Casa para tu Fe Católica

Fray Nelson Medina


Memoria de Nuestra Señora de los Dolores

"Por dos veces durante el año, la Iglesia conmemora los dolores de la Santísima Virgen, siendo en la Semana de la Pasión en especial el  y también para el 15 de septiembre.

La primera de estas conmemoraciones es la más antigua, puesto que se instituyó en Colonia y en otras partes de Europa en el siglo XV. Cuando la festividad se extendió por toda la Iglesia, en 1727, con el nombre de los Siete Dolores, se mantuvo la referencia original de la Misa y del Oficio de la Crucifixión del Señor.

En la Edad Media había una devoción popular por los cinco gozos de la Virgen Madre, y por la misma época se complementó esa devoción con otra fiesta en honor a sus cinco dolores durante la Pasión.

Más adelante, las penas de la Virgen María aumentaron a siete, y no sólo comprendieron su marcha hacia el Calvario, sino su vida entera.

A los frailes servitas, que desde su fundación tuvieron particular devoción por los sufrimientos de María, se les autorizó para que celebraran una festividad en memoria de los Siete Dolores, el tercer domingo de septiembre de todos los años"

Nuestra Señora 

de los Dolores

LibroLa Reina del Cielo en el Reino de la Divina VoluntadDía 22

Nuestra Señora 

de los Dolores

LibroLa Reina del Cielo en el Reino de la Divina VoluntadDía 28

AUDIO

Suena la hora del dolor.  La Pasión


Hija queridísima, no me niegues tu compañía en tantas amarguras   mías.    La Divinidad ya ha decretado el último día de mi Hijo acá abajo. Ya un apóstol lo ha traicionado, poniéndolo en las manos de los Judíos para hacerlo morir. Ya mi querido Hijo, dando en exceso de amor y no queriendo dejar a sus hijos, que con tanto  amor vino  a buscar sobre la tierra, se queda en  el sacramento  de la Eucaristía, a fin de que cualquiera que lo quiera lo pueda poseer. Así que   la Vida de mi Hijo está por terminar y por emprender el vuelo a su Patria celestial. ¡Ah hija querida! El Fiat Divino me lo dio, y Yo en el Fiat Divino le   recibí, y ahora en el mismo Fiat hago la entrega. Se me desgarra el corazón, mares inmensos de dolores me inundan, siento que la vida se me va por el espasmo atroz, pero nada podía negar al Fiat Divino, por el  contrario,  me  sentía dispuesta a sacrificarlo con mis mismas manos si Él lo hubiera querido. La fuerza del Querer Divino es omnipotente, y Yo sentía tal fortaleza en virtud del Él, que me habría contentado con morir antes que negar nada a la Divina Voluntad.

Ahora hija mía escúchame, mi materno corazón está ahogado de penas, el solo  pensar que debe morir mi Hijo, mi Dios, mi vida, es más que muerte para  tu Mamá, sin embargo sé que debo vivir. ¡Qué tormento! Que desgarros profundos se forman en mi corazón, que con espadas afiladas me lo traspasan de lado a lado, sin embargo hija querida, me duele el decirlo, pero debo decírtelo, en estas penas y desgarros profundos, y en las penas de mi amado Hijo estaba tu alma, tu voluntad humana, que no haciéndose dominar por la de Dios, Nosotros la cubríamos de penas, la embalsamábamos, la fortalecíamos con nuestras penas, a fin de que se dispusiera a recibir la Vida de la Divina Voluntad.

¡Ah! si el Fiat Divino no me hubiera sostenido y no continuara su curso de  los mares infinitos de luz, de alegría, de felicidad, al lado de los mares de mis acerbos dolores, Yo habría muerto tantas veces por cuantas penas sufrió mi querido Hijo. ¡Oh! cómo me sentí destrozar cuando la última vez lo vi pálido,  con una tristeza de muerte sobre el rostro, y con voz temblorosa como si quisiera sollozar, me dijo: “¡Mamá, adiós! Bendice a tu Hijo, y dame la obediencia de morir. El mío y tu Fiat Divino me hicieron concebir, el mío y tu  Fiat Divino me deben hacer morir. Rápido ¡oh! Mamá querida, pronuncia tu Fiat y dime: “Te bendigo y te doy la obediencia de morir  crucificado, así lo quiere el eterno Querer, así quiero también Yo.”

Hija mía, que tormento a mi corazón traspasado, sin embargo debía decirlo, porque en Nosotros no existían penas forzadas, sino todas voluntarias. Por eso ambos nos bendijimos y dándonos aquella mirada que no sabe separarse más del objeto amado, mi querido Hijo, la dulce vida mía, partió, y Yo, tu Mamá doliente, lo dejé, pero el ojo de mi alma no lo perdió jamás de vista. Lo seguí en el huerto, en su tremenda agonía, y ¡oh, cómo me sangró el corazón al verlo abandonado por todos, hasta de sus más fieles y queridos apóstoles!

Nuestra Señora 

de los Dolores

LibroLa Reina del Cielo en el Reino de la Divina VoluntadDía 28

En este día de dolores para tu Madre dolorosa


"Quiero hablarte con las penas de mi Hijo de los graves males de tu voluntad humana. 

Míralo en mis brazos dolientes, cómo está desfigurado, es el verdadero retrato de los males que el querer humano hace a las pobres criaturas, y mi querido Hijo quiso sufrir tantas penas para levantar nuevamente esta voluntad caída en lo bajo de todas las miserias, y en cada pena de Jesús y en cada dolor mío la llamaban a resurgir en la Voluntad Divina. Fue tanto nuestro amor, que para poner al seguro esta voluntad humana la llenamos de nuestras penas, hasta ahogarla, y la encerramos dentro de los mares inmensos de mis dolores y de los de mi amado Hijo. 

Por eso, en este día de dolores para tu Madre dolorosa, y todo por ti, dame por correspondencia en mis manos tu voluntad, para que la encierre en las llagas sangrantes de Jesús, como la más bella victoria de su pasión y muerte, y como triunfo de mis acerbísimos dolores."

Fiat Divina Voluntad

Nuestra Señora 

de los Dolores

Libro de CieloVol. 6-133 (6)  Septiembre 17, 1905 

AUDIO


“...Todos pueden participar en los méritos y en los bienes que fructificaron de los dolores de mi Madre 


Quien anticipadamente se pone en las manos de la providencia, ofreciéndose a sufrir cualquier tipo de penas, miserias, enfermedades, calumnias y todo lo que el Señor disponga sobre ella, viene a participar DEL PRIMER DOLOR de la profecía de Simeón. 

Quien actualmente se encuentra en los sufrimientos y está resignado y está más estrechado Conmigo, no me ofende, y como si me salvara de las manos de Herodes, y sano y salvo me custodia en el Egipto de su corazón, participa DEL SEGUNDO DOLOR. 

Quien se encuentra abatido de ánimo, árido y privado de mi presencia, y está firme y fiel a sus acostumbrados ejercicios, es más, busca la ocasión de amarme y buscarme más, sin cansarse, viene a participar de los méritos y bienes que adquirió mi Madre en mi extravío. (DEL TERCER DOLOR).

Quien en cualquier ocasión que se encuentre, especialmente de verme ofendido gravemente, despreciado, pisoteado, y busca repararme, compadecerme y rogar por aquellos mismos que me ofenden, es como si encontrara en aquella alma a mi misma Madre, que si hubiera podido me hubiera liberado de mis enemigos, y participa EN EL CUARTO DOLOR. 

Quien crucifica sus sentidos por amor de mi crucifixión, y trata de copiar en sí las virtudes de mi crucifixión, participa DEL QUINTO. 

Quien está en continua actitud de adorar, de besar mis llagas, de reparaciones, de agradecimientos y más, a nombre de todo el género humano, es como si me tuviera en sus brazos, como me tuvo mi Madre cuando fui depuesto de la cruz, y participa DEL SEXTO DOLOR. 

Quien se mantiene en mi gracia y me corresponde, y no da a ningún otro albergue en el propio corazón sino a Mí sólo, es como si me sepultara en el centro del corazón, y participa EN EL SÉPTIMO”. 

Fiat Divina Voluntad

Nuestra Señora 

de los Dolores

Libro de CieloVol. 4-63 Abril 5, 1901

Compadeciendo a la Mamá se compadece a Jesús. 

En el calvario, en la crucifixión, ve en Jesús a todas las generaciones



(1) Continuando el estado de privación, esta mañana parece que lo he visto por un poco junto con la Reina Madre, y como el adorable Jesús tenía la corona de espinas, se la he quitado y lo compadecí todo; y mientras esto hacía me ha dicho: 

(2) “Compadece al mismo tiempo a mi Madre, porque siendo mi sufrir la razón de sus dolores, compadeciéndola a Ella vienes a compadecerme a Mí mismo”. 

(3) Después de esto me parecía encontrarme en el monte Calvario en el momento de la crucifixión de Nuestro Señor, y mientras sufría la crucifixión veía, no sé cómo, en Jesús a todas las generaciones pasadas, presentes y futuras, y cómo Jesús teniéndonos a todos en Él, sentía todas las ofensas que cada uno de nosotros le hacía y sufría por todos en general y por cada individuo en particular, de modo que descubría también mis culpas y las penas que por mí sufría especialmente, como también veía el remedio que a cada uno de nosotros, sin castigar a ninguno, nos suministraba para nuestros males y para nuestra salvación eterna. ¿Pero quién puede decir todo lo que veía en Jesús bendito? Desde el primero hasta el último hombre. Ahora, estando fuera de mí misma veía las cosas claras y distintas, pero encontrándome en mí misma las veo todas confusas. Así que para evitar disparates termino. 

Fiat Divina Voluntad

Nuestra Señora 

de los Dolores

Libro de Cielo

Vol. 19-15 (6)  abril 28, 1926

AUDIO



"No fue uno el máximo sacrificio de mi Mamá, sino fueron tales y tantos, por cuantos dolores, penas, circunstancias y encuentros fue expuesta su existencia y la mía"

 

… mi amable Jesús se ha movido en mi interior diciéndome: “Hija mía, tú te equivocas, no fue uno el máximo sacrificio de mi Mamá, sino fueron tales y tantos, por cuantos dolores, penas, circunstancias y encuentros fue expuesta su existencia y la mía; las penas en Ella siempre eran duplicadas, porque mis penas eran más que penas suyas, y además mi Sabiduría no cambió nunca dirección con mi Mamá, en cada pena que debía tocarle Yo le preguntaba siempre si quería aceptarlas, para oírme repetir por Ella aquel Fiat en cada pena, en cada circunstancia y aun en cada latido; aquel Fiat me sonaba tan dulce, tan suave y armonioso, que lo quería oír repetir a cada instante de su vida, y por eso le preguntaba siempre: ¿Mamá, quieres hacer esto? ¿Quieres sufrir esta pena?

Y a Ella mi Fiat le llevaba los mares de bienes que contiene y le hacía entender la inmensidad de la pena que aceptaba, y este entender con Luz divina lo que paso a paso debía sufrir, le daba tal martirio que supera infinitamente a la lucha que sufren las criaturas, porque faltando en Ella el germen de la culpa, faltaba el germen de la lucha, y mi Voluntad debía encontrar otro medio para hacer que no fuese menor que las otras criaturas en el sufrir, porque debiendo adquirir con justicia el derecho de Reina de los dolores, debía superar a todas las criaturas juntas en las penas.

¿Cuántas veces no lo has sentido tú misma, que mientras no sentías ninguna lucha, mi Querer, haciéndote entender las penas a las cuales te sometía tu quedabas petrificada por la fuerza del dolor, y mientras quedabas destrozada en la pena, tú eras la pequeña corderita en mis brazos, pronta a aceptar otras penas a las cuales mi Querer te quería sometida? ¡Ah! ¿No sufrías tú más que con la misma lucha? La lucha es señal de pasiones vehementes, mientras que mi Voluntad, si lleva el dolor, al mismo tiempo da la intrepidez, y con el conocimiento de la intensidad de la pena le da tal mérito, que sólo una Voluntad Divina puede dar.

Por eso, como hago contigo, que en cada cosa que quiero de ti primero te pregunto si quieres, si aceptas, así hacía con mi Mamá, a fin de que el sacrificio sea siempre nuevo y me dé la ocasión de conversar con la criatura, de entretenerme con ella, y que mi Querer tenga su campo de acción divino en la voluntad humana.”

   Fiat Divina Voluntad

Nuestra Señora 

de los Dolores

Libro de Cielo

Vol. 15-11 (1-5); marzo 23, 1923

 AUDIO



“Fue la primera Reina del inmenso mar de sus dolores“

 

Estaba pensando en los dolores de mi Mamá Celestial, y mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

"Hija mía, el primer Rey de los dolores fui Yo, y siendo Yo Hombre y Dios, debía concentrar todo en Mí para tener el primado sobre todo, aun sobre los mismos dolores. Los dolores de mi Mamá no eran otra cosa que los reflejos de los míos, que reflejándose en Ella le participaban todos mis dolores, que traspasándola, la llenaron de tal amargura y pena, de sentirse morir a cada reflejo de mis dolores, pero el amor la sostenía y le daba de nuevo la vida. Por eso, no sólo por honor, sino con derecho de justicia fue la primera Reina del inmenso mar de sus dolores".

Mientras esto decía, me parecía ver a mi Mamá frente a Jesús, y todo lo que contenía Jesús, los dolores y los traspasos de ese corazón santísimo se reflejaban en el corazón de la dolorosa Reina, y por cada uno de los reflejos se formaban tantas espadas en el corazón de la traspasada Mamá, y estas espadas eran selladas por un Fiat de luz, en la cual Ella quedaba rodeada en medio a tantos Fiat de luz fulgidísima que le daban tanta gloria, que faltan las palabras para narrarla. Entonces Jesús ha continuado diciéndome:

"No fueron los dolores los que constituyeron Reina a mi Mamá y la hicieron refulgir de tanta gloria, sino mi Fiat Omnipotente, el cual entrelazaba cada acto y dolor suyo y se constituía vida de cada dolor, así que mi Fiat era el acto primero que formaba la espada, dándole la intensidad del dolor que quería; mi Fiat podía poner en aquel corazón traspasado cuantos dolores quería, agregar heridas a heridas, penas sobre penas, sin la sombra de la mínima resistencia, es más, se sentía honrada de que mi Fiat se constituía vida aun de un solo latido, y mi Fiat le dio la gloria completa y la constituyó verdadera y legítima Reina.

Ahora, ¿quiénes serán las almas en las cuales pueda reflejar los reflejos de mis dolores y de mi misma Vida? Aquéllas que tendrán por vida mi Fiat, este Fiat absorberá en ellas mis reflejos, y Yo seré magnánimo en participar lo que mi Querer obra en Mí, por eso en mi Voluntad espero a las almas, para darles el verdadero dominio y la gloria completa de cada acto y pena que puedan sufrir. Fuera de mi Voluntad, el obrar y el sufrir Yo no lo reconozco, podría decir: ‘No tengo qué darte, ¿cuál es la voluntad que te ha animado en el hacer y en sufrir esto? De ella hazte recompensar’. Muchas veces el hacer el bien, el sufrir, sin que mi Voluntad entre en medio, pueden ser míseras esclavitudes que degeneran en pasiones, mientras que sólo mi Querer da el verdadero dominio, las verdaderas virtudes, la verdadera gloria de trasformar lo humano en divino".

   Fiat Divina Voluntad

Nuestra Señora 

de los Dolores

Libro de Cielo

“Mujer, aquí tienes a tu hijo” (Juan: 19, 26)

Vol. 19-27 (5-6); junio 15, 1926

AUDIO


Ella fue Madre de amor y de dolor en la tierra para sus hijos, que le costaron tanto



“Hija mía, amo tanto los actos hechos en mi Querer, que Yo mismo tomo el empeño de custodiarlos en la unidad de mi luz suprema, de modo de volverlos inseparables de Mí y de mis mismos actos. Si tú supieras cómo soy celoso de estos actos, cómo me glorifican en modo todo divino, se puede decir que cada uno de estos actos es una nueva fiesta que se inicia en toda la Creación y en toda la Patria Celestial; dondequiera que se encuentra mi Voluntad, estos actos, corriendo en Ella como rayos de luz, llevan nuevas alegrías, fiestas y felicidad, estos actos son las alegrías, la fiesta y la felicidad que forma la criatura en la Voluntad de su Creador, ¿y te parece poco que la criatura pueda formar y llevar la fiesta, la alegría, la felicidad a su Creador, y por todas partes donde reina nuestra Voluntad? Esto sucedió a mi Mamá Reina, Ella, porque obró siempre en la unidad de la luz del Querer Supremo, todos sus actos, el oficio de Madre, los derechos de Reina, quedaron inseparables de su Creador, tan es verdad, que la Divinidad cuando hace salir fuera los actos de la bienaventuranza para hacer feliz a toda la Patria Celestial, hace salir junto todos los actos de la Mamá Celestial, así que todos los santos se sienten investidos no sólo de nuestras alegrías y bienaventuranzas, sino que quedan también investidos por el amor materno de la Madre de ellos, de la gloria de su Reina y de todos sus actos convertidos en alegrías para toda la Celestial Jerusalén, así que todas las fibras de su corazón materno aman con amor de madre a todos los hijos de la Patria Celestial, y los hace partícipes en todas las alegrías de Madre y la gloria de Reina. 


Así que Ella fue Madre de amor y de dolor en la tierra para sus hijos, que le costaron tanto, cuanto le costó la Vida de su Hijo Dios, y en virtud de la unidad de la luz del Querer Supremo que poseía, sus actos permanecieron inseparables de los nuestros; es Madre de amor en el Cielo, de alegrías y de gloria para todos sus hijos celestiales, así que todos los santos tienen un amor mayor, gloria y alegrías de más por virtud de su Madre y Soberana Reina. Por eso, amo tanto a quien vive en mi Voluntad que Yo me abajo hasta ella para hacer junto con ella lo que ella hace, para elevarla hasta el seno del Eterno, para hacer uno su acto con su Creador”.

En la semana de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, atendimos 9 Revelaciones que puedes recibir a continuación:

Por los Dolores y Soledad de María