Memoria


Presentación de la Virgen María en el Templo

 21 de Noviembre


Con escritos de la Divina Voluntad; y otros textos

En el Querer Divino, que es la misma Divina Voluntad en acto, demos Gloria, Honor, Alabanza, Adoración y amor con su Voluntad a Dios por Nuestra Niña Reina y para Ella nuestra reverencia de hijos que aceptamos sus tiernas enseñanza de cómo vivir en Divina Voluntad con sus visitas diarias de Amor y Custodia... entregándole nuestra voluntad humana y Sea en nosotros la Voluntad de Dios para pronunciar día a día nuestro Fiat en el Fiat de María.

Tomemos de ella sus virtudes de obediencia, prontitud, fortaleza, valor, entrega, Amor... a través de la enseñanza que nos da La Reina del Cielo para esta Fiesta de su presentación al Templo a sus tiernos 3 añitos de edad.

La Reina del Cielo en el reino de la Divina Voluntad. Parte al templo y da ejemplo de total triunfo en el sacrificio

Es la Virgen María hablándonos de 

Su Entrada Triunfal al Templo, a sus 3 años de edad




Del Libro: La Reina del Cielo en el Reino de la Divina VoluntadVisita de la Virgen Día 13

 La Reina triunfante 


Hija mía, ánimo, no temas, tu Mamá es toda para ti, y hoy te esperaba para que mi heroísmo y mi triunfo en el sacrificio, te infunda fortaleza y ánimo, y así pueda ver a mi hija triunfante en sus penas y con el heroísmo de soportarlas con amor y para cumplir la Divina Voluntad. 

Ahora hija mía escúchame, Yo tenía apenas tres años, y mis padres me hicieron saber que querían consagrarme al Señor en el templo. Mi corazón se alegró al conocer esto, el consagrarme y pasar mis años en la casa de Dios, pero bajo mi alegría había un dolor, una privación 

de los más queridos que se pueden tener en la tierra, como eran mis queridos padres; era pequeña, tenía necesidad de sus cuidados maternales, me privaba de la presencia de dos grandes santos, y además veía que conforme se acercaba el día de privarse de Mí, que hacía su vida plena de alegría y de felicidad, sentían tal amargura de sentirse morir, pero aunque sufrían estaban dispuestos a hacer el acto heroico de conducirme al Señor.  Mis padres me amaban en orden a Dios y me tenían como un gran don dado a ellos por el Señor, y esto les dio la fuerza de cumplir el doloroso sacrificio. Por eso hija mía, si quieres tener fuerza invencible para sufrir las penas más duras, haz que todas las cosas tuyas sean en orden a Dios y tenlas como dones preciosos que te ha dado el Señor. 

Ahora, tú debes saber que Yo con ánimo preparaba mi ida al templo, porque en cuanto entregué mi voluntad al Ser Divino y el Fiat Supremo tomó posesión de todo mi ser, Yo adquirí todas las virtudes en naturaleza, Yo era dominadora de Mí misma, todas las virtudes estaban en Mí como tantas nobles princesas, y de acuerdo a las circunstancias de mi vida prontamente se ofrecían para hacer su oficio sin ninguna resistencia. 

En vano me habrían llamado Reina si no hubiera tenido virtud de ser Reina sobre Mí misma, 

por eso Yo tenía en mi dominio la caridad perfecta, 

la paciencia invencible, 

la dulzura raptora, 

la humildad profunda 

y todo el ajuar de las otras virtudes. 

La Divina Voluntad volvió afortunada la pequeña tierra de mi humanidad, siempre florida y sin las espinas de los vicios. Ve entonces querida hija 

qué significa vivir de Voluntad Divina, su luz, su santidad y potencia convierten en naturaleza todas las virtudes, no se abaja a reinar en un alma donde hay una naturaleza rebelde, no, no, Ella es santidad, y donde debe reinar quiere la naturaleza ordenada y santa. 

Por eso el sacrificio de ir al templo eran conquistas que Yo hacía, y sobre el sacrificio venía formado en Mí el triunfo de una Voluntad Divina, y estos triunfos llevaban a Mí nuevos mares de gracia, de santidad y de luz, hasta sentirme feliz en mis penas, para poder conquistar nuevos triunfos. 

Ahora hija mía, pon la mano sobre el corazón y dile a tu Mamá: ¿Sientes tu naturaleza cambiada en virtud? O bien ¿sientes las espinas de la impaciencia, las hierbas nocivas de la agitación, los malvados humores de los afectos no santos? Escucha, permite que actúe tu Mamá, dame tu voluntad en mis manos, decidida a no quererla más y Yo te haré poseer por la Voluntad Divina, la cual todo desterrará de ti, y lo que no has hecho en tantos años lo harás en un día, el cual será el principio de la verdadera vida, de la felicidad y de la verdadera santidad. 

Ahora pon atención y escúchame, Yo dejé la casa de Nazaret acompañada por mis santos padres, al dejarla di una última mirada a aquella casita donde había nacido,  para agradecer a mi Creador por haberme dado un lugar donde nacer y para dejarla en la Divina Voluntad, a fin de que mi infancia y tantos queridos recuerdos, porque Yo estando llena de razón todo comprendía, 


fueran todos custodiados por la Divina Voluntad y depositados en Ella como prenda de mi amor hacia Aquél que me había creado. 

Hija mía, el agradecer al Señor y poner nuestros actos en sus manos como prenda de nuestro amor, son nuevos canales de gracias y comunicaciones que se abren entre Dios y el alma, y el homenaje más bello que se puede rendir a quien tanto nos ama. 

Por eso aprende de Mí a agradecer al Señor de todo lo que dispone de ti, y en todo lo que estás por hacer sea tu palabra: 

“Gracias, ¡oh! Señor y pongo todo en tus manos.” 

Ahora, mientras todo dejé en el Fiat Divino, como reinaba en Mí y jamás me dejó ni un instante de mi vida, Yo los llevaba como en triunfo en mi pequeña alma, y ¡oh! los prodigios del Divino Querer, con su virtud conservante mantenía el orden de todos mis actos, pequeños y grandes y como en acto dentro de Mí, como triunfo suyo y mío, así que jamás perdí la memoria de uno solo de mis actos, y esto me daba tanta gloria y honor que me sentía Reina, 

porque cada acto mío hecho en la Divina Voluntad era más que sol, y Yo estaba adornada de luz, de felicidad, de alegría, Ella me llevaba su paraíso. 


Hija mía, el vivir de Voluntad Divina debería ser el deseo, el suspiro, y casi la pasión de todos, tanta es la belleza que se conquista y el bien que se siente. 

Todo lo contrario la voluntad humana, ella tiene la virtud de amargar a la pobre criatura, la oprime, forma la noche, camina a tientas, va siempre tropezando en el bien y muchas veces pierde la memoria del poco bien que ha hecho. 

Ahora hija mía, 

Yo partí de la casa paterna con ánimo y desapego, porque Yo miré sólo el Querer Divino, en el cual tenía fijo mi corazón, y esto me bastó para todo, 

pero mientras caminaba para ir al templo, vi toda la Creación, y ¡oh! maravilla, sentí el latido de la Divina Voluntad en el sol, en el viento, en las estrellas, en el cielo, bajo mis pasos la sentí palpitante y el Fiat Divino que reinaba en Mí ordenó a toda la Creación, que como velo lo escondía, que todos se inclinaran y me hicieran honor de Reina, y todos se inclinaron dándome signos de sujeción, hasta la pequeña florecita del campo no se privó de darme su pequeño homenaje, Yo ponía todo en fiesta, y cuando por necesidad salía de la habitación, la Creación se ponía en acto de darme muestras de honor, y Yo era obligada a ordenar que estuviera en su puesto y que observara el orden de nuestro Creador. 

Ahora escucha a tu Mamá, dime, ¿en tu corazón sientes la alegría, la paz, el desapego de todo y de todos, y el coraje que todo puedes hacer para cumplir la Divina Voluntad, de modo de sentir en ti fiesta continua? 

Hija mía, la paz, el desapego, el coraje, forman el vacío en el alma donde puede tomar lugar la Divina Voluntad, y Ella siendo intangible de cualquier pena, lleva la fiesta perenne a la criatura. 

Por eso, ánimo hija mía, dime que quieres vivir de Voluntad Divina y tu Mamá pensará en todo...

Santos de la Iglesia; y escritos de la Divina Voluntad


EL SANTO DEL DÍA