Mantenimiento y poda de arbolado urbano

Mantenimiento y poda de arbolado urbano[1]

Introducción

Un árbol creciendo en forma aislada, sin competencias y sano, no debe ser podado; pero en el ámbito urbano todo es muy diferente y por diversas causas y motivos hay que recurrir a la práctica de la poda. Esta práctica es sin lugar a dudas una agresión al árbol, ya que produce heridas en la corteza y en sus tejidos internos, facilitando vías de penetración a diferentes patógenos. Este proceso irreversible lleva a la declinación prematura y muerte de los ejemplares, afectando seriamente el valor del patrimonio forestal urbano.

Para ejecutar correctamente la poda de árboles y arbustos, hay que conocer y entender previamente su morfología, anatomía, fisiología de los árboles y el hábito de crecimiento de cada especie.

Del análisis de su anatomía y de las diferentes funciones de los órganos que lo componen, podremos comprender los problemas que generan las podas y aplicar técnicas que tengan como objetivo el manejo racional de las copas.

Fundamentalmente debemos considerar que un árbol es un todo, en el que la parte aérea y la radicular están íntimamente relacionadas; cualquier acción sobre el sistema aéreo, repercute sobre las raíces y cualquier acción sobre estás última tiene incidencia sobre el follaje.

Para estudiar y comprender mejor la morfología, anatomía y fisiología del árbol se determina que está compuesto por tres partes con morfología y funciones bien diferenciadas:

Las raíces

Son las ramificaciones subterráneas de los arboles. Su funciones son: anclaje del individuo, absorción de agua y nutrientes, conducción de la savia y como órgano de reserva de sustancias nutritivas.

La forma y desarrollo de las raíces depende de una serie de factores el tamaño y porte del árbol, la especie de que se trate, las características del suelo (estructura y textura), y la presencia de barreras laterales y en profundidad. Hay que tener en cuenta que en el medio urbano, con frecuencia, el volumen explorable por las raíces es muy restringido, y además los suelos suelen estar empobrecidos y mal provistos de agua y oxígeno.

Generalmente la superficie exploratoria es equivalente a la de la proyección de la copa sobre el suelo. En vivero, la raíz principal (pivotante) originada en la radícula del embrión es cortada, para permitir la formación de raíces adventicias a partir del cuello de la planta: se llaman ramificaciones de la raíz. Estas, al lignificarse son las que brindaran sostén y anclaje al individuo.

En los extremos de las raíces, en una zona no lignificada, se encuentra la parte más importante de este órgano: la zona pilífera, conformada por los pelos absorbentes. El agua, sales minerales y oligoelementos son absorbidos por ósmosis de la epidermis de la raíz. Esta zona, mide pocos milímetros y su duración es de días o pocas semanas. Se renueva constantemente a medida que la raíz crece, profundizando a través de las partículas del suelo por desarrollo de su ápice vegetativo. En la zona más cercana de la superficie, la zona pilífera es más abundante y más densa, por lo tanto es una parte vital para los árboles. El buen desarrollo de las raíces condiciona la futura sanidad del árbol, por lo que los trabajos de mantenimiento deben ser muy cuidadosos en esta zona del árbol.

La preparación del suelo, dimensiones del alcorque, calidad de la tierra y de la planta son esenciales a la hora de tener éxito en una plantación. Es necesario evitar daños en las raíces y en la zona pilífera por lo que hay que tomar precauciones cuando trabajamos cerca de los troncos, evitando la compactación y su impermeabilización, ya que la modificación de las condiciones del medio cerca de la superficie provocan la muerte de los pelos radicales por efecto mecánico.

Hay que evitar la eliminación de la capa superficial de tierra cerca de los arboles ya que se puede eliminar gran parte raíces activas. Por otro lado tenemos que evitar el relleno cerca de los árboles ya que también modificamos seriamente el medio y podemos provocar asfixia de las raíces.

El mantenimiento del equilibrio entre el sistema aéreo y el radicular es clave en el mantenimiento de los arboles: Toda intervención sobre una parte repercute sobre la otra. La destrucción del sistema radicular debilita la copa, lo que implicara una poda severa. Al mismo tiempo una poda severa lleva consigo la muerte de una parte del sistema radicular, originando podredumbres y poniendo en riesgo la estabilidad en el futuro del individuo.

El tronco y las ramas

El tronco y las ramas forman la estructura del árbol, sostienen y desarrollan la copa y sus hojas. De adentro hacia fuera, la anotomía interna del tronco y las ramas es la siguiente:

Xilema: Formado fundamentalmente por los vasos conductores de la sabia bruta. Con el paso del tiempo estos vasos van formando el duramen, que es madera inactiva pero no inerte. Los vasos en actividad conforman la albura.

Floema: Formado por una red conductora de sabia elaborada. También se denomina liber.

Cambium: Es una zona generadora de tejidos. Se ubica entre la albura y el floema. El cambium producirá xilema hacia adentro y floema hacia fuera. Tiene actividad estacional.

La actividad del cambium es la que va a permitir la cicatrización de las heridas. Produce un tejido cicatrizante o callo que va recubrir progresivamente las heridas, partiendo de sus bordes.

Las Hojas

Son órganos fundamentales para el funcionamiento de los arboles. Las funciones más importantes que realizan las hojas son: fotosíntesis, respiración y transpiración

Por lo tanto el mantenimiento y el desarrollo de una superficie foliar y de una iluminación suficientes, son fundamentales para el buen crecimiento y la sanidad de un ejemplar. Cuando la superficie foliar no alcanza para dotar las necesidades energéticas del árbol, después de una poda severa, el árbol vive de sus reservas. Esta situación solo puede ser temporal.

Fases de crecimiento de los árboles y su relación a los diferentes tipos de tratamientos

P Raimboult establece 10 etapas de crecimiento de los árboles, que resumimos tres fases. Existen variaciones que dependerán del ciclo vital de cada especie.

Fase 1: Árboles en periodos formativos

Características: Gran vitalidad, crecimiento elevado, gran capacidad de adecuación al entorno. Proporción copa activa- estructura muy elevada. Respuesta rápida a las heridas. Fuerte dominancia apical. Ausencia de enfermedades.

Tratamiento: Plantación correcta, entutorado apropiado, preparación del terreno. Preparación del sustrato del alcorque. Dimensiones apropiadas del alcorque. Buena elección de la planta. Preparación de las raíces. Se realizan las podas de formación de copa y de formación de estructura. Elección correcta de la especie para el lugar. Aquí debemos cumplir con el axioma: El árbol correcto para el lugar correcto. En esta etapa definimos la funcionalidad y los tratamientos futuros.

Fase 2: Árboles maduros

Características: perdida de dominancia apical. Estructura estable. Tamaño de la copa y área foliar estable. Incremento de madera constante. Aparecen enfermedades y plagas.

Tratamientos a seguir:

Tendremos en cuenta dos premisas.

Premisa 1: Evaluaremos si se siguieron los pasos y recomendaciones de los tratamientos de la fase 1.

Premisa 2: No se respetaron las recomendaciones de los tratamientos de la fase 1.

Premisa 1: Los tratamientos que corresponden son la poda de mantenimiento, es decir eliminar ramas cruzadas, deterioradas, mantener la estructura original. También realizaremos poda de seguridad como son la eliminación de ramas codominates, ramas deterioradas grandes, análisis visual.

Premisa 2: Es lo más común. Esto denota ausencia de un plan de gestión, incorrecta elección de las especies, malas prácticas de corte, heridas no curadas, presencia de enfermedades y defectos.

Los tratamientos deben estar destinados a recuperar la estructura original, sustitución de los ejemplares, tratamientos frecuentes y costosos de podas, etc.

Fase 3: Árboles en periodo de declive (envejecidos)

Características: las enfermedades, la fragilidad estructural y daños generales se adueñan del árbol. En esta etapa tenemos a los árboles más preciados y singulares de la ciudad. Se empieza a desintegrar la copa, presentan pudriciones de la madera en el tronco y ramas primarias. Expansión de hongos dentro del árbol, Reducción del área foliar.

Tratamientos para esta fase: No se deben modificar las cotas del terreno, tener cuidado con las fertilizaciones, no realizar compactaciones del suelo. Se les deben realizar exámenes periódicos de su estructura: son los árboles con más riesgos. Si están en zona de césped, eliminar los riegos, es preferible perder una zona de pradera que un ejemplar singular. Practicar la menor poda posible.

Justificación de la poda

Los árboles que crecen en un medio propicio y con un espacio adecuado no necesitan poda. El buen equilibrio de la copa y del sistema radicular y la adaptación del árbol al medio le proporcionan una vida sana y un crecimiento y porte sólido.

La poda es peligrosa para el árbol, ya que puede causar daños y riesgos importantes, que aumentan cuando no se dominan correctamente las técnicas de realización. Pero las condiciones y las restricciones del medio urbano pueden conducir a la poda ya que el espacio aéreo y subterráneo se ven reducidos. En estos casos la poda sólo debe ser un elemento de respuesta, entre un conjunto de posibilidades, que deben permitir favorecer una mejor adaptación del árbol a su medio.

El árbol urbano, sobre todo el que forma parte de plantaciones lineales, vienen constituyendo un problema por los siguientes factores:

- Elección incorrecta de la especie, en relación al entorno en que crece.

- Obras que producen la compactación del terreno, elevación del nivel del terreno ó eliminación de los primeros centímetros del suelo, donde se ubica el mayor porcentaje de raíces funcionales.

- Falta y ausencia de un plan de gestión del arbolado o mala planificación del mismo, por lo que la poda constituye una de las únicas respuestas posibles, que origina riesgos para la salud de los árboles y costosos servicios de mantenimiento.

- Por no querer asumir los costos operativos de la poda, se distancian los trabajos leves de formación y mantenimiento, llegando a situaciones de crecimiento descontrolado que originan ramas de gran diámetro y difícil cicatrización.

La concepción y diseño de los espacios plantados, la elección incorrecta de especies, su plantación o el cuidado dado a la formación de los arboles en vivero y después durante los primeros años, son los causas que condicionan la adaptación futura de los arboles a su entorno, su desarrollo y su sanidad, y por lo tanto las que condicionan la poda. Las condiciones esenciales para no podar son: elegir bien, plantar bien, formar bien.

¿En qué ocasiones se debe podar?

Poda de seguridad: el carácter público del arbolado urbano hace que se deba responder ante situaciones que estos produzcan afectando a bienes y personas, por lo tanto deben eliminarse las ramas muertas o deterioradas y las que, teniendo uniones demasiado débiles, presentan mayores riesgos de caida.

Poda sanitaria: permite frenar o dificultar la propagación de parásitos y enfermedades.

Poda de mantenimiento: podas de ramas muertas, eliminación de renuevos y supresión de ramas estructurales mal dispuestos.

Poda estética o topiaria: creación de copas con forma artificial y escultórica.

Métodos de corte

Las buenas técnicas de corte junto al conocimiento de la anatomía del árbol y sus mecanismos biológicos de defensa contra las infecciones, son la mejor garantía para una buena curación de las heridas causadas en la poda. Una poda mal realizada puede considerarse como lo más dañino para el árbol, por lo que resulta conveniente conocer los principios de cicatrización antes de iniciarse con los métodos de corte correctos

Principios de la cicatrización

El árbol no produce tejido específico para proteger las heridas. La herida se cubre por la formación de un labio cicatrizante, también llamado callo que se desarrolla desde el borde hacia el centro. El “callo” es la consecuencia directa de la actividad del cambium que ha quedado vivo en el perímetro de la herida.

Aspectos fundamentales para una correcta cicatrización

1. - El cambium de los tejidos que rodean la herida debe estar vivo para desarrollarse (cortes con bordes limpios).

2. - Cuanto más pequeño es la dimensión de la herida más rápido es el recubrimiento y hay más limitaciones a las infecciones.

Las técnicas correctas de poda persiguen dos objetivos:

1. - Favorecer una cicatrización rápida y total.

2. - Evitar al máximo la infección y la pudrición interna.

De igual manera debemos tener en cuenta que el recubrimiento de una herida no significa que el árbol esté curado, ya que los tejidos pueden haber sido infectados por patógenos, cuya acción continuará en el árbol después de la cicatrización.

Ejecución de la poda

Los tejidos internos de la arruga de la rama de la corteza y los del cuello de la rama, constituyen el límite entre el tejido de la rama y el tallo.Se ha demostrado que el emplazamiento ideal de corte se sitúa en el plano que une el exterior inmediato a la arruga de la rama de la corteza y la extremidad superior del cuello de la rama. Esto tiene la finalidad de favorecer la formación de un callo circular y si, como se ha dicho anteriormente, los bordes son limpios, el callo se formará en todo el perímetro de la herida. Si el corte se realiza a ras del tronco o la rama portadora, el callo se formará casi siempre solo en los lados del corte por estar el cambiun estropeado. Si el corte se realiza muy lejos del tronco, el callo no se desarrollará en el borde del corte. Un emplazamiento correcto del corte permitirá limitar la pudrición interna.

Compartimentación

Los arboles poseen mecanismos propios para frenar y, en el mejor de los casos, parar la pudrición de la madera. Estos sistemas de defensa están regulados genéticamente, dependen de la especie de que se trate, de los individuos y de la cantidad y tamaño de las heridas.

Este mecanismo recibe el nombre de compartimentación. En los trabajos del Dr. A. Shigo se ha demostrado que la madera puede compartimentarse, esto quiere decir que es capaz de oponer diferentes barreras a la progresión de la pudrición. Es un fenómeno que permite aislar las partes sanas de las partes infectadas. Alrededor de una herida se activan células vivas que almacenan aceites, almidón y otras sustancias, éstas convierten sus reservas en compuestos que se distribuyen alrededor de las zonas dañadas, formando una barrera que restringe el paso de patógenos e insectos. Esa madera que el árbol sacrifica para generar esa defensa muere, pero el resto continua sano. El proceso de compartimentación tiene dos etapas:

La primera tiene lugar en los tejidos existentes previos a la formación de la herida y la segunda en la madera producida después de la herida.

En la primera parte se forman tres tipos de barreras:

1.- Barrera transversal: Se forma en el interior de los vasos. Opone progresión longitudinal.

2.- Barrera Frontal: A nivel de los anillos. Opone progresión longitudinal.

3.- Barrera radial: Formada por los radios medulares. Opone progresión lateral.

En la segunda parte el cambium constituye la cuarta barrera, al formar un nuevo tejido de cicatrización. Por lo tanto un corte correctamente realizado permite limitar la podredumbre interna.

Cuando el corte se realiza en forma correcta, sólo los tejidos de la rama se ponen en contacto con el aire y la podredumbre. Si se hace al ras del tronco la herida expone los tejidos del tronco.

Época de poda

El mejor momento para podar es cuando el árbol tiene altas las reservas, o sea antes de la brotación. De ser necesario la poda puede realizarse también durante la estación de crecimiento, pero deben esperarse algunas semanas después de la expansión foliar.

Los peores momentos para realizar esta práctica es cuando las hojas se están formando porque las reservas están en nivel muy bajo y cuando las hojas se están cayendo ya que se pierden reservas necesarias para la formación de los pelos absorbentes. Tampoco debe podarse cuando el árbol presenta síntomas evidentes de ataques de patógenos. En este caso solo se le deben podar las ramas secas y muertas.

Las podas durante la época de crecimiento, tienen como ventaja una más rápida cicatrización de las heridas. Durante la época de receso la ventaja es que la estructura del árbol es bien visible y además el ataque de patógenos es menor.

Tratamientos posteriores a la poda

Lo ideal es tratar las heridas para facilitar la formación del callo, es decir limpiar e igualar los bordes lo que favorecerá la cicatrización. Es fundamental el buen estado del cambium en el borde del corte para que el mismo este activo y asegure el desarrollo del callo. Esto se logra utilizando buenas prácticas de corte y un buen afilado de las herramientas.

Con respecto al uso de pinturas para cubrir las heridas nos cabe afirmar que la buena realización de los cortes y el tratamiento de las heridas son mucho más importantes para la salud de los árboles que la aplicación de pinturas. Puede ser de cierta utilidad la aplicación de algún producto protector hasta la cicatrización, pero esto es muy discutido por muchos especialistas.

Se han probado pastas con base de pinturas que pretenden evitar el descaimiento, complementadas con fungicidas y hormonas que estimulen la actividad del cambium, pero hasta el momento no se ha determinado la real eficacia de estos productos. Por lo tanto debemos ser concluyentes en este sentido: Ninguna pasta cicatrizante puede sustituir a los cortes correctos.

Podas extremas

La poda extrema no es un buen recurso y la mayoría obedece a postulados sin verificación. Es la práctica más dañina para los árboles. A pesar de que en los últimos años se ha explicado los efectos perniciosos, aun sigue siendo una práctica común.

¿Qué es una poda extrema? ¿Qué consecuencia tiene en los árboles?

Es la poda indiscriminada de las ramas, que pretende la reducción del tamaño de los árboles. La poda extrema causa estrés en los arboles. El descopado reduce entre el 50-100% de la copa. Al ser esta la fábrica de alimentos, el árbol pasa hambre temporalmente. La gravedad de la poda estimula un tipo de mecanismo de supervivencia. El árbol activa yemas latentes, provocando un rápido crecimiento de múltiples brotes debajo de cada corte.

El árbol necesita producir una nueva generación de hojas tan pronto como sea posible. Si no posee reservas energéticas se debilitara gravemente y puede morir. Al estar en estrés es más vulnerable a las enfermedades y a las plagas. Además las múltiples heridas exponen la albura a los ataques de los patógenos. El árbol carece de energía para sellar químicamente las heridas.

La poda extrema produce decaimiento: el árbol está diseñado naturalmente para cerrar las heridas siempre y cuando sea sano y las heridas no sean grandes y numerosas. Si las heridas son grandes y múltiples el árbol no podrá compartimentar las mismas.

La poda extrema produce quemaduras solares. Se producen cancros, grietas y muerte de ramas.

La poda extrema crea riesgos: al producirse brotes múltiples debajo de cada corte, esto crea un gran gasto al árbol de energía. Los nuevos brotes se forman sobre las capas más superficiales de las ramas madres. Al crecer muy rápido y tienen una gran tendencia a romperse por lo que originan al mediano plazo un árbol más riesgoso que al principio.

Resulta costoso: el costo de la poda no se limita a lo que se gasta en el momento de realizarla. Si el árbol sobrevive, necesitará otra poda en poco tiempo. Deberá ser reducido de nuevo o deberá limpiarse el daño producido por las tormentas. Si el árbol muere, deberá ser derribado. La poda extrema es una práctica que exige un gran mantenimiento.

Afea a los arboles ya que pierden su estructura natural. La estructura natural de la ramificación es una maravilla biológica. Los árboles presentan gran variedad de formas y hábitos de crecimiento, todos ellos con el objeto de exponer sus hojas a la luz solar.

Resumiendo, a la hora de acometer la poda de un árbol se debe tener siempre presente las siguientes premisas:

* La poda es una agresión al árbol.

* Es preciso evitar la poda siempre que sea posible.

* Limitarse a la formación, al mantenimiento.

* Elegir más bien operaciones ligeras.

* Limitar la extensión de las heridas.

* Suprimir las podas extremas.

* Conocer las técnicas.

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Bibliografía

Apuntes de la gestión de la estructura del arbolado urbano. Gabriel Iñiguez agesta. Arbolonline.org

Arbolado urbano, poda y conflictos. Prof Sergio Mellano. Mercados y Empresas. Año X n° 42 pag 21

Poda de árboles ornamentales. Ing Agr Carlos Anaya

La poda de los árboles ornamentales. Michau Emmanuel. Mundi Prensa-Madrid.1987

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Porqué el descopado lesiona a los árboles. Sociedad Internacional de Arboricultura. 2005.

La poda de los árboles adultos. Sociedad Internacional de Arboricultura.2005.

El corte correcto en la poda de los árboles. Johannes Fussel. 1995.

Modern Arboricultura. Alex Shigo. 1991.

[1] Adaptación del Texto: Conducción y Mantenimiento de arbolado urbano. Fabian Perez. Departamento S.F.C. Dirección de Desarrollo Forestal. Ministerio de asuntos Agrarios. Provincia de Buenos Aires (Argentina)