Respuesta A Pablo Blanco

En las llamadas Páginas de Oro, de James Alvino Nelson, apareció una nota de José Antonio Arbizu, presentando un escrito de Pablo Blanco sobre las sectas, aplicando sus características a la Iglesia Adventista del Séptmo Día. Yo había leído la definición de “secta”, pero esta que da el señor Blanco, es una puesta con la única intención de poner a la Iglesia Adventista como una secta.

La gran preocupación de Blanco y Arbizu es que a la Iglesia Adventista la hayan incluido en la organización FEREDE (Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España). Como hay un movimiento en favor de condenar las sectas y prohibir su obra, estos señores “evangélicos” están tratando de quitar de en medio a la Iglesia Adventista , haciendo que el gobierno español la catalogue como “secta”.

Yo le diría a mis hermanos españoles que dejen las cosas en las manos de Dios y se olviden de la susodicha organización. No necesitamos de ellos para ejercer el derecho de existir como iglesia. Pero estos señores, junto a otros, están unidos una vez más con la jerarquía católica para eliminar a los adventistas y prohibirles predicar su mensaje.

Quisiera aconsejarle a los evangélicos de España que se cuiden de ir contra la voluntad de Dios. La Iglesia Adventista ha sido puesta por Dios como un movimiento especial, en un tiempo especial, con un mensaje especial para el mundo. Lo que le molesta a estos señores es que, a pesar de los intentos de quitarnos de en medio, hemos construido, por la voluntad de Dios, una iglesia fuerte, diseminada por todo el mundo, y estamos ya llegando a los 15 millones. La promesa es que la iglesia de Jesucristo, la que está establecida sobre la plataforma de la Verdad Presente, ha de ser acrecentada en los últimos días, en medio de gran apretura y persecución. Dios permitirá esto para que los sinceros cautivos en la Babilonia mística oigan el llamado de Dios: “Salid de ella, pueblo mío” (Apoc. 18:4).

El señor Arbizu agradece por los señores Pablo Blanco y Vidal Manzanares por su lucha contra la Iglesia Adventista. Ya le contesté a César Vidal Manzanares y esta respuesta está en mi página web http://home.coqui.net/apoc7 Ya esta carta al señor Blanco le hará compañía pronto.

Habla el señor Blanco de la “herejía legalista” y de que estamos presentando “un evangelio diferente”. Parece que este señor no sabe lo que significa “legalismo”. Esto es el indicar que la salvación es por guardar la ley. Pero mire, Blanco, los adventistas nunca hemos enseñado que para salvarse hay que guardar la ley (el Decálogo). Dios no dio la ley como un método de salvación, sino como una norma para los salvados. El medio siempre ha sido el mismo: la sangre del Cordero de Dios. Eso lo hacemos claro a los conversos.

El problema es que ustedes no predican un Evangelio completo, sino uno tullido, manco. ¿Cómo es esto? Muy sencillo: el Evangelio no es solamente el perdón de los pecados pasados, sino, además, gracia abundante para ayudarnos en la lucha contra el pecado. Para eso, señores, hay que mostrar al mundo que Dios es un Dios de orden y tiene una ley para regir su mundo: los 10 mandamientos.

Usted, señor Blanco, y todos sus compañeros equivocados, enseñan que la ley está abolida; que ya Cristo la guardó por nosotros; que le Nuevo Pacto nos libra de la observancia de los mandamientos, y otra sentencias semejantes. Pero esto es un error mayúsculo. El Nuevo Pacto no trae una ley nueva, sino que Dios dice que grabará los principios de su ley en nuestros corazones (Jeremías 31:31-33). Noten señores, que el Nuevo Pacto es nuevo porque es hecho con la misma entidad: Israel. DIOS NUNCA HA HECHO PACTO CON GENTILES. Estos son incorporados en el pacto por la fe de Jesucristo.

¿Podría usted, señor Blanco, definir que es “pecado”? Le voy a dar una ayudita: la única definición de “pecado” en la Biblia es: “transgresión de la ley” (1 Juan 3:4). ¿A qué ley se refiere Juan? ¿A la ley mosaica, la Torah? IMPOSIBLE. También Juan dice: “El que dice: Yo le he conocido (a Dios), y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso...” (1 Juan 2:4) ¿Cuáles mandamientos? Algunos han dicho que se refiere s “los mandamientos de Cristo”. Pero, ¿no han visto el pasaje de Mateo 19:16-19? Cristo dice al joven rico, que ha de guardar los mandamientos como requisito para tener la vida eterna. (Hoy los Blancos, los Arbizus y los Manzanares dirían que Cristo es legalista.) Cuando él le pregunta: ¿Cuales?, Jesús le citó algunos de los 10 mandamientos. Así que los mandamientos de Dios y de Cristo son los mismos. Cristo fue el que dio la ley, el que la promulgó desde el Sinaí; fue Él mismo que la escribió con su propio dedo. Jamás Cristo estuvo en contra de su propia ley. “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos” (Hebreos 13:8).

Otro argumento es que en la carta apostólica enviada a los creyentes gentiles (Hechos 15:20), no dice nada de los 10 mandamientos, por lo tanto esa ley no nos obliga como gentiles. Si usted quiere llamarse “gentil”, ese es su derecho. Pablo dice a los creyentes del gentilismo: “cuando érais gentiles” (1 Corintios 12:1,2). Este es el mismo Pablo que dice, en Gálatas 3:29: “Porque si vosotros sois de Cristo, ciertamente simiente de Abraham sois, y conforme a la promesa, los herederos”. ¡GLORIA A DIOS! Ya no soy gentil, sino que, por Jesucristo, soy simiente de Abraham: Israelita.

Volviendo a la carta apostólica de Hechos 15:20: Es cierto que no se mencionan todos los 10 mandamientos, sólo el segundo y el séptimo. Pero tampoco se mencionan los mandamientos 1ro., 3ro., 5to., 6to., 8vo., 9no. ni el 10mo. ¿Quiere decir que los apóstoles autorizaban a los conversos gentiles a tener otros dioses, a tomar en falso el nombre de Dios, a deshonrar a los padres, a matar, mentir, robar y codiciar? Es obvio que los gentiles conocían al ley de Dios, sobre todo el sábado, según lo expone muy claramente Hechos 13:42-44.

Por estar en contra del sábado bíblico y adoptar el domingo pagano, usted, señor Blanco, y todo su séquito, se contradicen respecto a las obligaciones de los creyentes. ¿O es que usted en su iglesia permite a idólatras, fornicarios, mentirosos y asesinos? Por la enemistad contra el sábado, incluyen toda la ley como abolida. Predican que hay que apartarse del pecado (infringir la ley), para luego decir que la ley está abolida (permiso para infringirla).

Hay en su escrito, señor Blanco, una serie de acusaciones contra los adventistas carentes de fundamento. Los casos Rea, Davenport, Ford y Numbers (le faltó Belden, Canright, Kellog y otros más), son cosas que pasan en todos los movimientos. ¿O es que usted olvida a Suaggart, Bakker y Tilton y otros líderes protestantes? ¿Cómo es que usted no menciona al pentecostalismo, con sus falsas lenguas y falsos milagros como sectarios? Yo sé por qué no los consideran sectas: porque en sus iglesias practican la herejía de las lenguas, el culto escandaloso y la música estridente, que son características iniciales del pentecostalismo y que hoy está en prácticamente todas las iglesias evangélicas.

Usted se une al renegado Rea acusando a Elena White de plagiarista, pero usted, señor Blanco (White, en inglés), no se ha dado cuenta de que usted es más plagiarista que Elena White. Todos sus argumentos contra el adventismo no son nuevos. Son los mismos que esgrimieron Canright, Van Baalen, Vidal Manzanares, los cuales plagiaron a otros antes que ellos.

El libro de Rea, “The White Lie”, el cual usted no ha leído, presenta los escritos que supuestamente la señora White copió. Si tenemos en cuenta que el libro es a dos columnas, entonces sería la mitad. Si miramos que muchas son más bien coincidencias y paráfrasis, entonces se reduciría a una octava parte. Si contamos que los libros de la señora White son más de 60, entonces, señor Blanco, no es ni siquiera un uno porciento, lo cual es aceptado. Usted, si le tocara escribir sobre un tema histórico, tendría forzosamente que recurrir a otros autores. Lo que pasa es que las leyes de derechos de autor son relativamente nuevas. A ella se le investigó y el abogado, católico romano, dijo que no podría acusarse a la señora White de plagiarista. Pero a ustedes les conviene seguir con su corillo.

Todas las creencias adventistas, TODAS, son puramente bíblicas. Ninguna ha sido sostenida por los textos de Elena G. de White. Aunque respetamos y estudiamos sus libros, nosotros no nos predicamos a nosotros mismos, sino que predicamos “a Jesucristo y a este crucificado”.

La hermana White siempre dijo que sus escritos eran “la luz menor”, aludiendo a la Biblia como “la luz mayor”. Aunque tenemos los escritos de la hermana White, los adventistas sí conocemos la Biblia más que la mayoría de los protestantes. Eso es lo que hace que ustedes rabien de celos.

Usted no ha leído ni siquiera un libro de la señora White. Sabemos por qué: Usted y los suyos no están dispuestos a dejarse enseñar por una mujer, que no sólo carecía aun de los cursos escolares primarios, sino que era autodidacta. Lea siquiera uno: El Conflicto de los Siglos. Si cree que ella plagió los capítulos históricos, lea la segunda mitad, que es la parte profética, donde presenta las más preciosas verdades y desenmascara el mundo religioso de hoy, que se ha vendido a los poderes políticos y un protestantismo que se está uniendo al poder papal.

Decir que la Iglesia Adventista es “muy peligrosa” y que divulga “un evangelio diferente” es una cándida admisión del terror que ustedes tienen del avance adventista y quieren detenerlo a como dé lugar.

Usted, señor Blanco, lamenta que el señor Ramón Vallés no incluya a los adventistas en su libro sobre las sectas. ¿No se ha detenido usted a pensar que este autor es sabio al hacerlo? ¿Que no hay la mínima posibilidad de catalogar al adventismo de ser una secta?

Para el asunto del santuario, le remito a dos estudios sobre el tema en mi página http://home.coqui.net/apocalip

Nosotros los adventistas sí decimos que la Iglesia católica es la ramera de Apocalipsis 17. Pero esta meretriz no está sola en su obra de engaño, pues cuenta con las otras rameras, que son las iglesias reformadas que siguen bebiendo de su vino.

Nosotros no decimos que la marca de la bestia es el 666. Ese es el número de la bestia, que es muy diferente. Al guardar y enseñar el domingo, que vio la luz en Roma, ustedes están marcados con esta señal del romanismo. No sólo observan esta institución papal, sino que se han convertido en sus más celosos defensores.

Además de defender el domingo, ustedes también enseñan la inmortalidad del alma, que es otra doctrina pagana introducida por el catolicismo. El Hombre, señor Blanco, es mortal (Isaías 51:12). En 1 Timoteo 6:16 Dios es “quien sólo tiene inmortalidad”. Fue Cristo quien “sacó a la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Timoteo 1:10). Por eso Pablo dice a Timoteo: “Echa mano de la vida eterna” (1 Timoteo 6:12). Lo que les falta a ustedes es que prediquen el purgatorio.

Usted habla de la “táctica diabólica” de los adventistas en España, de indicarle “a los hijos de los evangélicos españoles” que les muestren “un texto en toda la Biblia donde se mande a guardar el domingo”. El reto está, señor Blanco: muestre usted ese texto. Usted sabe que no existe.

La división de la ley moral, el Decálogo, a la ley ceremonial no la hacemos nosotros, señor Blanco, la hizo Dios, al hablar Él mismo los 10 mandamientos y escribirlo en las tablas. No estamos obligados a guardar las leyes teocráticas y rituales que Dios ha dado a través de Moisés, aunque como parte de las Escrituras, Cristo nos mandó a escudriñarlas (Juan 5:39).

Cuando los adventistas decimos que “el sábado es un señal perpetua de Dios, de su pacto entre Él y su pueblo”, no estamos siguiendo un texto de Elena White, como usted apunta, sino la Biblia. ¿No ha leído usted Éxodo 31:13-17 y Ezequiel 20:12,20? En estos textos Dios menciona 4 veces que el sábado es la señal entre Él y su pueblo. Léalos, por favor.

Usted califica de una “metedura de pata”, “imprudente comportamiento” y “barbaridad” el haber incluido a los adventistas en la FEREDE. Pues bien, ojalá y la saquen. Así no estaremos unidos a quienes nos odian.

El texto de 2 Pedro 2:1-3 profetiza lo que habría de suceder en el seno de la iglesia. Ya esto comenzó y se ha extendido a los protestantes que siguen los postulados de Roma.

En fin, señor Blanco, aunque sé que usted no cambiará (ojalá cambiara), he escrito esto para beneficio de los que hayan leído sus ponzoñosas palabras contra la Iglesia Adventista. Lo que me consuela es la promesa de Dios en Apocalipsis 2:9: “He aquí, yo doy de la sinagoga de Satanás, los que se dicen ser judíos, y no lo son, mas mienten; yo los constreñiré a que vengan y adoren delante de tus pies, y sepan que yo te he amado.”

Luis G. Cajiga