El Inicuo 1: La Marca Del Anticristo

La capital federal es un verdadero hormiguero. Hay periodistas de todo el mundo cubriendo lo que será la noticia más importante del año: La discusión del proyecto de ley sobre la imposición del domingo como día de descanso del país. La presión de las iglesias y los sindicatos ha provocado que la mayoría de los legisladores estén de acuerdo con esta ley, pero también hay oposición de parte de los Judíos y de un grupo fuerte de iglesias que no aceptan el domingo.

En la sesión especial del senado se encuentra el presidente, quien dará un mensaje especial a la legislatura. Entre los asistentes, están el primer ministro de España, quien es uno de los defensores más grandes del domingo; el cardenal Leiva, nuncio papal en los Estados Unidos; y los presidentes de varias repúblicas latinoamericanas, asi como representantes de las principales denominaciones cristianas de la nación.

El presidente del senado abre la sesión.

- Señor presidente de la nación, señores presidentes de las hermanas repúblicas, señor nuncio del sumo pontífice, señores legisladores: amigos todos: Hoy estamos para tomar el voto final de una ley que lleva muchos años de estudio y análisis. Me refiero al proyecto del senado PS-11348, que trata de regular el descanso de la familia norteamericana.

“Hemos discutido ampliamente con los representantes de los trabajadores. Todo el liderato sindical está de acuerdo que el reposo dominical es necesario para el bienestar y la estabilidad de la familia americana. También hemos dialogado con los reverendos de las principales denominaciones cristianas y todos han concordado que es urgente que se apruebe este proyecto, ya que de esa forma los feligreses estarán libres para asistir a los servicios religiosos.

“Esta nación fue fundada por personas religiosas, las cuales tenían leyes respecto al domingo. Con el correr del tiempo, esas leyes fueron haciéndose cada vez más liberadas hasta que hoy el domingo se pisotea por todos. ¿El resultado? Hemos perdido esa raíz preciosa de la religiosidad. La nación está en desbandada. La juventud se nos pierde. Los desastres son interminables. La causa de todos esos problemas y otros que aquejan a la ciudadanía norteamericana, y por ende a todo el mundo, es el habernos apartado de los mandamientos de Dios.

“En todas la monedas de los Estados Unidos aparece la inscripción: “Confiamos en Dios”. ¿Y qué ha pasado? ¿Dónde está esa confianza en el Todopoderoso? Sencillamente, le hemos dado la espalda a Dios. Es el momento de que se efectúe una reforma en esta nación y en todo el mundo. Hay que volver a nuestras raíces religiosas.

“Esta venerable legislatura ha hecho su parte. Tres comisiones han discutido hasta la saciedad el tema. Hoy presentamos el PS-11348 con varias enmiendas, gracias a los líderes obreros y religiosos. Esta es, posiblemente, la ley más importante que ha hecho la legislatura en muchos años.

“Antes de que los legisladores tomen sus turnos, demos la oportunidad al presidente de la nación a que se dirija a los legisladores.”

El presidente se pone de pie ante los aplausos de la concurrencia y se dirige al podio. Sonríe ante los asistentes que le aplauden delirantemente. Comienza así su discurso:

- Señores presidentes de las repúblicas de Centro y Sur América, señor nuncio de su santidad el papa, reverendos de las diferentes denominaciones cristianas, señores legisladores: Hoy me presento ante ustedes, antes que nada, para felicitarlos porque al fin este proyecto de ley está listo a ser aprobado por esta legislatura nacional. Felicito a su presidente, quien en todo tiempo estuvo consultándome sobre los avances en este tema tan trascendental. Felicito también a todos los que, de una manera u otra, han contribuido a la depuración de esta ley. Les aseguro que estoy dispuesto a firmarla, una vez ustedes la aprueben.

- “Quiero indicar que apruebo lo dicho por el presidente de este cuerpo legislativo referente al caos que vive nuestra nación y el mundo en general. También concuerdo con él que la causa principal de este caos es el abandono de los principios morales que siempre han cracterizado a nuestro pueblo.

“Pero hay algo que debemos de darle la importancia debida y es la parte ecológica. Nuestro planeta está enfermo y si no obramos rápidamente se muere. La contaminación del aire, la tierra y las aguas es ya insoportable. Creo que al observar el domingo esto habrá de aminorarse. Ese día no sólo será dedicado a Dios y a la familia, sino a nuestro planeta.

“Por eso es tan urgente que esa ley dominical sea implantada. Esto ha de ser la mayor contribución al país y al mundo, ya que tenemos el apoyo casi unánime de los países americanos y eurpeos. Queridos legisladores: en sus manos está cambiar la historia. Háganlo hoy, para bien del mundo. Que Dios les bendiga.”

Hubo muchos aplausos al mensaje del presidente. Luego tomó la palabra el nuncio papal. Los presentes aplaudiron al cardenal Leiva, quien es oriundo de España. Se ha presentado con su túnica púrpura y todas las prendas de un prelado. El cardenal comenzó su discurso:

- Señor presidente de los Estados Unidos de Norteamérica; señores presidentes de las repúblicas hermanas de América española; señores legisladores, señores representantes de las iglesias hermanas: Es para mí un honor representar a su santidad el papa en esta importantísima reunión. Hacen unos pocos años, el papa Juan Pablo II sacó a la luz su carta pastoral “Dies Domini”, la cual es una verdadera joya literaria de la cristiandad. Lo que más satisfizo al papa fue la aceptación de esta carta pastoral de parte de la mayoría de las iglesias evangélicas del mundo. Esto es un testimonio de ese deseo de unidad que permea el mundo cristiano de hoy.

“Desde que nuestro Salvador Jesucristo cambió el día de reposo, del sabat judío al día del Señor, la santa iglesia ha tratado de preservarlo para el bienestar de la familia cristiana. Las iglesias que formaron esta gran nación siempre nos han apoyado observando el día del Señor, el domingo. Pero para mediados del siglo 19, una organización religiosa se ha levantado contra el día del Señor. Esta secta ha estado difamando al papa, diciendo que es la bestia del Apocalipsis y acusando a la iglesia de ser la prostituta de la profecía. Y especialmente, se han levantado contra el día del Señor, el domingo santo. Nos han acusado de haber cambiado el reposo de Dios, cuando todos sabemos que fue el mismo Cristo, con su resurrección, que hizo el cambio que hoy todos nosotros reconocemos. Por estos años hemos sufrido esos insultos tranquilamente. Pero vemos que esta iglesia apóstata ha crecido, al punto que ya suman más de 15 millones en todo el mundo. En estos días han redoblado sus ataques a la madre iglesia y al santo papa de Roma.

“La humanidad está sufriendo desatres a granel. Hemos sido testigos de la destrucción de muchas ciudades. Hemos visto las epidemias que han azotado a tantos pobres en muchos países. Hemos sufrido con los que han perdido sus pertenencias en todo los países azotados. ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué tantas calamidades? ¿Es que Dios se ha olvidado de nosotros? ¡No, mis hermanos, no! Esto es sólo un mensaje que el Dios Todopoderoso nos está dando. Mientras la desobediencia a su ley continue, mientras le demos la espalda al santo mandamiento del sabat cristiano, el mal seguirá sobre nosotros. No permitamos que una minoría extrema, que ha blasfemado el día de Dios, se salga con la suya, causando el mal sobre los inocentes.

“Hoy estoy ante vosotros para reciprocar el apoyo que habéis dado al día de reposo de Jesucristo y a las directrices del Vaticano. Desde ahora os digo que tenéis la bendición del santo padre. La contribución de vosotros a la paz mundial comienza ahora. La familia os lo agradece; los trabajadores os lo agradecen, la tierra os lo agradece. La juventud del mundo ha de ser bendecida con esta ley. Ahora tendrán un día de esparcimiento, de solaz, para poder mirar la grandeza de Dios y alabar su glorioso nombre en su día santo.

“No tengo la menor duda que esto redundará en bendición para esta nación y para el mundo. ¡Que Dios bendiga a todo vosotros, amados legisladores! Que lo que vais a hacer hoy sirva para engrandecer a esta nación. Les bendigo a todos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.”

El aplauso no se hizo esperar. La gente se pone de pie y aplaude por largo tiempo al representante del Vaticano. Él levanta las manos y da una bendición a la concurrecia.

Aunque algunos presidentes estaban listos a expresarse en la magna reunión, el presidente del senado pidió que comenzara la discusión de la medida.

Luego que varios de los legisladores hablaron a favor del proyecto, el presidente del cuerpo autorizó al senador Contreras, presidente del caucus hispano y senador por Nueva York, presentar sus argumentos. Contreras se presentó al podio, entre las muestras de oposición de los presentes. Estas fueron sus palabras:

- Compañeros legisladores: Ustedes saben de qué lado estoy. No soy sabatista, ni Judío; pero estoy por la democracia. Nuestra constitución es clara respecto a que no se legislará en favor de religión alguna.

El presidente interrumpió al senador:

- Compañero: usted sabe muy bien que en el 1964 el tribunal supremo de la nación estableció que las leyes dominicales son leyes sociales. Usted ha estado en casi todas las reuniones de las comisiones y se ha hecho claro que nuestra intención con este proyecto es unificar la familia americana. Usted ha notado la intervención de los trabajadores. Ellos quieren más tiempo para disfrutar con la familia.

- Gracias señor presidente, pero usted también ha notado la insistencia de los grupos religiosos. No hay que ser muy sabio para darse cuenta de que, detrás de todo esto está la mano siniestra del fanatismo religioso. Lo que pido es que se enmiende la ley, para….

El legislador fue interrumpido de nuevo por el presidente:

- Usted ha propuesto eso en la pasada comisión y fue derrotado. Ya las enmiendas han sido aprobadas. Usted está fuera de orden.

- Sería muy fácil, señor presidente, permitir que haya libre expresión en este sentido; que se permita a los islámicos guardar su viernes; a los judíos y cristianos que creen en el sábado, guardarlo sin discrimen y a los que creen en el domingo, que sigan observándolo. Esta ley es innecesaria.

Nuevamente el presidente interrumpe:

- Usted está fuera de orden, señor senador. Ya le he dicho que no hay lugar para enmiendas, a menos que este cuerpo apruebe su sugerencia. Y usted sabe muy bien que no tiene los votos para eso. Así que doy por teminada su participación. Sírvase ocupar su lugar.

La gente hizo señal de aprobación a las palabras del presidente y el senador Contreras ocupó su lugar. El doctor Marcovich, senador por Massachussetts pidió la palabra y el presidente se la otorgó:

- Compañeros legisladores: Por varios años hemos estado estudiando y discutiendo sobre esta medida. Ha ido de subcomisiones a comisiones. Hemos oído a numerosos grupos religiosos dando sus opiniones y proponiendo enmiendas. Hemos escuchado también a los oponentes a la medida. ¿Quienes son? Los Judíos, y de ellos sólo los más intransigentes, y a las iglesias que se llaman cristianas, pero que están por el sábado de la vieja ley. Ya me cansé de esta gente. Quieren imponer a la mayoría sus puntos de vista.

“Yo no tengo nada en contra de estas iglesias, pero, ¿vamos a hacer caso a un grupo en detrimento de la gran mayoría de nuestro pueblo? Es ya hora de que obedezcamos lo que el pueblo demanda. La última encuesta demuestra que el 81 porciento de la población está de acuerdo con el domingo. ¿Qué esperamos? ¿Vamos a seguir postergando esto, mientras la nación perece? ¿O es que vamos a esperar que todo se venga al suelo? Ciertamente la conducta de esta minoría es criminal. No esperemos más. Pido a usted, señor presidente, que finalicemos la discusión y votemos la medida ahora.”

La mayoría de los senadores aceptó que se llevara a cabo la votación. Esta fue en secreto. Una papeleta ya preparada para la votación se pasó entre los legisladores. Era de color rojo. Tenía en un lado la palabra SI y en el otro NO. Los votantes sólo tenían que razgar la tarjeta y echar en la urna la parte que deseaban. La votación fue rápida. Para el escrutinio de los votos, se pidió al

senador por Nueva York que estuviera presente, ya que él era de los pocos que se opuso a la medida. Finalmente se dijo el resultado: el 96 porciento votó a favor y el 4 porciento en contra. Hubo gran júbilo entre la concurrencia. Unos a otros se felicitaban.

Un precedente se estableció ese día: el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica habría de firmar la ley recien aprobada por el senado. El presidente se acercó a la mesa presidencial y de inmediato se pusieron frente a él el nuncio papal y los líderes religiosos. El presidente firmó la ley y entregó la pluma al nuncio papal, quien la recibió con júbilo, diciendo:

- Será un gran regalo para su santidad.

Todos los miembros de la prensa se allegaron al escritorio donde el presidente decía:

- Hoy es un gran día para el mundo. Seguramente otros países imitarán la iniciativa norteamericana y las cosas irán mejorando en nuestro mundo. Creo que Dios está feliz: Hoy hemos establecido su santo mandamiento.

Muchos de los reporteros se volvieron al congresista de Nueva York, quien les comunicó:

- Hoy es el día más triste de nuestra nación desde el inicio de la guerra civil. Pronto veremos las consecuencias de esta errada ley. Lo que siento es que los humildes de la nación serán los que a la postre pagarán los errores de sus líderes.

- ¿Qué intenta usted decir con esto?, - preguntó un reportero.

- Lo que dije, amigo, que la nación ha de sufrir por esta ley anti democrática e irracional. Que no creo que Dios esté feliz, cuando se ha traspasado uno de sus mandamientos. La ruina espera a nuestra nación. Lo digo con pena, pero será así.

Las palabras del senador Contreras dejaron estupefactos a los reporteros. ¿Serían proféticas sus palabras? ¿O será uno más de los vaticinadores equivocados? El futuro lo decidirá.