La Escritura Sagrada: Su Origen Y Su Importancia

Mucho se ha dicho sobre la Biblia, pero poco se conoce sobre su origen. Antes que nada, el título “Biblia” es plural y significa “Libros”. El singular es “Biblion”. Realmente, el nombre original es “Las Sagradas Escrituras”. La parte que se conoce como “El Antiguo Testamento”, que fue la Biblia que usaron Cristo y sus apóstoles, es el texto hebreo. Fue escrita en ese idioma, con unas pocas partes en la lengua aramea, que es muy parecida al hebreo. Contiene 39 libros. Las versiones católicas, todas muy buenas, contienen 7 otros libros que ellos llaman “Deuterocanónicos” y los protestantes llaman “Apócrifos”, palabra que significa “Oscuros”. Se llaman así porque no están a la par con los otros libros, aunque tienen gran valor histórico y didáctico.

El llamado “Nuevo Testamento” contiene los cuatro Evangelios, que son historias y enseñanzas de Cristo, desde los puntos de vista de cuatro escritores. Dos de ellos, Mateo y Juan, eran apóstoles de Cristo. Marcos era discípulo de Pedro y Lucas de Pablo. Este último escritor, el cual era médico y de una gran habilidad periodística, realizó su obra mediante entrevistas a los apóstoles, a María la madre de Jesús y, sobre todo, a Santiago o Jacobo, que era llamado “el hermano del Señor” y que fue el presidente o principal líder de la iglesia primitiva.

Lucas también es el autor del libro “Hechos de los Apóstoles”, donde narra de una manera excepcional el inicio de la iglesia y, sobre todo, los viajes de Pablo. El Nuevo Testamento contiene, además de los Evangelios y los Hechos, 14 epístolas atribuidas a Pablo, las cuales son los documentos más importantes para visualizar la formación de la teología cristiana. Luego, en orden de importancia jerárquica, vemos la carta de Santiago, dos de Pedro, tres de Juan y la de Judas. Estas se llaman epístolas universales, pues son dedicadas a todo el conglomerado eclesiástico, diferentes a las de Pablo, que eran dirigidas a ciertas iglesias y a algunos individuos, como son Timoteo, Tito y Filemón.

El Nuevo Testamento termina con el Apocalipsis de Juan. Este libro es diferente a todos los otros, pero su contenido se asemeja a los escritos de Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel y Zacarías. El libro está escrito en un estilo muy común en la literatura judía de los dos siglos antes de Cristo hasta dos siglos después. Este estilo es llamado “Literatura Apocalíptica” y se trataba de visiones con una gran cantidad de símbolos y figuras. Juan usó ese estilo para hacer más didáctico su mensaje a la iglesia.

Además de los libros apócifos, la literatura judía es muy abundante. Existe una gran cantidad de libros llamados “Pseudoepigráficos”. Son obras de judíos piadosos, aunque muchos fueron influenciados por conceptos paganos de Grecia, Babilonia, Persia y otras creencias orientales. Entre estos libros se encuentran los apocalípticos de 2 Esdras y los de Enoc, además de libros de sabiduría, poesía, doctrina e historia, destacándose entre estos los de los Macabeos, útiles libros de historia judía.

En la época neotestamentaria también hay muchos libros apócrifos. Contienen evangelios, epístolas y apocalipsis de autores cristianos en los cuales puede verse la influencia de las enseñanzas grecorromanas en la iglesia de los primeros siglos.

Hoy contamos con lo que llamamos “Versiones” de la Biblia. Son traducciones de los escritos “originales”. Decimos originales, no porque sean los que escribieron los apóstoles, sino porque son copias de los originales en la lengua en que se escribieron, mayormente griego. Los manuscritos, que son miles, se clasifican por familias de pergaminos. Entre ellos se destacan el Textus Receptus, el Códice Vaticanus y el Códice Sinaíticus. Toda organización o persona que ha de hacer una traducción tiene que ir a esas fuentes originales. Es por eso que existe gran armonía en casi todas las versiones.

La versión protestante más antigua es la Reyna Valera. Esta fue traducida por Casiodoro de Reyna y revisada e impresa por Cipriano de Valera en el 1569. Esta versión, por su estilo poético, ha sido considerada como la versión más cerca de los originales. Ha sido revisada ya varias veces, aunque en la mayoría de estas mantienen el estilo original. La Iglesia católica ha realizado varias versiones magníficas, destacándose entre ellas las de Nácar Colunga, Straubinger, Bover Cantera, Jerusalén y Latinoamérica. Una de las primeras versiones católicas y la más usada por siglos es la Torres Amatt, aunque el traductor fue Miguel de Petisco. Esta es una traducción de la “Vulgata” de Jerónimo escrita en el idioma latín en el siglo IV. El valor de la versión de Jerónimo es que los textos que usó este ilustre traductor fueron más cerca de los originales apostólicos.

La Biblia ha sido el libro más distribuido y traducido de todos los tiempos. El primer libro que el inventor de la imprenta, Juan Guttenberg imprimió, fue la Biblia en latín. La Biblia ha resistido los más fieros ataques del ateísmo y sigue tan aclamada aun más que en los primeros siglos de la era cristiana. Hoy podemos conseguir Biblias en todas las formas y todos los precios. Hay desde Biblias de bolsillo, hasta Biblias de lujo en uno o varios tomos. Encontramos Biblias ilustradas, desde la famosa realizada por Doré, hasta las modernas con ilustraciones de pintores del Medioevo y el Renacimiento hasta cuadros de los más famosos artistas de los tiempos más recientes. Una muy valiosa es la que está adornada con cuadros del más destacado pintor holandés: Rembrandt.

Sea la versión o el tamaño que sea, cada hogar debe contar con una Biblia. Cada padre de familia debe educar a sus hijos en la base de la Palabra de Dios.