Aguas confinadas (1997)

1.

Consultó por enésima vez el reloj. El inexorable correr de los segundos. Mientras, atrapado en aquel atasco, su montura apenas se movía. Centímetro a centímetro. En el cofre, una pizza primavera recién salida del horno se enfriaba rápidamente. Pese a la extrema agilidad del ciclomotor, apenas conseguía avanzar unos metros zigzagueando entre los coches.

Plagada de peatones, la acera era intransitable. Noche cerrada, noche de invierno, noche de cortante viento. Sus ropas no lograban aislarle de las bajas temperaturas.

Volvía a nevar.

Se encontraba agotado, hambriento, entumecido. Al borde de la desesperación. Además, se le acababa el combustible.

No era nada facil pilotar una pequeña máquina de dos ruedas, con frenos ineficaces y cubiertas degastadas, sobre aquella pista de patinaje. Deslizante asfalto, lleno de baches y socavones.

Con un golpe de gas alcanzó a un autobús, gigante rojo, atrapado como él, en el atasco. Alzó la mirada.