Entrando en pérdida (Abril 2018 >)*

*Entrada en pérdida (De la Wikipedia)

La entrada en pérdida (stall en inglés) es un fenómeno aerodinámico que consiste en la disminución más o menos súbita de la fuerza de sustentación que genera la corriente incidente sobre un perfil aerodinámico. La entrada en pérdida se produce generalmente cuando el ángulo de ataque, el que forma la cuerda del perfil alar con el flujo de aire, alcanza un cierto valor límite, que depende en gran medida de la velocidad del aire y del diseño del perfil.

(I) Entrando en pérdida (05.04.2018)

"Y un día ya no habrá vacío, sólo el azul del cielo y el azul del mar y el único vértigo será el que sienta en la tripa al romper la barrera del silencio."

Pero ese día está tan lejano ....

Sus dedos acarician el teclado. Preferiría estar sobre una bici. O sobrevolando el océano a los mandos de un avión. De un caza. Pero eso es imposible. Quizás un caza sea imposible (es demasiado viejo para ingresar el en ejército y no cree tener ni las aptitudes físicas ni psicológicas para ser piloto de caza) pero un pequeño y ligero pendular si. Se imagina sobrevolando el mar a pocos pies a los mandos de un pendular. Sólo el azul del cielo, arriba, y el azul del mar, abajo. Sólo el ruido, a la vez ensordecedor y placentero del motor del pendular y del aire y, quizás, alguna comunicación del control de tráfico aéreo en los auriculares. Sólo cielo y mar, sin gente, sin miedos, sin dolor.

Dolor.

Soportable, pero dolor. Subjetivo, intangible, pero dolor.

Agotamiento.

Entenderse a sí mismo. Entender al resto de humanos. Lograr que algunos de esos humanos comprendan su forma -particular- de sentir y de pensar, de percibir, de procesar la realidad. Agotador. Desagradable. Frustrante. Decepcionante. Tener que escoger qué decir, a quién, y cómo se encuentra él mismo en ese momento. Demasiadas variables. Confusión. Rechazo.

Ha navegado o volado sin rumbo durante años, durante décadas. Pero por fin siente que todo tiene sentido y que, por una vez, el dolor y la confusión se alejan.

Quizás demasiado despacio, más despacio de lo que esperaba. Pero un camino de mil millas se empieza con un sólo paso.

Y el vacío se aleja. De nuevo.

El vacío. Más lejos de lo que cree, más cerca de lo que le gustaría. Pero se aleja. Y los miedos son menos miedos cuando se dicen en voz alta.

Pedir ayuda.

Una vez.

Dos veces.

Más veces, si fuera necesario. Como aquella frase de "El quinto elemento":

El tiempo no es importante, sólo la vida es importante.

A Venus le gustaba aquella frase, le gusta.

(II) Alas de plomo (17.04.2018)

Ésta mañana mis alas se me antojan más pesadas. Se que no tengo alas, que no soy un insecto. Que tampoco soy un ángel (si es que los ángeles existen). Pero es una buena metáfora: uno de esos días en que todo me cuesta más y que la tristeza y las lágrimas avanzan por mi interior, como un ejército invasor.

Alas de plomo. Me imagino a un ángel en un mundo que sólo existe en mi imaginación. Un ángel con los ojos enrojecidos por las lágrimas. Un ángel que piensa en qué sucedió. Pienso qué sucedió. ¿Por qué hoy mis alas pesan como si fueran de plomo? ¿Por qué mis fuerzas parecen agotadas? ¿Por qué de nuevo tengo ganas de llorar? Quisiera volar alto, por encima de las nubes, cerca del sol. Donde las nubes nunca oculten el sol. Donde la lluvia nunca me moje la cara. Pero puede que el sol debilitara mis alas, como en el mito de Ícaro ...

Plomo y avional. El avional es una aleación de aluminio muy ligera y resistente que se utiliza en la fabricación de fuselajes de aviones. Pero también en exóticas motos como las Bimota. Pensar en metales, en motos y en aviones me hace sentir mejor. Ayer no tenía alas, como tampoco las tengo hoy. Pero así me sentía. Con alas pesadas, de plomo, pesadas de arrastrar e inútiles para volar. Pero pude deshacerme del plomo y volver a remendar mis alas. Quizás un ala delta. Un ala delta artesanal. Como aquella de aquel documental de 1997. Y volver a dejar atrás el mar de negrura y volver a cortar el aire. Que el vacío sea un aliado, no el final.

(III) Bufidos (20.04.2018)

El gato está molesto. Mueve su cola de un lado a otro, de forma seca y rápida, expresando su incomodidad. Al no obtener respuesta positiva, se levanta sobre sus patas con rapidez, mueve las orejas hacia atrás y gruñe levemente. Los gruñidos van subiendo poco a poco de intensidad. Hasta que, por fin, su verdadera furia se hace patente. Bufa con todas sus fuerzas. Se eriza su suave y brillante pelaje negro, aparentando un tamaño mayor al que realmente tiene. Muestra sus uñas retráctiles y ataca la rapidez que sólo puede igualar un felino. Sus agudos maullidos rompen el silencio de la noche ....

Jadeante, detiene su ira un instante. Se da cuenta que está atacando a su propio reflejo en un espejo. Que la ira (y la ansiedad) nublan su juicio. Que no es objetivo.

Vuelve a su atalaya. A la mullida plataforma en la parte superior de su rascador preferido. Esconde las patas bajo su tripa y se decide a dormir un rato. ¿Qué otra cosa puede hacer? Sus fuerzas son limitadas, y, aunque la leyenda afirme que tiene siete vidas, prefiere centrarse en vivir su vida actual (quizás la única que tenga) de la forma más liviana y más agradable, o menos dolorosa posible.

(IV) El templo de adobe (25.04.2018)

Se siente desnudo ante ella, aunque no lo esté, aunque conserve toda su ropa. Pero no le desagrada. Le muestra su agradecimiento. Desnudarse ante ella, anímicamente, apenas es desagradable. Sólo cuando escribe y en su consulta puede ser completamente sincero, sin pudor, sin temor a que sus palabras no sean entendidas o sean malinterpretadas, sin temor ha hacer daño a su interlocutor. Expresa sus miedos más grandes, infundados, irracionales, pero miedos. De las piezas del puzzle que por fin encajan.

El barro.

Habla de sus avances que se le antojan insuficientes, habla de sus expectativas demasiado grandes y de su exigencia infinita nunca satisfecha.

En parte se equivoca. Está construyendo algo grande, sólido, y bello. No hay barro, no hay suciedad, no hay nada de limpiar. Sólo pequeños pasos hacia delante. Sus palabras, su percepción objetiva le aportan impulso, confianza, alegría. Ha de mantener su esencia mientras avanza, lo contrario sería antinatural.

Quiere recordarlo todo, entenderlo todo. Pero su memoria es limitada. Al final debe quedarse con lo esencial: la dirección es correcta, los progresos son grandes en poco tiempo.

(V) El piloto solitario (16.05.2018)

Aquella mañana fue distinta.

En multitud de ocasiones había llorado o había estado a punto de llorar al volante de su coche de raids. En multitud de ocasiones se había preguntado si seguir adelante tenía sentido. Si aquella carrera desbocada y surrealista le llevaría en realidad a alguna parte. Pero aquella mañana fue diferente. Se sentía distinto y sentía a su vez al coche distinto. Más rápido, más ágil, más preciso, incluso más cómodo. Empujaba con fuerza, se tragaba todos los baches sin descomponer la trazada, respondía a cada pequeña insinuación del volante. Y entonces llegó la risa. Gas a fondo en quinta, por aquella pista infinita, volando en cada rasante, riendo. Se sentía muy satisfecho con el comportamiento del coche y a la vez muy satisfecho con sí mismo, con su forma de conducir y de afrontar la carrera. Y el cansancio y las lágrimas quedaban atrás.

(VI) Trepando (20.05.2018)

Incapaz de remontar el vuelo. Alcanzado por fuego antiaéreo. Cayendo. Pero no es verdad.

Trepando. A veces en la oscuridad, alumbrado sólo por una linterna frontal fijada con una cinta elástica en mi cabeza. Entre la niebla, húmeda y densa. Pero trepando. Con la ayuda de mis pies, manos y mente. A veces avanzando por un suelo de arena y grava que se deshace bajo mis pasos. Arañados mis brazos y piernas por jaras y zarzas. Pero trepando. Un día dejaré de trepar eternamente cerros desconocidos y crearé mi montaña artificial. Que tendrá cómodos senderos para llegar a su cima. Otros más empinados, revirados y peraltados, puede que incluso con pequeñas rampas de madera y saltos, para bajarlos en bici. Una sofisticada bici de enduro, con largas suspensiones, cuadro de carbono y transmisión 1x12.

En la cima pronto habrá una casita. Ahora sólo hay un pequeño refugio azul, como el que vi en el Decathlón de Princesa. Pero me basta para refugiarme del sol o del aire un rato. Y así pasar las horas, en la cima de mi montaña artificial, mirando el paisaje y leyendo, con una bici al lado y la compañía de un pequeño ángel atigrado naranja.

Sigo trepando, sigo volando. Incluso con un motor dañado o con impactos en mis alas, sigo volando.

(VII) Sol (02.06.2018)

Volvió la lluvia. Volvió la oscuridad y el insomnio. Pedí ayuda y volví a subir. La lluvia quedó atrás. La niebla meona, en el valle. Me instalé en la cima de mi montaña artificial. La caricia del sol y el silencio. El silencio que nada puede romper porque nace de mi calma interior. (Todavía he de trabajar mucho esa calma). Y contemplé el camino recorrido del valle a la cima y me sentí orgulloso de lo conseguido y de mi mismo. Y recordé a los que me han acompañado, en multitud de ocasiones sin saberlo y agradecí su ayuda en silencio.

Volvió la lluvia, volvió la tormenta, pero la lluvia nunca dura eternamente.

(VIII) (Evolution) Transición (08.06.2018)

¿Es un retroceso? Ayer y antes-de-ayer ganas de llorar. Hoy en parte también pero menos. ¿Puedo escribir aquí como me siento? Supongo que si.

Estoy, como no, en la sala de espera de un hospital. Los hospitales se han convertido en casi mi segunda casa. Sean cuales sean y lo graves que sean mis dolencias ya estoy en tratamiento.

(Alguien silba de fondo y ese ruido se suma al cansancio de una semana muy larga y llena de visitas a médicos varios y otra vez he de recurrir a mis auriculares para que los ruidos me afecten lo menos posible. The host of Seraphim)

La tarea titánica de relacionarme con gente, ojo, y de forma directa. Ahora se me antoja imposible hacer amigos. Me conformo con que las dos últimas clases me sean agradables y tengan algún pequeño destello de complicidad. He buscado un par de actividades para la semana que viene y para la siguiente. Por lo menos he descubierto que en la biblioteca muy bonita hay un montón de actividades. Después de eso ¿Qué? Siempre anticipando. No sé si que no me resulte desagradable relacionarme con algunos de mis compañeros es suficiente. O con las conversaciones por WhatsApp. Que no son tan intuitivas y cómplices como lo fueron con Venus. Pero Venus no está aquí y yo si (cansado y con molestias progresando a dolor en la espalda).

¿Progresando? Me conformo con no retroceder.

(IX) Avance (15.06.2018)

Progresos muy pequeños pero evidentes. Al final, saber calmarme. Poder dormir en los días buenos y sobre todo en los días menos buenos. Intentar lo que nunca he intentado y disfrutar de ello. Sin expectativas demasiado altas como en Abril. Pero avanzando. Haciendo cosas. Haciendo cosas acompañado de gente. Sabiendo que en parte son parecidos a mi y que, por poner un ejemplo, escriben también para comprenderse. Y miro atrás y me siento razonablemente orgulloso de mi. Y en calma.

La calma. Aunque cambie (de forma pequeña y hasta positiva) el entorno. A pesar de los ladridos, la calma. Que ir al médico no sea desagradable. Las pequeñas cosas.

Sentado en mi montaña artificial viendo pasar los trenes. En calma. Y aliviado.

(X) No te rindas. Eres increíble (12.07.2018)

Señales. "En los muros leí los gritos que nos dan la bienvenida". Mensajes de amor en una pared que tienen para mí un significado distinto. Suspirar. Sentir alegría y calma. Seguir adelante.

Más actividades. Conversaciones sobre mascotas y ecología. Formar parte del mundo. Saber que tendré días medio buenos, como todo el mundo. Intentar lo nunca intentado. Intentar, hacer y que sea agradable.

Ahora ya no tengo la necesidad de escribir cómo me siento constantemente. Y es precioso.

(XI) Submeseta

Mesetas de deliciosa calma. Muchas horas de sueño. Y paz.

Aquel día oscuro en que el vacío me llamó pensaba que me iba a quedar sólo para siempre. Ni siquiera entonces era verdad. Pero entonces no podía ver más allá de la angustia.

Ahora todo es igual, pero diferente. Lo que antes me resultaba desagradable ahora es sencillo. Disfrutar de pequeños momentos. Y, aunque sea de forma electrónica e indirecta, vuelvo a interaccionar con alguien. Y es precioso sentirse apreciado. Gracias.

(XII) La calma (27.08.2018)

Se me antoja frágil pero es poderosa, estable. Una marea dulce, de yogur y chocolate con leche. Poder dormir muchas horas. Y la rutina es menos cansada. Pensar en cosas bonitas. Disfrutar de cosas sencillas. Leer. Escribir a veces, menos que en el comienzo del año. Es un signo de esa calma: ya no tengo que escribir a cada poco cómo me siento. Ir, venir, conducir, descansar en otro lugar y en otra cama. Acariciar al gato pirata que se me antoja me prestó alguna de sus siete vidas para seguir adelante.

Pronto, un agradable paréntesis de descanso y viaje. Antes, una nueva cita con mi "guía". Después, nuevas actividades. Seguir adelante. Calma y sonrisas.

(XIII) La calma 2 (17.09.2018)

Ya no siento la necesidad de escribir a cada poco cómo me siento. La sensación más habitual es calma. Quizás no alegría, pero si no-tristeza, no-ganas de llorar a cada poco irresistibles.

Llegó la cita con "mi guía" (AL FIN GUÍAS). Ahora ya pienso en la siguiente cita.

Los recuerdos ya no son dolorosos. Todavía me remueve muchas cosas, pero siento que es normal. Me quiero más. Incluso expreso mis miedos. Tengo ganas de hacer cosas. Puedo recordar los días malos en los que llegué a temer hacerme daño. Pero eso ya pasó. No pido estar alegre siempre, lo que no es posible, sino estar tranquilo, poder dormir, que vivir no duela, recordar a VENUS con paz. Que cosas que no tienen importancia no me importen. Incluso llegué a decir ME SUDA LA POLLA. Conseguirlo me ha costado media vida se me antoja, al menos muchos meses, cuatro o cinco o más.

Todavía en ese tramo de descanso.

Siento que avanzo cada día.

(IX) Piedras (08.10.2018)

Las piedras siempre vuelven. Pero es diferente. Yo soy diferente. En un grado pequeño o en un grado grande. El grosor de una moneda de un céntimo de euro. O la altura de una pared de roca alpina. Por eso las piedras a veces se me antojan montañas del Himalaya o pequeños trozos de grava. En la grava se puede derrapar, bloquear las ruedas y salirse del camino. Un poco eso me ha pasado estos días. Me altero más de lo que me gustaría pero mucho menos que otras veces. Ahora no lo veo así porque toca la parte baja de la ola y tengo ganas de llorar y quiero llegar a casa, desnudarme, ponerme ropa cálida y calentita e ir a nadar un buen rato. Pero sé que esa sensación pasará. Semana importante. Contaré todo esto. De todas maneras, mucho mejor que en Junio y en meses anteriores. Mucho mejor que a principio de año. Y con talleres interesantes. Prácticamente la decisión de apuntarme ésta vez salió de mi. Soulds and Stars suena en el MP3. Una burbuja cálida de percusión y música que es una marea dulce que poco a poco va pudiendo con la tristeza.

(X) La montaña artificial (10.10.2018)

Creando mi montaña. Aterrazada. Con árboles. Y taludes entibados. Para que no se desmorone cuando llegue la lluvia. Con muchos senderos y caminos que llevan hasta la cima. Y en la cima, una pequeño refugio de lona azul. Es una montaña sin puertas ni verjas, abierta a todo aquel que se me tenga cariño. Abierta a mi mismo. Porque ... ¡No soy un desastre! Me conozco y me supero. Y mi sensibilidad es preciosa. Hay muchas cosas que he de mejorar y me queda mucho por aprender, si. Es una atalaya desde la que ver amaneceres y atardeceres, pero no un castillo, una fortaleza infranqueable.

Algún día tendré que volver a estar bajo la lluvia. Y puede que el torrente erosione mi montaña artificial. Y deba reconstruirla, reforzarla. Con herramientas manuales o incluso con excavadores.

Ya no me agoto tanto. Los días malos son surrealistas, no horribles.

En la cima de mi montaña artificial. Hay gente que me quiere y a la que quiero. Y además, disfrutan de mi compañía.

(XII) Frutos (07.11.2018)

Recogiendo frutos de lo sembrado. En mi mente. Despacio. Hoy llueve, lluvia fina y delicada, y está gris. Y tengo una cita importante. Y hago balance. Me doy cuenta de lo mucho que he avanzado. Gestiono mejor mis emociones. Pase lo que pase se que me voy a calmar y a poder dormir. Es precioso. Ignoro frases sin sentido, gasolina al fuego, desigualdades manifiestas.

Me siento a gusto en mi piel. Me siento orgulloso de mis progresos. Escribir, además de para crear preciosos mundos interiores, me sirve para conectar con la gente. A través de los talleres.

No soy un desastre. Afronto mis problemas. Aunque expresar cómo me siento todavía me de un poco de vergüenza. Por que me afecten y preocupen cosas sin importancia. Porque cosas sencillas como preguntar algo me resulte difíciles. Y saber que otros humanos con vidas supuestamente perfectas también han recurrido a un médico de la mente me hace sentir un poco menos raro.

Mi conversación y amistad le puede resultar agradable a otras personas, de forma recíproca. Me gusta que me escuchen y comprendan, a ellos también.

No tengo el famoso desconectador de batería para dejar de pensar, pero me calmo y duermo. No soy insensible. Si todo me diera igual no sería consciente de mis avances.

Puedo soñar que recorro Berlín en bici (hoy bien abrigado) pero al despertar, mi vida no me da asco ni yo mismo me doy asco.

Buenos días y buena suerte.

(XIII) Tiempo (09.11.2018)

Ahora releo lo escrito antes-de (escena anterior) y aunque lo expresado es verdad, se me antoja que todavía no he avanzado lo suficiente, y me siento pequeño y vacío y un poco triste. Tiempo. Varios meses más tomando calma artificial no suponen ningún fracaso, todo lo contrario. Me hace sentir mejor, me calma, me ayuda a dormir. Tendrá algún pequeño efecto secundario, como toda calma artificial pero apenas los noto. Lo que siento ahora no invalida mis progresos, los frutos de mi trabajo semana a semana o mes a mes.

Hoy me siento blandito, y un poco frágil. En esos momentos me apena no poder contarle cómo me siento a una personita, porque ya no tiene tiempo para mi. Es lógico. La mayor parte de mis conversaciones son un poco deprimentes y hay gente real y presente que requiere de su atención, no una persona que está al otro lado de la pantalla. Me duele un poco, pero la amistad o la atención no es algo que se pueda forzar.

Comunicación unidireccional, como una caja de láminas de un motor de dos tiempos. Al menos lo pude expresar de forma sincera y serena, sin soltar bilis. Pero me apena un poco.

(Esa personita tiene sus propios problemas y está muy ocupada. Por lo menos fui capaz de preguntarle cómo estaba y su respuesta me clarificó bastante las cosas)

(XIV) (!!)* / TOO LOW! TERRAIN!** (17.11.2018)

*Peligro de nivel 2 en un libro de ruta. Del Dakar, por ejemplo. Un agujero muy grande.

**Es un mensaje del GPWS de un avión.

El día de ayer empezaba escribiendo cómo me sentía a través de una metáfora: un piloto del Dakar en moto que, tras ver en el libro de ruta que está a punto de comenzar un tramo complicado, en lugar de afrontarlo lo más rápido que puede, se detiene. Se para. Para pensar. Me imaginaba al manillar de mi KTM Rallye virtual. Casi podía sentir el asiento y el depósito entre mis piernas. Estar todavía sobre la moto, detenido, con las los brazos apuntando al suelo, el pie derecho sobre el freno trasero y el izquierdo en el suelo. Con los ojos cerrados y respirando despacio. En medio de la quietud del desierto.

Respirando despacio.

Contar hasta diez. Inspirar lento. Exhalar en más tiempo que utilizaste para inspirar.

No estoy seguro al 100% de que lo vivido, quizás desde la última semana de octubre, o por lo menos desde la semana pasada, sea un indicativo de que mi estado de ánimo ha empeorado a niveles no vividos desde AVRIL. (Para saber cómo me sentía, leer primeras partes del relato / diario).

He tenido más ansiedad. Lo noto en que vuelvo a ser extremadamente sensible sensible a todo. A los ruidos humanos. A los cambios/mamarrachadas (varias cosas que sucedieron y que no puedo poner aquí). A los espacios pequeños y llenos de gente como el metro. Gente que hace ruidos (inevitable) y que se choca o roza constantemente contigo. Por de vuelta probé un nuevo itinerario que implica usar sólo el tren de cercanías. Es más lento pero, incluso las dos UT 446 X2 son mucho más amplias que cualquier unidad de tren del metro.

Pensamientos que entran en bucle con más facilidad. He de hacer verdaderos esfuerzos por romper ese bucle infernal. Ayer me costó mucho. Hoy algo menos. Pensamientos de enfrentamiento directo y kamikaze a lo desagradable y/o injusto. Anticipar lo que no ha pasado. Imaginar que pasa lo peor y buscar la respuesta más radical y extrema a lo no ha pasado. (ESO NO IMPLICA IDEACIÓN SUICIDA).

(El contacto humano me desagrada algo menos que me desagradaba en marzo / AVRIL. Puedo comer acompañado y no me desagrada mucho. Puedo expresar cómo me siento a través de mensajes de voz o de textos y no me resulta muy desagradable. Los talleres también son agradables.)

Son las 06:02 de un Sábado de Noviembre. Llevo despierto desde hace como una hora. He dormido 6h hasta ahora. Lo que no me ocurría desde abril. En cuanto acabe de escribir esto volveré a la cama a intentar dormir. Si no lo consigo tampoco será un drama. Escribir y tomar una tila me ha calmado. No siento sueño en el lacrimal pero estoy calmado. El gato pirata me acompaña.

También he tenido más ganas de llorar. No permanentes ni irresistibles, pero si medianamente intensas.

Lo mejor del día fue hablar con algunas personitas -por medios electrónicos e indirectos claro- y salir a pasear y hacer fotos, también ir en bici.

Ahora por lo menos identifico rápido cuando no estoy bien. Hay una especie de alarma o bocina virtual en mi mente. Como en la cabina de un avión. Algo que me chiva que no estoy bien y que una HMGA (Hostia Muy Grande Anímica) puede venir. ¿Qué hacer para sentirme mejor?

-Respirar. Ejercicios de meditación que aprendí no diré dónde. Lo saben los que tienen que saberlo.

-Escribir cómo me siento.

-Expresar cómo me siento a otros humanos (soy responsable de lo que escribo pero no de las respuestas que genera lo que escribo)

-Hacer ejercicio.

Y ya no sé que más puedo hacer. La calma artificial ayuda pero no hace milagros. No tengo calma artificial 2.0

"¿Puedo escribir aquí como me siento?" Por supuesto. Es tu página y escribes lo que quieres.

"Algún día tendré que volver a estar bajo la lluvia. Y puede que el torrente erosione mi montaña artificial. Y deba reconstruirla, reforzarla. Con herramientas manuales o incluso con excavadores."

Vuelvo a estar bajo la lluvia. Pero todavía puedo mantenerme en pie. Seguir adelante. De pie sobre los pedales. De pie sobre los estribos (o estriberas) de mi Ktm Rallye 450 virtual.

All those moments will be lost in time, like tears in rain.

(XV) Rampa. Caída libre (20.11.2018 creo)

En caída libre desde ¿La semana pasada? Ayer no fue un buen día. Hoy empezó mal (muy mal) pero mejoró poco a poco. Si algo he aprendido en éste año ha sido a comunicarme. A expresar mis emociones.

De todas maneras me queda mucho por hacer. Y el otoño y las mamarrachadas no ayudan.

No debo culpar de cómo me siento a quién intenta ayudarme pero EL CAMINO DEL INFIERNO ESTÁ LLENO DE BUENAS INTENCIONES.

(XVI) Plato de rampas (30.11.2018)

Lo vivido en las dos últimas semanas no invalida todos mis progresos. Ya no tengo miedo de encontrame peor, porque, de hecho ya me he sentido así y poco a poco me voy sintiendo mejor.

Todavía estoy el camino de remontar ese empeoramiento. En parte ya lo he remontado. Los pasos creo que han sido los correctos. Ya que no conseguía dormir por mis propios medios (con la inestimable ayuda de la calma artificial 1) tiré de la baliza (= ir al médico) a por calma artificial 3. Demasiadas calmas artificiales en una misma semana, pero de nuevo creo que los pasos fueron los correctos. Todo, incluso las cosas bonitas, se me antojó muy cansado.

Hoy (03.12) tengo sueño, pero creo que voy durmiendo poco a poco mejor. X4 sin zolpidem (AKA calma artificial). X9 X4. 13 días y noches a veces muy largos. Las noches de insomnio y los días de ansiedad.

Gracias por escucharme. Sentir que formo parte de los tuyos me llena de alegría. Tengo ganas de verte.

Plato de rampas. Una pequeña montaña puede ser un obstáculo o a la vez una rampa, como en un circuito de supercross. Para poder volar y salvar los días más difíciles. Plato de rampas. Como en un variador (un tipo de cambio automático utilizado sobre todo en scooters). Los rodillos se desplazan a lo largo del plato de rampas y mueven la polea móvil, alargando el desarrollo. Para ir más rápido.

Primero tengo que llegar al viernes, dije. Llegar iba a llegar PERO ¿En qué condiciones? Al final llegué mejor de lo que pensaba. Vosotros no teíais por que saber cómo me encontraba.

Lugares preciosos en buena compañía que no pude disfrutar completamente por cómo me sentía.

Siento que de nuevo ando parte del camino antes recorrido. Pero es diferente. El camino es diferente y yo mismo soy distinto. Un mar de ansiedad e insomnio, a veces. Si. Pero también con momentos preciosos. Y hago cosas que nunca había hecho. Cosas pequeñas pero importantes. Destellos, momentos dulces, agradables, de calma y de paz. Un vínculo que se rompe, dos vínculos que se crean.

Vuelvo a sentirme francotirador de palabras desde mi atalaya. Miro el vacío, que está al otro lado del cristal. El mismo vació que me llamó hace casi tres semanas. Ya no me llama. Vuelvo a ser un francotirador de palabras que de vez en cuando baja al suelo y se comunica, con palabras, con otros humanos. Y es precioso.

(XVII) Fuera del laberinto (16.12.2018)

Fuera del laberinto.

He vuelto a toparme con sus muros infranqueables. He vuelto a recorrer los mismos pasillos estrechos rodeados por murallas de altura imposible de concebir, con la única compañía de la ansiedad, de la desesperación, de la angustia, de la rabia, del insomnio.

DENTRO DEL LABERINTO

Pero el más grande de los muros tiene un punto débil. Puede ser derribado, puede ser escalado, puede ser esquivado.

FUERA DEL LABERINTO

Ha pasado casi-un-año.

Todo es diferente. Yo soy diferente. Me quiero más, me conozco mejor, me acepto y me supero. Y algunas personas me acompañan en mis pasos por el laberinto. De nuevo siento que formo parte de éste mundo, que soy como vosotros, que soy uno de vosotros.

¡GRACIAS! ¡BUENOS DÍAS!

(XVIII) Amor a la vida (27.12.2018)

Todavía tengo miedo. De decir que me siento mejor, incluso bien, por si mañana me encuentro peor. Pero he aprendido que nada dura eternamente, ni siquiera los días menos buenos o malos. Y que hay pequeños pasos adelante y algunos pequeños pasos hacia atrás, a veces. Pero eso no invalida lo vivido, lo sentido, lo aprendido.

Vuelvo a tener lorazepam (para qué usar muchas palabras si con una queda más claro, para que ocultar o maquillar la verdad). Que es como tener una herramienta más en mi bolsa de herramientas virtual. Si la tengo que usar la usaré.

Pienso en todo lo vivido y aprendido en el último año y me siento muy orgulloso de mi mismo. Y amo la vida como creo nunca la había amado. Me muevo por nuevos caminos sin toparme con puertas selladas a cada paso. Tengo más llaves para abrir más puertas, como el hacedor de llaves de Matrix.

La calma es una marea dulce, como de yogur griego con straciatella. La ansiedad es otra marea ácida, amarga, en la tripa. La calma de nuevo va pudiendo con la ansiedad.

Gracias a ti por escucharme aunque sea tu trabajo. Por escucharme de forma especial. Yo me entiendo.

Gracias a tí por dejarme ser parte de los tuyos.

Gracias a tí por mostrarme cosas de mí que no conocía.

Gracias a tí por X14 años de amistad.

Gracias a todos.

GRACIAS, BUENAS NOCHES.

(XIX) Turbulencias (29.12.2018)

Creo que escribí algo parecido en algún sitio. De nuevo en un barco que se hunde y que saca a flote lo peor del ser humano. En parte si. En parte también saca a flote lo mejor del ser humano. De mí depende quedarme con un lado u otro del espejo.

Mantener la calma. No desperdiciar energía ni física ni anímica. Trazadas limpias, mimando la inercia. Yo me entiendo.

Compás de espera hasta que llegue 1 (casi un año después). Hasta que llegue 2. Una partida de ajedrez. Yo no tengo margen de maniobra ni capacidad de decisión, pero si la determinación de que todo esto me afecte lo menos posible.

Preamerizaje. Cinco en verde. Tengo más herramientas, físicas y mentales, para poder gestionar las turbulencias.

(XX) Y ya no quise tener más máscaras (02.02.2019)

No es verdad. No del todo. No al 100%. Pero sí en parte.

Hace un mes que no escribo aquí. Desde entonces han pasado muchas cosas y he sabido gestionarlas lo mejor posible. Soy distinto. Cambios pequeños, sutiles, pero importantes. Todavía he de aprender a tener más confianza en mi mismo. Todavía más. Se que no soy un desastre, se que no lo hago todo mal, ni me voy a quedar solo para siempre. Hago muchas cosas bien, más de las que creía, y trabajo casi a diario, semana a semana, en mejorar aquello que no me gusta de mi. Como por ejemplo mi dificultad para relacionarme con la gente. Si tengo mucha ansiedad incluso estar rodeado de gente que no sea extremamente silenciosa, me puede resultar desagradable.

El viento golpeó con fuerza, pero tuve la suficiente habilidad para mantener el pequeño pendular nivelado. Recurrí a todas las herramientas de las que dispongo para lograrlo. Incluídas las ayudas químicas extras. Hasta a eso he tenido que aprender. A tomar medicación cuando es necesario. El año pasado y éste.

Volvió el dolor físico, pero no lo ignoré. Y ahora tengo más herramientas para combatirlo.

X20 escenas aquí. X11 citas con la psiquiatra. Este relato, que no es un relato, ya que no es ficción, es un reflejo de cómo me siento y de lo mucho que he avanzado.

Todavía me oculto tras una coraza. De una persona entre diferente y rara. Puedo hablar de extraterrestres. Y de bicis. Las dos cosas me atraen, así que realmente no es una coraza. Puedo elegir lo que quiero mostrar, hasta cierto punto, a quién quiero mostrarlo. Vosotros (ellos) sólo sois compañeros de trabajo.

Si tuviera que definir el último mes con con dos palabras, serían: ansiedad y alivio.

(XXI) Desastre y solución (02.03.2019)

Ha pasado justo un mes desde la última vez que escribí aquí. Desde entonces, alguna otra cagada, las consecuencias no conocidas de la primera cagada. Y también momentos muy bellos. Ahora tengo muchas ganas (por motivos diversos) de que llegue el próximo hito. Ya he pedido la cuenta. Será el segundo del año. Sinceramente hace un año no esperaba estar en ésta situación. En una situación casi idéntica más de doce meses después. Pero no es verdad. Es distinto. Soy distinto. Además, la rutina es llevadera la mayor parte de días. Aunque en las últimas 3 semanas no lo ha sido demasiado. Molestias físicas y anímicas cada semana, todas las semanas.

Aún así he avanzado. Si. Me quiero más. Soy sensible, especial y puedo expresar mejor mis emociones, ya sea cara a cara, en consulta, o a través de mis relatos.

Estoy en un hotel precioso, en una habitación preciosa, donde no esperaba estar hace dos semanas, después de lo que pasó.

Me siento vulnerable y pudoroso porque todo se me antoja tan transparente y no quiero que nadie de mi familia lea esto, porque no lo iban a entender. Nada saben del blog, ni de mis relatos.

(XXII) Azul oscuro casi negro (01.04.2019)

La calma. Arañando la calma. Es la emoción que más adoro. Por encima de la alegría o del placer. La calma convierte los días en algo apacible, fuído. La calma convierte lo más horrible en sencillo.

Pasó el hito anterior. De eso hace casi tres semanas. Ya no tengo la prisa de entonces por abrir las compuertas, por soltar emociones y palabras, sabiendo que no iba a hacer daño y si, a ser entendido.

Los pasos dados. Los muchos pasos dados desde entonces. Hace casi un año desde que todo empezara en parte.

Nuevas tareas aprendidas. Nuevas incertidumbres. Días de suspiro, de respiro. Equilbrio. Jugar con el equilibrio y con las palabras.

Un nuevo juguete para niños grandes. Pequeño como un patinete, rápido como un gato, cómodo como unas zapatillas. Del mismo color que el cielo que precede a las tormentas.

Muchas tormentas internas. Una cada semana, o más de una. De nuevo bajo la lluvia. La lluvia desdibuja paisajes conocidos. La lluvia baña de reflejos el suelo. Me miro el los reflejos de los charcos. Me gusta mi nuevo reflejo. Me gusta mi nuevo yo. Mis muchos pequeños importantes cambios.

Vuelvo a estar bajo la lluvia. Pero llueve diferente. Siempre llueve distinto. La lluvia me permite descubrir reflejos preciosos en el suelo. Reflejos de mi mismo. De un yo hermoso y resiliente. Imagino preciosas trazadas sobre un circuito encharcado, con ruedas de agua.

(XXIII) Sensación / Confirmación (09.05.2019)

Hace más de un mes que no escribo aquí. Lo vuelvo a hacer en un lugar nada íntimo, rodeado de gente.

Ayer no tenía esa "prisa" por explicar cómo me sentía a la psiquiatra, pero si que quería contarle todo lo sentido y lo vivido desde la última cita. Y la mayor parte de cosas han sido neutras, algunas, muy agradables, placenteras. Los abrazos, la complicidad, la amistad, el cariño. Los nuevos talleres. Aprender, escuchar, leer en voz alta, maravillarme.

Todavía necesito su confirmación de que en realidad avanzo. Pero cada día tengo un poquito más de confianza en mi mismo. No hubiera apostado hace un año con seguir con los talleres, teniendo en cuenta el inicio desastroso. De hecho, entrando en pérdida nació en un día desastroso, o en los días siguientes. Y todo por una conversación.

Alivio, paz, calma. Precioso.

Tengo un poco de sueño, ganas de llegar a casa, hacer la compra, quizás tumbarme en la cama un rato.

Antes si que tenía ocio pero era solitario. Ahora soy un poquito más sociable.

(XXIV) El ejército de los Serafines (28.06.2020)

Ha pasado más de un año desde el último trozo de relato-que-no-es-un-relato. Si pienso en cómo me encontraba el año pasado y cómo me cuento ahora, me siento triste y decepcionado. Hace un año empezaba a la vez unas pequeñas vacaciones e intentaba no tomar mi querida mirtazapina nos fines de semana. Ahora, han pasado poco más de dos semanas desde que decidiera volver a tomarlo, porque era la única alternativa válida y lógica para seguir adelante.

El contexto global, sanitario, económico, es completamente diferente. Que algo sin precedentes y horrible sumado a cambio tras cambio en menos de tres semanas, me haya afectado tanto también es lógico, previsible y, sobre todo, muy humano.

Dejaré las valoraciones objetivas, injustas y ajenas a un lado y me centraré en mis propias valoraciones, personales, objetivas, emotivas y emocionales. Me he adaptado muy bien a todo esto y he hecho lo que consideraba correcto. A partir de ahí hay que valorar los movimientos del adversario, como en una partida de ajedrez. No se jugar al ajedrez ni tampoco a ningún juego de cartas como el póker que se asemeje a la situación actual. Pero he de medir mis fuerzas (escasas), mis palabras, y actuar con la mayor frialdad y educación de la que sea posible. Sin alterarme, en lo posible.

Y lo que tenga que ser será.

(XXV) Entrando en pérdida (23.07.2020)

Desde la última entrada han ocurrido muchas cosas, casi una por semana. O más.

Sigo tomando mirtazapina, como era de esperar. Su efecto es sutil, pero evidente. Al menos me garantiza dormir 4h, y frena un poco mis cambios bruscos de estado de ánimo. Un poco como un amortiguador con el hidráulico a extensión abierto a tope. Podría frenar mejor los movimientos de la rueda (los cambios de estado de ánimo), pero sin hidráulico, sería mucho peor. Pero en mi mente no hay ningún dial para cerrar los hidráluicos a tope y ablandar un poco la precarga y así poder pasar mejor los baches más gordos.

Ésta semana he estado, a la vez, muy a la defensiva, y muy a la ofensiva, cosa que creo no me ha beneficiado en nada, pero que, hasta hoy, no he podido gestionar de otra forma.

Hoy ha sido un día bastante horrible, pero después de cenar y, en un entorno mucho más amigable que el habitual, aunque también más caótico (el caos tiene su encanto), me siento mejor.

Mañana tocará librar otra batalla, contra mí y contra el mundo.

O conmigo y con el mundo.

Buenas noches y buena suerte.