"Tu vida debe estar en medio de Nosotros en la casa de Nazaret"




De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 1

“Hija mía, tu vida debe estar en medio de Nosotros en la casa de Nazaret. Si trabajas, si rezas, si tomas alimento, si caminas..., debes poner una mano en Mí, la otra en nuestra Mamá y la mirada en san José, para que veas si tus actos corresponden a los nuestros, de modo que puedas decir:
‘Primero formo mi modelo sobre lo que hace Jesús, la Mamá celestial y San José, y luego lo sigo.’ 

Según el modelo que te vas formando, quiero ser repetido por ti en mi vida oculta; quiero encontrar en ti las obras de mi Mamá, las de mi querido san José y las mías mismas.”

Yo quedaba confundida y le decía:  “Mi amado Jesús, yo no lo sé hacer.”

Y Él: “Animo, hija mía, no te abatas; si no sabes cómo hacerlo, ruégame que Yo te enseñe y Yo en seguida te enseñaré; te diré el modo como lo hacíamos, mis intenciones, el amor continuo de los tres, del que Yo como mar y ellos como ríos, siempre estábamos llenos, de modo que uno desembocaba en el otro, y tanto, que teníamos poco tiempo para hablarnos, tan absorbidos estábamos en el amor. 

¿Ves cuán atrás estás? ¡Tienes mucho que hacer para alcanzarnos! Te es conveniente mucho silencio y atención, pues Yo no te quiero atrás, sino entre Nosotros.”

Entonces, cuando no sabía cómo hacerle le preguntaba a Jesús y Él me enseñaba en mi interior. Trataba casi siempre, por cuanto más podía, de apartarme de la familia para estar sola y mantener el silencio: tomaba mi labor y le pedía a mi mamá que me permitiera irme arriba y ella me lo concedía. Así pues, mi mente estaba en la casa de Nazaret, y ahora me fijaba en uno, ahora en otro y me asombraba al verlos tan atentos en sus humildes trabajos, tan absorbidos en las llamas de amor que se elevaban tan alto, que sus trabajos quedaban incendiados y transformados en amor; y yo, maravillada, pensaba entre mí:  “Ellos aman tanto, y mi amor ¿cuál es? ¿Puedo decir que mis trabajos, mis oraciones, el alimento que tomo, los pasos que doy, son llamas que se elevan al trono de Dios y formando un río desembocan en el mar de Jesús?”

También Él me decía:

“¡Ah!, imítame cuando Yo estaba en la casa de Nazaret, mi mente no se ocupaba de otra cosa que de la gloria de mi Padre y de la salvación de las almas; mi boca no decía otra cosa que pláticas santas, con mis palabras trataba de reparar las ofensas a mi Padre, trataba de saetear los corazones y atraerlos a mi amor y por primeros a mi Madre y a San José; en una palabra, todo hablaba de Dios, todo se obraba para Dios y todo a Él se refería. ¿No puedes hacer tú lo mismo?"

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