AUDIO


"Así hago Yo, cuanto más grande es la obra que quiero hacer"

Vol. 12-148 (6-7) 17 de enero 1921

"es mi costumbre elegir las almas más viles, incapaces y pobres para mis obras más grandes"


"Hija mía, es mi costumbre elegir las almas más viles, incapaces y pobres para mis obras más grandes; mi misma Mamá nada de extraordinario tenía en su vida exterior, ningún milagro, ninguna señal tenía que la hiciera distinguirse de las demás mujeres, su único distintivo era su perfecta virtud, que a muy pocos llamaba la atención; y si a los demás santos les he dado el distintivo de los milagros, y a otros los he adornado con mis llagas, a mi Mamá nada, nada, sin embargo era el portento de los portentos, el milagro de los milagros, la verdadera y perfecta crucificada, ningún otro similar a Ella.

Yo tengo la costumbre de hacer como un amo que tiene dos servidores, uno parece un gigante hercúleo, hábil para todo; el otro, pequeño, débil, inhábil, parece que no sabe hacer nada, ningún servicio importante, y el amo, si lo tiene, es más por caridad que por otra cosa. Ahora, debiendo enviar una altísima suma de dinero a un país lejano, ¿qué hace? Llama al pequeño, al inhábil y le confía la gran suma y dice para sí: “Si la confío al gigante, todos le pondrán atención, los ladrones lo asaltarán, lo pueden robar, y si con su fuerza hercúlea se defiende, puede quedar herido, sé que él es valiente, pero quiero protegerlo, no quiero exponerlo a un evidente peligro; en cambio este pequeño, sabiéndolo inhábil, ninguno le pondrá atención, ninguno podrá pensar que pueda yo confiarle una suma tan importante, y volverá sano y salvo”. El pobre inhábil se asombrará de que su amo confíe en él mientras podía servirse del gigante, y todo tembloroso y humilde va a entregar la gran suma sin que ninguno se haya dignado mirarlo, y sano y salvo regresa a su amo, más tembloroso y humilde que antes. Así hago Yo, cuanto más grande es la obra que quiero hacer, tanto más escojo almas pequeñas, pobres, ignorantes, sin ninguna exterioridad que las señale, su estado de pequeñez sirve como segura custodia de mi obra, los ladrones de la propia estima, del amor propio, no le pondrán atención, conociendo su inhabilidad y ella, humilde y temblorosa desempeñará el oficio confiado por Mí, conociendo que no ella, sino Yo, he hecho todo en ella”.