TODOS CONTRA UNO.

Indudablemente hasta hace algunos años, las tiendas de barrio constituyeron una gran fuente de empleo e ingresos para muchos colombianos; además constituyen el mejor medio de promoción y venta, principalmente de los productos de la canasta familiar y a su vez son la despensa de los habitantes de los barrios, con plata o sin esta muchas personas allí solucionan su necesidad alimentaria urgente.

Sin embargo en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, como todo en Colombia, los débiles pasaron a ser más débiles y los poderosos más poderosos; agigantándose la brecha de desigualdad y desde luego las tiendas han sido de las entidades más flageladas.

Los tenderos, se han convertido en algo menos que simples empleados de los grandes productores y proveedores; asumiendo todos los riesgos, responsabilidades y sacrificios y en la medida que el negocio sea más pequeño los asume con mayor rigor y obviamente representa muchísima menos importancia para los poderosos.

En otrora el margen promedio de ganancias alcanzaba a un 30%, hoy es apenas del 10% y lo peor de todo es que la mayoría de productos traen rotulado el precio de venta al público; algunos ofrecen apenas el 4% de utilidades e inexplicablemente ocurre con frecuencia que incrementan el precio a los tenderos, pero exigen que se mantenga vigente el mismo precio que se venía cobrando al público, como en el reciente caso de Postobón.

Con ese pequeño margen de ganancias el tendero debe pagar elevados e impostergables impuestos al estado, que se ha convertido en un inagotable terrorífico y perseguidor, si no son cancelados, se pagan elevadísimas multas, sanciones y cierres definitivos de los establecimientos, altos costos de servicios públicos, por tratarse de locales comerciales, arriendos, mantenimiento de equipos de refrigeración, en la mayoría de las veces intereses por créditos, perdidas por rupturas y daños de productos, por cortes de luz y por créditos concedidos a los clientes que no son cancelados, etc.

Igualmente diariamente el tendero asume severos riesgos extra-sectoriales, como, las vacunas impuestas por los grupos armados al margen de la ley, atracos, hurtos, estafas, etc.

Los precios, pesas, medidas, calidades, fechas de vencimiento de un mismo producto, pueden variar de acuerdo con los proveedores; pues en ese enmarañado mundo aparecen desde el directamente productor, hasta el más vivo proveedor de segundo, tercero y hasta de cuarto nivel, quienes aprovechan para formar sus propias empresas, para vender productos de mala calidad, más costosos, vencidos, muchas veces no poseen fechas de vencimiento, sin ningún respaldo ni garantía; argumentando que son vendedores directamente de la casa motriz y la gran mayoría de proveedores son multifacéticos, venden de todo, careciendo de especialidad, hecho que desdibuja cualquier confiabilidad.

El sistema de ventas o mercadeo lo hacen a través de preventistas, que por lo general pasan cada ocho o quince días, con ellos se hacen los pedidos pero jamás entregan por escrito la relación detallada de estos, apenas el total del valor en un minúsculo papel; esto se presta para que cambien el valor y los productos de los que realmente solicita el tendero y en posteriores días pasan los entregadores de los pedidos; quienes entregan muchas veces productos no solicitados, respaldados por facturas por lo general elaboradas a mano en letra ilegible, con palabras y abreviaturas que asemejan a escritos árabes o griegos, que solamente los entienden ellos mismos; algunas empresas lo hacen por sistema pero con letra casi invisible en facturas diminutas, de pronto para confundir a los tenderos y a su vez para eludir impuestos.

Este inoficioso y costoso método aumente los tiempos y movimientos, crea dificultades e incrementa los riesgos y costos y disminuye las oportunidades para los tenderos; especialmente en lo relacionado con productos perecederos, viéndose mayormente afectados los pequeños tenderos, quienes carecen de suficientes recursos, para lograr mantener depósitos grandes de mercancías.

Lo ideal es continuar con el sistema de auto-ventas, en que el tendero tiene la oportunidad de escoger el producto y de proveerse en forma inmediata; sin embargo el sistema de ventas imperante obedece a la búsqueda de exoneración de impuestos, para los grandes empresarios, por el hecho de generar mayor “empleo” y permite y facilita ejercer una mayor explotación de los tenderos.

Los cambios y devoluciones de productos demoran hasta meses, utilizando ese dinero las grandes empresas en forma gratuita y privando a los tenderos de sus escasos recursos, durante este trámite lo concerniente a impuestos (IVA) lo pierde el tendero y lo gana doblemente el gran empresario.

En algunos productos, roban literalmente a los comerciantes, como en el caso de los huevos que conforman una misma cubeta con diferentes tamaños, cobrando lógicamente el precio de los de mayor dimensión y argumentando que están seleccionados por peso, así mismo ocurre con los planes de minutos, en que las empresas proveedoras poseen mecanismos sistematizados para reembolsar gran parte del contenido de minuto de las SIMCARD, obviamente a su favor.

Igualmente todos los proveedores manejan un sistema ilegal del dinero, para ellos cuenta y cobran un dinero que no existe, cinco, diez, treinta y siete, noventa y dos peso, etc y lo peor de todo es que siempre lo aproximan a los cien a su favor sobrepasando muchas veces los cincuenta que sería el punto mínimo de referencia.

Tanto preventistas, como entregadores son explotados y esclavizados soberbiamente; con sueldos irrisorios, asumen grandes responsabilidades, adiestrados para defender a “sus” empresas como lobos hambrientos, deben trabajar largas jornadas para lograr topes mínimos de ventas de grandes millonadas, de lo contrario serán despedidos; Muchos proveedores también exigen topes mínimos de ventas a los tenderos, y dejar de pedir máximo en una oportunidad que pase el preventista de lo contrario no le vuelven a dejar pedidos; obviamente ese tenaz ambiente de trabajo, en que viven los preventistas y los entregadores, los somete a un incontenible y exagerado stress, que los conlleva a la deshonestidad, agresividad, chantajismo, mal trato hacia los tenderos.

Su deshonestidad obedece al afán por lograr los topes mínimos de ventas, engañando a los tenderos con inexistentes promociones, descuentos y novedades, con tal de que soliciten pedidos, desde luego que jamás van a llegar y por el contrario los pedidos llegan más costosos o sencillamente llegan los demás productos solicitados, menos los de la supuesta promoción o muchas veces cambian los productos por otros, argumentando que las promociones se agotaron; por lo general cuando verdaderamente hay promociones o descuentos se los brindan a los negocios grandes o a los de los amigos.

Tanto a los preventistas, como a los entregadores, hay que adularlos y tratarlos con toda la reverencia, como si fueran empleados públicos, por que de lo contrario amenazan que no vuelven al negocio, cuando no se les hace un pedido o se les hace una devolución por que no corresponde, se ponen muy enfadados e igualmente amenazan con no volver, cuando se efectúan cambios seguidos de productos por que han llegado en mal estado o por que no se venden, no vuelven a pasar por el negocio, igualmente si se les hace alguna reclamación o exigencia.

Los tenderos tienen que armarse de paciencia para tolerar hasta al más fastidioso cliente, y ganarse su simpatía y brindar créditos a muchos de ellos, por aquello que “tendero que no fía no vende” y “las ganancias son moneditas” en que su única garantía es la consciencia de cada quien, algunos pagan, pero la mayoría no lo hacen y como gratitud se dedican a desprestigiar al correspondiente negocio, con la resonancia de los demás tenderos de su alrededor símbolo de competencia desleal.

Los clientes se pueden tipificar de muchísimas maneras, pero en general los hay honestos y conscientes y deshonestos y maniáticos, estos últimos saben y utilizan infinidad de métodos para tratar de engañar y tumbar al pobre tendero.

Uno de los mayores azotes para los tenderos es la competencia desleal, comenzando por los mismos tenderos que se compiten entre sí con el desprestigio y guerra de precios, los famosos vendedores ambulantes quienes no pagan impuestos ni tienen que responder ante nadie por la venta de productos de pésima calidad, sin embargo la mayor competencia desigual y desleal la enfrentan con los grandes almacenes de cadena y paradójicamente con los mismos proveedores directos, quienes con mucha frecuencia realizan promociones callejeras.

Lo ideal es que los tenderos se asocien nacional, regional y localmente y luchen por una serie de derechos que les son vulnerados, exigiendo una legislación que les favorezca, bajo el principio del derecho al trabajo, equidad, igualdad, respetabilidad, participación, exoneración de impuestos, etc.

HUMBERTO GONZALEZ PESCA

Economista-Politólogo.