formé"

Jesús nos Revela

"Han salido y han sido creadas por Mí, y devoradas por mis llamas de amor que tuve al encarnarme por amor de todas las criaturas" 

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AUDIO


De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 25-16 (1-4)  diciembre 21, 1928


Mar de amor en los excesos de Jesús.  Ejemplo del mar…


Continúa la novena de la Santa Navidad y continuando a oír los nueve excesos de la Encarnación, mi amado Jesús me ha atraído a Sí, y me hacía ver que cada exceso de su amor era un mar sin confines, y en este mar se levantaban olas altísimas en las cuales se veían correr todas las almas devoradas por estas llamas, cómo los peces se deslizan en las aguas del mar, y así como las aguas del mar forman la vida de los peces, la guía, la defensa, el alimento, el lecho, el palacio de estos peces, tanto que si salen del mar pueden decir:  Nuestra vida ha terminado porque hemos salido de nuestra heredad, de la patria que nos dio nuestro Creador.  

Así estas olas altísimas de llamas que salían de estos mares de fuego, con el devorar a estas criaturas querían ser la vida, la guía, la defensa, el alimento, el lecho, el palacio, la patria de las criaturas, y si salen de este mar de amor encuentran la muerte de un solo golpe, y el pequeño niño Jesús llora, gime, ruega, grita y suspira porque no quiere que ninguno salga de estas sus llamas devoradoras, porque no quiere ver morir a ninguno.  

¡Oh, si el mar tuviera razón, más que una tierna madre lloraría por sus peces que le arrancan del mar, porque se siente arrancar una vida que posee y conserva con tanto amor, y con sus olas se arrojaría contra quien osara arrancarle las tantas vidas que posee, que forman su riqueza, su gloria.

“Y si no llora el mar, lloro Yo”, dice Jesús, “al ver que mientras mi amor ha devorado a todas las criaturas, ellas, ingratas, no quieren hacer vida en mi mar de amor, sino que separándose por la fuerza de mis llamas se exilian de mi Patria y pierden el palacio, la guía, la defensa, el alimento, el lecho y aun la vida, ¿cómo no debo llorar?  Han salido y han sido creadas por Mí, y devoradas por mis llamas de amor que tuve al encarnarme por amor de todas las criaturas.  Conforme oigo narrar los nueve excesos, el mar de mi amor se hincha, bulle, y formando olas altísimas forma tanto ruido que quisiera ensordecer a todos, a fin de que nada más pudiesen oír que mis gemidos de amor, mis gritos de dolor, mis sollozos repetidos que dicen:  “No me hagas llorar más, démonos el beso de paz, amémonos y seremos todos felices, el Creador y la criatura”.

Jesús ha hecho silencio y en ese momento veía el Cielo abierto y un rayo de Sol descender de lo alto, que fijándose sobre mí iluminaba a cuantos estaban a mi alrededor.  Y mi siempre amable Jesús ha vuelto a decir:


Fiat Divina Voluntad

“Hija de mi Querer, este rayo de Sol que se ha fijado sobre de ti es mi Divina Voluntad que te lleva la Vida del Cielo a tu alma.  

Cómo es bello este rayo de Sol que no sólo te ilumina a ti y te lleva su Vida, sino que cualquiera que se te acerca y se queda a tu alrededor siente la Vida de la luz, porque ella como sol se ensancha alrededor y da a aquellos que te circundan el ardiente beso de luz, su respiro, su vida, y Yo me siento feliz dentro de ti, al ver que mi Divina Voluntad se difunde y comienza a recorrer su camino.  

Mira, los mares de amor que tú has visto no son otra cosa que mi Voluntad obrante, cuando mi Voluntad quiere obrar, los mares de mi amor se hinchan, bullen, forman sus olas altísimas que lloran, gimen, gritan, ruegan, ensordecen; en cambio cuando mi Fiat no quiere obrar, el mar de mi Amor está calmado, sólo murmura tranquilamente, es continuo su curso de alegría y de felicidad inseparable de Él.  Por eso tú no puedes comprender la alegría que experimento, la felicidad que siento y el interés que tomo de iluminar, de poner mi misma palabra, mi mismo corazón en quien se ocupa en hacer conocer mi Divina Voluntad, es tanto mi interés, que lo arrollo en Mí, y desbordando Yo fuera de él, tomo Yo la palabra y hablo Yo mismo de mi Voluntad obrante en mi Amor.  ¿Crees tú que sea tu confesor quien habla en estas tardes que está hablando al publico sobre los nueve excesos de mi Amor?  Soy Yo que tomo su corazón entre mis manos y lo hago hablar”....

Concebidos En Jesús,

En el Vientre Purísimo

De María Santísima

Vol. 27-21 Diciembre 18, 1929


"La concebí en Mí, la fecundé

y la formé"

Jesús nos Revela

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AUDIO


De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta

Vol. 27-21 Diciembre 18, 1929 



“Arrebato de amor. Especialidad de los tres arrebatos de amor de Nuestro Señor. El amor devorante y cómo devoraba a todas las almas. Lágrimas de Jesús niño”


(1) Estaba pensando en la Encarnación de mi dulce Jesús en el seno materno de la Soberana Celestial, y mi dulce Jesús, saliendo de mi interior me ha estrechado entre sus brazos con una ternura indecible y me ha dicho: 

(2) “Hija mía, arrebato de amor fue la Creación, y fue tan grande y tan intenso, que desbordando de nuestro Ser Divino invistió todo el universo y se difundió por todas partes, y nuestro Fiat pronunciándose y obrando en esta nuestra carrera de amor, que corría, corría sin poderse detener, hasta que se esparció dondequiera y dio su beso de amor a todas las criaturas que aún no existían; su beso de amor fue beso de alegría, de felicidad, que imprimía sobre todas las generaciones. Y nuestro Fiat Divino que corría junto no se contentó sólo con besos, sino que pronunciándose formó soles, cielos, estrellas, mares y tierra, y todo lo que se ve en el gran vacío del universo. Así que el arrebato de nuestro amor en la Creación fue un arrebato de amor festivo, de felicidad, de alegría, con el cual debíamos acariciar y hacer felices a todas las criaturas. 


En cambio al encarnarme en el seno materno, nuestro arrebato de amor, no pudiendo contenerlo, desbordó de Nosotros he hizo la misma carrera de la Creación, 

fue arrebato de amor de ternura, 

de compasión, de misericordia, 

y ponía en riesgo la Vida de un Dios para reencontrar al hombre y darle sus besos de amor, tiernos, compasivos, sus besos de perdón, y encerrando la vida de todas las criaturas en su mar de amor, les daba el beso de vida, poniendo su Vida de amor para dar vida al hombre. 


Nuestro amor llegó al exceso en la Encarnación, porque no fue como en la Creación amor que festeja, que se regocija, sino amor doliente, amor penante, amor sacrificado, que dará la Vida para hacer presa de la vida del hombre. 

Pero nuestro amor no está contento aún, pon la mano sobre mi corazón y siente cómo me late fuerte, hasta sentírmelo romper, pon atento tu oído y escucha cómo desborda, casi como mar en tempestad, que formando sus olas altísimas quiere desbordar fuera para invadir todo y a todos; quiere hacer su tercera carrera de arrebato de amor, y en este arrebato quiere formar el reino de mi Divina Voluntad. Este nuestro arrebato de amor unirá a aquél de la Creación y el de mi Encarnación y formará con ellos uno solo, y será arrebato de amor triunfante, y dará su beso de amor triunfador, de amor conquistador, de amor que vence todo para dar su beso de paz perenne, su beso de luz que pondrá en fuga la noche del querer humano y 

HARÁ SURGIR EL PLENO DÍA DE MI QUERER DIVINO, QUE SERÁ PORTADOR DE TODOS LOS BIENES. 

¡Cómo lo suspiro! Me desborda tanto mi amor, que siento la necesidad de desbordarlo fuera. Y si tú supieras qué alivio siento cuando desahogando contigo te hablo de mi Querer Divino, el arrebato de mi amor que me da la fiebre delirante se calma, y sintiendo refrigerio me pongo a la obra para hacer que todo sea Voluntad mía en tu alma. Por eso sé atenta y déjame hacer”. 


(3) Después de esto, mi pobre mente se perdía en el amor de mi dulce Jesús, y veía ante mí una gran rueda de luz que quemaba más que el fuego, la cual contenía tantos rayos por cuantas criaturas habían salido y saldrán a la luz del día, y estos rayos investían a cada una de las criaturas, y con una dulce fuerza raptora las raptaban en el centro de la gran rueda de luz, donde ESTABA JESÚS QUE LAS ESPERABA EN EL REGAZO DE SU AMOR PARA DEVORARLAS, pero no para hacerlas morir, sino

para encerrarlas en su pequeña Humanidad, para hacerlas renacer, crecer y alimentarlas con sus llamas devoradoras para darles vida nueva, la vida toda de amor; 

mi pequeño Jesús, apenas concebido encerró en Sí el gran parto de todas las generaciones, más que una tierna madre que encierra su parto para sacarlo a la luz formado por su amor, pero con penas inauditas, y aun con la muerte. Entonces mi tierno Jesús, en medio a aquella vorágine de llamas, pequeño, pequeño me ha dicho:

(4) Mírame y escúchame. Hija mía, en medio a esta vorágine de llamas Yo no respiro otra cosa que llamas, y en mi respiro siento que las llamas de mi amor devorante me traen el respiro de todas las criaturas, mi pequeño corazoncito palpita llamas, las cuales, alargándose raptan los latidos de todas las criaturas y me las deposita en el corazón, y siento todos los latidos palpitando en mi pequeño corazón. Todo es llamas: Llamas arrojan mis pequeñas manitas, mis inmóviles piecitos. ¡Ah, mi amor, cómo es exigente! Para encerrarme todo y para hacerme dar vida a todos me ha puesto en medio a un fuego devorador, y 

¡oh! cómo siento a lo vivo las culpas, las miserias, las penas de todos. Soy pequeño aún, y sin embargo nada se me ahorra. 

Puedo decir: ‘Todos los males han caído dentro y fuera de Mí’. Y en medio a estas llamas devoradoras, cargado de tantas penas, miro a todos y exclamo llorando: 

‘Mi amor me ha dado nuevamente a todos, me los dio en la Creación y huyeron de Mí; ahora, al concebirme en el seno de mi Mamá me los dona nuevamente, ¿pero estoy seguro que no huirán? ¿Serán míos para siempre? ¡Oh, cómo sería feliz si no me huyera ninguno; sus penas me serían refrigerio si todos mis amados hijos, mi amado parto concebido en mi pequeña Humanidad estuviese al seguro; y llorando y sollozando miraba a la cara a cada uno para enternecerlos con mis lágrimas y repetía: 

‘AMADOS HIJOS, NO ME DEJEN, NO SE ALEJEN MÁS DE MÍ, SOY VUESTRO PADRE, NO ME ABANDONEN, ¡AH! RECONÓZCANME, al menos tengan compasión del fuego que me devora, de mis lágrimas ardientes, y todo por causa vuestra, porque os amo demasiado, os amo como Dios, os amo como Padre apasionado, os amo como Vida mía’. 

¿Pero sabes tú pequeña hija de mi Querer Divino, cuál fue el interés más grande de mi amor? Devorar en las criaturas su voluntad humana, porque es el origen de todos los males, y a pesar de todas sus llamas devoradoras, esta voluntad formaba nubes para no dejarse quemar. ¡Oh, lo que más me torturaba era la voluntad humana que no sólo formaba nubes, sino formaba las escenas más dolorosas en mi misma Humanidad. 

Por eso ruega que mi Divina Voluntad sea conocida y reine, y entonces me podrás llamar el Jesús feliz, de otra manera mis lágrimas no cesarán, tendré siempre que llorar la suerte de la pobre humanidad, porque yace bajo la opresión de su mísera voluntad”.


Fiat Divina Voluntad

Libro de Cielo Vol. 35-29 (1-2)

"Si tú no me escuchas Yo no puedo dártelo, y me haces quedar con el don suspendido en mis manos, y en actitud de llamarte siempre, no cesaré de llamarte hasta en tanto no te vea poseedora de mi don".


Fiat Divina Voluntad