ACCIDENTES POR ANTONOMACIA

En Colombia la vida humana en general, vale algo menos que la vida de un animalito; si una persona muere trágicamente, se convierte en un espectáculo para muchos periodistas, quienes salen gananciosos y sobresalen con la sanguinolenta primicia en primera página y para el público es alto motivo de curiosidad y especulaciones chimorreicas y hasta judiciales, y a veces críticas, burlas y satisfacciones.

Si un perrito muere trágicamente por algún humano culpable, todo el mundo maldice al autor, lo repudian, susurran en su contra, etc.

Obviamente la muerte también tiene clase social, si el muerto es de clase baja, la literatura y presentación es tuguriesca y de pronto apunta al escarnio y es momentánea; no tiene mucha importancia y por lo general el muerto es el culpable de todo, si es de clase alta, la noticia es clásica, lastimera y perdura en el tiempo, muchas veces se torna interminable y novelesca, como son conocidos por todos algunos casos en las noticias de televisión.

Una de las principales causas de muertes trágicas es la accidentalidad vehicular; en el mundo vial, aparentemente calmado y cordial, persiste una especie de cultura, en que impera la ley del más fuerte, pasando a un segundo plano en importancia y cuidado, las posibles nefastas consecuencias, fruto de la odiosa jerarquía y las mismas personas como tal.

Quien cree que posee la clase social más alta y desde luego el carro más fino y moderno piensa que los demás le deben brindar primacía, reverencia y tolerancia, otros poseen la mentalidad de que el vehículo se debe respetar por su tamaño, si es más grande hay que respetarlo y brindarle el paso y si es más pequeño, no me debe importar, él se debe cuidar…

En las áreas urbanas definitivamente los conductores más agresivos y peligrosos son los taxistas y los motociclistas; son los que más se accidentan y cusan accidentes a la vez.

Muchos taxistas son desmovilizados que obtuvieron como canje éste premio, igualmente se organizaron y despertaron entre ellos una solidaridad férrea, posiblemente capases de emular a las pandillas, sintiéndose altamente poderosos y por el permanente trajín por las calles, los hace sentir amos y señores de las ciudades.

Un taxista sierra a cualquier vehículo en cualquier avenida sin contemplación, tan pronto le hacen una parada, frena en seco y abren las puertas sin mirar ni importarle quien venga atrás o si está en la mitad de la vía.

En un país corrupto las grandes mafias no hacen falta en ninguna parte, en caso de accidente los taxistas son excelentes amigos de los señores de circulación y tránsito y salen gananciosos, aunque hayan tenido toda la culpa.

Por su parte los motociclistas en su mayoría pertenecen a la clase media emergente, con ansia de poder y además por la destreza y fuerza para manejar, se sienten grandes competidores y machotes o machotas, capaces de meterse por cualquier huequito y de ganarle a todo el mundo, con su minúsculo y rápido vehículo.

Los taxistas al igual que los motociclistas, son expertos violadores de las señales de tránsito, incluidos los semáforos, cuando un semáforo está en rojo y hay carros delante de ellos, les pitan con desespero para que pasen así.

Indudablemente los más sacrificados, con el mayor riesgo, miedo, sustos y que menos valen en ese convulsionado mundo, son los ciclistas y los peatones.

Así mismo existen otros factores determinantes del alto riesgo e índice de accidentalidad y fatalidad en las diferentes vías del país.

La falta de control vial por parte de las autoridades, a quienes les importa y se dedican más al negocio de la mordida, esperando y buscando la oportunidad de caerles y corchar a sus presas los conductores incautos y miedosos, que les llenan la mano a esas personas que presentan temple y carácter fierezco ante sus víctimas para obtener éxito.

El pésimo estado vial, principalmente de las calles urbanas de nuestras ciudades, llenas de huecos, abundantes montículos de basuras y escombros de construcción, indigentes, animales especialmente perros, construcciones y rupturas de vías sin señalización, invasión de vendedores callejeros, que con sus casetas cartones, latas, avisos, plásticos, carruajes o productos, que colocan justamente en los andenes de las esquinas o incluso sobre las mismas calzadas, obstruyen la visibilidad a los conductores, la no clasificación del tráfico, irregularidad de las vías, carencia de suficientes vías y vías alternas.

Estas dos causas han sido de toda la vida, muestra suficiente que al estado es al que menos le importa la vida e integridad de las personas

HUMBERTO GONZALEZ PESCA

Economista-Politólogo