VANIDAD

La humanidad ha olvidado que sus primeros padres fueron los peludos, sucios y malolientes simios, de dientes y ojos amarillentos y aliento hediondo, obviamente con movimientos y actitudes muy animalescas e instintivas.

Desde luego, la humanidad continúa ejerciendo la herencia psicológica e instintiva de sus ancestros y es quizás mucho más animalesca y aunque suena duro y despectivo, debido a su exagerada pretensión y orgullo es la más ridícula de todas las especies; actuando cien por ciento en forma artificial, tratando siempre de esconder todos sus defectos y manías.

Igualmente un ser humano es maloliente, sucio, portador de diversas enfermedades biológicas e infinidad psicológicas; aunque todos siempre presumen de perfectos, quien diga que no es portador de odio, envidia, egoísmo, superioridad, hipocresía, avaricia, etc es como decir que al levantarse en la mañana la boca le huele a perfume.

Lo peor de todo es que la humanidad es un ser diminuto e indefenso, tanto así que nace, crece, se reproduce y muere en forma rauda, mucho más rápida que muchas especies como los elefantes y las tortugas, y además es un depredador de sí mismo y de su propio hábitat, increíblemente, siendo el hombre naturaleza, destruye y acaba con esta.

Si colocamos en un escenario a un ser humano y a un animalito y siendo sinceros, es mucho más inocente, simpático, agradable, paciente, perfecto y menos peligroso el animalito; pero más digno de lastima y compasión el ser humano, pues en su soledad puede manifestar las exageradas debilidades y angustias, instintos y deseos reprimidos.

El ser humano es tan frágil, que es capaz de compararse permanentemente con los demás , para competir o para darse contentillo que es el mejor o no es el peor y si lo invade el fracaso, se inventa los vicios, como las drogas, el alcoholismo, la prostitución, el robo, la estafa, el engaño, la violación, el crimen, como buscando más rápido la muerte, y a pesar de exhalar la verdadera ridiculez o monstruosidad que hay por dentro ; entonces se torna normal y comprensible y ante “Dios” disque lo que vale es el arrepentimiento, reparación, perdón y olvido; “no mires vuestros pecados sino la fe de tu iglesia”; para luego seguirlo cometiendo, con mayor vehemencia; sé que muchos sienten vergüenza propia o ajena y dolor.

No hace falta el más “pecador”, que aprovecha la ocasión para criticar, chismosear, calumniar, y obtener un refuerzo para el monstruo propio que esconde y aprieta con todas sus fuerzas, para evitar que explote y quede al descubierto, es lo que los sacerdotes llaman tentación y entre más errores se cometen, se acelera su mayor acometimiento, perdiendo el miedo y la vergüenza.

Así mismo, conforman hordas, pandillas, grupos, ejércitos, etc, para apoderarse de las demás persona y de las riquezas y convertir en infinito su poder, cometiendo toda clase de abusos y atropellos contra lo que se les atraviese, como una potente máquina devastadora; sembrando el terror por doquiera y no hacen falta los eventos que buscan desahogar a la sociedad de esa rutina que la mantiene en el desespero en esa inmensa prisión en que han convertido a nuestra inmensa nave, la tierra; como el baile, los payasos y muchos más.

Lo ideal es actuar con naturaleza, sin mala intención y sin malicia, poner en práctica todos los valores y valorar mucho más la vida y a las demás personas, para hacer una convivencia afable y fraterna, similar a la que hacen los animalitos en la selva, se cuidan, se defienden y cuidan su territorio, el nuestro es la tierra, y a quien más le temen es al hombre; después de todo la vida es demasiado corta pero es muy bella y vivimos en un paraíso; en lugar de vivir en una permanente y tenaz lucha de todos, contra todos.

Estos son los efectos de haber caido en poder de los grandes inventos, la tecnología y la riqueza, despreciando su naturaleza y hasta su propia vida, por algo artificial que lo corrompió y lo convirtió en su esclavo, las cosas mandan en las personas; todos son superiores a todos, no hay nadie igual, mucho menos inferior, cada quien vale por lo que tiene, es una plena competencia, en que impera la ley del más fuerte y el más vivo, atribuyéndose dones especiales dados por Dios, para justificarse.

Cada que compramos algo se beneficia más la fábrica o empresa oferente, que el comprador y muchas cosas son necesarias pero no indispensables, y a veces nos causan más daño que beneficio; por ejemplo, a muchos que han adquirido, un carro o una moto, por lujo, les habrá costado la vida, invalidez o la prisión

Todo lo que hacen los demás es vergonzoso, reprochable y digno de lástima y en una persona late su corazón de acuerdo con lo que posea ; si tiene carro fino y va por la calle, quienes van de a pie son unos pobres individuos, a quienes se puede salpicar con barro para reír y si es posible hasta atropellarlos; si posee mucho dinero los demás son sirvientes y no tienen valor; si es una persona con armas para que hablar; si es un empleado hay que rendirle tributo y adoración; los políticos son enviados de Dios y por lo tanto son cuento aparte; si es una mujer hermosa es celestial, etc. Etc. Etc…

Debería ser digno de admiración un científico, un escritor, o una persona que lucha y da hasta su vida por el bien para los demás, pero en realidad son quienes menos valen y muchas veces se tildan de locos y sus obras apenas se mencionan raras veces, mientras el poderoso se torna inmortal y alabado por todos, por que el mundo está inundado por el interés, es oportunista y hedonista; entre más alta sea la casta social a la que se pertenece, mayores son las apariencias y el mundo de escondrijos.

Lo cierto es que por más dinero y poder que se tenga, la muerte es el premio final y lo peor de todo es que la humanidad puede ser considerada como una especie en vía de extinción; por el degeneramiento, por el peligro de autodestrucción causado por el odio que se tiene a sí misma, por agentes naturales , por que por más que se sienta supremo y dueño de todo, el hombre no es el dueño de la tierra, es la tierra la dueña del hombre, de tal manera que cuando ella “quiera” deshacerse de este, lo hará sin contemplación o de pronto por agentes externos como extraterrestres, lluvia de meteoritos, choque de planetas, cambios definitivos de temperaturas, etc.

Mientras tanto la diminuta, ingenua e indefensa humanidad, que se siente con tanto poder seguirá ahogada en su idiota vanidad, eso sí a la hora de un apuro, hay si nos buscamos y nos refugiamos unos con otros, sin mirar diferencias; lo hemos visto en los terremotos, inundaciones, guerras, nos llenamos de pánico, lloramos y actuamos como somos, seres muy frágiles.

HUMBERTO GONZALEZ PESCA

ECONOMISTA-POLITOLOGO