Albert Howard plantea que el suelo sostiene la humanidad y debe de estar considerado como un capital que no hay que tocar. Las prácticas de la agricultura colonial y/o extractivista, como el uso de fertilización química, cooptaron el capital de fertilidad del suelo amenazando la supervivencia de los sistemas alimentarios. Utilizando los bosques como modelo en los cuales existen ciclos relativamente cerrados de nutrientes, Howard plantea la idea del “gran retorno” en la agricultura: la mayor cantidad de la producción agrícola debe estar regresada al campo bajo la forma de desechos compostados.