Fiesta del Santo Nombre de María


12 de Septiembre

Cita de los Manuscritos de la Divina Voluntad y otros textos

Casa para tu Fe Católica  Fray Nelson Medina

Fiesta del Santo Nombre de María


El hecho de que la Santísima Virgen lleve el nombre de María, es el motivo de esta festividad. Se instituyó con el objeto de que los fieles encomienden a Dios a través de la intercesión de la Santa Madre, las necesidades de la Iglesia, agradezcan por su omnipotente protección y sus innumerables beneficios, en especial los que reciben por las gracias y la mediación de la Virgen María.

La primera vez que se autorizó la celebración de esta fiesta, fue en 1513 en la ciudad española de Cuenca. Desde ahí se extendió por toda España y en 1683, el Papa Inocencio XI la admitió en la Iglesia de occidente como una acción de gracias por el levantamiento del sitio a Viena y la derrota de los turcos por las fuerzas de Juan Sobieski, rey de Polonia.

Esta conmemoración es probablemente algo más antigua que la fiesta autorizada en el año 1513, aunque no se tienen pruebas concretas sobre ello. Todo lo que podemos decir, es que la gran devoción al Santo Nombre de Jesús, que se debe en parte a las predicaciones de San Bernardino de Siena, abrió naturalmente el camino para una conmemoración similar del Santo Nombre de María.


"Por eso se le puede dar de hecho el nombre de verdadera Señora"



De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 33-43 (4)   Julio 8, 1935

 Los hijos de la Divina Voluntad serán soles y estrellas que coronarán a la Soberana Celestial


“Hija mía, cómo es bella mi Mamá, su Majestad es encantadora, ante su santidad se abajan los Cielos, sus riquezas son interminables e incalculables, ninguno puede decirse similar a Ella, por eso Ella es Señora, Madre y Reina; ¿pero sabes cuáles son sus riquezas?  Las almas.  Cada alma vale más que un mundo entero, ninguno entra en el Cielo si no es por medio suyo y en virtud de su Maternidad y de sus dolores, así que cada alma es una propiedad suya, 

por eso se le puede dar de hecho el nombre de verdadera Señora.  

Mira entonces cómo es rica, sus riquezas son especiales, están llenas de vidas parlantes, amantes, que alaban a la Celestial Señora.  Como Madre tiene sus hijos innumerables, como Reina tendrá su pueblo del reino de la Divina Voluntad.  Estos hijos y este pueblo formarán su corona más refulgente, quién como sol y quién como estrella coronarán su augusta cabeza con tal belleza, de raptar todo el Cielo.  Así que los hijos del reino de mi Divina Voluntad serán los que le darán los honores de Reina, y transformándose en soles le formarán la más bella corona.  

Por eso suspira tanto que venga este reino, porque a su corona refulgente con la cual la coronó la Santísima Trinidad, aguarda la corona de su pueblo, que alabándola como Reina le ofrecen su vida transformada en sol como testimonio de amor y de gloria.  ¡Oh! si se comprendiera qué significa vivir en mi Querer, cuántos secretos divinos serían revelados, cuántos descubrimientos harían de su Creador.  Por eso conténtate de morir antes que no vivir de mi Voluntad”. 


Fiat Divina Voluntad

1/40 Visiones de María Valtorta.

El siguiente es el diálogo entre Ana y Joaquín y continúa Jesús relatando la Gracia Divina en las palabras de Ana.

Y el siguiente texto escrito es apartir del minuto 24, apróx. y por unos minutos de la siguiente visión de María Valtorta.

"la llamaremos María. Estrella de nuestro mar, perla, felicidad, el nombre de la primera gran mujer de Israel"  



"... -¿Estás contenta, Ana? pareces un ave en primavera. ¿Qué canción es ésta? A nadie se la he oído nunca. ¿De dónde nos viene?

-De mi corazón, joaquín.

Ana se ha levantado y ahora se dirige hacia su esposo, toda sonriente.  Parece más jóven y más guapa.

-No sabía que fueras poetisa. -dice su marido  mirándola con visible admiración. No parecen dos esposos ya mayores. En su mirada hay una ternura de jóvenes cónyuges.

-He venido desde la otra parte del huerto oyéndote cantar.  Hacía años que no oía tu voz de tórtola enamorada.  ¿Quieres repetirme esa canción?

-Te la repetiría aunque no lo pidieras  Los hijos de Israel han encomendado siempre al canto los gritos más auténticos de sus esperanzas, alegrías y dolores.  Yo he encomendado a canto la solicitud de anunciarme y de anunciarte una gran alegría. Sí, también a mí, porque es cosa tan grande que, a pesar de que yo ya esté segura de ella, me parece aún no verdadera...

"Y empieza a entonar de nuevo la canción. Pero cuando llega al punto: "en la rama hay una rosa, hay uno de los más dulcemos pomos, una estrella"..., su bien entonada voz de contra alto primero se oye trémula y luego se rompe; se echa a llorar de alegría, mira a Joaquín, y levantando los brazos, grita: 

-¡Soy madre, amado mío! -y se refugia en su corazón, entre los bazos que él ha tendido para volver a cerrarlos en torno a ella, su esposa dichosa.   Es el más casto y feliz abrazo que he visto desde que estoy en este mundo.  Casto y ardiente, dentro de su castidad. 

Y la delicada reprensión entre los cabellos blanco - negros de Ana: -¿Y no me lo decías?

-Porque quería estar segura.  Siendo vieja como soy... verme madre... No podía creer que fuera verdad... y no quería darte la más amarga de las desilusiones.  Desde finales de diciembre siento renovarse mis entrañas profundas y echar, como digo, una nueva rama.  Mas ahora en esa rama el fruto es seguro.. ¿Ves? Esa tela ya es para el que ha de venir. 

-¿No es el lino que compraste en Jerusalén?

Sí.  Lo he hilado durante la espera... y con esperanza.  Tenía esperanza por lo que sucedió el último día mientras oraba en el Templo, lo más que puede una mujer en la Casa de Dios, ya de noche.  ¿Te acuerdas que decía: "Un poco más, todavía un poco más?   ¡No sabía separarme de allí sin haber recibido gracia!

Pues bien, descendiendo ya las sombras, desde el interior del lugar sagrao al que yo miraba con arrobo para arrancarle al Dios presente su asentimiento, vi surgir una luz.  Era una chispa de luz bellísima.  Cándida como a luna pero que tenía en sí todas las luces de todas las perlas y gemas que hay en la tierra.  Parecía como si una de las estrellas preciosas del Velo, las que están colocadas bajo los pies de los querubines se separase y adquiriese esplendor de luz sobrenatural... Parecía como si desde el otro lado del Velo sagrado, desde la Gloria misma, hubiera salido un fuego y viniera veloz hacia mí, y que al cortar el aire cantar con voz celeste diciendo:  "Recibe lo que has pedido". Por eso canto:  "Una estrella te llegará".  ¿Y que hijo será éste, nuestro, que se manifiesta como luz de estrella en el Templo y que dice "existo" en la Fiesta de las Luces? ¿Será que as acertado al pensar en mí como una nueva Ana de Elcana? ¿Cómo la llamaremos a esta criatura nuestra que, dulce como canción de aguas, siento que me habla en el seno con su corazoncito, latiendo, latiendo, como el de una  tortolita ente los huecos de las manos?".

Si es varón, le llamaremos Samuel; si es niña, Estrella, la palabra que ha detenido tu canto para darme esta alegría de saber que soy padre, la forma que ha tomado para manifestarse entre las sagradas sombras del Templo. 

Estrella. Nuestra Estrella, porque... no lo sé, pero creo que es una niña. Pienso que unas caricias tan delicadas no pueden provenir sino de una dulcísima hija.  Porque no la llevo yo, no me produce dolor; es ella la que me lleva por un sendero azul y florido, como si ángeles santos me sostuviera y la tierra estuviera ya lejana... 


Siempre he oído decir a las mujeres que el concebir y el llevar al hijo en el seno supone dolor,  pero yo no lo siento.  Me siento fuerte, joven, fresca; más que cuando te entregué mi virginidad en la lejana juventud.  Hija de Dios, porque es más de Dios que nuestra, siendo así que nacerá de un tronco aridecido, que no da dolor a su madre; sólo le trae paz y bendición: los frutos de Dios, su verdadero Padre. 

-Entonces la llamaremos María. Estrella de nuestro mar, perla, felicidad, el nombre de la primera gran mujer de Israel.  Pero no pecará nunca contra el Señor, que será el único al que dará su canto, porque ha sido ofrecida a Él como hostia antes de nacer. 

-Está ofrecida a Él, sí. Sea niño o niña nuestra criatura, se la daremos al Señor, después de tres años de jubilo con ella.  Nosotros seremos también hostias, con ella, para la gloria de Dios. 

No veo ni oigo nada más.


Dice Jesús: La Sabiduría, tras haberlos Iluminado con los sueños de la noche, descendió; Ella, que es "emanación de la potencia de Dios, genuino efluvio de la gloria del Omnipotente", y se hizo Palara para la estéril. Quien ya veía cercano su tiempo de redimir, Yo, el Cristo, nieto de Ana, casi cincuenta años después, mediante la Palabra, obraría milagros en las estériles y en las enfermas, en las obsesas, en las desoladas; los obraría en todas las miserias de la tierra. 

Pero, entretanto, por la alegría de tener una Madre, he aquí que susurro una arcana palabra de las sombras del Templo que contenía las esperanzas de Israel, del Templo que ya estaba en la frontera de su vida.  En efecto, un nuevo y verdadero Templo,  no ya portador de esperanzas para un pueblo, sino certeza de Paraíso para el pueblo de toda la tierra, y por los siglos de los siglos hasta el fin del mundo, estaba para descender sobre la tierra.  Esta palabra obra el milagro de hacer fecundo lo que era infecundo, y de darme una Madre, la cual no tuvo sólo óptimo natural, como era de esperarse naciendo de dos santos, y no tuvo sólo un alma buena, como muchos también la tienen, y continuo crecimiento de esta bondad por su buena  voluntad, ni sólo un cuerpo Inmaculado... Tuvo, caso único entre las criaturas, Inmaculado el espíritu. 

Tú has visto la generación continua de las almas por Dios. Piensa ahora cuál debió ser la belleza de esta alma que el Padre había soñado antes de que el tiempo fuera, de esta alma que constituía las delicias de la Trinidad, Trinidad que ardientemente deseaba adorarla con sus dones para donársela así misma. 

¡Oh, Todo Santa que Dios creó para sí, y luego para salud de los hombres!  Portadora del Salvador, tú fuiste la primera salvación; vivo Paraíso, con tu sonrisa comenzaste a santificar la tierra. 

¡Oh, el alma creada para ser alma de la Madre de Dios!... Cuando, de un más vivo latido del trino Amor, surgió esta chispa vital, se regocijaron los ángeles, pues luz más viva nunca había visto el Paraíso.  Como pétalo de empírea rosa, pétalo inmaterial y preciado, gema y llama, aliento de Dios que descendía a animar a una carne de forma muy distinta que a las otras, con un fuego tan vivo que la Culpa no pudo contaminarla, traspasó los espacios y se cerró en un seno santo. 

La tierra tenía su Flor y aún no lo sabía.  La verdadera, única Flor que florece eterna: azucena y rosa, violeta y jazmín, helianto y ciclamino sintetizados, y con ellas todas las flores de la tierra fusionadas en una Flor sóla, María, en la cual toda virtud y gracia se unen. 

En abril, la tierra de Palestina parecía un enorme jardín.  Fragancias y colores deleitaban el corazón de los hombres.  Sin embargo, aún Ignorábase la más bella Rosa. Ya florecía para Dios en el secreto del claustro materno, porque mi Madre amó desde que fue concebida, más sólo cuando la vid da su sangre para hacer vino, y el olor de los mostos, dulce y penetrante, llena las... y el olfato, Ella sonreiría, primero a Dios y luego al mundo, diciendo con su super inocente sonrisa: "Mirad: la Vid que os va a dar el Racimo para ser prensado y ser Medicina eterna para vuestro mal está entre vosotros".

He dicho que María amó desde que fue concebida. 

¿Qué es lo que da al espíritu luz y conocimiento? La Gracia. 

¿Qué es lo que quita la Gracia? El pecado original y el pecado mortal. 

María, la Sin Mancha, nunca se vio privada del recuerdo de Dios, de su cercanía, de su amor, de su luz, de su sabiduría.   Ella pudo por ello comprender y amar cuando no era más que una carne que se condensaba en torno a una alma Inmaculada que contuaba amando..."

"Las glorias de María”



Son maravillosas las gracias prometidas por Jesucristo a los devotos del nombre de María


I) Significado del Nombre “María”

Según los Padres de la Iglesia es el significado arameo y hebreo de “Miriam” or “Mariam”: “Señora” o “Soberana”, significado que los egipcios conocían en forma masculina e incluyeron en papiros (según se explica al final de esta fuente).


Así piensan: 

S. Pedro Crisólogo: “El nombre hebreo de María se traduce por ‘Domina’ en latín; el Ángel le da, por tanto, el título de ‘Señora’. (Sermón sobre la Anunciación de la B. Virgen María, 142) 

Sto. Tomás concuerda, y asegura que a la Ssma. Virgen: “le es muy propio el nombre de María, que en siríaco quiere decir ‘Señora’” (“Sobre el Avemaría, 1.c., p. 183), aunque en la misma obra también dice que “quiere decir ‘iluminada’” (p. 182) y que “significa ‘estrella del mar’; como la estrella del mar orienta a puerto a los navegantes, María dirige a los cristianos a la gloria” (p. 185).


S. Beda explica la diferencia así: “La palabra María significa en hebreo estrella del mar, y en siríaco Señora. Y con razón, porque mereció llevar en sus entrañas al Señor del mundo y a la luz perenne de los siglos” (en “Catena Aurea”, vol. V, p. 36). 


S. Jerónimo sugiere que “maor” (estrella) con “yam” (mar) forma “estrella del mar”, traducción que acepta 


S. Bernardo (“Homilía sobre la Virgen Madre”, 2) Se parece el significado: “el Señor ilumina” o “luz del Señor”, derivado de “Me’ir” (“el que ilumina” y “yam” (como abreviación de “Yahve”), según esta página. 


Otras posibilidades de combinaciones etimológicas hebreas que se han sugerido para formar el sonido “miriam” incluyen: “marar” (amargura o fortaleza) y “yam” (mar) para formar “mar de amargura” o “mar de fortaleza”, significados que también serían apropiados para la Ssma. Virgen María, que como Madre Dolorosa encarnó ambos significados al pie de la Cruz.


II) Poder del Dulce Nombre de María

La que fue Inmaculada desde su Concepción, sufrió como ninguna los dolores de Su Hijo Jesucristo, Ntro. Redentor. Si en el Evangelio del XXIV Domingo de Tiempo Ordinario : “El señor tuvo lástima” (Mt. 18, 27) de un miserable siervo deudor cuando le pidió clemencia, ¡cuánto más escucharía nuestro Señor las súplicas de Su Ssma. Madre por los que la invocan por su nombre! En efecto, S. Alfonso María de Ligorio nos recuerda en “Las glorias de María”


(Parte I, Cap. X):

”Son maravillosas las gracias prometidas por Jesucristo a los devotos del nombre de María, como lo dio a entender a Sta. Brígida hablando con su Madre santísima, revelándole que quien invoque el nombre de María con confianza y propósito de la enmienda, recibirá estas gracias especiales: un perfecto dolor de sus pecados, expiarlos cual conviene, la fortaleza para alcanzar la perfección y al fin la gloria del paraíso. Porque, añadió el divino Salvador, son para mí tan dulces y queridas tus palabras, oh María, que no puedo negarte lo que me pides. En suma, llega a decir S. Efrén, que el nombre de María es la llave que abre la puerta del cielo a quien lo invoca con devoción. Por eso tiene razón san Buenaventura al llamar a María “salvación de todos los que la invocan”, como si fuera lo mismo invocar el nombre de María que obtener la salvación eterna.” (5)

Vela, pues, por sus hijos espirituales la que es “bella” sin igual al ser llena de gracia y “amada del Señor” por haberle sido siempre fiel, hasta en un “mar de amargura”. A esta “estrella del mar” y “mar de fortaleza” se dirigen los que se ven necesitados para ser socorridos enseguida.

S. Alfonso María de Ligorio recomienda que se pronuncie con frecuencia los nombres de Jesús y María, sobre todo en cualquier peligro. Cita a S. Pedro Crisólogo diciendo “que el nombre de María es indicio de castidad” y muy eficaz en tentaciones contra la pureza. S. Alfonso María de Ligorio también asegura que repetir esos santos nombres es muy eficaz en la hora de la muerte, como demostró S. Camilo de Lelis al final de su vida. ¿Por qué es tan poderoso el nombre de “María”? Nos dice S. Alfonso:

“…los demonios, afirma Tomás de Kempis, temen de tal manera a la Reina del cielo, que al oír su nombre, huyen de aquel que lo nombra como de fuego que los abrasara. La misma Virgen reveló a santa Brígida, que no hay pecador tan frío en el divino amor, que invocando su santo nombre con propósito de convertirse, no consiga que el demonio se aleje de él al instante. Y otra vez le declaró que todos los demonios sienten tal respeto y pavor a su nombre que en cuanto lo oyen pronunciar al punto sueltan al alma que tenían aprisionada entre sus garras. Y así como se alejan de los pecadores los ángeles rebeldes al oír invocar el nombre de María, lo mismo –dijo la Señora a santa Brígida– acuden numerosos los ángeles buenos a las almas justas que devotamente la invocan. Atestigua san Germán que como el respirar es señal de vida, así invocar con frecuencia el nombre de María es señal o de que se vive en gracia de Dios o de que pronto se conseguirá; porque este nombre poderoso tiene fuerza para conseguir la vida de la gracia a quien devotamente lo invoca. (“Las glorias de María”, Parte I, Cap. X, 4)

Recemos, pues, con S. Alfonso esta oración de S. Bernardo: “¡Oh excelsa, oh piadosa, oh digna de toda alabanza Santísima Virgen María, tu nombre es tan dulce y amable, que no se puede nombrar sin que el que lo nombra no se inflame de amor a ti y a Dios; y sólo con pensar en él, los que te aman se sienten más consolados y más inflamados en ansias de amarte!”. (“Las glorias de María”, Parte I, Cap. X, 3)