Estrellas (Octubre 2018)

-Mama ¿los fantasmas dan abrazos?-

-Mama, y .... ¿los fantasmas lloran?-

-Que pesado con los fantasmas. Los fantasmas no existen. Acaba de desayunar de una vez, o llegarás tarde al colegio-

-Cuando empezarás a crecer y dejarás de soñar. Tu tutora me dijo que apenas atiendes en clase. Que estás en tu mundo y solo hablas de estrellas y de planetas y de naves. Qué voy a hacer contigo ...-

-Control de misión llamando a jefe de escuadrón-

-Control de misión llamando a escuadrón, responda por favor-

En medio de la noche le despertó un sueño que no pudo recordar. Algo horrible. Voces lejanas en su cabeza, una explosión, gritos. Tembló un instante, en silencio. Todos dormían. Todos dormían, y estaban cansados, y mañana tenían muchas cosas que hacer. No podían atender sus miedos. Además, ya no era un niño pequeño y llorica, ya era grande. Como un fantasma, dejó su cuarto y llegó hasta la cocina. Abrió la nevera y se puso de puntillas. En el estante superior encontró un bol lleno de cerezas. Salió a la terraza, se sentó en el suelo y miró a las estrellas. Siempre le habían fascinado. Les separaba una distancia casi imposible de imaginar para un humano. Aun así, brillaban. Dejó el bol entre sus piernas. Comió una cereza y después otra, sin dejar de mirar a las estrellas. La noche era pesada y cálida. El rumor de algún coche lejano rompía el silencio de la ciudad. Esa sensación le encantaba: estar despierto mientras el resto de la ciudad duerme.

-No tengas miedo-

Sintió un escalofrío. Volvió lentamente la cabeza y se topó con ella. Brillaba, como las estrellas. Vestía un mono plateado, que en nada se parecía al traje espacial de los astronautas que habían llegado a la luna. Le recordaba más al mono ignífugo de un piloto de Fórmula 1. Era más alta que él, pero, en realidad él todavía no era muy alto. Lo que más le llamó la atención fue su pelo rubio, casi blanco, recogido en un curioso moño y sus ojos. Unos enormes ojos verdes, hipnotizadores, pero a la vez que transmitían una tristeza infinita.

Se puso en pie, lentamente y ella le atrajo hacia sí y le abrazó. Levanto la mirada y pudo ver que lloraba.

-¿Quién eres?-

-Una amiga-

-¿De dónde vienes?-

-De las estrellas-

-¿Por qué lloras?-

-Nunca pensé que volvería a verte-

-El destino no existe. Creamos nuestro propio futuro-

No entendió que quería decir. Parpadeó y había desaparecido. Como un sueño.

No entendió que quería decir hasta muchos años después. En un instante sintió una sensación de peligro infinita y dolorosa. Tiró de la palanca de control de la nave con la mano derecha y con la mano izquierda desplazó el mando de aceleración a máxima potencia.

-¡Maniobra de evasión, maniobra de evasión! ¡Es una trampa!-