Solemnidad del
Cuerpo y Sangre Santísimos de Cristo
Mayo 30, 2024
Citas de los Manuscritos de la Divina Voluntad
El Corpus Christi se celebra el Jueves después de la Solemnidad de la Santísima Trinidad. Y por una cuestión Pastoral se traslada al domingo posterior a la Santísima Trinidad.
Ofrecemos esta web a Ti, Santísima Trinidad a nombre de todas las generaciones y por todo.
En ti Jesús y en tu Divina Voluntad, en regocijo y dándote Gloria, Honor, Alabanza, Adoración, reparación, Amor con tu Voluntad, te doy infinitas gracias en este día de Solemnidad por Tu Santísimo Cuerpo y Sangre. Que tu Palabra alcance el Fruto del alimento Eucarístico Querido por Ti en nosotros.
Que Venga tu Reino, que se haga tu Voluntad como en el Cielo así en la tierra.
Fiat Divina Voluntad
INDICE
Esta página contiene distintas Enseñanzas en las Web de:
Web: Sacramentos Eucaristía
y las siguientes enseñanzas, distintas a las anteriores
Enseñanzas de Jesús:
1-Vol. 24-20 (6-7)
⚜️En el día de La Fiesta del Corpus Domine
Jesús habla del Esponsalicio y la Eucaristía
2-Hora 4 de Su Pasión
⚜️ La Institución de la Santísima Eucaristía
Jesús le muestra a la Sierva de Dios Luisa Piccarreta el momento en que Instituye la Santísima Eucaristía.
Jesús instituye la Eucaristía en la Hora 4 de su Pasión
Eucaristía significa Acción de Gracias. Jesús dio gracias al Padre cuando la instituyó. (Hora 4 de su Pasión)
Recordemos que a través de las Horas de la Pasión, Jesús está Reparando en sus últimas 24 horas de vida.
Luego, como el siguiente texto, es una parte de la Hora 4 de su Pasión, estamos girando, es decir, estamos recorriendo con nuestra alma el momento en que Jesús Instituye la Santísima Eucaristía y junto a Él estamos Reparando, con sus Mismas Palabras en la misma Hora 4 de su Pasión.
3-Vol. 11-131 (2); septiembre 8, 1916
Recibir a Jesús Sacramentado en Divina Voluntad, como lo hizo Jesús
4-Vol. 12-23
"Cómo el alma puede hacerse hostia por amor de Jesús"
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-Video con la Historia del Corpus Christi por el Maestro Pepe González
Solemnidad del Santísimo Cuerpo y la Sangre de Cristo
Revelaciones Divinas: Libro de Cielo
De los Escritos de la S. D. Luisa Piccarreta
Vol. 24-20 (6-7) Junio 12, 1928
Jesús habla en el día de La Fiesta del Corpus Domine
(Cuerpo del Señor)
"... siendo la fiesta del Corpus Domine, estaba pensando entre mí que aquel día era la fiesta de esponsalicio que Jesús bendito hacía con las almas en el Santísimo Sacramento de amor, y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
“Hija mía, el verdadero esponsalicio con la humanidad fue en la Creación, nada faltó ni al alma ni al cuerpo, todo fue hecho con suntuosidad real, a la naturaleza humana le fue preparado un palacio grandísimo, que ningún rey ni emperador puede tener uno igual, el cual es todo el universo, un cielo estrellado y su bóveda; un sol que no se debía extinguir jamás por luz; amenos jardines donde la pareja feliz, Dios y el hombre, debía pasear, recrearse y mantener la fiesta continua, no interrumpida jamás de nuestro esponsalicio; vestidos no tejidos de materia, sino formados por nuestra potencia de purísima luz, como convenía a personas reales; todo era belleza en el hombre, alma y cuerpo, porque Aquél que preparaba el esponsalicio y lo formaba era de una belleza inalcanzable, así que por la suntuosidad externa de las tantas bellezas encantadoras que hay en toda la Creación, puedes imaginar los mares interiores de santidad, de belleza, de luz, de ciencia, etc., que poseía el interior del hombre.
Todos los actos del hombre, internos y externos, eran tantas teclas musicales que formaban las más bellas músicas, dulces, melodiosas, armoniosas, que mantenían la alegría al esponsalicio, y en cada acto de más que se disponía a hacer, era una nueva cancioncita que preparaba para llamar al esposo a recrearse con él. Mi Voluntad Divina que dominaba a la humanidad, le llevaba el acto nuevo continuado y la semejanza de Aquél que lo había creado y esposado, pero en tanta fiesta el hombre rompió el anillo más fuerte, en el cual estaba toda la validez y por el cual había tenido vigor nuestro esponsalicio, que fue el de sustraerse de nuestra Voluntad, el cual, en virtud de esto, quedó libre, y perdidos todos los derechos quedó el solo recuerdo del esponsalicio, pero la sustancia, la vida, los efectos, no existían más.
Ahora, en el Sacramento de la Eucaristía, en el cual sobreabundó mi amor en todos los modos posibles e imaginables, no se puede llamar ni el primer esponsalicio de la Creación, ni el verdadero, y Yo no hago otra cosa que continuar lo que hice estando sobre la tierra, según las necesidades que hay en las almas:
Para quién me hago médico piadoso para curarle,
para quién maestro para instruirle,
para quién padre para perdonarlos,
para quién luz para darle la vista,
doy la fuerza a los débiles,
el coraje a los tímidos,
la paz a los inquietos,
en suma, continúo mi Vida y virtud redentora, pero todas estas miserias excluyen el verdadero esponsalicio.
Ningún joven toma por esposa a una joven enferma, a lo más espera que se cure, ni a una joven débil y que frecuentemente lo ofenda; y si el esposo es un rey y la ama, a lo más espera que la esposa cure, que lo ame y que las condiciones de ella sean en algún modo satisfactorias y no tan inferiores a las de él. Ahora, las condiciones en las cuales se encuentra la pobre humanidad es aún de una pobre enferma, y espero que mi Voluntad sea conocida y reine en medio de las criaturas, la cual les dará la verdadera santidad, los vestidos reales, la belleza digna de él, y entonces formaré de nuevo el verdadero y primer esponsalicio”.
Video de la anterior enseñanza
Vol. 24-20
⤵️
⚜️ Jesús le muestra a la Sierva de Dios Luisa Piccarreta el momento en que Instituye la Santísima Eucaristía.
De las 24 Horas de la Pasión
Hora 4
De las 8 a las 9 pm
Jesús instituye la Eucaristía en la Hora 4 de su Pasión
Eucaristía significa Acción de Gracias. Jesús dio gracias al Padre cuando la instituyó. (Hora 4 de su Pasión)
El siguiente texto, es una parte de la Hora 4 de su Pasión,con la que estamos girando, es decir, estamos recorriendo con nuestra alma el momento en que Jesús Instituye la Santísima Eucaristía y junto a Él estamos Reparando, con sus Mismas Palabras.
La Institución de la Santísima Eucaristía
"Jesús mío, gozo y delicia mía, veo que tu amor corre, vuela. Con el Corazón lleno de dolor te levantas, y como que corres al altar en donde está preparado el pan y el vino para la consagración. Corazón mío, veo que tomas un aspecto totalmente nuevo y jamás visto; tu divina persona toma un aspecto tierno, amoroso, afectuoso; tus ojos resplandecen de luz más que si fueran soles, tu rostro encendido brilla, tus labios sonríen y arden de amor, y tus manos creadoras se disponen a crear. Amor mío, estás totalmente transformado; parece como si la divinidad se desbordara de tu humanidad. Corazón mío y Vida mía, Jesús, este nuevo aspecto tuyo jamás visto llama la atención de todos los apóstoles que subyugados por tan dulce encanto no se atreven ni siquiera a respirar. Tu dulce Madre corre en espíritu a los pies del altar, para contemplar los prodigios de tu amor. Los ángeles bajan del cielo y se preguntan unos a otros:
« ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? ¡Es una verdadera locura, un exceso inaudito! Un Dios que crea, no el cielo o la tierra, sino a sí mismo, ¿y dónde? Dentro de la materia vilísima de poco pan y poco vino ».
Y mientras que todos están a tu alrededor, ¡oh Amor insaciable!, veo que tomas el pan entre tus manos, se lo ofreces al Padre y oigo tu dulcísima voz que dice:
« Padre Santo, te doy gracias porque siempre escuchas a tu Hijo. Padre mío, concurre conmigo. Tú un día me enviaste del cielo a la tierra para que me encarnara en el seno de mi Madre y viniera a salvar a nuestros hijos; ahora permíteme que me encarne en cada hostia para poder continuar su salvación y ser vida de cada uno de mis hijos... ¡Mira, oh Padre!, me quedan pocas horas de vida, ¿quién tendrá corazón para dejar a mis hijos huérfanos y solos? Sus enemigos son muchos: las tinieblas, las pasiones, las debilidades a las que están sujetos... ¿Quién podrá ayudarlos? ¡Ah, te lo suplico, déjame que me quede en cada hostia para ser vida de cada uno de ellos! Para poner en fuga a sus enemigos y ser para ellos luz, fuerza y ayuda en todo. De lo contrario, ¿a dónde irán?, ¿quién los ayudará? Nuestras obras son eternas, mi amor es irresistible, no puedo ni quiero dejar a mis hijos ».
Y el Padre, al oír la voz tierna y afectuosa de su Hijo, se enternece, desciende del cielo y se encuentra ya sobre el altar junto con el Espíritu Santo para concurrir con su Hijo. Y Jesús, con voz fuerte y conmovedora, pronuncia las palabras de la consagración, y sin dejarse a sí mismo, se crea a sí mismo en ese pan y en ese vino... Y después te das en la Comunión a tus apóstoles y creo que nuestra querida Madre Celestial no se quedó sin recibirte. ¡Ah, Jesús, los cielos se inclinan reverentes y todos te hacen un acto de adoración en este nuevo estado tuyo de profundo anonadamiento!
Pero mientras tu amor queda complacido y satisfecho, ¡oh dulce Jesús!, no teniendo ya nada más que hacer, veo, ¡oh Bien mío!, que sobre el altar, entre tus manos, se encuentran todas las hostias consagradas que se perpetúan hasta el fin de los siglos, y en cada hostia veo que está desplegada toda tu dolorosa pasión, pues las criaturas, a los excesos de tu amor, preparan excesos de ingratitudes y de enormes delitos. Y yo, Corazón de mi corazón, quiero estar siempre junto contigo en cada sagrario, en todos los copones y en cada hostia consagrada que llegará a tener existencia hasta el final del mundo, para poder ofrecerte mis actos de reparación conforme a las ofensas que recibes.
Por eso, Corazón mío, me pongo junto a ti y beso tu frente majestuosa. Pero al besarte siento en mis labios el dolor de las espinas que coronan tu cabeza, porque en esta hostia santa, ¡oh Jesús mío!, no es que te evitan ser coronado de espinas como en la pasión. Veo que las criaturas vienen ante tu presencia sacramental, y en vez de ofrecerte el homenaje de sus pensamientos, te ofrecen sus malos pensamientos, y tú bajas de nuevo la cabeza como en la pasión, para recibir las espinas de los malos pensamientos que las criaturas tienen ante tu presencia sacramental. ¡Oh Amor mío!, también yo contigo bajo la cabeza para compartir tus penas, y pongo todos mis pensamientos en tu mente para sacarte estas espinas que te causan tanto dolor, cada uno de mis pensamientos fluya en cada uno de los tuyos para hacerte un acto de reparación por cada pensamiento malo de las criaturas y endulzar así tus pensamientos afligidos.
Jesús, Bien mío, beso tus hermosos ojos. En esta hostia santa, con esos ojos tuyos llenos de amor, estás en espera de todos aquellos que vienen a tu presencia para mirarlos con tus miradas de amor y así ser correspondido con el amor de sus miradas amorosas. Pero, ¡cuántos vienen ante ti, y en lugar de verte y buscarte a ti, se ponen a ver cosas que los distraen de ti quitándote el gusto de intercambiar tus miradas con las suyas y tú lloras! Por eso, al besarte, siento que mis labios se mojan con tus lágrimas. ¡Ah, Jesús mío, no llores!, quiero poner mis ojos en los tuyos para compartir tus penas y llorar junto contigo y hacer una reparación por todas las miradas distraídas, ofreciéndote mis miradas teniéndolas siempre fijas en ti.
Jesús, Amor mío, beso tus santísimos oídos. Con mucha atención quieres escuchar lo que las criaturas quieren de ti para consolarlas, y sin embargo, ellas hacen llegar a tus oídos oraciones mal hechas, llenas de aprensiones y sin verdadera confianza; oraciones hechas, en su mayoría, por rutina y sin vida; y tus oídos en esta hostia santa se sienten molestados más todavía que durante tu pasión. ¡Oh Jesús mío!, quiero tomar todas las armonías del cielo y ponerlas en tus oídos para repararte por esas molestias; quiero poner mis oídos en los tuyos, no sólo para compartir estas molestias, sino para estar siempre atento a lo que quieres, a lo que sufres, y ofrecerte inmediatamente mi reparación y consolarte.
Jesús, Vida mía, beso tu santísimo rostro y veo que está todo ensangrentado, pálido e hinchado. ¡Ah!, las criaturas vienen ante tu presencia en esta hostia santa y con sus posturas indecentes y las malas conversaciones que hacen ante ti, en vez de honrarte, te dan bofetadas y te escupen, y tú, como en la pasión, lleno de paz y con tanta paciencia, lo recibes y lo soportas todo... ¡Oh Jesús mío!, no solamente quiero poner mi rostro junto al tuyo para acariciarte y besarte cuando te den de bofetadas y limpiarte los salivazos cuando te escupan, sino que quiero ponerlo en tu mismo rostro, para compartir contigo estas penas; más aún, quiero hacer de mi ser tantos diminutos pedacitos, para ponerlos ante ti como estatuas arrodilladas incesantemente y repararte tantos deshonores que recibes en tu presencia sacramental.
Jesús mío, beso tu dulcísima boca, ¡ah!, veo que al entrar en el corazón de las criaturas, el primer sitio en el que te apoyas es sobre la lengua. ¡Qué amargura sientes al hallar tantas lenguas mordaces, impuras y malas! Sientes como que te sofocas cuando te hallas en esas lenguas, y peor aún cuando desciendes a sus corazones. ¡Oh Jesús!, si me fuera posible, quisiera encontrarme en la boca de cada criatura para endulzarte y repararte cualquier ofensa que recibas.
Fatigado Bien mío, beso tu santísimo cuello y veo que estás cansado, agotado y del todo ocupado en tu quehacer de amor. Dime, ¿qué haces?
Y Jesús: « Hijo mío, trabajo desde la mañana hasta la noche formando continuas cadenas de amor, para que cuando las almas vengan a mí, encuentren ya preparada mi cadena de amor que las encadenará a mi Corazón. Pero, ¿sabes qué es lo que me hacen? Muchos toman a mal mis cadenas y se liberan de ellas por la fuerza y las rompen, y puesto que estas cadenas están atadas a mi Corazón, yo me siento torturado y deliro; y mientras hacen pedazos mis cadenas, haciendo que todo el trabajo que hago en este sacramento fracase, ellos en cambio buscan las cadenas de las criaturas incluso ante mi presencia, sirviéndose de mí para lograr su intento. Todo esto me causa tanto dolor que me sube la fiebre violentamente al grado que me hace desfallecer y delirar ».
¡Cuánto te compadezco, oh Jesús! Tu amor se siente extremadamente agobiado, ¡ah!, para consolarte por tu trabajo y para hacer una reparación cuando rompen tus cadenas de amor, te suplico que encadenes mi corazón con todas esas cadenas, para poder ofrecerte por todos mi correspondencia de amor.
Jesús mío, Arquero Divino, beso tu pecho; es tanto y tan grande el fuego que contiene, que para darle un poco de desahogo a sus llamas que se elevan demasiado alto, tú, queriendo descansar un poco de tu trabajo, quieres también ponerte a jugar en el sacramento. Y tu juego es hacer flechas, dardos y saetas, para que cuando las criaturas vengan a ti, tú te pongas a jugar con ellas, haciendo salir de tu pecho tus flechas para enamorarlas, y cuando las reciben te pones de fiesta y tu juego está hecho; pero muchos, ¡oh Jesús!, las rechazan, correspondiéndote con flechas de frialdad, dardos de tibieza y saetas de ingratitud, y tú quedas tan afligido que lloras porque las criaturas hacen que tu juego de amor fracase.
¡Oh Jesús, aquí está mi pecho dispuesto a recibir no solamente las flechas destinadas para mí, sino también las que los demás rechazan, de modo que tus juegos ya no volverán a fracasar, y para corresponderte quiero repararte por todas las frialdades, las tibiezas y las ingratitudes que recibes!
¡Oh Jesús!, beso tu mano izquierda y quiero reparar por el uso del tacto ilícito y no santo hecho en tu presencia y te ruego que con esta mano me tengas siempre abrazado a tu Corazón.
¡Oh Jesús!, beso tu mano derecha, queriendo reparar por todos los sacrilegios, en modo particular por las Santas Misas mal celebradas. ¡Amor mío, cuántas veces te ves forzado a bajar del cielo a las manos del sacerdote, que en virtud de la potestad que le has dado te llama, y al venir encuentras sus manos llenas de fango y de inmundicia, y aunque tú sientes la nausea de estar en esas manos, tu amor te obliga a permanecer en ellas...! Es más, en ciertos sacerdotes es peor, porque encuentras en ellos a los sacerdotes de tu pasión, que con sus enormes delitos y sacrilegios renuevan el deicidio. Jesús mío, es espantoso el sólo pensar que una vez más, como en la pasión, te encuentras en esas manos indignas como un manso corderito aguardando de nuevo tu muerte. ¡Ah Jesús, cuánto sufres! ¡Cómo quisieras una mano amante que te liberara de esas manos sanguinarias! Te suplico que cuando te encuentres en esas manos hagas que yo también me encuentre presente para hacerte una reparación. Quiero cubrirte con la pureza de los ángeles, quiero perfumarte con tus virtudes para contrarrestar la pestilencia de esas manos y ofrecerte mi corazón para que encuentres ayuda y refugio, y mientras estés en mí yo te pediré por los sacerdotes para que sean dignos ministros tuyos, y por lo tanto para que no vuelvan a poner en peligro tu vida sacramental.
¡Oh Jesús!, beso tu pie izquierdo y quiero reparar por quienes te reciben por pura rutina y sin las debidas disposiciones.
¡Oh Jesús!, beso tu pie derecho y te reparo por quienes te reciben para ultrajarte. Cuando se atrevan a hacerlo, te suplico que repitas el milagro que hiciste cuando Longinos te atravesó el Corazón con la lanza, que al flujo de aquella sangre que brotó, al tocarle los ojos lo convertiste y lo sanaste; así también, que cuando se acerquen a comulgar, apenas los toques sacramentalmente, conviertas sus ofensas en amor.
¡Oh Jesús!, beso tu Santísimo Corazón, el cual es el centro en el que confluyen todas las ofensas, y quiero repararte por todo y por todos correspondiéndote con mi amor, y estando siempre unido a ti quiero compartir tus penas. ¡Ah, te suplico, Celestial Arquero de amor, que si se me escapa ofrecerte mis reparaciones por alguna ofensa, me tomes prisionero en tu Corazón y en tu Voluntad, para que no se me pueda escapar nada! Le pediré a nuestra dulce Madre que me mantenga alerta y junto con ella repararemos por todo y por todos; juntos te besaremos y te defenderemos alejando de ti todas las oleadas de amarguras que por desgracia recibes de parte de las criaturas.
¡Ah Jesús!, recuerda que yo también soy un pobre encarcelado, aunque es cierto que tu cárcel es más estrecha, cual lo es el breve espacio de una hostia; por eso, enciérrame en tu Corazón y con las cadenas de tu amor, quiero que no solamente me encadenes, sino que ates uno por uno mis pensamientos, mis afectos, mis deseos; inmovilízame las manos y los pies encadenándolos a tu Corazón, para no tener más manos ni pies que los tuyos. De manera que mi cárcel ha de ser tu Corazón; mis cadenas, el amor; las rejas que absolutamente me impedirán salir, tu Voluntad Santísima y sus llamas, mi alimento, mi respiro, mi todo; así que ya no volveré a ver otra cosa que llamas, ni volveré a tocar más que fuego, el cual me dará vida y muerte, tal como tú la sufres en la hostia y así te daré mi vida. Y mientras yo me quedaré prisionero en ti, tú quedarás libre en mí. ¿No ha sido ésta tu intención al haberte encarcelado en la hostia, el ser desencarcelado por las almas que te reciben, recibiendo tú la vida en ellas? Por eso, como muestra de tu amor, bendíceme y dame un beso, y yo te abrazo y me quedo en ti.
¡Oh mi dulce Corazón!, veo que después de haber instituido el Santísimo Sacramento y de haber visto la enorme ingratitud y las ofensas de las criaturas ante los excesos de tu amor, a pesar de que quedas herido y amargado, no retrocedes, al contrario, quisieras ahogarlo todo en la inmensidad de tu amor.
Te veo, oh Jesús, que te das a ti mismo a tus apóstoles en la Comunión, y después les dices que lo que tú has hecho ellos también lo deben hacer, dándoles así la potestad de consagrar; de éste modo los ordenas sacerdotes e instituyes otros sacramentos. De manera que piensas en todo y reparas por todo: por las predicaciones mal hechas, por los sacramentos administrados y recibidos sin las debidas disposiciones y que por lo tanto quedan sin producir sus efectos, por las vocaciones equivocadas de los sacerdotes, sea por parte de ellos que por parte de quienes los ordenan sin haber usado todos los medios para conocer las verdaderas vocaciones. ¡Ah, Jesús, no se te olvida nada y yo quiero seguirte y repararte por todas estas ofensas!
Y así, después de haber hecho todo, te encaminas hacia el huerto de Getsemaní en compañía de tus apóstoles, para dar inicio a tu dolorosa pasión. Yo te seguiré en todo para hacerte fiel compañía.
Web: Texto completo de la Hora 4:
Fiat Divina Voluntad
⚪💫Vol. 11-131 (2) septiembre 8, 1916
Recibir a Jesús Sacramentado en Divina Voluntad, como lo hizo Jesús
“Hija mía, por cuanto tiempo el alma está en mi Voluntad, tanto de Vida Divina puede decir que hace en la tierra. ¡Oh, cómo me agrada cuando veo que el alma entra en mi Voluntad para hacer Vida Divina! Mucho me agrada ver a las almas que repiten en mi Voluntad lo que hacía mi Humanidad en Ella.
Yo hice la comunión, me recibí a Mí mismo en la Voluntad del Padre, y con esto no sólo reparaba todo sino que encontrando en la Divina Voluntad la Inmensidad, la Omnividencia de todo y de todos, por eso Yo abrazaba a todos, me daba en comunión a todos, y viendo que muchos no habrían tomado parte en el Sacramento, y al Padre ofendido porque no querían recibir la vida, Yo daba al Padre la satisfacción, la gloria, como si todos hubieran recibido la comunión, dando al Padre por cada uno la satisfacción y la gloria de una Vida Divina.
También tú recibe la comunión en mi Voluntad, repite lo que hice Yo, y así no sólo repararás todo, sino que me darás a Mí mismo a todos como Yo quería darme a todos, y me darás la gloria como si todos hubieran recibido la comunión.
Mi corazón se siente enternecido cuando ve que la criatura, no pudiendo darme nada de ella que sea digno de Mí, toma mis cosas, las hace suyas, imita como las hice Yo, y para agradarme me las da; y Yo en mi complacencia le voy repitiendo: Bravo hija mía, has hecho precisamente lo que hacía Yo.”
Fiat Divina Voluntad
Vol. 12-23 Octubre 20, 1917
"Cómo el alma puede hacerse hostia por amor de Jesús"
Habiendo recibido a mi Jesús, estaba pensando cómo podría devolver amor por amor, y me resultaba imposible el poderme restringir, empequeñecerme, como hace Jesús en la hostia por amor mío; esto no está en mi poder, como sí lo está en el de Jesús. Y mi amado Jesús me ha dicho:
“Hija mía, si no puedes restringirte toda tú dentro del breve giro de una hostia por amor mío, puedes muy bien restringirte toda tú en mi Voluntad, para poder formar la hostia de ti en mi Voluntad. Cada acto que hagas en mi Voluntad me formarás una hostia, y Yo me alimentaré de ti como tú de Mí.
¿Qué cosa forma la hostia? Mi Vida en ella. ¿Qué cosa es mi Voluntad? ¿No es toda mi Vida? Así que también tú puedes hacerte hostia por amor mío; por cuantos más actos hagas en mi Voluntad, tantas hostias de más formarás para restituirme amor por amor”.
Fiat Divina Voluntad
Historia del Corpus Christi
por Pepe González