Abandonadas ruinas bajo las nubes (Mayo 2019)

Al amanecer la temperatura todavía era agradable, impropia del verano. Era el momento ideal para ir hasta el pozo a llenar los cántaros de agua. Sonia recorrió el camino tantas veces recorrido, en compañía de una mula que cargaba con dos cántaros, todavía vacíos.

De regreso al pueblo, con los cántaros llenos de agua. El camino bordeaba aquellas enormes ruinas. Ninguna cerca ni linde las delimitaba. Aun así, todos habían aprendido a mantenerse alejados de aquel lugar. Gigantescos pilares. Altísimos muros, todos cubiertos de musgos y hiedra. Camuflados en parte por la vegetación. Las veces que Sonia había preguntado por las ruinas a su familia, sólo obtuvo silencios por respuesta. Cada día, en el camino de ida o vuelta a buscar agua en el pozo, se detenía un instante contemplando las ruinas. ¿Quién las habría construido? En nada le recordaban a las casas de paredes encaladas, de vigas de madera, donde se había criado.

Nunca se había atrevido a explorar las ruinas hasta esa tarde. Ató las riendas de la mula al tronco de un almendro.

-No te muevas de aquí. Vuelvo en un minuto.

Comenzó a caminar en dirección a las ruinas, alejándose del camino. Al poder contemplarlas más de cerca, distinguió una torre cilíndrica entre los eucaliptos. La grava crujía bajo sus pies. Aquí y allá, montones de escombros, de piedras, bajo la hierba, bajo la maleza. Cuando apenas le separaban un par de metros de la torre, el suelo se hundió bajo sus pies. Ahogó un grito. Y ya no recordó nada más.

- ¿Te encuentras bien?

Cuando abrió los ojos, un rostro de metal brillante se inclinaba a pocos centímetros del suyo.

- ¡Un hombre de hojalata que habla!

Se puso en pie tan rápido como pudo. Intento buscar un lugar donde esconderse, pero la habitación estaba desprovista de mobiliario alguno. Suelo blanco. Techo blanco. Paredes curvas. Buscó una salida, una puerta, una ventana, en vano. Se sentó en el suelo, aplastó su espalda contra la pared y escondió su rostro entre las rodillas.

-No tengas miedo. No voy a hacerte daño.

El hombre de hojalata le tendió una mano y le ayudó a ponerse en pie.

- ¿Quién eres? ¿Qué eres?

-Soy una máquina. Un robot. Mi número de serie es T-10.000. No tengo nombre. Puedes inventar uno para mí.

Su voz era idéntica a la de un humano, aunque con un leve matiz metálico. Su cuerpo era semejante al de un hombre joven, alto y atlético, pero hecho de alguna clase de metal brillante.

- ¿Dónde estamos?

-En mi casa. Ha pasado mucho tiempo. Mis sistemas permanecieron latentes hasta que tú los reactivaste. Así que hay vida ahí fuera.

- ¿Ahí fuera?

El robot volvió las palmas de sus manos hacia arriba y la luz de la habitación se hizo más tenue. En una de las paredes comenzaron a proyectarse imágenes en color. Vio edificios altísimos, torres plateadas. Carros voladores.

-Os creísteis dioses. Capaces de crear nueva vida. Inteligencia artificial. Yo soy una prueba de ello. Habitasteis otros planetas.

-No entiendo una palabra de lo que me dices. ¿A quién te refieres? Vengo de un pueblo muy cerca de aquí. Cultivamos la tierra, criamos animales ...

El robot se acercó a una de las paredes. Volvió las palmas de las manos hacia el suelo. De la pared surgió un estante metálico con una bandeja plateada, que tomó entre sus manos.

-Soy un anfitrión horrible. ¿Tienes hambre?

-No tengo hambre. Quiero salir de aquí. Me das miedo.

-Puedo cocinar para ti lo que me pidas. Haré lo que me pidas. Estoy aquí para servirte y protegerte.

-Quiero salir de aquí.

-Como desees.

Una porción de la pared circular se elevó, dejando al descubierto un pasillo inclinado, una rampa, apenas iluminada por una especie de candiles empotrados en el suelo.

-Sigue el sendero de baldosas amarillas ...

Sonia comenzó a correr por el pasillo. Le pareció distinguir la luz del día en el otro extremo.

-Nuestra misión era protegeos y cumplid vuestros deseos ...

Sonia alcanzó el exterior. Ahogó un grito. Miró al cielo. Un enorme disco negro cegaba el sol.

En el interior de aquella enorme nave, el primer oficial se dirigió de forma telepática al capitán.

-Capitán, acabamos de salir del hiperespacio cerca de la atmósfera de la tierra. Las lecturas de las sondas deben ser incorrectas. Al parecer, la vida podría ser de nuevo posible en el planeta.