Carta Abiera Al Senor J. Candeas Sobre Su Libro "Sabadismo"

Señor Candeas:

En su libro usted acusa a Elena White de ser una plagiarista, sin embargo, los argumentos suyos, más del 80%, son una copia de otros que antes que usted se han convertido en acusadores de los Adventistas del 7mo. Día. Para acusar a la señora White de plagiarista, usted se basa en las acusaciones del disidente Walter Rea. Usted no ha leído, léalo bien, NO HA LEÍDO el libro de Rea, porque si lo hubiera leído, se hubiera dado cuenta que las supuestas copias de la señora White son mínimas. El libro, escrito a dos columnas, no es ni siquiera un 5% de lo escrito por la hermana White. Y si contamos que la mayor parte son paráfrasis de los autores y copias parciales, entonces, las copias no son ni un 1%. Las suyas sobrepasan muchísimo a las de ella.

Usted NO HA LEÍDO el libro El Conflicto de los Siglos. Si lo hubiera leído, no hubiera escrito los disparates que ha escrito sobre él. Le pregunto, señor Candeas, si usted fuera comisionado para escribir un tratado sobre los romanos, los griegos o los caldeos, ¿que haría usted? ¿Transportarse en una máquina del tiempo? ¿O estudiaría usted libros al respecto? Pues mi amigo, eso fue lo que hizo la señora Elena White. Para hacer la parte histórica del libro, usó a otros autores. Pero la segunda mitad del libro es pura profecía, muchas de las cuales ya se han cumplido asombrosamente. Le recomiendo que las lea, para que pueda entonces juzgar. Además, amigo, la señora White ha escrito más de 60 libros y hay todavía mucho material inédito.

Cuando Rea levantó la acusación de plagio, las oficinas centrales contrataron a un abogado especialista en derechos de autor, CATÓLICO, para que investigara y le diera un informe. Este profesional estuvo por varios meses entregado a la lectura de algunos libros de la autoría de la señora White. ¿Resultado? No sólo exoneró a la autora de ser plagiarista, sino que indicó que la lectura había cambiado su vida.

Usted acusa a Miller de ser un agente del diablo. Su juicio es muy severo y falso. Miller fue sincero y la prueba es que pidió perdón a la gente por sus conclusiones en cuanto a las profecías. Usted mismo lo dice, sin inmutarse y reconocer su juicio equivocado.

Usted se equivoca al decir que fue sólo Elena White la fundadora del mensaje adventista y del sábado. Ella aceptó el sábado en el 1846, luego de casada con Jaime White. Antes del chasco milerita, había una iglesia en Washington New Hampshire, dirigida por el pastor milerita Federico Wheeler, la cual guardaba el sábado. Este pastor fue convencido por una señora Bautista del 7mo. Día de nombre Raquel Oaques. Así que, señor Candeas, el sabadismo no fue inventado por los adventistas.

Es una pena que usted mire al adventismo a través del ojo prejuiciado de Canright. Este renegado, luego que fue ayudado por los White, le dio la puñalada por la espalda. Canright fue un gran predicador, pero orgulloso. Dejó el adventismo porque deseaba el reconocimiento que una iglesia joven y pobre no le podía dar. Como usted desconoce la obra ministerial de Elena White, quiero transcribirle sólo una oraciones de una carta que la señora White escribió a D. M. Canright, el 15 de octubre del 1880:

“Me ha entristecido el enterarme de su decisión, pero tenía razones para esperarla.. . Satanás está rebosante de alegría porque usted se ha apartado del estandarte de Jesucristo, y se ha colocado bajo su propia bandera. Ve en usted a una persona a quien puede convertir en un agente valioso para edificar su reino... Usted ha querido exaltarse demasiado, y realizar manifestaciones que llamaran la atención y hacer ruido en el mundo, y como resultado de esto, su ocaso ciertamente será en tinieblas... ¿Qué anotaciones concernientes a usted están registrando los ángeles? ¿Cómo hará frente usted a ese registro? ¿Qué excusa presentará usted a Dios por su apostasía? Usted siempre ha deseado realizar una obra grandiosa. Si se hubiera conformado con hacer su obra pequeña con exactitud y fidelidad, esto hubiera recibido la aprobación del Maestro... El hombre que se alejó deliberadamente de Dios mientras andaba a plena luz, cuando desee regresar e él, encontrará que espinas y abrojos han crecido en su senda, y no debe sorprendese ni desanimarse si se ve obligado a recorrer un largo trecho con los pies heridos y sangrantes... Si usted ha abandonado su fe con tanta facilidad, esto se debe a que nunca afirmó debidamente las raíces de su fe. Le ha costado demasiado poco... Le ruego que se mantenga bien alejado de los que creen la verdad, porque si usted ha elegido el mundo y los amigos del mundo, debe buscar su compañía. No envenene la mente de otras personas ni se convierta así en el instrumento especial de Satanás para trabajar por la ruina de las almas... Ahora, Hno. Canright, por el bien de su alma, aférrese firmemente de la mano de Dios, se lo ruego... Que Dios lo libre de la trampa de Satanás es mi oración” (citado del libro Mensajes Selectos, Tomo 2, Págs. 185-193).

La carta es muy larga y constituye una profecía del fin de Canright. Su secretaria, la que fue por toda su vida, escribe que sus últimos días fueron de tristeza y agonía. Trate de ver el libro “Yo Fui la Secretaria de Canright”.

El tema del Santuario, señor Candeas, es demasiado para usted. No lo puede entender. Si Moisés construyó el santuario terrenal mirando al modelo que Dios le presentó en el monte, luego, hay un santuario en el cielo, “el verdadero tabernáculo que el Señor asentó y no hombre” (Hebreos 8:2). Según el santuario terrenal era purificado con la sangre de los animales, “las mismas cosas celestiales (son purificadas) con mejores sacrificios que estos” (Hebreos 9:24).

Cuando estudiamos los servicios del Santuario terrenal, descritos en el libro de Levítico, podemos apreciar más la obra de Cristo y su sacrificio en favor nuestro. El sumo sacerdote con sus ayudantes oficiaba en el lugar santo por todo el año. Pero en el día de la expiación, hacía un servicio especial, descrito en Levítico 16.

Usted, como los otros detractores del adventismo no entienden la labor de Cristo en el Santuaruo celestial. Él subió al cielo y se convirtió en el Sumo Pontifice de la iglesia, haciendo lo que el sacerdote hacía una vez al año, pero Cristo “una sola vez” entró al santuario y saldrá de ahí cuando culmine su obra de expiación y esté listo a efectuar su segunda venida.

Ustedes nos acusan de enseñar que Cristo no efectuó una obra completa en la cruz. FALSO. Enseñamos que Cristo, como Dios e Hijo de Dios, “se sentó a la diestra” del Padre, pero como sacerdote, su obra se limitó a lo que equivale al lugar santo. Por eso Juan lo vio entre siete candeleros, que es un mueble del lugar santo (Apoc. 1:12,13). Esto no es extraño a la Biblia, señor Candeas, pues leemos en Levítico que habían sacrificios de expiación todos los días. Entonces, ¿para qué un día especial de expiación? Esto es sencillo, pero a ustedes no les ha amanecido la luz. No pueden entender. La verdad les es oculta. Vea usted: El sacerdote sperjaba la sangre de los sacrificios y el Santuario era contaminado. La obra del servicio anual era para limpiar o purificar el santuario.

En la era cristiana, el Santuario que funciona es el del cielo y el Sumo sacerdote es Cristo. Aunque Él hizo expiación por nosotros, nuestros pecados contaminan el santuario. Aunque hemos profesado fe en Cristo y nuestros nombres están escritos en el libro de la vida, eso no es garantía, porque los libros son revisados y algunos nombres pueden ser borrados (Apoc. 3:5). Eso es lo que llamamos el Juicio pre advenimiento. ¿Cómo lo sabemos? Porque en Apoc. 22:12, Cristo dice que viene “con el galardón”, para “pagar a cada uno según su obra”. En otras palabras, ya se está celebrando la primera parte del juicio en el cielo, juzgando los nombres escritos en el libro de la vida. Daniel nos dice que en el “tiempo de angustia” serán librados “los que quedaren en el libro” de la vida (Daniel 12:1).

¿Y cuándo comenzó ese juicio pre- advenimiento? Para saber esto, hay que recurrir a Daniel 8:13,14, donde da un plazo de “dos mil tresceintas tardes y mañanas” para que “el santuario” sea “purificado”. Para contradecir al adventismo, usted y todos los católicos y protestantes dicen que estos días son literales y que se refieren a los sacrificios cumplidos en los días de los Macabeos. Entienden que la “abominación asoladora” que dice Daniel 8:11,12, se refiere a Antíoco Epífanes. Pobre gente. Le repito: no les ha amanecido. ¿Como es posible que esto de la “abominación asoladora” se refiera a Antíoco que vivió 3 siglos antes de Cristo, cuando el mismo Jesús menciona esto como algo del futuro (Mateo 24:15)?

Usted y los suyos dicen que los días de Daniel 8:13 y 14 no son días literales, sino meras “tardes y mañanas”. Pero esa expresión es dada en Génesis 1:5. Es extraño cómo sólo en este texto se usa esa expresión, pero no cabe la menor duda que se refiere a días. En cuanto a interpretar “días” como “años”, aunque usted lo contradiga, usted mismo usa ese método para las 70 semanas de Daniel 9. Nosotros, con el mismo derecho que ustedes lo hacen con Daniel 9:24-28, nosotros lo hacemos con Daniel 8:13,14.

La “abominación del asolamiento”, señor Candeas, es el mismo Anticristo o la bestia y se refiere al poder papal, aunque usted no lo acepte, porque está siguiendo muchos de sus dogmas. Todas las profecías de Daniel 7 y 8 y Apocalipsis 13 se cumplen perfecta y detalladamente en el sistema papal. De esta entidad, la profecía dice que “pensará en mudar los tiempos y la ley” (Daniel 7:25). ¿Ha visto usted el catecismo católico? ¿Ha notado como han descuartizado los diez mandamientos?

La profecía de Daniel 8 menciona que los 2,300 días son para purificar el Santuario. Además de la revisión del libro de la vida, la profecía apunta hacia un pueblo que habría de desenmascarar al Anticristo. Usted y los suyos esperan en el futuro a un personaje que identifican como el Anticristo, pero él lleva ya 1,500 años haciendo de las suyas con sus errores y persecuciones. Tenía que venir un pueblo, un movimiento para hacer clara la obra de la bestia. Al final de esos 2,300 días (años), en el 1844, Dios levantó a la Iglesia Adventista del 7mo. Día. Esta es la única entidad que está diciendo al mundo la obra del papado, porque ustedes, los protestantes, se han embriagado con el vino de Babilonia, que es la gran iglesia medieval. Ustedes creen en el domingo pagano y lo defienden y creen en la inmortalidad del alma, que son los dos errores capitales del romanismo.

Usted, señor Candeas, como los otros enemigos de la verdad, se gozan en hablar contra la ley. Rechazan que la ley moral sea diferente a la ceremonial. Dicen que el concilio de Jerusalén no le dio importancia a los 10 mandamientos, porque la decisión del concilio no los incluía. Oiga, amigo, pero el documento apostólico tampoco decía a los gentiles que no robaran, ni mintieran, ni codiciaran; que no desobedecieran a los padres, que no mataran; que no tuvieran otros dioses ni ídolos. ¿Quiere decir que estaban autorizando a los creyentes gentiles que cometireran una abierta rebelión contra los 10 mandamientos? Por favor, señor Candeas, estudien un poquito más y profundicen en la Palabra de Dios. Dios no se puede contradecir. En Él “no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:17).

Lo dicho sobre la ley también se refiere al Sábado de Jehová, porque no hay lugar en la Biblia donde se divorcie este mandamiento de los otros 9. Usted se atreve a decir la barbaridad de que el cuarto mandamiento no se menciona en el Nuevo Testamento. Nada más lejos de la verdad. ¿Es que usted pretende que Cristo promulgue de nuevo la ley que escribió con su dedo en las tablas? La frase “la ley” en el NuevoTestamento, a menos que el contexto no diga otra cosa, se refiere a toda la revelación dada por Dios a Moisés y en pocas partes, a todo el Antiguo Testamento. Pero los 10 mandamientos, aunque Moisés los menciona, fueron hablados por Dios y escritos por su propio dedo (Éxodo 31:18). Esto hace esta ley o Decálogo totalmente diferente a la ley de Moisés. Esta última es transitoria; la otra es tan eterna como su Dador.

No voy a citar los muchos textos que mencionan el sábado en el NuevoTestamento, aunque sé que usted no lo sabe o no quiere saberlo. Pero hay dos pasajes que le quiero citar. El primero está en Mateo 24:20. En él Cristo menciona que los discípulos debían orar “porque su huida no sea en invierno ni en sábado”. Todos sabemos que la toma de Jerusalén por Tito fue en el año 70 DC. En ese tiempo, los discípulos todavía estarían observando el sábado. Fue más tarde, desde mediados del siglo 2ndo., que algunos grupos cristianos, por temor a que los confundieran con los judíos perseguidos, fueron dándole cierto cariz de santidad al domingo de los paganos.

Algunos de los llamados “padres de la iglesia” de los primeros siglos, influenciados por dogmas paganos, han escrito que hacían cultos en el 1er. día de la semana, que no se ocultan para decir que era el “día del sol”. El edicto de Constantino el 7 de marzo del 321 no fue influenciado por papa alguno, sino por el mitraísmo, que consideraba a Mithra el dios del sol en Persia. Los soldados de Constantino hicieron de este dios persa su patrón y reforzaroin se culto en el imperio. Luego, a mediados del siglo 4to., la Iglesia Católica, en el Concilio de Laodicea, hizo el cambio final.

¿A qué día Jehová llama “su día santo”? No es al domingo ni otro día, sino al sábado (Isaías 58:13). ¿De qué día Jesús se proclamó “Señor”? No, señor Candeas, no fue del domingo sino del día que siempre ha sido su día: el sábado (Mateo 12:8).

Si Cristo violó el sábado, violó uno de los 10 mandamientos, y entonces es un pecador, porque la única definición de “pecado” en toda la Biblia es: “transgresión de la ley” (1 Juan 3.4). Amigo: si Cristo violó, aunque fuera someramente uno de los 10 mandamientos, se constituiría en un transgresor, pecador, y su muerte en la cruz sería por su propio pecado y la humanidad estaría irremisiblemente perdida.

El texto de Apocalipsis 1:10, señor Candeas, no dice “dominical”, sino “día del Señor”, del griego “Kuriaké Emera”. El día del Señor no es el que el hombre escoja y mucho menos el día que los paganos dedicaban a su dios sol, sino el que Dios ha bendecido y santificado desde el principio: el SÁBADO. La iglesia de Roma ha hecho del domingo la marca de su autoridad. Y lo peor es que los protestantes han seguido su dogma dominical.

Los adventistas, o sabadistas, como usted nos llama, nos regimos por la Biblia. Aunque leemos los libros de Elena G. de White, nuestras doctrinas son puramente bíblicas. No se equivoque señor, conocemos mejor que muchos lo que es la Palabra de Dios.

En su carta, señor Candeas, usted me invita a convertirme a Cristo. Usted está atrasado, mi amigo, ya eso lo hice hacen 46 años. Pero además de convertido a Cristo, estoy convencido de la verdad.

Ojalá tenga usted tiempo de arrepentirese de sus difamaciones contra el pueblo de Dios. Me retiro de usted con este texto de Isaías 54:15,17: “Si alguno conspirare contra ti, será sin mí: el que contra ti conspirare, delante de ti caerá. Toda herramienta que fuere fabricada contra ti, no prosperará: y tú condenarás toda lengua que se levantare contra ti en juicio. Esta es la heredad de los siervos de Jehová, y su justicia de por sí, dijo Jehová”.

Luis G. Cajiga

PD. Esta carta, señor Candeas, no es respuesta a su muy atenta carta, sino a su profano libro “Sabadismo”. Como individuo, le respeto profundamente, pero permítame decirle que su libro es increíblemente falso, carente de tacto e insultante.