COLOMBIA PAIS DE LIMOSNEROS

Los políticos han venido convirtiendo a nuestra sociedad en pordiosera, a través de un clientelismo fuerte y obligatorio pero muy disimulado; los millones de personas que a diario hacen interminables colas en todas las ciudades del país, así lo demuestran.

En muchos casos para recibir esa limosna, a manera de subsidios o también de dádivas; en otros por aspectos legales, como la salud o incluso para reclamar lo propio como depósitos y retiros de dinero en los bancos y hasta para cancelarle a favor del mismo estado, como pagos de servicios e impuestos; pero que no pierden la apariencia de limosneros.

Bastaría evaluar el costo, los riesgos, el sacrificio, la paciencia, la tolerancia y la sumisión de todas esas personas, que muchas veces hacen interminables colas, durante días, con resultados infructuosos o adversos.

La sumatoria del cese de actividades de todas esas personas por hacer colas, ascienden a un elevadísimo costo económico para la sociedad y para sus empresas o familias, en el caso de los subsidios para recibir una bicoca que es más engaño que subsidio y que para una persona que ejerza una actividad normal dentro de la economía muy seguramente no compensa.

El fenómeno de las colas también implica alto riesgo para las familias, muchas veces las madres tienen que abandonar o encerrar como presos a sus niños pequeñitos, con todos los peligros y aguantando hambre en su soledad, para poder asistir a las colas.

Igualmente tienen que armarse de paciencia para resistir el sacrificio, por lo general haciendo cola desde la madrugada en la intemperie, al sol, la lluvia, la polvareda, el cansancio y el hambre y finalmente ser sumisos y tolerar a una serie de funcionarios atorrantes, ineptos, déspotas y demasiado lentos para atender al público.

Y es que incluso las colas y el mismo carácter pordiosero se observa en los grandes almacenes de cadena, pese a que los beneficiados son ellos no la gente.

En época electoral, las comunidades se prostituyen, día y noche deambulan por las calles y en los directorios políticos, buscando al mejor postor o desarrollando actividades de proselitismo, para pagar las dádivas que han recibido, muchas veces hasta por una simple camiseta o una falsa promesa.

Obviamente el paradigma del limosnero, ha constituido el principal fuerte, para ensanchar y apoyar y defender la corrupción, Colombiano que se respete siempre está pendiente de donde reparten limosnas y desde luego esas pequeñas limosnas cuestan muchísimas veces más de lo realmente entregado a las comunidades, al fisco del estado, convirtiéndose a la vez en un jugosísimo negocio para los políticos de turno.

HUMBERTO GONZALEZ PESCA

Economista-Politólogo