Historia moderna de España II

Borbones: Absolutismo, Ilustración y Crisis del Antiguo Régimen

La muerte sin sucesión directa de Carlos II, el último Austria de Madrid, obligó a un cambio dinástico. El partido borbónico se había impuesto en la Corte, y el testamento real era claro: la Monarquía Hispánica recaía en Felipe de Anjou, nieto del rey francés Luis XIV. Ante ambos, en Versalles, el embajador español (marqués de Castelldosrius) le rindió el primer homenaje, en nombre de todos sus nuevos súbditos, el 16 de noviembre de 1700.​ Dentro de España, los reinos de la Corona de Aragón eran predominantemente austracistas, partidarios de la sucesión de Carlos de Habsburgo, que podía aducir derechos de sucesión no menos válidos que los de Felipe. No sólo los Austrias de Viena, sino la mayor parte de las potencias europeas (Inglaterra, Portugal, Holanda, Saboya, Prusia) consideraron conveniente apoyar esa pretensión, ante la amenaza de constitución de una hegemonía franco-española que alterara el equilibrio continental con la llegada al trono de Madrid de un Borbón que podría incluso llegar a suceder también a su abuelo en Francia. El enfrentamiento entre ambos bandos desencadenó una guerra generalizada en Europa, que en España fue una verdadera guerra civil.

El resultado internacional de la guerra fue un verdadero empate: desde el armisticio de 19 de agosto de 1712, los tratados de Utrecht y Rastadt (1713-1714) repartieron los territorios entre ambos pretendientes (Italia y Flandes para Carlos -que entre tanto había heredado Austria y obtenido la elección imperial-, España y América para Felipe -que tuvo que renunciar explícitamete a la posibilidad de reinar a la vez en Francia y España-). La gran beneficiada fue Inglaterra, que además de impedir la hegemonía de cualquier otra potencia, logró concesiones territoriales (pequeñas pero estratégicas: Gibraltar y Menorca) y económicas (sustanciales en el comercio americano: asiento de negros y navío de permiso).

En cambio, el resultado interno en España, donde la guerra se prolongó hasta 1715, fue una clara imposición del absolutismo borbónico, que con los Decretos de Nueva Planta (1711 a 1715) suprimió el régimen particularista de los reinos de la Corona de Aragón. El de las provincias vascas y Navarra, que se mantuvieron en el bando vencedor, no se vio alterado.

Las reformas borbónicas se plantearon, a lo largo de los sucesivos reinados de todo el siglo XVIII, como la aplicación de una racionalización y modernización de las estructuras tradicionales, que centralizara e hiciera más eficaz el Estado y la economía sin cuestionar la base social estamental del Antiguo Régimen. La radical transformación de la administración territorial se vio seguida por el replanteamiento de las relaciones con Roma (negociación de concordatos en un sentido regalista, que llegó a su máxima expresión con el decreto de Urquijo de 1799 -retirado al año siguiente-) y el sugimiento de una sensibilidad anticlerical (especialmente dirigida contra los jesuitas, que fueron expulsados en 1766) y desamortizadora; la reconstrucción del poder naval y del control sobre el imperio americano (de acuerdo con Portugal y en ciertos territorios contra las misiones jesuíticas) y medidas económicas de carácter mercantilista. Otras cuestiones, como la reforma de la Hacienda (única contribución vinculada al catastro de Ensenada) o de las estructuras agrarias y comerciales en un sentido proto-liberal (libertad de comercio, supresión de la tasa de granos, expediente de la Ley Agraria), chocaron con los intereses señoriales y fueron relegadas, a pesar de haberse impulsado desde la cúspide burocrática, ocupada por equipos ilustrados apoyados por los reyes (lo que historiográficamente se ha denominado despotismo ilustrado, especialmente con Carlos III y Carlos IV).

Reformismo borbónico

Ilustración en España

Literatura española de la Ilustración

Neoclasicismo en España

Casa de Borbón, Absolutismo, Ilustración y Crisis del Antiguo Régimen.

Regalismo, Historia del cristianismo en España, Historia de la ciencia y la tecnología en España, Historia económica de España y Mercantilismo.

Fisiocracia En España, Liberalismo económico y Expediciones españolas.

Tantas causas influyeron en el enorme desaliento en que yacía nuestra agricultura a la entrada del presente siglo. Pero después acá los estorbos fueron a menos, y los estímulos a mas. La Guerra de Sucesión, aunque por otra parte funesta, no solo retuvo en casa los fondos y los brazos que antes perecían fuera de ella, sino que atrajo algunos de las provincias extrañas y los puso en actividad dentro de las nuestras. A la mitad del siglo la paz había ya restituido al cultivo el sosiego que no conociera jamás, y a cuyo influjo empezó a crecer y prosperar. Prosperaron con él la población y la industria, y se abrieron nuevas fuentes a la riqueza pública. La legislación, no solo más vigilante sino también más ilustrada, fomentó los establecimientos rústicos en Sierra Morena, en Extremadura, en Valencia y en otras partes, favoreció en todas el rompimiento de las tierras incultas, limitó los privilegios de la ganadería, restableció el precio de los granos, animó el tráfico de los frutos y produjo, en fin, esta saludable fermentación, estos clamores que, siendo para muchos una prueba de la decadencia de nuestra agricultura, son a los ojos de la Sociedad el mejor agüero de su prosperidad y restablecimiento.

Informe en el Expediente de la Ley Agraria. Gaspar Melchor de Jovellanos, 1795.

Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, 1728-1763.

Reinado de Felipe V (1700-1746)

Felipe V de España

Luis I de España

La batalla de Almansa, de Buonaventura Ligli (Ventura Lirios) y Filippo Pallotta, 1709.

Campañas y batallas de la Guerra de Sucesión en España. La Corona de Aragón fue mayoritariamente austracista, mientras que la Corona de Castilla y Navarra fueron, mayoritariamente, filipistas. El predominio naval de las flotas inglesa y holandesa y la penetración hacia la Meseta desde Portugal dieron una ventaja inicial al bando austracista, que ocupó Madrid (2 de julio-3 de agosto de 1706). La batalla de Almansa (25 de abril de 1707) cambió el signo de la guerra; aunque se volvió a producir una segunda entrada en Madrid del Archiduque Carlos (28 de septiembre-3 de diciembre de 1710), frustrada de nuevo por las victorias filipistas de Brihuega y Villaviciosa.

Reformas borbónicas: centralización y mercantilismo

María Luisa Gabriela de Saboya, Isabel Farnesio, Princesa de los Ursinos, Jean Orry y Michael-Jean Amelot.

Giulio Alberoni, José Patiño Rosales, José del Campillo, José de Grimaldo y Juan Guillermo Ripperdá.

Sebastián de la Cuadra y Llarena y Melchor de Macanaz.

... en el modo de gobernarse los Reinos y Pueblos no deve haber diferencia de leyes y estilos... Que éstos se reduzcan a las leyes de Castilla, y al uso, práctica y forma de gobierno que se ha tenido en ella... sin diferencia alguna en nada.

...desde luego doy por abolidos y derogados, todos los referidos fueros, privilegios, práctica y costumbre hasta aquí observadas en los referidos Reynos de Aragón y Valencia.

Decreto de 29 de junio de 1707

... singular favor en igualarse con su amada Castilla, concediéndole todas las leyes, fueros, privilegios y costumbres que a costa de tantos, tan antiguos méritos y servicios ha adquirido.

Carta de Amelot de 21 de septiembre de 1707.

Decretos de Nueva Planta, Secretario de Estado (Antiguo Régimen en España) e Intendente de ejército y provincia.

Asiento de negros, Compañías privilegiadas, Compañía Guipuzcoana, Manufactura real y Tributo de sangre.

Juan de Goyeneche y Monte de Piedad.

        • Obelisco carolino, conmemorativo de la batalla de Bitonto, 25 de mayo de 1734, que significó la victoria española sobre Austria, entronizando al futuro Carlos III como rey de Nápoles.

La descendencia de Felipe V.

La primera [causa del atraso de las ciencias en España] es el corto alcance de algunos de nuestros profesores. Hay una especie de ignorantes perdurables, precisados a saber siempre poco, no por otra razón, sino porque piensan que no hay más que saber que aquello poco que saben. ... Basta nombrar la nueva filosofía, para conmover a éstos el estómago. Apenas pueden oír sin mofa y carcajada el nombre de Descartes. ...

La segunda causa es la preocupación que reina en España contra toda novedad. Dicen muchos que basta en las doctrinas el título de nuevas para reprobarlas, porque las novedades en punto de doctrina son sospechosas. ...

La cuarta causa es la diminuta o falsa noción que tienen acá muchos de la filosofía moderna, junta con la bien o mal fundada preocupación contra Descartes. Ignoran casi enteramente lo que es la nueva filosofía, y cuanto se comprende debajo de este nombre, juzgan que es parto de Descartes. Como tengan, pues, formada una siniestra idea de este filósofo, derraman este mal concepto sobre toda la física moderna. ...

La quinta causa es un celo, pío sí, pero indiscreto y mal fundado; un vano temor de que las doctrinas nuevas en materia de filosofía traigan algún perjuicio a la religión. Los que están dominados de este religioso miedo, por dos caminos recelan que suceda el daño: o ya porque en las doctrinas filosóficas extranjeras vengan envueltas algunas máximas que, o por sí, o por sus consecuencias, se opongan a lo que nos enseña la fe; o ya porque haciéndose los españoles a la libertad, con que discurren los extranjeros (los franceses, verbigracia) en las cosas naturales, pueden ir soltando la rienda para razonar con la misma en las sobrenaturales. ...

La sexta y última causa es la emulación (acaso se le podría dar peor nombre), ya personal, ya nacional, ya faccionaria. Si vuestra merced examinase los corazones de algunos, y no pocos, de los que declaman contra la nueva filosofía, o generalmente, por decirlo mejor, contra toda literatura distinta de aquella común que ellos estudiaron en el aula, hallaría en ellos unos efectos bien distintos de aquellos que suenan en sus labios. Óyeseles reprobarla, o ya como inútil, o ya como peligrosa. No es esto lo que pasa allá dentro. No la desprecian o aborrecen; la envidian.

Esta emulación en algunos pocos es puramente nacional. Aún no está España convalecida en todos sus miembros de su ojeriza contra la Francia. Aún hay en algunos reliquias bien sensibles de esta antigua dolencia. Quisieran éstos que los Pirineos llegasen al cielo, y el mar que baña las costas de Francia estuviese sembrado de escollos, porque nada pudiese pasar de aquella nación a la nuestra.

Benito Jerónimo Feijoo, Carta XVI de las Cartas eruditas y curiosas, 1745.

Reinado de Fernando VI (1746-1758)

Gobiernos de orientaciones opuestas

Real Instituto y Observatorio de la Armada o de San Fernando, fundado por Jorge Juan en la Academia de Guardiamarinas del Castillo Viejo de Cádiz y trasladado por el Marqués de Ureña a su actual emplazamiento en San Fernando.

Regalismo y academicismo

Recomposición del Imperio americano

Reorganización de la Hacienda y la Marina

Reinado de Carlos III (1758-1788)

Gobiernos ilustrados

        • El recorte de capas y sombreros ordenado por Esquilache, en una pintura de historia de José Martí y Monsó.

Olavide, arrodillado, recibe de Carlos III, en presencia de Campomanes, las órdenes reales para la colonización de Sierra Morena.​

Libre comercio, motín de Esquilache y expulsión de los jesuitas

        • Banderas elegidas para la Marina por Carlos III, 1785.

Fuente de Apolo, en el Paseo del Prado de Madrid, un ambicioso proyecto urbanístico (José de Hermosilla, 1763) que, además de "higienizar" el trazado urbano, y dotar a la ciudad de un animado paseo arbolado y con fuentes monumentales (Alcachofa, Cuatro Fuentes, Neptuno, Apolo y Cibeles), incluía espacios a ocupar por instituciones científico-tecnológicas punteras en medicina (Hospital y Colegio de San Carlos), astronomía (Observatorio del Retiro), química (Platerías Martínez), biología (Jardín Botánico) y todas las ciencias que la Ilustración consideraba "útiles" (Gabinete de Ciencias).

Luigi Boccherini. Músico de la corte española entre 1761 y 1805, compuso la famosa Música nocturna de las calles de Madrid (ca. 1780).

Ascenso en globo de Monsieur Bouclé en los jardines de Aranjuez, de Antonio Carnicero, 1784.

Estas cartas tratan del carácter nacional, cual lo es en el día y cual lo ha sido. Para manejar esta crítica al gusto de unos, sería preciso ajar la nación, llenarla de improperios y no hallar en ella cosa alguna de mediano mérito. Para complacer a otros, sería igualmente necesario alabar todo lo que nos ofrece el examen de su genio, y ensalzar todo lo que en sí es reprensible. Cualquiera de estos dos sistemas que se siguiese en las Cartas marruecas tendría gran número de apasionados; y a costa de mal conceptuarse con unos, el autor se hubiera congraciado con otros. Pero en la imparcialidad que reina en ellas, es indispensable contraer el odio de ambas parcialidades. Es verdad que este justo medio es el que debe procurar seguir un hombre que quiera hacer algún uso de su razón; pero es también el de hacerse sospechoso a los preocupados de ambos extremos. Por ejemplo, un español de los que llaman rancios irá perdiendo parte de su gravedad, y casi casi llegará a sonreírse cuando lea alguna especie de sátira contra el amor a la novedad; pero cuando llegue al párrafo siguiente y vea que el autor de la carta alaba en la novedad alguna cosa útil, que no conocieron los antiguos, tirará el libro al brasero y exclamará: «¡Jesús, María y José, este hombre es traidor a su patria!». Por la contraria, cuando uno de estos que se avergüenzan de haber nacido de este lado de los Pirineos vaya leyendo un panegírico de muchas cosas buenas que podemos haber contraído de los extranjeros, dará sin duda mil besos a tan agradables páginas; pero si tiene la paciencia de leer pocos renglones más, y llega a alguna reflexión sobre lo sensible que es la pérdida de alguna parte apreciable de nuestro antiguo carácter, arrojará el libro a la chimenea y dirá a su ayuda de cámara: «Esto es absurdo, ridículo, impertinente, abominable y pitoyable».

En consecuencia de esto, si yo, pobre editor de esta crítica, me presento en cualquiera casa de una de estas dos órdenes, aunque me reciban con algún buen modo, no podrán quitarme que yo me diga, según las circunstancias: «En este instante están diciendo entre sí: 'Este hombre es un mal español'; o bien: 'Este hombre es un bárbaro'». Pero mi amor propio me consolará (como suele a otros en muchos casos), y me diré a mí mismo: «Yo no soy más que un hombre de bien, que he dado a luz un papel que me ha parecido muy imparcial, sobre el asunto más delicado que hay en el mundo, cual es la crítica de una nación».

José Cadalso, Cartas marruecas, 1789.

Reinado de Carlos IV (1788-1808)

Carlos IV de España

Historia contemporánea de España#Reinado de Carlos IV (1788-1808)

El final del Antiguo Régimen en Francia (la Revolución francesa de 1789) significó para España una sucesión de convulsiones intelectuales y políticas: se pasó de las dudas iniciales a una radical oposición a las autoridades revolucionarias (Primera Coalición) y al cierre de fronteras para evitar todo contagio ideológico (muy limitado, fuera de la conspiración de Picornell -3 de febrero de 1795-); para terminar aceptando los hechos, reanudándose la secular alianza hispano-francesa (paz de Basilea, 22 de julio de 1795), aunque con nefastos resultados: si bien la guerra contra la Segunda Coalición tuvo algún resultado positivo (anexión de un pequeño territorio en la frontera portuguesa -Guerra de las Naranjas, 1801-), la guerra contra la Tercera Coalición implicó el desastre naval de la batalla de Trafalgar (21 de octubre de 1805), que implicó la definitiva pérdida del control de las rutas atlánticas.

¿A quién se ofende y se daña? A España

¿Quién prevalece en la guerra? Inglaterra

¿Y quién saca la ganancia? Francia

Tonadilla popular

El contexto fue de una gravísima crisis agraria, que volvió a presentar episodios recurrentes de carestía, hambruna y motines de subsistencias (1789, 1802-1805).​ A pesar de algunas tímidas modernizaciones, la estructura económica y la sociedad preindustrial no se había transformado de un modo comparable a las naciones de Europa noroccidental. Las luchas de poder en la corte (inicialmente, entre Floridablanca y Aranda) dieron paso al encumbramiento, hasta extremos ridículos, de un ambicioso personaje protegido por la reina (Godoy). Se laminó la influencia de los equipos ilustrados más capaces, incluyendo a científicos, militares y estadistas de alto nivel y extracción internacional, desaprovechándose prometedores proyectos emprendidos con alto coste (Jovellanos, Betancourt, Malaspina, Humboldt, Proust).

La divina Providencia se ha servido llevarse ante sí en 29 de Agosto último el alma de nuestro Santísimo padre Pío VI; y no pudiéndose esperar de las circunstancias actuales de Europa, y de las turbulencias que la agitan, que la elección de un sucesor en el Pontificado se haga con aquella tranquilidad y paz tan debidas, ni acaso tan pronto como necesitaría la Iglesia; a fin de que entre tanto mis vasallos de todos mis dominios no carezcan de los auxilios precisos de la religión, he resuelto que hasta que Yo les de a conocer el nuevo nombramiento de Papa, los Arzobispos y Obispos usen de toda la plenitud de sus facultades, conforme a la antigua disciplina de la Iglesia para las dispensas matrimoniales y demás que les competen: que el tribunal de la Inquisición siga como hasta aquí ejerciendo sus funciones, y el de la Rota sentencie las causas que hasta ahora le estaban cometidas en función de la comisión de los papas, y que Yo quiero ahora que continúe por sí. En los demas puntos de consagración de Obispos y Arzobispos, u otros cualesquiera mas graves que puedan ocurrir, me consultará la Cámara, cuando se verifique alguno, por mano de mi primer Secretario de Estado y del Despacho; y entonces con el parecer de las personas a quienes tuviese a bien pedirle, determinaré lo conveniente, siendo aquel supremo tribunal el que me lo represente, y a quien acudirán todos los Prelados de mis dominios hasta nueva orden mía. Tendrase entendido en mi Consejo y Cámara, y expedirá estas las órdenes correspondientes a los referidos Prelados para su cumplimiento.

Decreto de Urquijo, 10 de septiembre de 1799.

Amados vasallos míos: vuestra noble agitación en estas circunstancias es un nuevo testimonio que me asegura de los sentimientos de vuestro corazón; y Yo, que cual padre tierno os amo, me apresuro a consolaros en la actual angustia que os oprime. Reposad tranquilos: sabed que el ejército de mi caro aliado el Emperador de los franceses atraviesa mi reino con ideas de paz y de amistad. Su objeto es trasladarse a los puntos que amenaza el riesgo de algún desembarco del enemigo; y que la reunión de los cuerpos de mi guardia, ni tiene el objeto de defender mi persona, ni acompañarme en un viaje que la malicia os ha hecho suponer como preciso. Rodeado de la acendrada lealtad de mis vasallos amados, de la cual tengo tan innegables pruebas, ¿qué puedo yo temer? y cuando la necesidad urgente lo exigiere, ¿podría dudar de las fuerzas que sus pechos generosos me ofrecerán? No: esta urgencia no la verán mis pueblos. Españoles, tranquilizad vuestro espíritu: conducíos como hasta aquí con las tropas del aliado de vuestro buen Rey; y veréis en breves días restablecida la paz en vuestros corazones, y a Mí gozando la que el cielo me dispensa en el seno de mi familia y vuestro amor.

Dado en mi palacio real de Aranjuez a 16 de marzo de 1808 [el día anterior al llamado motín de Aranjuez]. Yo el rey.​

Como los achaques de que adolezco no me permiten soportar por más tiempo el grave peso del gobierno de mis reinos, y me sea preciso para reparar mi salud gozar en clima más templado de la tranquilidad de la vida privada, he determinado después de la más seria deliberación, abdicar mi corona en mi heredero y mi muy caro hijo el Príncipe de Asturias. Por tanto es mi real voluntad que sea reconocido y obedecido como Rei y señor natural de todos mis reinos y dominios. Y para que este mi real decreto de libre y espontanea abdicación tenga su exacto y debido cumplimiento, lo comunicaréis al Consejo y demás a quienes corresponda. Dado en Aranjuez a 19 de Marzo de 1808. Yo el rey.

Real decreto de abdicación de Carlos IV en Fernando VII, 19 de marzo de 1808.​

He tenido a bien dar a mis amados vasallos la última prueba de mi paternal amor. Su felicidad, la tranquilidad, prosperidad , conservación e integridad de los dominios que la divina providencia tenía puestos bajo mi gobierno, han sido durante mi reinado los únicos objetos de mis constantes desvelos (...)

Así pues, por un tratado firmado y ratificado, he cedido a mi aliado y caro amigo el emperador de los franceses todos mis derechos sobre España e Indias; habiendo pactado que la corona de las Españas y las Indias ha de ser siempre independiente e íntegra, cual ha sido y estado bajo mi soberanía y también que nuestra sagrada religión ha de ser no solamente la dominante en España, sino también la única que ha de observarse en todos los dominios de esta monarquía. (...) Estas disposiciones de mi caro amigo el emperador Napoleón, dirigidas a conservar la paz, amistad y unión entre Francia y España, evitando desórdenes y movimientos populares, cuyos efectos son siempre el estrago, la desolación de las familias y la ruina de todos. Dado en Bayona en el palacio imperial llamado del gobierno a 8 de mayo de 1808.

Real decreto de abdicación de Carlos IV en Napoleón Bonaparte, simultánea a la de su hijo Fernando VII (las llamadas abdicaciones de Bayona).​

Ficción

Son abundantes las recreaciones históricas de la Edad Moderna española en novela, teatro, en cine y en televisión.

Novela

Siglo XV

Siglo XVI

Siglo XVII

Siglo XVIII

Carmen Martín Gaite escribió dos libros de alta calidad literaria y difícil catalogación (más allá de su consideración genérica como "ensayo" o "no ficción"), ambientados en la época: El proceso de Macanaz: historia de un empapelamiento, y Usos amorosos del dieciocho en España.

Teatro

Siglo XVI

Siglo XVII

Siglo XVIII

Cine

Además de las novelas históricas adaptadas al cine, hay un buen número de obras cinematográficas originales, o adaptadas de otras obras literarias, ambientadas en distintas épocas de la Edad Moderna española. Muchas de ellas son adaptaciones de obras literarias de los siglos de Oro (la Celestina, el Lazarillo, el Guzmán de Alfarache, el Quijote, el Buscón, la Lozana andaluza, numerosas obras teatrales de Lope -Fuenteovejuna, El perro del hortelano-, Calderón -La dama duende, El alcalde de Zalamea- o Tirso -las numerosas adaptaciones de Don Juan-).​ Las películas sobre el descubrimiento y la colonización de América son un subgénero en sí mismo (Alba de América, 1492: la conquista del paraíso, Cristóbal Colón: El descubrimiento,​ Cristóbal Colón, de oficio... descubridor -parodia-, También la lluvia, Bartolomé de las Casas (La leyenda negra),​ El capitán de Castilla,​ Cabeza de Vaca, El halcón del mar,​ La araucana (La conquista de Chile),​ El puente de San Luis Rey, La carroza de oro, La misión). Notablemente, el género histórico fue característico de las principales películas producidas durante la posguerra española.

Siglo XV

Siglo XVI

Siglo XVII

Siglo XVIII

Goya ha tenido un amplio tratamiento en cine (Goya, que vuelve, de Modesto Alonso, 1928,​ El último amor de Goya, de Jaime Salvador, 1946), La maja desnuda, de Henry Koster, 1958,​ Goya, historia de una soledad, de Nino Quevedo, 1970,​ Goya, genio y rebeldía, de Konrad Wolf, 1972,​ Volaverunt de Bigas Luna, 1999, Goya en Burdeos, de Carlos Saura, 1999, Los fantasmas de Goya de Milos Forman, 20006).​

Televisión

Expedición Malaspina o de la corbeta Descubierta, 1789-1794 (un periodo clave, que coincide con la Revolución francesa, lo que causó el recelo con el que fue recibida a su vuelta y que eliminó la posibilidad de aprovechar sus resultados). En rojo, el trayecto de ida hasta Alaska. En azul, el trayecto de vuelta, que incluyó un prolongado periplo por el Pacífico sur.

Las Cortes Generales del Reino, reunidas en 1789 en la iglesia del monasterio de San Jerónimo el Real(Madrid), juran su reconocimiento al príncipe de Asturias, futuro Fernando VII. Cuadro de Luis Paret y Alcázar, 1791. Curiosamente, la institución equivalente de representación estamental en Francia se convocó ese mismo año (Estados Generales de 1789), con muy distintas consecuencias.