Cupressus sempervirens (ciprés común)

Nombre científico: Cupressus sempervirens L

Cupressus, es la palabra que se usaba en Roma para nombrar al ciprés y a su madera, procede del griego kyparissos, que al parecer la tomó de una lengua indoeuropea más antigua. Sempervirens, vocablo latino que significa siempre verde.

Nombre común: ciprés común

Familia: Cupressaceae

Origen: originario de la zona este de la cuenca mediterránea y de Oriente Próximo: Siria, Irán, Iraq, islas del mar Egeo y Chipre

Este árbol ha sido considerado sagrado por diferentes pueblos del mundo antiguo, desde los pueblos del próximo y medio oriente hasta Roma se le ha adorado asociado a diferentes dioses. Su longevidad, su verdor persistente, su follaje perenne, la incorruptibilidad de su madera y la forma estilizada y fálica de su porte han hecho que alrededor del ciprés crezcan numerosos mitos y leyendas: en el mundo greco-romano se le asociaba con el duelo, el inframundo y con el dios Hades.

Hay un longevo ciprés blanco que da sombra al lago Leteo, en el inframundo. Aquí se acercan aquellos que necesitan olvidar. Esta laguna está en la región del Erebo, entre el palacio del dios Hades y los campos de Asfodelos, que están cubiertos de flores extrañas, pálidas y fantasmagóricas. El ciprés, símbolo de duelo, es el árbol consagrado al Dios Hades, el dios del inframundo.

Ovidio en su obra “La Metamorfosis”, cuenta como el poeta Orfeo narra a la asamblea de árboles, que se han citado para escucharle, la muerte de Ciparisos, uno de los jóvenes amantes del dios Apolo.

Ciparisos tenía como mascota a un bello ejemplar de ciervo de hermosos cuernos de oro. El imprudente muchacho, que andaba de caza, mata al ciervo domesticado por error con la jabalina que le había regado Apolo. El joven, atravesado por un dolor inconsolable, pide a los dioses que le permitan manifestar su pesaroso adiós, llorar su pena y mostrar su duelo para siempre. Los dioses, compadecidos, le transforman en ciprés, símbolo del duelo y del dolor hacia los seres queridos.

Algunos autores han querido ver en este mito el paso de niño a adolescente.