El Don De Lenguas

En el mundo religioso de hoy encontramos un movimiento vertiginoso que pretende poseer el Espíritu Santo en cumplimiento a la promesa de Cristo de enviar su poder especial en los últimos días. Vemos por doquier iglesias y agrupaciones “hablando lenguas”. Este don carismático es colocado por encima de los otros dones que se mencionan en 1 Corintios 12. Se hace ver a la gente que si no “hablan lenguas” no poseen el Espíritu. Muchas personas sinceras, como no “hablan lenguas” se sienten rechazadas por Dios. Otros, queriendo hallar aceptación en el grupo, comienzan a repetir las “lenguas” que los predicadores sugieren.

¿Cómo ha surgido este concepto de “lenguas desconocidas” en las iglesias llamadas pentecostales o carismáticas? Antes que nada, quiero hacer claro que el don de lenguas es bíblico. El mismo Jesús lo predijo en Marcos 16:17: “Y estas señales seguirán a los que creyeren: en mi nombre… hablarán nuevas lenguas.” ¿Y que significa hablar “nuevas lenguas”? Es un don del Espíritu Santo, mediante el cual esta Persona Divina toma posesión de las cuerdas vocales y produce un lenguaje diferente al que la persona poseída habla.

La predicción de Jesús se cumplió en Pentecostés. El acontecimiento es narrado en el capítulo 2 de Hechos de los Apóstoles. A los que promueven las “lenguas” les agradan los versos 1-4. Veamos: “Y como se cumplieron los días de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos; y de repente vino un estruendo del cielo como de un viento recio que corría, el cual hinchió toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, que se asentó sobre cada uno de ellos. Y fueron todo llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen..” Hasta aquí, la parte del pasaje de Hechos 2 que citan tan a menudo los pentecostales. Pero, haciendo valer el dicho: “El texto sin el contexto es un pretexto”, vamos a ver el resto del pasaje.

Veamos los textos desde el 5 hasta el 11: “Moraban entonces en Jerusalem Judíos, varones religiosos, de todas las naciones debajo del cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: He aquí ¿no son Galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en que somos nacidos? Partos y Medos, y Elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea y en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Phrigia y Pamphilia, en Egipto y en las partes de África que está de la otra parte de Cirene, y Romanos extranjeros, tanto Judíos como convertidos, Cretenses y Árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios”. Ya podemos ver por qué estos versos no se citan. Sencillamente Revelarían el fraude de las lenguas en los movimientos modernos. En las citas anteriores he puesto en letras negritas las palabras que tienen que ver con “lenguas”. Vemos que, desde la cita de Jesús hasta las de Hechos, se mencionan “otras lenguas”, “su propia lengua”, “nuestras lenguas en que somos nacidos”, y “nuestras lenguas”. En ninguna de estas palabras podemos hallar ni la más mínima idea de que estas lenguas eran palabras sueltas sin significado alguno, como vemos en estas iglesias de hoy.

Es más que claro que la palabra “lengua” es lo mismo que “idioma”. Una vez escuché a un predicador decir que cuando la Biblia habla de las “lenguas” como el don del Espíritu Santo, usa la palabra griega “Glossai”, mientras que para designar los idiomas se usa “Dialékto”. Para descifrar el enigma, veremos que en el mismo pasaje, Lucas usa ambas palabras. Aunque en 4 de ellas usa “Glossai”, en el verso 8 usa “Dialékto”. Así que para el autor del libro, las palabras son sinónimas.

¿Cómo fue que se manifestó el don de lenguas en Pentecostés? Esta fiesta hebrea se celebraba 50 días después de la Pascua. Conmemoraba la data de la ley en el Sinaí y también era una fiesta de agradecimiento a Dios por las cosechas. Para esa ocasión, se hallaban en Jerusalem miles de Judíos, que, luego de celebrar la Pascua, quedaban en la ciudad para Pentecostés.

Los discípulos, unos 120, habían estado en Jerusalem aguardando la promesa de Jesús de enviar sobre ellos “poder de lo alto”. Estaban en oración, cuando vino el “viento recio” que llenó toda la casa. Esa fue la primera señal, la cual atrajo la atención de la multitud. Luego aparecieron sobre los creyentes las “lenguas (griego Glossai) de fuego”, que fue la segunda señal. La tercera fue el escuchar a los discípulos, todos gente sencilla, sin educación formal, hablando diferentes idiomas. Podemos imaginar, siendo que habían unas 16 lenguas diferentes representadas en la multitud, que estos creyentes se dividieron en grupos hablando diferentes idiomas. La gente se acercó a los grupos que hablaban sus respectivas lenguas. En medio de las alabanzas, oraciones y cortos mensajes, Pedro dio su discurso que fue traducido en todos los idiomas allí representados. Fue un día glorioso. Unas 3,000 personas se decidieron por el Evangelio de Jesucristo.

En ese tiempo, cuando el mensaje de Cristo comenzaba a ser predicado, el don de lenguas era esencial. Ya hoy, con iglesias en todas las naciones del mundo y en todas las lenguas, el don no es tan esencial; aunque si se diera una circunstancia parecida a la de Pentecostés, el Espíritu Santo obraría de igual forma con el don de lenguas. Según Pablo, el don se divide en dos partes: hablar en lengua y traducir la lengua extraña. Dios puede usar a una persona hablando un idioma que él no conoce, o usar a algún hermano traduciendo a la lengua de la congregación el mensaje traído por el predicador extranjero. El problema hoy es que en una congregación de habla castellana, y el predicador también habla esa lengua, pero de repente interrumpe su alocución para introducir unas palabras sueltas, sin sentido. En una predicación escuchamos las siguientes palabras, bajo las cuales colocamos su significado en nuestro idioma:

ABBA

Padre,

SHAMA

desierto

LABA

león rugiente

ISHA

Mujer (iglesia),

BAZA

corta en pedazos

ABBA

(al) Padre

SHATA

(y) ponlo a un lado

ABBA

Padre,

SHAMA

desierto

LA’YA’HA

indecente

Como pueden ver, Satanás cuela, entre los mensajes de estos predicadores, palabras blasfemas contra Dios. Un ex pastor pentecostal, en su libro “Praise the Lord”, nos cuenta de una experiencia vivida en una de sus iglesias: Una pareja de japoneses visitó su iglesia Él le indicó que su congregación practicaba el “don de lenguas”. Durante el culto, uno de los miembros de la iglesia habló en “lenguas”. Al final, el pastor dijo a la pareja: ¿Vieron ustedes como se manifestó el Espíritu Santo hoy en nuestro medio? Sí, dijo el caballero, ese hermano habló en perfecto idioma japonés. Pero lo que dijo, no me atrevo a traducirlo a usted, pues fueron tremendas blasfemias contra Dios.

En una ocasión, mientras escuchaba un programa radial evangélico, un predicador pentecostal contaba sus experiencias en Rusia. El moderador le preguntó en qué idioma se comunicó con los rusos. Yo pensé: ahora va decir que habló ruso o que un ruso le tradujo del español. Pero el entrevistado, con toda candidez, dijo que habló en inglés, idioma que conocía, y que un hermano ruso que sabía inglés, le tradujo al idioma de la congregación. Obviamenta nadie allí entendía el español. Tanto que hablan del don de lenguas, sin embargo, cuando se produce de verdad la circunstancia, este no aparece. Es muy fácil engañar a una congregción con palabritas extrañas sueltas, pero la verdad es que el don bíblico no está presente.

Todo el que se aventura en esto corre un gran riesgo. No es que no creamos en este don carismático. El mismo Pablo escribió: “…no impidáis el hablar lenguas “ (1 Cor. 14:39). Lo que sucede es que hoy la iglesia está en todo el mundo y en las grandes ciudades contamos con iglesias de varias nacionalidades con sus respectivas lenguas.

Veamos algunas de las “lenguas” que se escuchan a menudo en los cultos de avivamiento. Estas son del predicador G: SILA, JAIA, SAMA, ASA, JAIA, MAKILA, URRA, LAJAIA, ILA, SAIA; las del predicador R: YENDO, KABA, SHENDA, LABA, TALÁIAMA, HEMA, LA, KABA, TOIA, MAIA, LE MANSO, RAMALAIA, TÓLEMA, TALAMASAIA. Veamos las del evangelista Y: KAIA, SAMA, IA, RASA, KAIA, KIMA, MARRA, KALA, JAI, SÓMALA, CAMA, KIA, SÓBALA, RAMAIA, JALA, LUKU, BAIA, SÍQUEMA, MARRA, KILA, SÓJOBA, MARRA, KAI, SABA, MÁRRALA, KÍA, RASCA. Uno que dijo unas palabras interesantes fue el predicador M. Veamos: LAJA, CITA, URRA, BACA, TA, LA, JAIA, ANDA, LA, KATA, LA, SAIA, ORRA, BAKA, TA, LA, ISTA, LAJA, ANDA, LA, QUI, CASITA, ÁNDELE, KÍA, SAIA.

No hay que ser un experto en lingüística para darnos cuenta que estas palabras no pertenecen a lenguaje conocido alguno, a no ser por algunas muy parecidas a la lengua española, como RASA (algo que es plano), URRA (expresión de júbilo), YENDO (pasado del verbo ir), SÓBALA (del verbo sobar), CAMA (lugar donde nos acostamos a dormir), JALA (del verbo jalar), SILA (nombre de mujer), RASCA (del verbo rascar), MANSO (persona o animal tranquilo), ANDA (del verbo andar), LAJA (piedra), CITA (palabra común para encontrarse con alguien), SAIA (o saya, falda), BAKA (o vaca, rumiante vacuno), CASITA (una casa pequeña), ÁNDELE (del verbo andar). Como podemos ver, cada predicador inventa las palabras de acuerdo a su propio idioma. Al colocar las palabras en desorden suenan extrañas y fácil para confundir. Algunos son muy creativos, añadiendo de vez en cuando algunas palabritas nuevas, pero en general, las “lenguas” habladas son siempre las mismas.

No falta quien diga que las “lenguas” que habla son “lenguas angelicales”. Pablo menciona las lenguas “angélicas” en 1 Corintios 13:1. Pero él lo dice como un ejemplo. Ningún ser humano ha hablado jamás la lengua de los ángeles. Este idioma es para ellos hablar entre sí. En cada caso en que Dios ha enviado ángeles con algún mensaje, este ha hablado en la lengua de los hombres. Usted puede no saber italiano, francés o portugués, pero reconoce que suenan muy bonitos; pero las pretendidas lenguas que hablan estos sectarios es muy fea y no corresponde a lenguaje alguno.

Si alguien posee el don de hacer sanidades, pero en la iglesia todos están sanos, su don se hace inoperante. Lo mismo pasa con el don de ayudas; no puede manifestarse si en la iglesia todos están bien económicamente. Pues bien, de igual manera si usted posee el don de hablar otros idiomas, pero en la iglesia todos hablan la lengua suya, entonces su don no es necesario. Por eso Pablo dice: “Procurad los mejores dones”. Hoy como nunca antes, el don de profecía es el más necesario. El mundo necesita conocer el mensaje final de Dios. Hombres y mujeres, si lo desean y cumplen lo requerido por el Señor, pueden ser portavoces de Cristo en estos últimos días. Si en alguna circumstancia hiciere falta el hablar en otros idiomas, Dios usará a alguien con este singular don. Pero hoy, con la confusión reinante al respecto, tenemos que estar en guardia contra los engañadores y manipuladores que, pretendiendo tener el don de lenguas, confunden a las masas con unas palabritas sin sentido que insertan en sus mensajes.

El fraude de las lenguas tiene otra vertiente: los intérpretes. A veces es el mismo predicador que “traduce” o “interpreta” las lenguas que ha pronunciado. Pero hay casos en que el “intérpete” es otra persona, tan mentirosa como el hablador de “lenguas”. ¿Cómo se puede traducir una palabra que no tiene significado?

He oído a un predicador decir: “Sila, maia, urra, la, banda”. El “intérprete” dice: “El hermano quiere decir que Jesús viene pronto y debemos estar listos.” En otra ocasión el predicador dice las mismas palabras: “Sila, maia, urra, la, banda” y el mismo “intérprete” dice: “El mensaje es: En la iglesia hay pecado. Dios está llamando al arrepentimiento.” ¿Qué idioma es este que una vez significa una cosa y luego otra?

En una ocasión, en un culto muy concurrido, un miembro de la iglesia se levantó, en medio de la predicación del pastor, y dijo uno de los salmos de la Biblia en el idioma inglés. (En Puerto Rico, la mayoría de la gente sabe algo de inglés, y un buen porciento lo habla con fluidez.) Al finalizar, el pastor dijo que el hermano estaba hablando “en lengua desconocida”, como indicando que él estaba hablando por el don bíblico. El pastor es un doctor en teología muy renombrado en mi país, pero en esta ocasión “se le fue la mano”. A veces, como dice Pablo, algunos hombres, “diciéndose ser sabios, se hicieron fatuos (Romanos 1:22)”.

1 CORINTIOS 14

El capítulo que más se tergiversa hoy es 1 Corintios 14. Algunos alegan que el caso de Corinto es diferente al de Pentecostés. Pero sólo hay un don de lenguas, el que Jesús mencionó en Marcos 16:17.

Una de las razones que dan los pentecostales para ese fenómeno es el texto de 1 Cor. 14:2, el cual reza: “Porque el que habla en lenguas, no habla a los hombres, sino a Dios; porque nadie le entiende, aunque en espíritu hable misterios.” Tomado a la ligera, el texto parece respaldar este movimiento moderno. Pero una vista al contexto dice algo diferente. Pablo dice: “…quisiera que todos vosotros habláseis lenguas…” Luego de hacer la aclaración de lo que debe ser el hablar en lenguas en los versos 4-8, Pablo dice, en el verso 9: “Así también vosotros, si por la lengua no diéreis palabra bien significante, ¿cómo se entenderá lo que se dice? porque hablaríais al aire.”

El verso 13 contiene una orden del apóstol: “Por lo cual, el que habla lengua, pida que interprete.” Eso quiere decir que si no hay quien interprete, no debe hablar a la iglesia. Luego dice que la oración debe ser en la lengua del pueblo para que haya edificación, pues nadie puede responder “Amén” si no entiende lo que se está diciendo. (versos 14-17). Pablo se pone como ejemplo, ya que sabía varias lenguas, pero en la iglesia prefería hablar en la lengua de sus oyentes, para dejarse entender.

Visto de acuerdo al contexto, entonces podemos volver el verso 2, que dice que nadie entiende al que habla en “lengua desconocida”. Sencillamente, aunque el apóstol no descarta el verdadero don de lenguas, está hablando del uso indebido de idiomas extranjeros en la congregación. Usted puede cantar u orar en su lengua y se edifica, pero el que no lo entiende queda sin alimento.

Los textos más importantes del capítulo, los que los pentecostales nunca mencionan, son los versos 27 y 28. Veamos: “Si hablare alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; mas uno interprete. Y si no hubiere intérprete, calle en la iglesia y hable a sí mismo y a Dios.” Ahora vemos por que no usan estos versos, pues los desenmascara como engañadores. Los que asisten a la iglesia y hablan una lengua distinta, tienen que buscar un intérprete; de lo contrario, les está vedado el predicar o hablar a la congregación. Pero notemos fijamente el verso 28. Dice que al que no pude predicar por causa de su lengua extraña, que “hable a sí mismo y a Dios.” Aquí se cae el mito de que las lenguas que hablan hoy los carismáticos y pentecostales son por el Espíritu Santo y no tiene por qué ser entendidas por el que las habla. Sencillamente, el que habla otra lengua, aunque no puede dirigirse a la gente reunida, puede orar, leer su Biblia o cantar en su idioma y Dios lo escucha y él mismo “se edifica”. Así que los que hablan “en lenguas” sí saben lo que dicen.

Otra cosa que el verso 27 aclara, y que ninguna iglesia pentecostal sigue, es que en el culto una gran parte, sino todos, hablan “lenguas”. Finalmente, el director del culto toca una campanilla para que el espectáculo termine. Estos señores dicen que nosotros, los que no aceptamos ese hablar en supuestas lenguas, estamos blasfemando a Dios al desenmascararlos. Pero no se dan cuenta que son ellos los que están blasfemando a Dios. Decir que un verdadero don de Dios proviene de Satanás, es blasafemia; pero también decir que un acto que es obviamente realizado por hombres es de Dios, también constituye una blasfemia.

Los adventistas somos acusados de ser una iglesia “fría”. Pero si la “calentura” es repetir constantemente palabras tales como “Aleluya”, “Gloria a Dios”, “Santo”, “Él Vive”; cantar himnos de forma estridente y con gritos; oir predicaciones donde el orador se pasa repitiendo esas palabras y hablando las supuestas “lenguas”, entonces prefiero ser “frío”. La evidencia mayor de que sí contamos con la presencia del Espíritu Santo es mantener una iglesia unida en todo el mundo y predicar las verdades más grandes que jamás pueblo alguno ha tenido. Yo prefiero el “silbo apacible y delicado” al alboroto insensato de los modernos baales.

No es que decir “Aleluya” o “Gloria a Dios” sea incorrecto. El problema es que estas palabras se convierten en muletillas cuando se repiten constantemente. “ALELUYA” es una palabra litúrgica, que aparece sólo en los Salmos y el Apocalipsis. Significa “Alabad a Jehová” y debe ser considerada con el debido respeto. No es para estar repitiéndola. Hay predicadores que, además de repetir estas palabras y de gritar, interrumpen de vez en cuando su mensaje para colocar las “lenguas”. Todo esto es para disfrazar su sermón improvisado, alardeando poseer el don bíblico.

Recuerdo haber visto a un pastor que llamó al altar a los que no habían recibido el “Espíritu”. Un buen grupo pasó adelante y él le hacía dar vueltas y repetir las palabras “Bautízame, Señor”. Finalmente la persona caía mareada y pronunciando unas palabras, que más bien eran fruto de su estado anímico. Pero el predicador declaraba a la persona ya “bautizada en el Espíritu”.

Nunca he podido olvidar la expeiencia de un cantante cristiano que fue a cantar a una iglesia y el pastor le preguntó si había recibido el Espíritu. Él le contestó que sí, que había experimentado la salvación y reconocía a Cristo como el Señor. El pastor entonces le preguntó que si había hablado “en lenguas”. El cantante respondió que no, pero que no lo creía necesario. El pastor le dijo: “Hoy tú vas a hablar en lenguas”. Puso a la iglesia a orar y le colocó las manos en la cabeza al cantante, mientras oraba en voz alta, pidiendo que el Espíritu viniera sobre él. Varias veces trató de empujarlo para que se cayera, pero el hermano se mantuvo en pie. Aunque el pastor insistió por algún rato, el cantante no dijo palabra alguna y el pastor quedó chasqueado. Conocí a este cantante y varias veces compartí con él en su casa. Hoy descansa en el Señor. Fue un gran cristiano lleno del Espíritu Santo.

Un caso que me conmovió fue el relatado por la radio por el presidente de una de las iglesias pentecostales de Puerto Rico. Contó que una vez, en una de estas iglesias, el pastor se adelantó a una viejecita que estaba en uno de los asientos del frente. La señora estaba muy tranquila y meditando mientras la gente estaba agitada y hablando “lenguas”. El pastor le puso una mano en la cabeza y le dijo que iba a orar para que recibiera el fuego del Espíritu santo. La anciana le respondió: “Pastor, no me toque, porque se puede quemar.” El que narra la esperiencia dijo que esta ancianita tenía más del Espíritu que el resto de los que estaban alborotados.

Una experiencia más. Un día fui llamado a la casa de un joven porque su novia estaba endemoniada. Al llegar a la casa con un amigo, el joven estaba sosteniendo los brazos de la muchacha que estaba sobre un camastro. Comenzamos a orar y a citar versos de la Biblia y de pronto aparecieron dos jóvenes pidiendo orar. Se lo permitimos y uno de ellos comenzó su oración. De pronto interrumpió y dijo “Sota Ka Bai”. Yo le dije en voz alta: “Aquí estamos bregando con el demonio y usted viene con esas palabritas. Haga el favor de orar en cristiano”. El joven prosiguió y luego salió apresuradamente con su compañero. Gracias a Dios la joven fue liberada del demonio que la tenía dominada. Esta fue una de varias veces que he tenido que reprender a personas que en mi presencia se ponen con ese espectáculo tan anti bíblico.

LAS “LENGUAS” EN LA PROFECÍA DE APOCALIPSIS 13

El capítulo 13 de Apocalipsis presenta las dos bestias. La primera representa el poder papal. La segunda a los Estados Unidos de Norteamérica. Para propósitos del tema, consideremos el verso 13. Hablando de esta segunda bestia, nos dice que “hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres.” El fuego es símbolo del Espíritu Santo. Esta profecía apunta hacia un movimiento que pretende que el Espíritu de Dios ha descendido a la tierra.

Para el 1902, luego de varias agrupaciones aisladas, se estableció en los EU la primera iglesia de corte pentecostal que pretendía “hablar en lenguas”. Con el correr de los años, se han formado varios millares de iglesias de avivamiento, incluyendo las llamadas “Iglesias Independientes”. Todas tienen un denominador común: “hablan en lenguas”. Estas sectas están dividiéndose constantemente, pero los que las dividen se llevan consigo las “lenguas”. Aunque a veces tienen doctrinas y prácticas muy diferentes y hasta se pelean entre sí, siguen hablando sus “lenguas” y realizando supuestos “milagros”.

Cuando en una iglesia alguien que está obviamente en pecado abierto comienza a hablar “en lenguas”, dicen que esto es “reprensión”, aunque las “lenguas sean las mismas que hablan los más consagrados.

Hoy puede verse ese sistema de cultos alborotosos y el hablar en “lenguas” en las una vez serias iglesias protestantes y hasta en la Iglesia católica, con la llamada “Renovación Carismática”.

En mi país hay varios “evangelistas”, considerados internacionales, que anuncian cruzadas donde prometen la realización de sanidades. Han llegado a decir que ponen platificaciones en las muelas. Pero, ¿no es cierto que si Dios quiere sanar una muela la pone nueva, no remendada? ¿Y que diremos de los que dicen que quitan libras a los gordos y aumentan a los delgados? ¿Y los que le ponen pelos a los calvos? ¿Y los que sostienen serpientes en sus manos?

Vi una vez a una señora que estaba supuestamente profetizando. Caminaba por los pasillos de la iglesia mientras su esposo mantenía un micrófono cerca de su boca. Mencionaba por nombres a algunos de los miembros de sus iglesia y le decía cosas que obviamente ya sabía. Luego fue al frente y trajeron algunas personas a ser “bautizadas con el Espíritu”. Ella les hablaba y luego los tocaba en la frente, logrando que se cayeran de espaldas, donde los diáconos la recibían y las dejaban en el suelo. El caso de Benny Hinn es espectcular. Se quita el gabán y lo pasa frente a la fila de gente que caen todas hacia atrás. Estos tristes “shows” pueden verse muy a menudo en la televisión.

He sido testigo de casos en que estos “milagreros” le quitan los medicamentos a diabéticos y otros enfermos, causando tremendos problemas. Hay casos de personas que han muerto o se han agravado por ser declaradas sanas sin haber milagro alguno. Es fácil decir a alguien que padece alguna enfermedad psicosomática que está sano y sanar, pero eso no es el caso en mucha circumstancias. No es que no crea en milagros. Los hay genuinos. Pero no concibo que para sanar a alguien hay que estar vociferando. Y no es que neguemos los milagros, pero ese “show” que hacen estos ministros dista mucho de los dones bíblicos.

En una grabación que tengo en mi poder, un “evangelista” está tratando con un endemoniado. Con gritos ensordecedores le dice: “¡Sana! ¡Sana! ¡Vas a salir! ¡Ahora! ¡Ahora! ¡Ahoraaaaa!” En momentos, más parecía el evangelista endemoniado que el enfermo. Finalmente el endemoniado quedó igual o peor. ¡Qué diferente la forma en que Jesús sanaba! Bastaba poner las manos sobre el enfermo y decir: “Tu fe te ha salvado.”

En la antigua Babel, Dios confundió el habla de la gente para que no se entendieran y desistieran de la construcción de la torre. En Pentecostés, Dios dio a sus discípulos el poder de hablar diferentes idiomas para que el mensaje del Evangelio llegara al mundo conocido. Hoy Satanás ha hecho creer que el don de lenguas ha vuelto y por más de un siglo ha engañado al mundo. Este teatro de las lenguas y las falsas sanidades es un ardid del enemigo de Dios y de su iglesia, para que cuando venga el verdadero don, el mundo esté listo para rechazarlo. Pero el pueblo de Dios no caerá en la trampa. Sabemos lo que hemos creído.

En fin, mis hermanos, tenemos que estar alertas en estos últimos días. Los engaños están por todas partes. Pero la verdad se abre paso y los sinceros están aceptándola. Vale la pena servir al Señor “en Espíritu y en verdad”.