Nuestra Señora de Lourdes

Patrona de los enfermos


Febrero 11

Con cita de los escritos de la Divina Voluntad, de la S. D. Luisa Piccarreta, y otros textos

"El 25 de marzo, a pedido del párroco del lugar, la niña (Bernadette Soubirous) pregunta a la Señora ¿Quien eres?, y ella le responde: 


"Yo soy la Inmaculada Concepción"

Fuente:  Fray Nelson Medina

La Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes

El 11 de febrero de 1858, tres niñas, Bernadette Soubirous, de catorce años, su hermana Marie Toinete, de once, y su amiga Jeanne Abadie, de doce, salieron de su casa en Lourdes para recoger leña.

Camino al río Gave, pasaron por una gruta natural, donde Bernadette escuchó un murmullo y divisó la figura de una Joven vestida de túnica blanca, muy hermosa, ceñida por una banda azul y con un rosario colgado del brazo. Se acercó y comenzaron a rezar juntas, para luego desaparecer.

Por un período de cinco meses, la Virgen se le presentó a la Santa, en medio de multitudes que se acercaban para rezar y poder observar a la hermosa Señora.

Pero, la Santísima Virgen sólo se le aparecía a la niña. En reiteradas ocasiones, Bernadette fue víctima de desprecios y burlas por parte de las autoridades eclesiales y civiles del pueblo.

No obstante, la pequeña se mantuvo firme en su fe mariana, sobre todo en el especial pedido que la Virgen le había encargado: la construcción de una Capilla sobre la gruta y la realización de una procesión.

Luego de la última aparición, ocurrida el 16 de julio, Fiesta de Nuestra Señora del Carmen, Bernadette ingresó a la orden religiosa de las Hermanas Enfermeras, a la edad de 22 años. Permaneció allí hasta su muerte a los 34 años de edad.

Las Apariciones y el Mensaje de Lourdes 

por el Padre Horacio Brito

Superior general de los Misioneros de la Inmaculada Concepción, Rector del Santuario Nuestra Señora de Lourdes.

Película:

La Virgen de Lourdes dice a Bernardette:


"Yo soy la Inmaculada Concepción"

AUDIO


De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 24-44 (1-2) septiembre 16, 1928 

La Virgen al concebir, concibió el reino del Fiat; al nacer nos restituyó los derechos de poseerlo


  

Mi abandono en el Fiat es continuo, y mientras seguía sus actos, mi pobre mente se ha detenido a pensar en la Concepción de la Celestial Reina y en su gran fortuna de ser preservada de la mancha original, y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

“Hija mía, el germen con el cual fue concebida la Soberana Celestial fue tomado de la estirpe humana, porque también Ella tuvo su vida humana como todas las otras criaturas, como la tuve también Yo, pero con esta gran diferencia, no concedida a ninguna otra criatura, que en este germen humano, antes de que fuera concebida su bella alma, mi Fiat, con su Omnipotencia, concentró sus rayos en este germen y con su luz y calor aniquiló e hizo morir lo que de mal había en él, purificándolo del todo y volviéndolo puro y santo y exento de la mancha de origen, y después fue concebida en este germen la Inmaculada Niña.  

Así que todo el portento de la Inmaculada Concepción fue obrado por mi Divina Voluntad, no hizo otro germen humano, ni lo destruyó, sino lo purificó y con su calor y luz le quitó todos los humores que había contraído este germen por el pecado de Adán, e hizo regresar el germen humano en Ella tal como había salido de nuestras manos creadoras; por eso en cuanto fue concebida la pequeña Virgen Reina, así fue concebido en Ella y en las generaciones humanas el reino de mi Divina Voluntad, porque Nosotros al formar y dar a una criatura gracias sorprendentes, miramos en ella la humanidad de toda la familia humana como si fuera una sola.  Mira entonces, en cuanto fue concebida la Virgen en este germen exento de toda mancha, que fue obra del Fiat Divino, así quedó concebido de nuevo en la humanidad su reino divino, y en cuanto la Inmaculada Virgen nació, así fue restituido el derecho de poderlo poseer.  Ahora, al venir Yo a la tierra a tomar carne humana me serví del germen de la Soberana del Cielo, y se puede decir que junto con Ella trabajamos para formar de nuevo este nuestro reino en las generaciones humanas, 

por lo tanto no queda otra cosa que conocerlo para poseerlo, 

y por eso estoy manifestando lo que pertenece al reino y a mi Voluntad Divina, 

a fin de que la criatura recorra sus caminos, siga nuestros pasos y entre en posesión de Ella, 

y mi Divina Voluntad con su calor y luz repetirá el prodigio de quitar los humores nocivos que posee el germen humano, y para estar segura, 

pondrá el germen de su luz y calor y se constituirá vida del germen, 

y así se intercambiarán la posesión:  

Mi Divina Voluntad tomará posesión del germen para formar en él su Vida de luz, de calor y santidad, y la criatura regresará a tomar de nuevo posesión del reino de mi Fiat Divino.  

Entonces mira hija mía, todo está preparado, no se necesita otra cosa que hacerlo conocer, y por eso Yo tengo tanta premura de que se conozca lo que respecta a mi Divino Querer, para poner en las criaturas el deseo de poseer un bien tan grande, a fin de que mi Voluntad, atraída por los deseos de ellas, pueda concentrar sus rayos luminosos y con su calor cumplir el prodigio de restituir el derecho de poseer su reino de paz, de felicidad y de santidad.

Fiat Divina Voluntad



SANTO DEL DÍA para el 8 de diciembre:


Fiesta de la Inmaculada Concepción

 "la Soberana Reina descendía del Cielo con una Majestad indecible, y una ternura toda materna, y giraba en medio a las criaturas en todas las naciones y marcaba a sus queridos hijos y a aquellos que no debían ser tocados por los flagelos, a quienquiera que tocaba mi Mamá Celestial, los flagelos no tenían poder sobre de ellos" 

Vol. 33-40 (5)

AUDIO


De los escritos de la S. D.  Luisa PiccarretaVol. 33-40 Junio 6, 1935 

Quien vive en el Querer de Dios tiene a Dios mismo en su poder. La Reina del Cielo gira por todas las naciones para poner a salvo a sus hijos 



(1) Mi pobre mente continúa su vuelo en la luz interminable del Querer Divino, no hay cosa ni en el Cielo, ni en la tierra que no sea parto suyo, y todo y todos tienen algo que decir de Aquél que los ha generado, más bien no se cansan jamás de narrar su origen eterno, su santidad inalcanzable, su amor que siempre genera, sin cesar jamás, su Fiat que siempre habla, habla a la mente, habla en el corazón, habla sobre la lengua, y ahora habla con voz articulada, ahora con gemidos, ahora suplicante, ahora con imperio, ahora con tal dulzura de conmover los corazones más duros y más obstinados. Dios mío, qué potencia contiene tu Querer, ¡ah! haz que yo viva siempre en Él, pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús haciéndome su breve visita, con una bondad indecible me ha dicho: 

(2) “Hija mía, ¡mi Voluntad! ¡Mi Voluntad! Es todo, hace todo, da todo; ¿quién puede decir que no ha recibido todo de Ella? Tú debes saber que la misma criatura, tanto de santidad posee por cuanto está en orden, en relación con mi Voluntad; tanto más se eleva a la unión con Dios por cuanto más está unida con Ella; su valor, sus méritos, son medidos por las relaciones que ha tenido con mi Voluntad, así que todo el fundamento, la base, la sustancia, el origen de los bienes en la criatura, dependen de cuántos actos ha hecho de mi Voluntad, de cuánto conoce de Ella. Así que si en todos sus actos ha hecho entrar mi Querer, puede decir: ‘Todo es santo, todo es puro y divino en mí’. Y todo le podemos dar, también nuestra Vida en su poder; en cambio si nada ha hecho de mi Voluntad, y nada conoce, no tenemos qué darle, porque nada merece, porque le falta la semilla de generar el bien que nos pertenece, por eso ningún derecho de recibir la paga de su Padre Celestial; si no ha trabajado en nuestro campo, podemos decir: ‘No te conozco’. Por eso, si en todo, o al menos en parte, no ha hecho nada de mi Voluntad, el Cielo está cerrado para la criatura, no tiene ningún derecho a la Patria Celestial. Esta es la causa por la que insistimos tanto que nuestra Voluntad se haga siempre, que sea conocida, porque queremos poblar el Cielo de nuestros amados hijos, y como todo ha salido de Nosotros, queremos que todo nos regrese a nuestro regazo divino”. 

(3) Después de esto continuaba pensando en la Divina Voluntad, y rogaba que se apresurara, y que con su Omnipotencia que todo puede, venciera todos los obstáculos e hiciera venir su reino, y que su Voluntad reinara como en el Cielo así en la tierra. Pero mientras esto pensaba, ante mi mente mi dulce Jesús hacía ver tantas cosas funestas y horripilantes, ante las cuales se conmovían los corazones más duros y quedaban aterrados los más obstinados, todo era terror y espanto. Yo he quedado tan afligida de sentirme morir, y rogaba que evitara tantos flagelos. Y mi amado Jesús, como si tuviera piedad de mi aflicción me ha dicho: 

(4) “Hija mía, ánimo, todo servirá para el triunfo de mi Voluntad, si golpeo es porque quiero sanar, mi amor es tanto, que cuando no puedo vencer por vía de amor y de gracias, trato de vencer por vía de terror y de espanto, la debilidad humana es tanta, que muchas veces no cuida mis gracias, se hace la sorda a mis voces, se ríe de mi amor, pero basta tocarle la piel, quitarle las cosas necesarias para la vida natural, que abaja su altanería, se siente tan humillada que se hace un harapo, y Yo hago lo que quiero, sobre todo si no tienen una voluntad pérfida y obstinada, basta un castigo, verse a la orilla del sepulcro, para que regrese a mis brazos. Tú debes saber que amo siempre a mis hijos, a mis amadas criaturas, me desviviría por no verlas golpeadas, tanto, que en los tiempos funestos que vendrán, los he puesto a todos en las manos de mi Mamá Celestial, a Ella los he confiado para que me los tenga seguros bajo su manto, le daré a todos aquellos que Ella querrá, la misma muerte no tendrá poder sobre aquellos que estarán en custodia de mi Mamá”. 

(5) Ahora, mientras esto decía, mi querido Jesús me hacía ver con hechos que la Soberana Reina descendía del Cielo con una Majestad indecible, y una ternura toda materna, y giraba en medio a las criaturas en todas las naciones y marcaba a sus queridos hijos y a aquellos que no debían ser tocados por los flagelos, a quienquiera que tocaba mi Mamá Celestial, los flagelos no tenían poder sobre de ellos; el dulce Jesús daba el derecho a su Mamá de poner a salvo a quien Ella quería. Cómo era conmovedor ver girar en todas las partes del mundo a la Emperatriz Celestial, que los tomaba entre sus manos maternas, se los estrechaba a su pecho, los escondía bajo su manto a fin de que ningún mal pudiera dañar a aquellos que su materna bondad tenía bajo su custodia, custodiados y defendidos. ¡Oh! si todos pudieran ver con cuánto amor y ternura hacía este oficio la Celestial Reina, llorarían de consuelo y amarían a Aquélla que tanto nos ama.