"Quería de parte de la familia humana

una vida de criatura a su disposición, y que sin oponerse estuviera en poder de su Voluntad Divina, a fin de que de ella hiciera lo que quiere; esto le servirá de apoyo y condición para asegurar su reino por parte de las criaturas".  



De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 30-23  marzo 27, 1932

“Hija mía bendita, las condiciones absolutas, necesarias y de suma importancia, que forman la vida y el alimento para asegurar el reino de mi Divina Voluntad, es pedir de la criatura grandes sacrificios y prolijidad de continuo sacrificio;

 

entonces nuestra bondad, en virtud del sacrificio que pide, 

debe dar gracias sorprendentes a quien pide este sacrificio, 

de modo que a la criatura fascinada por mi amor, por mis dones y por mis gracias, le parecerá nada el sacrificio que Yo le pido, a pesar de conocer que su vida ha terminado, que no tendrá más derecho sobre sí misma, y que todos los derechos serán de quien le pidió el sacrificio; si no conociera toda la magnitud del sacrificio que acepta, no tendría todo el valor, porque por cuanto más se conoce la grandeza, el peso del sacrificio, tanto más valor viene puesto dentro.  

El conocimiento pone el valor exacto y completo en el sacrificio, por el contrario quien no conoce todo el peso de un sacrificio, ¡oh! cuánto disminuye el valor, la gracia, el bien que debe obtener, además nuestro amor queda herido, nuestra potencia se siente impotente ante una criatura a la que le pedimos grandes sacrificios, haciéndole conocer el peso a que se debe someter, y ella, sólo por nuestro amor y para cumplir nuestra Voluntad, acepta todo.  

El sacrificio prolijo trae la prolijidad de la oración, y ¡oh! cómo nuestros oídos se ponen atentos, nuestras miradas quedan raptadas al ver que en medio de la hoguera del sacrificio querido por Nosotros, ruega, y 

¿qué cosa pide y quiere?  

Lo que Nosotros queremos:  ‘Que nuestra Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra.’  ¡Ah! si ella pudiera, arrollaría Cielo y tierra, quisiera todo en su poder para hacer que todos pidieran lo que quiere, a fin de que su sacrificio obtenga la finalidad y lleve el fruto querido por Dios.  

Nuestra paterna bondad es tanta, que nos resulta imposible no oír favorablemente el propósito de un sacrificio prolongado y una plegaria prolija. 

Estas son las condiciones por parte de las criaturas, y esto lo hemos hecho contigo y queremos que lo conozcas, porque Nosotros no damos nuestras cosas a los ciegos, que por su ceguera no conocen los bienes que le son dados, ni aquellos que le están alrededor, mucho menos a los mudos, que por su mutismo no tienen palabras para manifestar nuestras verdades y nuestras gracias.  

La primera cosa que damos es el conocimiento de lo que queremos hacer de ella, y después damos y hacemos lo que hemos dispuesto.  

El conocimiento se puede llamar el principio, el vacío, la semilla donde poner el sacrificio, nuestras cosas, y hacer surgir la bella oración que nos debilita, nos encadena con cadenas, con ataduras inseparables, y nos hace dar lo que quiere.  

Mucho más que siendo nuestra Voluntad vida y obra que da vida a todo y a todos, para venir a reinar sobre la tierra 

quería de parte de la familia humana una vida de criatura a su disposición, y que sin oponerse estuviera en poder de su Voluntad Divina, a fin de que de ella hiciera lo que quiere; esto le servirá de apoyo y condición para asegurar su reino por parte de las criaturas.  

Ahora vienen las aseguraciones por parte de Dios, pero ¿a quién podía hacerlas sino a quien había pedido el sacrificio?  Así que mi gran prolijidad en manifestar tantas verdades sobre mi Divina Voluntad, mi largo decir sobre su reino y sobre el bien que quiere y debe hacer, su prolongado dolor de cerca de seis mil años porque quiere reinar y la han rechazado, las muchas promesas que quiere dar de bienes, de felicidad, de alegría si la hacen reinar, no han sido otra cosa que aseguraciones que he dado a la criatura de este reino de mi Fiat, y estas aseguraciones venían hechas y selladas en la cosa más bella, más sagrada, más preciosa, esto es en el centro de la hoguera de tu sacrificio querido por Nosotros.  

Puedo decir que no me canso jamás de hacer aseguraciones, digo, vuelvo a decir siempre con nuevos modos, nuevas verdades, nuevas formas, semejanzas sorprendentes siempre sobre mi Divina Voluntad, jamás habría dicho tanto si no fuera cierto que mi reino debía tener su dominio sobre la tierra.  Por eso es casi imposible que un decir mío tan prolijo, y un sacrificio tuyo tan continuo, no deban tener los suspirados frutos de parte de Dios y de parte de las criaturas, por eso continúa tu vuelo en aquel Fiat que tiene potencia de hacerse camino, de abatir todas las dificultades, y a fuerza de amor hacerse los más fieles amigos y defensores de sus más despiadados enemigos”...

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