PLEGARIA A LA MADRE TIERRA

Me arrancaron mis cabellos con sables y con candela, no eran negros ni blancos, menos color canela, eran verdes, los palmares, que lucían sobre mi cabeza, me rompieron mis huesos y mis músculos, ellos son las rocas y mis lindas montañas que sostenían mi cuerpo, con taladros y tacos de dinamita; hasta llegar a mi noble corazón, de allí sangra mi cuerpo por todas partes; ya no me quedan glóbulos para seguir viviendo; esa es mi grasa y el agua pura que yo les ofrezco.

Quemaron mis cejas y mis pestañas que protegían mis ojos para mirar mi presente, ellas eran la selva, y la flora que protegía mi dulce mirada al futuro.

Envenenaron mis venas, por donde corrían juguetones los ríos, que se recreaban por los verdes campos, por donde pasaban las puras y frescas aguas, con las que se alimentaba y refrescaba su cuerpo el hombre.

La naturaleza y la fauna que madrugaban a regalar sus melodías, ya están desapareciendo, las están asesinando con pólvora y munición y veneno que abunda en mi cuerpo, fruto de la contaminación; por mis grandes heridas brotan podredumbres y olores fétidos, que reemplazan la vida de aquella linda naturaleza que me cubría y el aroma de la selva.

El mar me permitió colocar mis pies en el fondo de sus aguas, pero sobre ellos me colocaron fuerte peso y peligrosos explosivos y estoy tan, cansada que he tenido que mover mi cuerpo, para poder descansar un poquito, el hombre con su miedo, catalogó mi pequeño movimiento como un temblor, maremoto o terremoto, si me tienen tanto miedo, por favor no me causen más daño, para continuar teniendo valor y seguir siendo la tierna, cariñosa y bondadosa madre, madre de madres.

Pero… todo es perdido, no me escuchan, ni me tienen compasión ni gratitud, la terquedad es perenne y solamente les interesan sus ambiciosas y siegas ansias de poder.

Estoy agonizando, cubierta de fiebre, porque están acabando con mis defensas, la naturaleza y aunque me siento culpable, por haberles dado tanto, con todo el amor y largueza y ahora con el dolor y la tristeza de una madre, conmigo morirá hasta la última semilla de mi descendencia, ahogados en la contaminación de mi sangre y quemados con la fiebre que estoy padeciendo; esa llama de candela que ha recalentado hasta a mis otros hermanos planetas, que me culpan por mi mal comportamiento.

Soy la madre de un mundo en el que el mayor peso es el amor por la naturaleza, la humanidad está abriendo mi cuerpo para sacarme mi noble y rico corazón, pero no lo encontrarán, porque aunque herido palpita muy dentro; él no morirá, tendrá que ver morir hasta el último viviente que llevo a cuestas, entonces me arrullará un sueño en la oscuridad de la eterna noche, y mi cuerpo estará yerto y desnudo; el agua de los mares aprovechará para bañarme y despertarme, para entonces tendré una nueva vestidura, no puedo imaginar de que ni cómo; pero del pasado no recordaré nada, y no aparecerá ni la huella del más sabio escritor, porque todo quedará pulverizado sobre el candente calor de mis pulmones, y vendrá otra verde esperanza.

TOMADO DEL LIBRO: “MAS ALLA DE LAS HISTORIAS”

DE: TRANSITO PESCA BERNAL