LAGARTOS

Según el pequeño Larousse, la palabra lagarto además del reptil saurio de las regiones frías y templadas o de los bíceps , significa hombre astuto y taimado, hipócrita, disimulado, bribón, falso, pícaro, desconfiado, hosco, displicente, desagradable, descarado, bellaco, granuja, canalla, chulo, haragán, galopín, ruin, resabiado, sinvergüenza, vividor.

Indudablemente estos calificativos son apenas justos, para los sujetos que dentro de la política así son denominados, sin embargo aquí se comete una gran injusticia, con el inofensivo animalito al ser comparado con ese prototipo de atorrantes, no obstante es que lo más probable es que su denominación obedezca a que muy seguramente siempre andan en cuatro patas, sextiando a los gobernantes.

Lo cierto es que estos señores son los peones de la política y gracias a estos muchos alcanzan las cúspides más altas, pueden ser considerados, como los desechables o indigentes de la política y aunque todo el mundo los detesta, dentro de su territorio, presumen y se ponderan, que todo el mundo los quiere, afirmando que poseen las grandes mayorías y que son ellos quienes hacen que la comunidad decida a que candidato apoyar.

Frente a sus comunidades son agresivos, imponentes, antipáticos, déspotas y petulantes y a quien pretenda sobre salir lo pisotean; son unos ridículos influyentes, prometiendo a todo el mundo que van a hablar con el fulano de tal, refiriéndose al gobernante de turno y son chantajistas.

En materia de corrupción son excelentes y unos maestros para enseñarla e inducir a sus amos políticos a que la ejerzan.

Como excelentes aduladores poseen un amplio y lujoso repertorio, para ensalzar a sus víctimas, buscando encontrarles el lado débil para obtener sus favores, los contratos.

Los gobernantes débiles de espíritu o deficientes técnicamente, constituyen presas muy fáciles para saciar las aberraciones y antojos de los lagartos, convirtiéndose estos gobernantes en rotundos fracasados, ante la contundente irracionalidad administrativa a que son sometidos.

Siempre son los mismos y están en todas partes; compañías, alcaldías, gobernación, instituciones y en materia de contratación son muy expertos; se saben todos los procesos, tramites y normatividad, mejor que cualquier funcionario público, son móviles multiplicadores de la corrupción, ofreciendo participación a algunos entes gubernamentales, para agilizar y obtener aprobación de sus contratos y pese a que son polifacéticos, es decir, un mismo individuo puede hacer las veces de administrador público, comerciante, arquitecto ingeniero, etc. aunque escasamente sepa leer o posea una sola profesión: hacen las obras más costosas y de pésima calidad.

El conjunto de todos los lagartos forman las famosas roscas, que constituyen un verdadero anillo metálico en torno a los gobernantes, muy difícil de romper por parte de la gente del común y aunque son depredadores de sí mismos, mantienen la diplomacia y hasta forman asociaciones.

Los lagartos endiosan a los gobernantes, convirtiéndolos en atorrantes y prepotentes y creándoles el mal habito para que cualquier petición que haga una comunidad o persona del común, tenga que hacerse por la vía de la lagartería, para obtener respuestas positivas.

“todo adulador vive a expensas de quien adula” por lo tanto son muy escasas las personas de este tipo que capitalizan y montan su propia empresa y se independizan.

Solamente cuando un gobernante entrega el trono, descubre que sus verdaderos amigos eran pocos y los lagartos muchísimos, por que estos son tiranos y terminan siendo sus principales detractores.

HUMBERTO GONZALEZ PESCA

Economista-Politólogo.