Sevilla tiene un color especial

Archivo de Indias de Sevilla

Creado en 1785 por Carlos III, el Archivo General de Indias de Sevilla es uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad. Sus paredes protegen siglos de historia, ya que era el único lugar que albergaba toda la documentación relativa a las colonias españolas hasta la fecha. Es muy probable que pases todos los días frente a su fachada y no conozcas todavía estas 7 curiosidades:

1. Unos 43.000 legajos

En el Archivo de Indias hay alrededor de unos 43000 legajos (conjunto de documentos), 80 millones de páginas y 8000 mapas. Si quieres escribir sobre la historia de Sevilla en el siglo XVIII, no encontrarás un lugar con mejor documentación que este.

2. El arquitecto de El Escorial

La sede del Archivo de Indias es la Casa Lonja de Mercaderes de Sevilla y su arquitecto es Juan de Herrera, responsable de obras como el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Os recordamos que antes de la construcción del edificio, los comerciantes llevaban a cabo sus negocios en las gradas de la Catedral y cuando llovía se resguardaban en la Catedral.

3. ¿Por qué se creó?

El Archivo de Indias se creó por dos razones. En primer lugar, la ausencia de espacio en el Archivo General de Simancas, archivo central de la Corona y, por otro lado, bajo la intención de crear una documentación adecuada sobre la historia de la colonización española.

4. Nueve kilómetros de documentos

Si pusiéramos en una estantería todos los documentos del Archivo de Indias linealmente, estos ocuparían más de nueve kilómetros. Ni en cien vidas seríamos capaces de leernos todo el contenido.

5. Graffitis

En las paredes exteriores del Archivo de Indias hay unas inscripciones rojizas. Estos ‘graffitis’ son vítores y se ponían para conmemorar celebraciones o en señal de reconocimiento a alguien por haber conseguido un doctorado.

6. ¿Por qué se llama ‘de indias’?

Foto: docteurTonTon / Shutterstock.com

La razón por la que responde al nombre ‘de Indias’ se vincula a Cristóbal Colón. El navegante estaba convencido cuando partió hacia América en 1492, de que se dirigía a las Indias.

7. El más grande de España

A día de hoy es el archivo más grande de España sobre la historia de nuestro país en América y Filipinas. Cuenta con documentos únicos con la firma de grandes personajes históricos como Cristóbal Colón, Hernán Cortes o Francisco Pizarro

Los graffitis no son un invento del siglo XX.

¿Cuántas veces has pasado por la calle Alemanes? ¿100? ¿1000? Da igual el número, la cuestión es que seguro que a pesar de conocerte la Catedral mejor que la ruta de bares donde mejor tiran la caña, se te ha pasado un pequeño detalle o simplemente, nunca te cuestionaste el motivo por el que estaba allí. Hablamos de esas inscripciones rojizas que salieron a la luz cuando se limpió la fachada: los vítores.

En estos graffitis aparecen números, letras y símbolos que parecen extraídos de las lenguas de la Tierra Media. Alfonso Jiménez, Rosa Domínguez Caballero y Juan Luis Barón Cano, profesores del Departamento de Construcciones Arquitectónicas de la Universidad de Sevilla, llevaron a cabo las obras de limpieza y restauración de los exteriores de la Catedral de Santa María de la Sede. Tras este proceso salieron a la luz unas inscripciones que suscitaron la atención tanto de los turistas como de los sevillanos.

En estos «graffitis», que también se pueden ver en la fachada orientada hacia la Avenida de la Constitución, hay un símbolo que se repite: una «v» mayúscula en torno a la que se agrupan una «c», una «t», una «o» y una «r». Esto representa la palabra «Vítor» y es un símbolo adquirido del Bajo Imperio Romano que usaron diversas universidades de España, como la de Alcalá de Henares, Salamanca o Sevilla, para distinguir a los estudiantes que conseguían doctorarse. Viene a significar un «¡Viva (insertar nombre de la persona agraciada)!» y era una forma de celebrar el triunfo de estos estudiantes cuando cerraban su etapa académica.

Entre estos vítores se puede leer el nombre de Don Melchor y Don Alonso García, por lo que intuimos que estos fueron dos afortunados siglos atrás.

La Catedral no es el único lugar en el que se pueden contemplar estos vítores, ya que también se encuentran en los muros exteriores del Archivo de Indias. De hecho, hay un nombre de una persona vinculada con el comercio americano, ya que antes era una Casa Lonja.

Guerras, incendios, terremotos o incluso una empresa comercial pueden ser los causantes por los que muchos edificios de la historia acaban convirtiéndose en polvo. Cada edificio icónico de nuestra ciudad que desaparece hace que se nos salte una lágrima. Como queremos que este patrimonio nunca se pierda en la memoria, compartimos con vosotros todos esos edificios que décadas atrás fueron testigos del esplendor de nuestro ciudad:

Palacio de Sánchez Dalp

No es casualidad que el nombre para llamar a este palacio fuese «tesoro nazarí». En él se podían ver salas que recuerdan al Real Alcázar, unos patios que nada tenían que envidiar a algunos de la Alhambra, un excelente trabajo de yesería y una vegetación que lo convertían en un paraíso terrenal.

¿Y por qué desapareció? Por la sencilla razón de que El Corte Inglés pensó que no había otro lugar más idóneo en Sevilla para sus instalaciones que ese. Esperemos que un día no les dé por querer hacer un Centro de Oportunidades en plena Catedral.

Plaza de toros Monumental de San Bernardo

Se inauguró en Sevilla el 6 de junio de 1919 en la avenida de Eduardo Dato (por entonces Monte Rey). Debido a problemas estructurales fue cerrada en 1921 y demolida en 1930. Se trataba de una obra neoclásica con una capacidad de 23.055 espectadores (más que la Maestranza), sin embargo unos errores de cálculo en su planteamiento acabaron con la Monumental.

Instituto de Higiene de Sevilla

Se encontraba en la calle Marqués de Paradas y se construyó en los años 1905-1907 por el arquitecto Francisco Franco Pineda. Era la residencia, clínica y laboratorio del doctor Leopoldo Murga Machado.

Era un templo neoclásico inspirado en el Museo Británico de Londres y contaba con un gran jardín decorado con esculturas relacionadas con la higiene. A pesar de su clientela a lo largo de dos décadas cerró en mitad de la Guerra Civil y en 1958 se decretó su demolición. Las autoridades decidieron erigir otro centro sanitario en su lugar, el cual sigue a día de hoy. Todavía seguimos sin entender por qué no se restauró el antiguo edificio.

El patio del convento de San Pablo de la Magdalena

Se trata de un derribo ilegal que se produjo cuando el Ayuntamiento de Sevilla decidió crear trabajo y para ello lo hizo derribando el patio del convento y argumentando que era necesario un ensanche en la calle. A día de hoy este espacio lo ocupa el Hotel Colón.

Palacio del Marqués de Palomares

No contento con derribar el Palacio de Sánchez Dalp, el Corte Inglés decidió acabar con este palacio del siglo XIX. Don Juan Antonio Fernández de la Riva lo adquirió en subasta pública y erigió en él los Almacenes del Duque. A su muerte, sus hijos Manuel y María prosiguieron con el legado de su padre. Sin embargo, en 1960 ninguna institución podía hacer frente a la compra del edificio. Se hizo con él en 1964 Jorge Bordeau, aunque por poco tiempo, ya que en 1965 pasó a El Corte Inglés y fue demolido.

Bien de Interés Cultural, Patrimonio Histórico de España y un importante edificio barroco del siglo XVII. El Hospital de los Venerables, ubicado en pleno barrio de Santa Cruz es un edificio clave para comprender la historia sevillana y acercarnos a la figura de Diego Velázquez. Por no hablar de la gran belleza arquitectónica del monumento. ¿Todavía no lo has visitado? No te preocupes porque estás a tiempo. Además, después de saber estas curiosidades tendrás unas ganas irrefrenables de descubrirlo en persona:

1. Se funda cuando la Hermandad del Silencio decide en 1627 cuidar y dar asilo a ancianos, pobres e impedidos. Alquilaron una casa para este fin, pero no fue hasta hasta 1675 cuando se empieza construir el Hospital de los Venerables Sacerdotes por iniciativa del canónigo Justino de Neve.

2. El arquitecto Juan Domínguez se hizo cargo de las obras hasta 1687, año en el que toma las riendas Leonardo de Figueroa, responsable de grandes obras monumentales como la iglesia de San Luis de los Franceses, el Museo de Bellas Artes o la fachada de la iglesia del Salvador. Terminó las obras en 1697.

3. La iglesia se construyó en 1689 y está consagrada a San Fernando. En ella podemos ver los frescos de Valdés Leal y su hijo Lucas Valdés o las figuras de San Fernando y San Pedro realizadas por Pedro Roldán. Murillo pintó una Inmaculada para el hospital por la relación de amistad que lo unía con su fundador, Justino. Sin embargo, la obra se trasladó al Museo del Prado.

4. En 1840 el hospital se convirtió en una fábrica de tejidos y los hospedados tuvieron que trasladarse a otras salas que se habilitaron para ellos. Las quejas de la Hermandad del Silencio hicieron que los sacerdotes pudieran recuperar sus bienes y volver a su hogar.

5. Desde 1991 el Hospital es la sede de la Fundación Focus-Abengoa, ya que fue la entidad cultural que lo restauró entre 1987 y 1991. Este nuevo uso del edificio contó con la autorización del cardenal Carlos Amigo Vallejo.

6. Una de las primeras tareas que asume la Fundación Focus-Abengoa es la creación de la Biblioteca del Barroco, que cuenta con un fondo antiguo de unos 400 libros y documentos datados entre el siglo XV y XIX.

7. En 2007 el Hospital de los Venerables acoge el Centro de Investigación Diego Velázquez a raíz de la compra de la obra Santa Rufina. Algunas salas fueron adaptadas para exponer esta obra y otros cuadros de Murillo, Francisco Pacheco y Bartolomeo Cavarozzi.

Santa Rufina’ de Diego Velázquez

Si quieres saber más acerca de todas las actividades (conciertos, exposiciones, teatro) que organiza la Fundación Focus-Abengoa consulta su web.

¡Y recuerda que podrás visitarlo de manera gratuita el primer jueves de cada mes!

Hay vidas complicadas y luego está la de María Coronel, hija mayor de don Alfonso Fernández Coronel, Señor de Montalbán, Capilla, Burguillos y Bolaños, un poderoso noble castellano que consigue el favor del rey Alfonso XI, y de la dama sevillana doña Leonor de Guzmán, que durante veinte años fue la favorita del rey y le dio cinco hijos. María Coronel sufrió las luchas de poder por una Castilla dividida por guerras civiles.

Retrato de Don Pedro I El Cruel

Cuando su padre muere en Aguilar, su hermana Aldonza se casó con Alvar Pérez de Guzmán, quien apoyó a Enrique de Trastámara, lo que le costó tener que huir dejando a su mujer en el convento de Santa Clara ante la derrota por el rey Pedro.

Don Pedro se encaprichó de Aldonza Coronel y tenía encuentros con ella en la Torre del Oro y en el Alcázar de Carmona. Como su marido se hallaba ausente, Juan Alfonso de la Cerda, esposo de María Coronel, decidió defender el honor levantándose en armas contra el rey, pero finalmente fue apresado. María Coronel se plantó ante don Pedro para pedirle clemencia y éste le dio el indulto, o más bien, un falso indulto, ya que sabía que antes de que María volviese a Sevilla, Juan Alfonso sería decapitado.

María se mudó a la calle Arrayán y allí vivió en el que hoy es el Palacio de los Marqueses de la Algaba. Pedro I, que se había prendado de sus belleza, la persiguió con sus criados, pero ella se negó en rotundo y se fue a un convento, donde unas monjas la escondieron en una zanja cubierta con tablas. Don Pedro no la encontró allí y se marchó, pero a los días volvió y la encontró. Él la persiguió por todo el convento, pero finalmente, ella se vio sin ninguna escapatoria de la cocina y optó por una drástica solución: tirarse una sartén de aceite hirviendo para desfigurarse la cara y que así el rey pasara de su cara quemada.

Doña María que sabía que lo tenía comiendo de su mano, le pidió un solar para construir el convento de Santa Inés, donde ahora reposa su alma y cuerpo, el cual por cierto se puede ver cada 2 de diciembre. Y es así cuando surge la clásica figura del pagaconventos, que más tarde derivó en pagafantas.

Las mujeres ilustres de Sevilla han sido santas, artistas, reinas, nobles, heroínas o trabajadoras… Hoy queremos dedicar este articulo a estas mujeres sevillana que han perdurado en nuestra memoria.

Óleo sobre lienzo realizado por Bartolomé Esteban Murillo hacia 1666.

Justa y Rufina eran dos hermanas que vivían en la Híspalis de finales del siglo III en el actual emplazamiento del barrio de Triana. Se dedicaban a la alfarería y su generosidad era tal que los vecinos necesitados recurrían a ellas para su socorro. Eran hijas de cristianos clandestinos y fueron perseguidas, condenadas a ir a pie y descalzas hasta Sierra Morena, padeciendo torturas y vejaciones, como torturarlas con el potro o con garfios de hierro o privándolas de comida y bebida. A Justa la lanzaron a un pozo y a Rufina la decapitaron. A menudo se las representa con un león pues Diogeniano, el prefecto de la ciudad, llevó a Rufina ante un león para que la devorase, aunque este únicamente lamió sus vestiduras.

Itimad

Fue reina musulmana en el siglo XI, la época taifa sevillana y uno de sus periodos históricos de mayor esplendor. Al-Mutamid, el rey poeta, creó una corte llena de artistas, músicos y poetas en el Alcazar de Sevilla. Se enamoró de una esclava granadina: la reina Itimad. Pese al amor que se profesaban, Itimad extrañaba su tierra y la nieve que cubría las montañas de Sierra Nevada en invierno. Fue por ello que el rey mandó plantar almendros en el jardín del Alcázar de forma que, una vez florecidos, simulasen la nieve. Cuando los almorávides se hicieron con Sevilla, Al-Mutamid e Itimad tuvieron que huir a Marrakech.

María Coronel

Retrato de María Fernández Coronel pintado por Joaquín Domínguez Bécquer en 1857.

María Coronel vivió en el siglo XIV y fue noble y luego religiosa. De hecho, podría haber sido abanderada del movimiento #Metoo. Pedro I de Castilla trató de conquistarla pero, en este caso, ella se negó a satisfacer sus deseos. El rey no paró de pretenderla, acosarla y la persiguió por toda la ciudad. Doña María Coronel en plena huida se refugió en el convento de Santa Clara. Allí cuando el rey estaba a punto de atraparla, entró en la cocina y se derramó un caldero de aceite hirviendo en la cara, desfigurándose totalmente.

El rey perdió el interés y unos dicen que arrepentido le ofreció dinero y terrenos para fundar un convento; otros, que Doña María tuvo que esperar hasta la llegada de otro rey para recuperar sus bienes y donde había estado el palacio de su familia fundó un convento de clarisas. Este seria el de Santa Inés, que se encuentra en la calle sevillana que lleva su nombre.

Sorprendentemente cuando Doña María Coronel murió, su cuerpo quedó incorrupto, aún lo esta hoy, 700 años mas tarde y se puede visitar en su convento cada 2 de diciembre.

María Luisa

Retrato de la infanta Luisa Fernanda de Borbón (Palacio Real de Madrid) pintado por Federico de Madrazo y Kuntz.

Inaugurado en 1914, el Parque de María Luisa es el más famoso de la ciudad, aunque en sus comienzos formaba parte de los jardines privados del Palacio de San Telmo. El hecho de que se convirtieran en jardines públicos se lo debemos a una infanta que los donó en 1893 y que da nombre al parque. Hablamos de María Luisa Fernanda de Borbón, la esposa del duque de Montpensier, Antonio de Orleans, hijo del rey Luis Felipe de Francia. Irónicamente, la infanta María Luisa fue hija, hermana y madre de reinas, pero ella nunca pudo reinar.

Los duques de Montpensier tuvieron que abandonar Francia con la Revolución de 1848 y adquirieron, gracias al patrimonio de María Luisa, Palacio de santa Telmo donde se establecieron en 1850. Los duques encargaron al jardinero francés Andrés Lecolant que transformase las fincas en parques con caminos señoriales, pabellones, pajareras, templetes, etc. El diseño fascinó a todos los invitados de los duques.

Lo más cerca de alcanzar el poder que estuvieron los duques fue cuando su hija María de las Mercedes se casó con Alfonso XII, que había logrado recuperar el trono en 1874. Sin embargo, esta unión duró muy poco, ya que María de las Mercedes murió meses después del enlace.

Siendo viuda, en 1893 cedió parte de los jardines de San Telmo a Sevilla y falleció en el mismo palacio en 1897. En 1914 los jardines se inauguraron con el nombre que siguen conservando a día de hoy: el parque de María Luisa. En cuanto a los duques, descansan en el Panteón de Infantes del Monasterio de San Lorenzo del Escorial junto a varios de sus hijos.

Catalina de Ribera

Monumento a Catalina de Ribera en el paseo homónimo. En el azulejo del centro, un retrato de la noble andaluza. Realizado en 1921 por Manuel de la Cuesta y Ramos. Debajo, la siguiente inscripción: “A la egregia fundadora del Hospital de las Cinco Llagas Doña Catalina de Ribera y Mendoza madre amantísima de los pobres a quienes dio su corazón y sus riquezas”.

Catalina de Ribera fue una noble andaluza que vivió en pleno Renacimiento a lo largo de la segunda mitad del siglo XV. Perteneció a la acomodada casa de Ribera e hizo uso de su fortuna para mejorar la ciudad en la que vivía. Se considera fundadora la Casa de Pilatos, reformó el Palacio de Dueñas y el Hospital de las Cinco Llagas, uno de los hospitales más grandes de la Europa de la época. Fue, además, el más moderno del momento y acogió a los hombres y mujeres más desfavorecidos de la sociedad. Hoy es sede del Parlamento de Andalucía.

Leonor Dávalos y Urraca Osorio

Esta trágica leyenda comienza con unas revueltas en el año 1367 protagonizadas por Juan Alonso Pérez de Guzmán (hijo del Guzmán el Bueno), que apoyó a Enrique de Trastámara frente al rey Pedro I el Cruel. En estas revueltas fue apresada Doña Urraca Ossorio de Lara, esposa de Guzmán, por haber sido la principal instigadora contra la figura del rey y posteriormente fue condenada a muerte en la hoguera. La ejecución tuvo lugar en la Laguna de Ferias o de la Cañavería (actual Alameda de Hércules).

Cuando el aire caliente de la fogata hizo que la falda de Doña Urraca se levantara y mostrara su piel desnuda el público empezó a mofarse al ver a la condenada tal como vino al mundo. Doña Leonor Dávalos, testigo de la ejecución, no podía soportar la imagen de ver a su protectora, así que se acercó a la hoguera para cubrir sus genitales y que muriera de forma digna. Sin embargo, las llamas prendieron sus cuerpos y ambas murieron juntas.

Doña Guiomar

Placa situada donde estuvo la antigua Cárcel Real de Sevilla en el siglo XVI.

Esta mujer noble del siglo XV, descendiente de reyes, destacó por ser un alma valiente que se hizo valer por sí misma, sin necesidad de ningún hombre. La mayor parte de su vida (y de su fortuna) la dedicó a ayudar a los más desfavorecidos. Además, también aportó los fondos necesarios para la creación de obras civiles, como la restauración de la cárcel, con la que consiguió favorecer las condiciones de vida de los presos. Sus restos descansan junto a sus padres en la Catedral de Sevilla.

Luisa Roldán

Más conocida como La Roldana. Luisa era hija del gran escultor Pedro Roldán y aprendió el oficio en el taller de este. Allí conoció a Luis Antonio de los Arcos, de quien se enamoró perdidamente. Pero este amor no era aprobado por Pedro, ya que el enamorado era un artista bastante mediocre. Sin embargo, Luisa no escuchó a su padre y se casó con él. Ella continuó recibiendo trabajos debido a su gran valía como artista, hasta que Sevilla se le quedó pequeña y decidió por ello comenzar una nueva vida junto a su marido en Cádiz, donde trabajó para el cabildo municipal y el catedralicio. Más tarde La Roldana, primera escultora española registrada, acabaría trabajando para la Corte Española.

Cecilia Böhl de Faber

Retrato de Cecilia Böhl de Faber (Museo del Romanticismo de Madrid), realizado por Valeriano Domínguez Bécquer.

Cecilia fue más conocida como Fernán Caballero. Como escritora dedicó su vida a transmitir sus ideas feministas y ecologistas; luchó por la liberación y defendió el progreso de la mujer. Los padres de Cecilia influenciaron en la educación que tuvo, ya que creció en un entorno familiar donde se valoraba la intelectualidad; sin embargo, debido al estigma de la época acerca de las mujeres que se dedicaban a las actividades intelectuales, tuvo que adoptar y asumir el seudónimo de Fernán Caballero para poder escribir sin que le afectaran las barreras sociales. Algunas de sus obras son: El alcázar de Sevilla; Cuentos, adivinanzas y refranes populares, La estrella de Vandalia.

Ana Caro Mallén

El Siglo de Oro siempre nos remite a Quevedo, Lope de Vega o Calderón de la Barca, pero pasa de puntillas por otros nombres como el de Ana Caro Mallén de Soto, también conocida como «la décima musa andaluza». Su carrera oficial arranca en 1628, cuando participó con la Relación poética de las fiestas celebradas en el convento de San Francisco en Sevilla en las fiestas que la ciudad celebrara por los mártires del Japón. Se sabe que mantenía una estrecha relación con María de Zayas, la otra gran escritora del Siglo de Oro junto a sor Juana Inés de la Cruz, y que incluso convivió con ella en Madrid. Al contrario que otras escritora, Ana recibió el elogio en vida por parte de personalidades como Juan de Matos Fragos o Luis Vélez de Guevara, quien la menciona en El diablo cojuelo con el apelativo ‘La décima musa sevillana’. Contó con el favor del Conde Duque de Olivares y hay documentos que demuestran que llegó a cobrar por su trabajo, lo cual la convierte en una de las primeras escritoras profesionales.

Con acento en la «o» o enfatizando la «e», Olé es una de las palabras más usadas en el Sur y una de las favoritas para los guiris.

Signo de cultura española, asociada al flamenco y a la tauromaquia, su procedencia no está del todo clara.

Hay quienes afirman que viene del griego. El verbo «ololizin» (ὀλολύζειν) designa el grito ritual de júbilo de duelo. Sin embargo, en su contexto estos gritos se asociaban al dolor.

Por otra parte, existe otra teoría que afirma que «Olé» procede de un episodio bíblico. Jacob es engañado el día de su boda con Raquel. Al quitarle el velo a la novia descubre que se trata de Lea, no de Raquel. El público intenta advertir a Jacob vociferando «Oh, Lea», y de ahí la derivación a «Olé».

Olé viene de Alá

Sin embargo la versión favorita y la más extendida es la que sostiene una procedencia árabe.

Los siglos de herencia árabe dieron para mucho. Quienes afirman esta teoría sostienen que «olé» viene de la exclamación «¡Alá!» (Allah). Los árabes la utilizaban cada vez que les agradara una expresión artística, o cualquier muestra de arte, espectáculos de baile, etc. Pensaban, por ejemplo, que si un bailarín maravillaba al público con sus movimientos, Alá podía entreverse a través del bailarín.

A pesar del fin de la etapa árabe, en la Península se siguió utilizando, extendiendo y castellanizando hasta nuestro actual «Olé». Los académicos no se ponen de acuerdo y continúan surgiendo otras teorías. No obstante, mientras se deciden seguiremos ensalzando el arte con esta peculiar onomatopeya andaluza.

La historia del arte no se puede entender sin esta figura histórica.

Un 8 de septiembre de 1652 nació en Sevilla Luisa Roldán, más conocida como la Roldana. Es la primera escultora española registrada de la historia, una importante figura del Barroco español que alcanzó fama en vida, llegando a ser escultora de cámara para los monarcas Carlos II y Felipe V hasta el día de su muerte.

Con todo este currículum hay quien aún no conoce como debería la aportación de Luisa Roldán a la historia del arte, pero eso va a cambiar a partir de ahora.

Su padre, el artista eclipsado

No es común abrir un libro de arte del Barroco y encontrar obras de una mujer, ya que el 99% de la historia ha sido escrito por los hombres, sepultando así la historia de ellas. Y resulta curioso el caso de Luisa, la quinta de los doce hijos del matrimonio formado por Pedro Roldán y Teresa de Jesús Mena Ortega y Villavicencio, que consiguió ir más allá de la fama de su progenitor en el mismo campo.

Él era un escultor de prestigio y tenía un taller en el que recibía múltiples encargos. Algunas de sus hijas le ayudaban desde tiene edad y por esa razón Francisca se dedicaba a la policromía y María y Luisa a la escultura. Cuenta la leyenda que durante esta etapa, Luisa se encargó de arreglar una imagen hecha por su padre por encargo del cabildo de la Catedral de Sevilla y gracias a su intervención, esta fue admitida. Fue así cómo se empezó a forjar la leyenda de La Roldana.

Matrimonio sin consentimiento paterno

Luisa se prometió en el taller familiar con el también escultor Luis Antonio Navarro de los Arcos, pero su padre se opuso a esta relación por alguna extraña razón. Sin embargo, a Luisa le dio igual la aprobación de su padre y, aprovechando que este se encontraba enfrascado en un encargo para la decoración de la catedral de Sevilla, decidió casarse con su amado en secreto en la iglesia de San Marcos.

El motivo por el que Pedro no quería que Luisa se casara con él era porque tenía reputación de ser un escultor de mala fama, pero de nada importó esto a la joven que evadió las convenciones sociales instalándose con su marido en el barrio de San Vicente. El matrimonio tuvo 7 hijos, de los que fallecieron 4 siendo niños.

Su etapa en Sevilla

Realizó varias esculturas, que más tarde eran policromadas por su marido, y volvió a trabajar con su padre en algunas obras como el paso del Cristo de la Exaltación.

De este período corresponden el encargo de Dolorosas para procesionar en Semana Santa y, aunque no haya ninguna documentada, se cree que son suyas la Virgen de la Regla, que pertenece a la Hermandad del Prendimiento, la Virgen de la Sede que se puede ver en el Hospital de los Venerables o la Virgen del Carmen en el convento carmelita de Santa Ana.

En esta época consiguió labrarse un nombre por ser capaz de imprimir un gran dinamismo a sus obras.

Su etapa gaditana

A partir de 1687 continua su carrera en Cádiz, donde realiza algunos de sus mejores trabajos como el Ecce Homo o los patrones de la Catedral, San Servando y San Germán, actualmente venerados en una capilla de la catedral Nueva de Cádiz.

También es de esa época el Señor de la Humillación, perteneciente a la Cofradía de la Piedad y las imágenes de San Juan Bautista y San José, pero no solo realizó esculturas para Cádiz, sino que también se le atribuyen otras de localidades próximas, como Nuestra Señora de la Soledad de Puerta Real.

Escultora de cámara en Madrid

La fama de Luisa llegó a la Corte Real, asentada en Madrid, y provocó que se tuviera que trasladar con su familia a la capital española. Su ascenso a escultora de cámara del rey Carlos II en 1692 fue gracias al mecenas artístico y ayuda de cámara del rey, Cristóbal de Ontañón.

La artista trabajó incansablemente para el monarca y realizó varias obras como el Nazareno que Carlos II encargó para el Papa y el San Miguel Arcángel con el diablo a sus pies del Escorial, obra en la que se dice que La Roldana plasmó su rostro.

Sin embargo, no fue este un periodo de prosperidad económica para la escultora, quien tuvo que lidiar con pagos tardíos, retrasos y problemas económicos que dificultaron su vida en Madrid. De hecho, mandó varias cartas a la reina Mariana de Neoburgo en las que le pedía «vestuario o una ayuda de costa o lo que fuese de su mayor agrado».

Uno de sus últimos encargos durante la regencia de Carlos fue la Virgen de la leche, un regalo del rey a su prometida que acabó en la Catedral de Santiago.

En 1699 muere su padre y ella y su hermanos son los herederos, pero ni esto ni el cambio de dinastía en 1700 con Felipe V lograron que la situación económica de María Luisa prosperase a pesar de que el monarca volviera a nombrarla escultora de cámara.

De esta última época destaca el Arcángel San Miguel en el monasterio de las Descalzas Reales y un Ángel de la Guarda.

En 1706 fallece la artista no sin antes poner por escrito una declaración de pobreza y haber dejado un gran legado que seguirían artistas posteriores como Pedro Duque Cornejo, Cristóbal Ramos o José Montes de Oca. Sin duda, un trágico final de vida no acorde a la huella que dejó en la historia del arte.

Justa y Rufina eran dos hermanas que vivían en la Híspalis de finales del siglo III, concretamente en el actual emplazamiento del barrio de Triana. Se dedicaban a la alfarería, y, además, dada su generosidad, sus vecinos necesitados recurrían a ellas para su socorro. Eran hijas de cristianos clandestinos; Justa nació en el 268, y Rufina en el 270.

En cierta ocasión, durante las fiestas de Venus en el mes de julio dedicadas a Adonis, un cortejo presidido por unas parihuelas que portaban una imagen de la diosa Salambó pasó por delante del taller de las hermanas. Uno de los participantes pedía un óbolo a los espectadores, pero ellas se negaron a contribuir a la fiesta pagana, a lo que el interpelado contestó rompiendo las vasijas de las hermanas. A su vez, éstas empujaron las parihuelas hasta hacerlas caer al suelo, rompiendo el ídolo.

Santas Justa y Rufina. Bartolomé Esteban Murillo, 1666. Óleo sobre lienzo. Arte barroco. Museo de Bellas Artes de Sevilla

Por tal motivo, Diogeniano, prefecto de Sevilla, mandó encarcelarlas para que renegaran del cristianismo bajo amenazas de tortura, pero las santas se negaron. Fueron condenadas a ir a pie y descalzas hasta Sierra Morena, padeciendo torturas y vejaciones, como torturarlas con el potro o con garfios de hierro o privándolas de comida y bebida.

La primera en fallecer fue Justa, cuyo cuerpo fue lanzado a un pozo y recogido posteriormente por el obispo Sabino para darle cristiana sepultura. A las pocas jornadas, Diogeniano creyó que Rufina accedería ante su debilidad, pero no lo consiguió. La llevó entonces al anfiteatro para que se enfrentara a un león, pero éste lo más que hizo fue lamer sus vestiduras. El Prefecto finalmente la mandó decapitar y quemar su cuerpo de forma pública en el anfiteatro. Nuevamente el obispo Sabino recogió sus restos y la enterró junto a su hermana en el año 287.

Las fechas del martirio se sitúan del 17 al 19 de julio. La veneración de las santas hermanas tiene su corazón en la antigua ermita erigida por el obispo Sabino junto a la Puerta de Córdoba, donde se dio sepultura a las reliquias de las mártires. Actualmente es el Convento de los Capuchinos, cuyo cenobio sigue manteniendo la titularidad de

las santas.

Santas Justa y Rufina. Francisco de Goya, 1817. Arte romántico. Capilla de los Cálices, Catedral de Sevilla

En el Colegio Salesiano de la Santísima Trinidad de Sevilla se conserva una antigua galería subterránea considerada tradicionalmente la cárcel donde estuvieron presas las dos hermanas. En su interior tienen un altar dedicado.

Durante la época visigoda, su culto se extendió por Sevilla, donde tuvieron basílica martirial y San Isidoro escribió un himno en su honor. Su veneración llegó hasta Córdoba, cuyos cristianos perseguidos durante la ocupación musulmana se exiliaron en Toledo donde fundaron una Parroquia con el nombre de las santas mártires.

Su fiesta litúrgica se celebra en la Catedral cada 17 de julio. Fueron nombradas Patronas de Sevilla y de alfareros y cacharreros.

La más famosa iconografía de las santas es abrazando la Giralda. La tradición marca que protegieron la caída de la Catedral durante el terremoto de Carmona de 1504, abrazando a la Giralda para evitar su derrumbe. También se representa portando palmas como símbolo del martirio y con objetos de barro alusivos a su profesión de alfareras.

Participan en el Corpus Christi como el segundo de los pasos. Es una a escultura de Pedro Duque y Cornejo en 1728, y proceden de la Iglesia Colegial del Divino Salvador.

Es curioso que siendo un lugar de encuentro oficial en Sevilla, son pocas personas las que conocen el origen de La Campana.

Muchos lo atribuyen a la famosa confitería, pero no es esa la razón por la que se llama así. Aunque es curioso, porque anteriormente se llamaba calle de Pasteleros, ya que en esa calle se concentraban los establecimientos especializados en la elaboración de dulces.

Sin embargo, la actual denominación se debe a un antiguo almacén que había allí, el cual el ayuntamiento usaba como central de bomberos. De este edificio colgaba una campana, que servía para movilizar a operarios y vecinos. Cuando se derribó el edificio no quedó nada de la famosa campana, pero sí que se pintó una en la fachada que permaneció algunos años.

La trágica historia de María Luisa, la mujer que da nombre al parque

Detrás de un gran parque hay una gran mujer.

Inaugurado en 1914, el Parque de María Luisa es el más famoso de la ciudad, aunque en sus comienzos formaba parte de los jardines privados del Palacio de San Telmo. El hecho de que se convirtieran en jardines públicos se lo debemos a una infanta que los donó en 1893 y que da nombre al parque. Hablamos de María Luisa Fernanda de Borbón, la esposa del duque de Montpensier, Antonio de Orleans.

Luisa Fernanda de Borbón, por Federico de Madrazo y Küntz

Orígenes de la infanta

María Luisa nació en el Palacio Real de Madrid de la unión entre Fernando VII y María Cristina. Era la menor de dos hermanas que tuvo el matrimonio. Su hermana mayor, Isabel II, se comprometió con el duque de Cádiz y ella con Antonio de Orleans, hijo del rey Luis Felipe de Francia. Como reina, Isabel II, concedió a su cuñado el título de infante, aunque la relación entre los matrimonios de las hermanas no fue fácil, ya que Antonio de Orleans ansiaba el trono para él y su esposa.

Retrato de Antonio de Orleans, duque de Montpensier

Irónicamente, la infanta María Luisa fue hija, hermana y madre de reinas, pero ella nunca pudo reinar.

Llegada de los duques a la capital hispalense

Anteriormente, los duques de Montpensier vivían en Francia, pero tuvieron que abandonar el país con la Revolución de 1848 que abolió la monarquía constitucional. Se trasladaron a Bruselas mientras saquearon su hogar en París. A posteriori, establecieron su residencia en Sevilla en el año 1850 en el palacio de San Telmo –actual sede del gobierno de la Junta de Andalucía– con el fin de convertirla en una capital paralela a Madrid.

Pudieron adquirir el palacio de San Telmo gracias al gran patrimonio de María Luisa, que había heredado una fortuna de su padre Fernando VII, y además también se hicieron con 40 hectáreas de terreno junto a San Telmo y tierras en localidades como Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) y Villamanrique de la Condesa (Sevilla).

Después de la adquisición de San Telmo, los duques de Montpensier encargaron al jardinero francés Andrés Lecolant que transformase las fincas en parques con caminos señoriales, pabellones, pajareras, templetes, etc. El diseño fascinó a todos los invitados de los duques.

En 1868, la revolución «La Gloriosa» destronó a Isabel II y Antonio hizo todo lo posible por conseguir el trono, pero en 1870 se batió en duelo con el primo de María Luisa, Enrique de Borbón y este resultó muerto, truncándose así su gran aspiración. Este accidente le costó al duque que recibiera 60 votos en Las Cortes frente a los 191 de Amadeo de Saboya.

El breve reinado de su hija María de las Mercedes

Lo más cerca de alcanzar el poder que estuvieron los duques fue cuando su hija María de las Mercedes se casó con Alfonso XII, que había logrado recuperar el trono en 1874. Sin embargo, esta unión duró muy poco, ya que María de las Mercedes murió meses después del enlace.

Grabado de 1878 del enlace matrimonial entre María de las Mercedes y Alfonso XII

Últimos años de vida de la infanta

María Luisa pasó los últimos años de su vida adulta en el Palacio de San Telmo de Sevilla con su marido y tuvo que hacer frente no solo a la muerte de su marido en 1890, sino a la de cuatro de sus nueve hijos: María Amelia (1870), Luis (1874), María de las Mercedes (1878) y María Cristina (1879).

La infanta María Luisa Fernanda hacia 1894, por Fernando Tirado.

Siendo viuda, en 1893 cedió parte de los jardines de San Telmo a Sevilla y falleció en el mismo palacio en 1897. En 1914 los jardines se inauguraron con el nombre que siguen conservando a día de hoy: el parque de María Luisa. En cuanto a los duques, descansan en el Panteón de Infantes del Monasterio de San Lorenzo del Escorial junto a varios de sus hijos.