Un invierno horrible... claman al cielo.

Fotos de algunas podas y talas realizadas en el parque. Años 2010, 2011 y 2012.

Las malas prácticas de poda continuadas tienen dos consecuencias: a corto plazo, un rebrote espectacular de ramas verdes como reacción del árbol a los cortes; a largo plazo, la pérdida de vitalidad del ejemplar, el contagio de enfermedades víricas y fúngicas a través de las heridas y la muerte prematura de los ejemplares que compartimentan más despacio de lo que se extiende la infección y de los pies peor adaptados o más debilitados.

Como consecuencia de las malas podas, en el año 2010 se han perdido una palmera datilera de 7 metros de altura y un ejemplar de olmo siberino de 25 cm de diámetro de tronco y 2,5 metros de altura hasta la cruz. En el año 2012 ha muerto un ejemplar de morera de papel. Este arbol, de una especie muy sensible a los cortes, sufrió un terciado en el año 2010 y una posterior infección a traves de las grandes heridas de poda, que ha tenido como consecuencia que se secara el ejemplar en dos años.

El valor económico en vivero de los dos primeros ejemplares, que eran árboles de gran porte, es de unos 1600 €. A esta cantidad habría que sumar el precio del transporte hasta el parque, los jornales necesarios para el desarraigo de los pies muertos y los correspondientes a la plantación de los nuevos árboles.

Además del valor económico, hay que añadir las pérdidas en cubierta vegetal (sombra) y en valores paisajísticos y estéticos, que deterioran las vistas del parque. Los árboles son seres vivos, el paseante, sensible al deterioro del medio ambiente, recibe una pésima imagen cuando ve zonas de seto arrancada y ejemplares arbóreos muertos o con grandes heridas de poda.

Estos gastos económicos, pérdidas de valor paisajístico y de imagen se evitarían con unas buenas prácticas de poda y de cultivo de todas las especies vegetales que habitan en el parque.