La primavera

Ya se escucha sonoro

Himno que entona la creacion entera;

Que pródiga esparciendo su tesoro,

Ya sus alas de oro

Apacible tendió la primavera.

La lóbrega techumbre

De nubes que el espacio oscurecía

Fugaz huyó, y en la celeste cumbre

Vierte su clara lumbre

Con mas grandeza el luminar del dia.

Del céfiro al arrullo

Despiértanse las selvas adormidas,

Deja la mariposa su capullo,

Volando con orgullo

Por las anchas praderas extendidas.

Puéblase el bosque umbrío

De alhondras y canoros ruiseñores.

Sigue su curso sosegado el rio

Sin que el encono impío

Le enturbie de los vientos bramadores.

¡Oh mágica belleza!

¡Oh encantada estacion! ¡oh sol fulgente!

Mostrad, campos, mostrad vuestra grandeza,

Y ostentaréis la alteza

Del soberano Autor omnipotente

Parad, aves, el vuelo

Y el canto levantad nunca aprendido;

Extiende, aurora, por el claro cielo

Tu purpurino velo

De perlas y topacios guarnecido.

Prados encantadores,

Ostentad vuestras plácidas guirnaldas;

Y ricas de perfumes y colores,

Embalsamadas flores,

Lucid entre las hojas de esmeraldas.

Valles, selvas, collados,

Pomposas arboledas, bosque umbrío,

Anchas vegas, vergeles dilatados,

Brillad engalanados

Publicando de Dios el poderío.

Palomas inocentes,Alzad vuestros arrullos lisongeros,Risueñas murmurad, sonoras fuentes,Mugid, toros ardientes,Apacibles balad, mansos corderos.Al Grande, al Increado,Unidos ensalzad en dulce coro;Y á su pesar exclamará humilladoEl incrédulo osado:¡Autor del universo, yo te adoro!

Antonia Díaz Fernández de Lamarque (Poesías 1867)

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