JAN DOUWE VAN DER PLOEG
"Descripción breve de sus aportes sobre el campesinado y su relación con la agroecología"
[1] Imágenes tomadas de la revista De Wandel Leraar, del grupo de Sociología Rural de la Universidad de Wageningen.
Elaboró: Amayrani Meza Jiménez. Estudiante de primer año del Doctorado en Ciencias en Ecología y Desarrollo Sustentable de El Colegio de la Frontera Sur en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México. Marzo 2017.
SU FORMACIÓN
De acuerdo a los datos de su página personal en línea, Jan Douwe van del Ploeg nació en 1950 y creció en Fryslân, al norte de los Países Bajos. Estudió la secundaria y la preparatoria en Sneek. En 1976 se graduó como Ingeniero Agrícola de la Universidad de Wageningen (Holanda). En 1985 defendió su tesis de Doctorado a partir de una investigación multidisciplinaria que se enfocó en entender las relaciones sociales entre la producción agrícola y los mercados. En 1992 fue nombrado cátedra en Sociología rural en la Universidad de Wageningen. A partir de entonces enfocó su trabajo sobre todo a las relaciones entre la sociedad y el campo, y además estableció un trabajo de colaboración con Norman Long (profesor del departamento de sociología del desarrollo en la Universidad de Wageningen) para cooperar en numerosos artículos, entre los que destaca un claro enfoque en los actores. Actualmente es especialista en sociología de países en desarrollo, economía del desarrollo, así como en métodos y técnicas de investigación social. Ha escrito libros sobre desarrollo rural, procesos de reforma agraria, campesinos, estilos de agricultura, mercados agrícolas y alimentarios, y el impacto del cambio tecnológico.
Desde joven se interesó por el activismo, participó en el Sindicato de Estudiantes de Wageningen, y en algunos grupos de protesta en los Países Bajos. Ha participado en misiones cortas de consultoría en Ghana, Perú, Costa de Marfil e Italia. Ha dedicado gran parte de su vida a estudiar la agricultura y su heterogeneidad en diversas partes del mundo. Se ha involucrado también en el debate público respecto al futuro de la agricultura campesina. En los Países Bajos ha participado durante 9 años en el Consejo para Áreas Rurales que asesora al gobierno y al Parlamento sobre temas de agricultura, alimentos, naturaleza y paisaje. Fue presidente del Grupo de Agricultura de los Consejos Europeos para el Medio Ambiente y la Agricultura. En Italia forma parte del Comité Científico que asesora al Ministerio de Agricultura (van der Ploeg, 2010).
Fue profesor de la universidad de Leiden (Países Bajos). Se dedicó durante un buen tiempo a estudiar la agricultura holandesa y europea a partir de la sociología del desarrollo. En su labor académica ha dirigido más de 40 tesis de doctorado. En la actualidad pertenece a un grupo de investigación, en la Universidad de Wageningen, dedicado a estudiar la dinámica y los procesos de desarrollo regional en la agricultura europea, con principal atención en los diferentes modelos y procesos de transformación, los actores y las instituciones. El grupo de estudio analiza estos procesos de transformación desde una perspectiva sociológica de exploración e interpretación. Recientemente ha dejado claro su interés en el reconocimiento de los movimientos sociales como opción de resistencia ante la expansión de la agricultura imperial y como evidencia de la lucha social por la soberanía alimentaria (ver vínculos).
En enero del presente año, el grupo de sociología rural de la universidad de Wageningen le hizo un reconocimiento especial definiéndolo como “the walking teacher (el profesor ambulante)”, dedicando una revista entera para contar su historia, reconocer su camino y describir su vínculo con los agricultores. En la publicación, sus colegas, amigos y colaboradores dan muestra de su andar por el mundo a partir de un involucramiento directo con los agricultores. Ellos reconocen sus años de experiencia y demuestran que Jan Douwe ha sido maestro, investigador empírico y extensionista agrícola.
Palabras clave: condición campesina, Imperio alimentario, recampesinización, heterogeneidad agrícola.
Durante los últimos años se ha discutido que el campo de la agroecología abarca mucho más que sólo los aspectos productivos en los sistemas de cultivos, y que en general involucra a las dimensiones social, económica, ética, política y ambiental. De acuerdo con Wezel y colaboradores (2009) la agroecología se desarrolla al menos desde tres diferentes enfoques: como disciplina científica, como práctica agrícola y como un movimiento político-social. Estos autores reconocen que se puede llevar a cabo en tres diferentes escalas: a) de parcela o campo, b) de granjas y agroecosistemas, y c) a nivel del sistema alimentario. En el análisis exhaustivo de Jan Douwe van der Ploeg sobre el campesinado, en diferentes escalas en distintas partes del mundo, se pueden reconocer aportes significativos para los tres enfoques de la agroecología, sin que su labor sea directamente una investigación en este campo.
Para van der Ploeg existe un principio de orden dominante, al que se refiere como Imperio, que es capaz de generar esquemas de marginación y de provocar un entorno hostil para los campesinos (van der Ploeg, 2015). A partir de ello, identifica tres elementos básicos para elaborar su propuesta sobre el campesinado: 1) la necesidad de contar con una nueva visión sobre el campesinado y de ofrecer en la actualidad una posición y una teoría crítica, 2) los múltiples procesos de recampesinización y 3) el reconocimiento de los nuevos movimientos campesinos que operan a nivel internacional (Ibíd.). A continuación me permitiré articular el contenido del texto a partir de una descripción de estos aportes, ésta no pretende ser exhaustiva pero intenta mostrar un panorama general del legado de este investigador. Primero expondré algunos de los elementos que describe como indispensables para abordar al campesinado contemporáneo, posteriormente definiré el proceso de recampesinización y finalmente daré cuenta de su postura respecto a los movimientos campesinos. A modo de conclusión indicaré la relación que estos aportes tienen en el campo de la agroecología.
Cerrar los ojos e imaginar por un instante el despertar en un mundo sin campesinos, podría fácilmente convertirse en una pesadilla. En contra de varias teorías (derivadas sobre todo del marxismo clásico) podría esperarse que el sector campesino se hubiera disuelto hace mucho, sin embargo esto está muy lejos de suceder, y al contrario, gracias a este sector se vislumbra una esperanza de solucionar grandes problemas globales. Jan Douwe van der Ploeg ofrece al respecto un panorama bastante amplio de lo que significa el modo de vida campesino (van der Ploeg, 2010b).
El enfoque chayanoviano para entender la agricultura campesina
Durante su trabajo, Jan Douwe van der Ploeg retoma algunos de los aportes del economista ruso Aleksandr Chayánov, quien se dedicó a entender y describir a la unidad económica campesina a partir de su relación con la tierra, el capital, el trabajo y la familia. Este autor propuso que la agricultura campesina se basa sobre todo en el trabajo no remunerado, y que a partir de esta característica, los principios que la gobiernan son muy diferentes a los establecidos por la economía capitalista. Chayánov explicó además que existen un conjunto de “balances” que funcionan como reguladores de la agricultura, pues a partir de los ellos se van tomando decisiones que resultan en la configuración del proceso productivo, el paisaje, los actores involucrados, los vínculos con el mercado y otras características de la producción agrícola (van der Ploeg, 2015).
Una parte de la labor de Jan Douwe se ha enfocado en sintetizar este enfoque chayanoviano, para después ligarlo y complementarlo con temas actuales. Para ello, él retoma el hecho de que los balances funcionan como principios de orden que son presentados y representados por diferentes actores (campesinos, la familia, las comunidades, comerciantes, etc.) y que, en pocas palabras, a partir de estos se decide cómo, dónde y con quién se lleva a cabo la agricultura.
De acuerdo con van der Ploeg (2015), Chayánov se concentró principalmente en dos balances (que siguen siendo importantes para explicar y entender la manera en la que funciona la agricultura campesina contemporánea): a) el de trabajo y consumo y b) el de trabajo pesado y utilidad. De manera concreta se puede decir que el primero tiene que ver con la relación entre la demanda del consumo de la familia y su fuerza laboral. En este primer balance el trabajo se entiende como fuerza laboral familiar y el consumo está directamente relacionado con las personas que este trabajo alimenta, es decir, con el autoabasto que se ajusta a las fases del desarrollo familiar. Para que opere satisfactoriamente, dicho balance requiere cumplir tres consideraciones: 1) La familia debe recibir un ingreso justo para cubrir sus necesidades; 2) las relaciones laborales deben permitir independencia y libertad; y 3) las decisiones deben ser tomadas por quienes están directamente involucrados, es decir, sin un control externo. Por otra parte, en el segundo balance dado que el trabajo no está regido por el capital, el patrimonio familiar no rinde ganancias al mercado. El capital familiar lo constituyen la granja y sus recursos, que la familia quiere extender y conservar. Mediante este balance la familia decide adaptar los procesos productivos que le generen menos trabajo pesado (esfuerzo extra requerido para incrementar la producción) y mayor utilidad (beneficio extra generado con el incremento de la producción). En ambos balances se da una relación dinámica que se ajusta a partir de diversos principios dictados por una economía moral.
A partir de los balances se conforman espacios para la toma de decisiones, en donde se encuentran diferentes modelos e ideologías que en ocasiones luchan, negocian o se alinean. Para van der Ploeg existe una gama más amplia de balances que influyen en el accionar de la producción agrícola campesina, pues al explicarlos es posible entender y abordar la heterogeneidad del campesinado: 1) hombre y naturaleza viva; 2) producción y reproducción; 3) recursos internos y externos; 4) autonomía y dependencia; 5) escala e intensidad (tipos de agricultura), y 6) crecimiento agrario y crecimiento demográfico (van der Ploeg, 2015). En este apartado no es mi objetivo clarificar cada uno de ellos, sin embargo a manera de síntesis diré que la combinación de estos balances da pie a la configuración y funcionamiento actual de la agricultura campesina, y a partir de cada uno de ellos se puede entender cómo aparecen los distintos estilos de hacer agricultura. Un estilo de agricultura es una forma diferente de ordenar las diferentes relaciones sociales y materiales que involucra la producción agrícola. Es una forma distintiva de equilibrar cada uno de los balances, y de establecer un vínculo entre la familia y el mundo exterior. Cada una de estas maneras de hacer agricultura generará por lo tanto impacto diferente en la productividad, el bienestar, la diversidad, la eficiencia de recursos y sobre el paisaje (van der Ploeg y Ventura, 2014).
Heterogeneidad: más de un modo de hacer agricultura
No toda la agricultura es campesina, cada uno de los diferentes estilos de agricultura pueden reconocerse dentro de un “tipo de explotación agrícola”, que se determina principalmente en función al área de producción, la relación de recursos internos y externos, la la reproducción de la finca en el tiempo (a partir de un desarrollo sostenido o basado en la movilización de recursos y por la relación que se establece con el trabajo (familiar o asalariado) (van der Ploeg, 2010b: 203). Bajo estas características, para el van der Ploeg pueden distinguirse al menos tres tipos de explotación: la capitalista, la empresarial y la campesina. Las fronteras entre ellas no son infranqueables; una puede convertirse en otra, y en algunos casos se puede retornar a ser lo que se era a partir de ciertos procesos de transición que se explicarán más adelante. La distinción entre los tres diferentes tipos se hace posible a partir de reconocer “las diferentes maneras en que se ordena lo social y lo material”, sus modos de construcción son distintos, así como la manera en la que se relacionan con los otros tipos de explotación agrícola y con el exterior (van der Ploeg, 2010b: 21). En síntesis los tres tipos de explotación agrícola poseen características particulares que van der Ploeg describe de la siguiente manera:
I. La agricultura capitalista: Comprende a una vasta serie de empresas agrarias en movimiento continuo, de corte corporativo, donde la mano de obra depende de obreros asalariados. La producción se ajusta y organiza en función de la maximización de utilidades. Se trata de una agricultura a gran escala que se vio afectada por muchos de los procesos de reforma agraria, pero que está volviendo a surgir en diferentes partes del mundo.
II. La agricultura empresarial: Se desarrolla principalmente (no exclusiva) con base en el capital financiero e industrial (comprendiendo crédito, insumos y tecnologías industriales). Mantiene una expansión continua, esencialmente a través de la ampliación de escala. La producción está altamente especializada y completamente destinada al mercado (un buen ejemplo es la producción de maíz en el norte de México). Los agricultores empresariales tienen relaciones de dependencia con los mercados (por los insumos de la finca). Las formas de agricultura empresarial son generalmente impulsadas por programas estatales que fomentan la modernización.
III. La agricultura campesina: Depende del uso sostenido del capital ecológico y busca defender y mejorar el sustento campesino, a menudo una de sus características principales es la multifuncionalidad, la mano de obra la proporciona la familia (o se moviliza dentro de la comunidad rural por medio de relaciones de reciprocidad). Las granjas campesinas son generalmente más pequeñas que las capitalistas pero su diferencia no radica en el tamaño sino más bien en los modos en los que se lleva a cabo la producción. La agricultura campesina se intensifica más por el trabajo que por la tecnología (van der Ploeg, 2015).
La agricultura campesina juega un papel central en el trabajo de Jan Douwe van der Ploeg, además de ser un modo de hacer agricultura, constituye una forma de vida que tiene sentido, que es dinámica, resiliente y adaptable, que ha permanecido y que se ha estructurado e incluso reestructurado en el tiempo. Para él del desarrollo de la agricultura campesina se organiza lo que define como “la condición campesina”, entendiendo ésta como un modo de hacer agricultura, que difiere de otros modos y que a partir del ajuste constante entre diferentes balances se puede describir de la siguiente manera:
“Es la lucha por la autonomía que tiene lugar en un contexto caracterizado por relaciones de dependencia, marginación y privación. Va en búsqueda de, y se materializa como, la creación y el desarrollo de una base de recursos controlada y administrada por el campesino, que a su vez permite aquellas formas de coproducción del hombre y la naturaleza que interactúan con el mercado, permiten la supervivencia y otras perspectivas, y retroalimenten y fortalecen la base de recursos, mejoran el proceso de coproducción, amplían la autonomía y así disminuyen la dependencia. Dependiendo de las particularidades de la coyuntura socioeconómica imperante, tanto la supervivencia como el desarrollo de la propia base de recurso puede ser fortalecida a través de la participación en otras actividades no agrícolas. Por último se encuentran patrones de cooperación que regulan y fortalecen estas interacciones” (van der Ploeg, 2010b:49).
Específicamente, la agricultura familiar o campesina puede definirse a través de las cualidades que describen su accionar. En este tipo de agricultura: a) se establece una relación equilibrada entre la familia y la explotación, la familia controla sus recursos y la manera en la que los usa. La explotación familiar, es decir, la fuerza de trabajo que proviene de la familia, aparece como un eje rector que permite alcanzar el bienestar familiar; b) permite vincular el pasado, presente y futuro, pues cada explotación tienen una historia y la transmisión de conocimientos se da de una generación a otra; c) constituye un lugar de aprendizaje y de construcción del conocimiento; d) es parte activa de la economía rural; e) mantiene viva la cultura, a partir de la reproducción de saberes y tradiciones; f) conecta a la familia con su medio ambiente, con la naturaleza viva; g) interacciona permanentemente con la naturaleza pues establece un vínculo estrecho con ella y a través de uso de su capital ecológico tienen y mantiene su autonomía; h) es el hogar de la familia, dado que se conforma como un lugar de pertenencia; i) provee ingresos a manera de alimentos y nutrición que les permite su propia reproducción y permanencia; y j) genera un fuerte nexo entre la familia y la finca (recursos, la tierra, las semillas, la fertilidad, sus símbolos) (van der Ploeg, 2014).
La condición campesina dinámica en el tiempo
La condición campesina posee un cierto dinamismo intrínseco y no puede definirse desde el pasado, requiere un entendimiento que considere su reconfiguración. La condición campesina definida por van der Ploeg ubica al campesino en su contexto actual, con la capacidad de actuar, de decidir y de influir en su propia existencia como una característica central (van der Ploeg, 2010b: 49), el autor reconoce a la familia como el núcleo que permite dar continuidad al proceso productivo (en todas sus representaciones), donde se le da lugar a la cultura, y donde las normas de la unidad familiar persisten (van der Ploeg, 2010a). Para van der Ploeg los campesinos no son un remanente del pasado, pues reconoce que han surgido nuevas configuraciones campesinas capaces de resistir a una realidad de desarrollismo clásico.
El autor reconoce que la condición campesina no ha sido estática, sino que responde a procesos de desarrollo histórico que han permitido tanto su continuidad, como los cambios concretos y específicamente la conformación de sus diferentes cualidades. Para van der Ploeg “la condición campesina representa un flujo en el tiempo. Al menos potencialmente, es un proceso dinámico que se puede desdoblar, dependiendo de la formación social en la que se encuentra incrustado, en varias direcciones, con ritmos diferentes y a través de mecanismos distintos“(van der Ploeg, 2010b: 65). Este proceso dinámico en el tiempo, en el que el campesino re emerge y reestructura constantemente la agricultura, se ha dado al menos en seis diferentes caminos (van der Ploeg, 2010a):
1) De la necesidad de la tierra al uso del capital ecológico.
2) De la subsistencia al auto aprovisionamiento.
3) De la integración parcial, a la construcción de un distanciamiento de las relaciones del mercado.
4) De la rutina a una coproducción dinámica.
5) De la subordinación a una resistencia múltiple.
6) De la comunidad a una extensión de redes de trabajo y de nuevas formas de mercado.
Estos caminos no han sido repentinos, deben ser enmarcados en los procesos históricos y sólo pueden entenderse a la luz de determinados procesos en tiempo y espacio a partir de los cuales se han desencadenado diferentes trayectorias y oportunidades de desarrollo (van der Ploeg, 2010a)
La condición campesina no ha sido estática: los caminos para entender de su configuración:
El Imperio como una forma de relación entre las constelaciones agrarias
Los diferentes estilos de explotación agrícola (capitalista, empresarial y campesina) generan formas y espacios de producción que establecen relaciones distintas en el nivel local, regional y mundial. Esta relación que establecen con el exterior es en gran medida lo que las diferencia una de otra. Cada uno de estos estilos no se crea de manera independiente a sus contextos, ni son totalmente aislados entre sí. La explotación capitalista y la explotación empresarial utilizan patrones de intercambio o entrega directa a grandes empresas procesadoras de alimentos y supermercados, mientras que la explotación campesina se enfoca en circuitos cortos y descentralizados a escalas de menor tamaño.
Los circuitos cortos y descentralizados, al carecer de intereses empresariales, tienen la capacidad de vincular la producción con el consumo de alimentos, y por lo tanto a la agricultura con la sociedad. Mientras que los procesos altamente centralizados tienden a separar la producción del consumo y a descontextualizar la producción agrícola (van der Ploeg, 2010b). En este sentido se crean dos grandes opciones de interacción del sistema productivo con su entorno.
Van der Ploeg (2010b) define como Imperio al patrón que actúa de forma centralizada y está integrado principalmente por grandes empresas (procesadoras, distribuidoras y comercializadoras de alimentos). Este Imperio conforma un modo de ordenación dominante, que se construye a partir de la expansión mediante un proceso jerárquico, y que tiende a marginar y destruir al campesinado y sus valores (van der Ploeg, 2010b: 23), sobre todo por su capacidad de manifestarse de múltiples formas mediante los grupos de industria agrícola, los revendedores, los aparatos estatales, las leyes, los modelos científicos y las tecnologías (ibíd.). Estas múltiples manifestaciones le brindan al Imperio la capacidad de incidir en diversas escalas, de establecer reglas y líneas de conexión entre todos los niveles; así como de difuminar las responsabilidades de su régimen, provocando un ciclo de retroalimentación tan abrumador que abraca tantos espacios y que normaliza la toma de decisiones de productores, intermediarios y consumidores. A partir de este tipo de relación definida como Imperio, se genera un orden tanto material como simbólico.
Los Imperios forman un régimen alimentario que se relaciona de manera coercitiva con la sociedad, sin considerar los contextos y siguiendo fines que socavan muchas de las relaciones sociales, ambientales y culturales de los sitios donde se implantan. Van der Ploeg (2010b: 14) explica que este “funciona como un dispositivo heurístico para la caracterización de los mercados globalizantes”, y se apoya en trabajos como el de Friedmann (2009), quien sostiene que la agricultura y la alimentación han apoyado de manera invisible las relaciones de propiedad y poder en el sistema mundial. La decisión de cómo, qué, y para quién se produce queda en manos de unos cuantos con la capacidad y el poder de incidir sobre territorios enteros (física e ideológicamente). Para van der Ploeg “el Imperio no sólo es un fenómeno emergente e internacionalmente diferenciado; sobre todo, es el entretejido y el fortalecimiento mutuo de una amplia gama de diferentes elementos, relaciones, intereses y patrones” (van der Ploeg, 2010b: 23). Es un modo de ordenación intangible, capaz de generar múltiples desconexiones, entre el agricultor y la tierra, entre la producción y el consumidor, entre las causas y los problemas, y entre las acciones y las responsabilidades. El imperio no sólo interviene de forma directa en la configuración (física y espacial) de los sistemas productivos en sí, sino también en todos los mecanismos que le permiten la continuidad y la validación social, y en este sentido, también intervienen en el accionar científico:
“Imperio como modo de operación y control no sólo reside en grades corporaciones. Los sistemas expertos y la ciencia aplicada, constituyen igualmente importantes fuentes para imperio en cuanto crean los modelos, los medios, y los sistemas de control que se utilizan para controlar segmentos cada vez más grandes del mundo en el que vivimos. Crean los sistemas que relacionan Imperio con agricultura, con la producción de alimentos, la naturaleza y el campo” (van der Ploeg, 2010b, 320).
Pensar el régimen a manera de Imperio, específicamente a los que Jan Douwe van der Ploeg define como “Imperios alimentarios”, nos permite ubicarnos y entender cómo la relación con los mercados ha sido capaz de generar circunstancias adversas y de qué manera se ha llegado a establecer un orden de dominación a nivel mundial. El imperio alimentario actúa principalmente generando bloqueos como el acaparamiento de tierras, la implementación de políticas inadecuadas y mal informadas que al llegar a la base (a los espacios agrícolas) respaldan, promueven y sustentan procesos de intensificación, mecanización y desconexión con el territorio. Sin embargo, pensar el problema en términos de Imperio también da cabida a algunas alternativas, permite identificar algunas de las manos que manipulan el orden mundial establecido. Su impacto ha sido tan grande que a partir de sus propias bases en muchos casos se ha vuelto insostenible.
En los últimos años se ha puesto principal atención a la capacidad que tienen las novedades agronómicas para desbloquear algunas desconexiones provocadas por el Imperios. El movimiento agroecológico (en sus múltiples escalas) es un buen ejemplo de ello, que en su construcción más fina busca principalmente superar estas barreas y contribuir al proceso de seguridad y soberanía alimentaria (van der Ploeg y Ventura, 2014). Por lo que vale reconocer que también de las situaciones más adversas se han producido múltiples procesos de resistencia y otras configuraciones.
Una vez identificado el Imperio en sus múltiples manifestaciones (empresas, intermediarios, políticas, modelos, etc.), parece un monstruo invencible. No obstante una alternativa al imperio es justamente lo que van der Ploeg define como “el principio campesino”, que aparece como una noción liberadora (van der Ploeg, 2010b: 382). Este se caracteriza por una lucha constante por la autonomía a partir de la creación auto gestionada de los recursos de forma sostenible, incluye múltiples subjetividades, destaca el valor y el deleite de trabajar con/en/para la naturaleza y de ser relativamente independiente, así como la destreza y el orgullo de lo que uno ha construido con el trabajo y esfuerzo propio. En este sentido, como se explicó en el apartado anterior, existen formas de actuar del campesinado que se distinguen fundamentalmente de los métodos y lineamientos agrícolas empresariales y corporativos (van der Ploeg, 2010b). Ambos, “campesinado e Imperio entran en un terreno de contradicciones y enfrentamientos multifacéticos y multidimensionales”, a partir de los cuales se generan procesos (accidentados y complejos) del regreso al campo (van der Ploeg, 2010b: 13), pero sobre todo del regreso a la agricultura campesina mediante procesos de recampesinización, cuyas características básicas describiré a continuación.
Recampesinización
Entre cada uno de los tipos de explotación agrícola no existen límites nítidos, entre ellas se forman una serie de zonas en las que aparecen grados de campesinidad. Estas zonas de conexión pueden ser vistas como interfaces en las cuales ocurren flujos decisivos, y donde es posible llevar un modo de explotación a otro a través de algunos mecanismos de transición tales como la industrialización, la desactivación, y la recampesinización. Estos tres modelos se presentan vinculados y articulados de manera compleja (van der Ploeg, 2010b).
La industrialización, responde a un modelo capitalista de producción agrícola, representa la desconexión entre la producción y el consumo, genera un distanciamiento constante, la centralización y circuitos muy largos de comercialización. Impone factores de crecimiento que se anteponen a las relaciones con la naturaleza. Coincide con el control imperial, busca ser rentable e impone un modelo generalizado que no considera los contextos. Por otro lado, la desactivación tiene que ver con una reducción o detenimiento total de la producción agrícola, que puede darse de manera voluntaria. Esta puede traducirse a una desagriculturación y en ocasiones ocurre porque la mano de obra se traslada a otros espacios o por la liberación de los recursos agrícolas hacia otras actividades. Se expresa en mayor medida cerca de grandes ciudades y por lo tanto está directamente relacionada a los procesos de globalización y rentabilidad de las actividades productivas (van der Ploeg, 2010b).
La recampesinización ocurre dentro del modo de explotación campesina y funciona como el motor principal de transformación de un tipo de agricultura empresarial al modo de agricultura campesina. Siguiendo a van der Ploeg (2010b: 65), este proceso implica que la agricultura campesina se articule de manera más coherente y con mayor alcance, y que en la práctica se materializan de forma más convincente y más auto sostenible. De modo contrario puede darse también un proceso de descampesinización, que refiere a un debilitamiento, una erosión o incluso la desaparición de prácticas campesinas y su racionalidad. En concreto, la recampesinización se entiende como un “proceso a través del cual la agricultura es reestructurada como agricultura campesina” (van der Ploeg, 2015: 177).
En este punto resalta claramente el papel del Imperio alimentario, que en tanto sigue un modelo capitalista y fomenta un proceso de industrialización del campo, va generando diferentes presiones sobre el campesinado, condiciones de estrés y crisis, ante las cuales la recampesinización aparece como “la lucha por la autonomía y subsistencia dentro de un contexto de privación y dependencia” (van der Ploeg, 2010b:27). La recampesinización se conforma como un proceso masivo y generalizado provocado y fomentado por los intereses y las perspectivas de los agricultores, lo que la lleva a ser considerada como una lucha social. Se entiende en términos cuantitativos a partir de la reconversión de agricultores empresariales en agricultores campesinos, y en términos cualitativos dado que mediante el retorno a la condición campesina se fomenta la autonomía al desvincularse de los mercados y se genera otro modo de vida , “la recampesinización como lucha social constituye un proceso de transición” (van der Ploeg, 2010b: 256), es un proceso que puede tomar muchos caminos diferentes, a la creación de nuevas unidades campesinas como lo es el caso de las cooperativas territoriales (ver van der Ploeg, 2010b: 261-297), o a la generación de movimientos sociales (van der Ploeg, 2015).
Roset y Martínez-Torres (2016:283) reconocen a la recampesinización como un proceso activo en el que se fortalece la presencia del campesino en los territorios rurales. Estos autores han retomado este importante concepto para narrar cómo se da un proceso de participación constante, de defensa de prácticas productivas y de territorios que describen de la siguiente manera: “el resultado de promover la transición de la agricultura de la Revolución verde, en donde las familias dependen de los insumos del mercado, hacia una agricultura agroecológica autónoma, es la reconfiguración de los espacios rurales campesinos, donde los movimientos sociales participan de facto en el proceso de recampesinización”. En este punto debemos considerar también, que como proceso de transición, “la recampesinización se despliega en muchos niveles, varias dimensiones y que involucra a muchas personas, va en contra de los regímenes tecno-institucionales e intereses existentes, y por lo tanto, genera una amplia gama de contradicciones” (van der Ploeg, 2010b: 256).
La recampesinización es una constante forma de enfrentarse a los problemas en un ambiente hostil, constituye un reto que se da en diferentes escalas de tiempo, y que detona por diferentes vías. Generalmente son los procesos de dificultad (por ejemplo los conflictos de tenencia de la tierra) los que propician nuevas formas para afrontar la situación. Se hace posible gracias a fuertes bases de economía moral, por los valores compartidos y por una convicción profunda de los principios de lucha campesina (van der Ploeg, 2010b). Algunas de las respuestas (únicas o combinadas) a los momentos difíciles inician con una producción para el autoconsumo; una reducción de costes monetarios, acompañada de una sustitución de insumos; la producción de novedades campesinas (innovación) y la diversificación de la producción agrícola. A partir de las cuales se da un fortalecimiento de la agricultura y por ende de la economía campesina. Durante este proceso se reconoce que “el retorno a la naturaleza es intrínseco a la recampesinización” (van der Ploeg, 2010b: 388).
Ejemplos de recampesinización:
Los movimientos sociales campesinos: procesos de resistencia, ejemplos de recampesinización
La recampesinización como proceso de lucha social es la principal causa de diversos movimientos sociales que resisten y proponen alternativas, pero no sólo los movimientos rurales están re-territorializando los espacios rurales, también lo hacen los agronegocios. Ambos al tener intereses y modos distintos, van constituyendo una lucha por tierras y por ideas (Rosset y Martínez-Torres, 2016: 279). Uno y otro se encuentran actualmente frente a frente, pero el Imperio ha ganado ya muchos espacios, por lo cual van der Ploeg propone que los campesinos del siglo XXI necesitan ser vistos en términos de su capacidad de resistencia en diferente forma ante la tendencia de modernización y mecanización de la agricultura, desde la cual emergen innovaciones productivas y nuevas formas de relaciones sociales (van der Ploeg, 2010a).
Los procesos de resistencia campesinas incluyen la construcción de autonomía en orden de resistir la subordinación, dependencia y privación (relacionada con la tenencia de la tierra y la búsqueda de nuevas oportunidades), la creación, reproducción y desarrollo de una base de recurso auto controlada que permita la coproducción y las múltiples interacciones con los mercados descendentes que buscan asegurar la supervivencia y que facilitan la reproducción de la base de recursos (van der Ploeg y Ventura, 2014). El movimiento agroecológico puede describirse como un claro ejemplo de lucha y resistencia, en el cual se reconoce que para lograr la seguridad alimentaria se requiere de la reconstitución del campesinado. Específicamente el movimiento generado por La Vía Campesina, es una expresión de recampesinización que anuncia la posibilidad de recobrar el control de una agricultura campesina global. Este movimiento lleva a cabo una lucha sociopolítica con gran persistencia en dirigirse a organizaciones internacionales, que está haciendo eco en diferentes partes del mundo y desde diferentes escalas (van der Ploeg, 2015:166).
Campesinado y agroecología
En el presente trabajo he presentado algunos de los aportes de Jan Douwe van der Ploeg, específicamente aquellos que se refieren al campesinado. Para él la agricultura campesina da lugar a un crecimiento robusto y sostenible, y está lejos de ser un remanente del pasado. Sus diversas publicaciones dan luz sobre ¿Qué es el campesinado? ¿Bajo qué reglas se comporta, qué lógicas sigue? ¿Cómo estructura sus actividades? ¿Cómo se relacionan con otros y con el exterior? y ¿De qué manera contribuye a la sociedad? Jan Douwe van der Ploeg, es un autor que si bien no hace agroecología, sí aporta varios elementos básicos en este campo mediante un conjunto de conceptos que son abrazados por/desde un enfoque teórico sobre la agricultura campesina actual.
Reconocer a la agroecología como ciencia, como práctica y como movimiento, permite tener una visión de los diferentes ámbitos de acción, aunque se corre el riesgo de percibirla como un conjunto de líneas independientes, de constelaciones aisladas. Me parece válido reconocer éste riesgo, sin embargo en este apartado retomo esta visión en un intento de concluir y relacionar ciertos aportes de van der Ploeg que pueden ser útiles en cada uno de estos ámbitos.
En la agroecología como práctica, rescato dos aportes importantes: 1) de qué manera se diferencia la agricultura campesina de otros modos de explotación y 2) el Imperio alimentario como modo de orden dominante y su relación con la activad agrícola campesina. Desde antes que la agroecología se llamara como tal, los campesinos ya la llevaban a cabo. Muchos de los principios agroecológicos de hoy en día rescatan las características propias del modo de explotación campesina (diversidad, bajo uso de insumos externos, relación activa con la naturaleza viva, las base de las relaciones sociales, poca dependencia, entre otros). Por su parte el Imperio alimentario en sus diferentes escalas y manifestaciones, ha llevado a una crisis en los sistemas de producción que requieren cambios sustanciales. Ante esta crisis han surgido innovaciones; los campesinos aprovechan los intersticios del modelo capitalista, y en ellos producen alternativas, las prueban, dispersan y comparten (van der Ploeg, 2015). También construyen mercados alternativos y otras formas de relaciones. Además, como indican recientemente Rosset y Martínez-Torres (2016), los campesinos hacen uso de la agroecología para ser más autónomos. Es cierto que existen generalidades que definen cada modo de explotación agrícola, pero incluso dentro de esos modos se halla heterogeneidad, matices o múltiples formas de hacer agricultura. Si a esta escala hay espacio para la diversidad ¿cabría pensar en que como práctica, no existe una sino diversas agroecologías?
En la agroecología como ciencia, el Imperio nuevamente juega un papel protagónico, en cuanto a su capacidad de dictar los modelos que le dan continuidad y validación. Reconocer esto me parece de suma importancia pues es aquí donde “la ciencia puede actuar como un fenómeno de doble cara (van der Ploeg, 2010b: 312). Como investigadores existe la oportunidad de cuestionarse cómo actuamos para no volvemos reproductores del mismo sistema que criticamos. La ciencia tiene la capacidad de poner atención a lo que no está normalizado, en las novedades, en los nuevos procesos, siguiendo a van der Ploeg:
“Las novedades a menudo permanecen ocultas dentro de las prácticas agrícolas locales. Su difusión puede ser lenta y limitada. Sin embargo, las novedades también pueden ser identificadas y recogidas por los investigadores que las prueban y las desarrollan aún más y eventualmente las reintroducen, en una versión mejorada y consolidada, en el sector agrícola. Tales flujos y la cooperación resultante entre científicos y agricultores han demostrado ser muy potente […] Actualmente la agroecología (Altieri 1990 y Altieri et al. 2011) está liderando el camino en la construcción de las novedades y desplegándolas en mejoras que pueden aplicar en formas más amplias” (van der Ploeg, 2015: 134).
La ciencia, en particular la que se gesta en torno a la agroecología, podría abordar este escenario con una mirada crítica, activa, participativa, y con cuidado de no convertir estas novedades en generalidades, en soluciones mágicas únicas y descontextualizadas.
En cuanto a la agroecología como movimiento social, uno de los principales conceptos acuñados ha sido el de la recampesinización. De acuerdo con van der Ploeg (2015), ésta parte de un análisis y reajuste de los balances que influyen en la agricultura familiar, a partir de los cuales se buscan oportunidades y se producen innovaciones. Diversos movimientos sociales reconocen en el proceso de recampesinización, uno de los mecanismos de lucha social y de resistencia ante el Imperio capitalista. Los agricultores campesinos utilizan la agroecología para construir soberanía alimentaria y como herramienta en su proceso de recampesinización (Rosset y Martínez-Torres, 2016). Van der Ploeg y Ventura (2014) demuestran que dentro de los diferentes estilos de hacer agricultura existen una serie de matices que le dan diversidad, y asegura que algunas de estas formas específicas de hacer agricultura a escalas pequeñas contienen soluciones a grandes problemas globales. Van der Ploeg sugiere que la agricultura campesina tiene el mejor potencial para alcanzar la soberanía alimentaria, en gran medida porque tiene la capacidad de producir suficiente alimento para la creciente población mundial y lo puede hacer de manera sostenible (van der Ploeg, 2014b). Reconoce que la agricultura de pequeños agricultores ofrece mejores resultados y garantías ante las perturbaciones, y que es desde las pequeñas agriculturas campesinas donde se desatan los procesos de seguridad y soberanía alimentaria (van der Ploeg y Ventura, 2014) que son el objetivo de diversos movimientos sociales, y desde donde el principio campesino aparece como una noción liberadora frente al Imperio.
Finalmente, estoy de acuerdo con Kostlin y Da Silva (2012) cuando reconocen que uno de los avances del autor consiste en identificar y superar ciertos vacíos teóricos que no permitían abordar de manera integral al campesinado, en este sentido, van der Ploeg reconoce que existen modos de “hacer” campesinos que son distintivos, incluye la capacidad de agencia del campesino, considera sus conocimientos campesinos y su capacidad de resistencia. La propuesta de van del Ploeg constituye un marco teórico que vincula y que reconoce una reestructuración campesina, en la que se incluye la heterogeneidad, el dinamismo, la complejidad y las especificidades. Para él los modos de hacer agricultura se pueden agrupar dentro de tres constelaciones muy distintas pero interconectadas. Su propuesta avanza en el análisis de la agricultura vista como proceso y refiere a la agricultura familiar como forma de vida con múltiples relaciones al exterior, a partir de las cuales se construye o resiste, propone e innova. Es así que van del Ploeg brinda un aporte teórico crítico para abordar el tema del campesinado desde una perspectiva contemporánea y que varios de sus aportes son de utilidad en el marco de la agroecología.
Friedmann, H. (2009). Feeding the empire: The pathologies of globalized agriculture. Socialist register, 41(41), 124-143.
Guzmán, E. S., y Woodgate, G. (2013). Agroecología: Fundamentos del pensamiento social agrario y teoría sociológica. Agroecología, 8(2), 27-34.
Kostlin, L., y Da Silva, T. J. L. (2012). Entre similitudes y contrastes. Modos y estrategias de abordaje del campesinado en las perspectivas de Jan Douwe van der Ploeg, Alexander Chayanov y Huges Lamarche. Revista IDeAS, 6(2), 170-192.
Rosset, P. M., y Martínez-Torres, M. E. (2016). Agroecología, territorio, recampesinización y movimientos sociales. Estudios Sociales, 25(47), 275-299.
Van der Ploeg, J.D. (2010a) The peasantries of the twenty-first century: the commoditisation debate revisited. The Journal of Peasant Studies, 37 (1), 1-30, DOI: 10.1080/03066150903498721
Van der Ploeg, J. D. (2010b). Nuevos campesinos. Campesinos e imperios alimentarios. Barcelona: Icaria Editorial.
Van der Ploeg, J. D. (2014a). Diez cualidades de la agricultura familiar. LEISA revista de Agroecología, 29(4), 6-8.
Van der Ploeg, J. D. (2014b). Peasant-driven agricultural growth and food sovereignty. The journal of Peasant Studies, 41: 6, 999-1030, DOI: 10.1080/03066150.2013.876997
Van der Ploeg, J. D. (2015). El Campesinado y el arte de la agricultura. Un manifiesto Chayanoviano. Universidad autónoma de Zacatecas (UAZ). MAPorrúa, México. ISBN: 978-607-401-971-1
Van der Ploeg, J. D., y Ventura, F. (2014). Heterogeneity reconsidered. Current Opinion in Environmental Sustainability, 8, 23-28
Wezel, A. et al. (2009) Agroecology as a science, a movement and a practice. A review. Agronomy for Sustainable Devolpment. Vol. 29, núm. 4, diciembre 2009, pp. 503-515.
Ploeg, J. D. van der (2003). The virtual farmer: past, present and future of the Dutch peasantry. Assen: Van Gorcum, 101-144.
Ploeg, J.D. van der (2010) The Food Crisis, Industrialized Farming and the Imperial Regime Journal of Agrarian Change 10 (1), 98 - 106.
Ploeg, J.D. van der (2015), Small works: poverty and economic development in southwestern China, Book Review, in: Journal of Peasant Studies. 42 (2), 449-465
Ploeg, J.D. van der, Ye, J. & Schneider, S. (2015). Rural Development: Actors and Practices. In P. Milone, F. Ventura & Y. Jingzhong (Eds.). Constructing a new Framework for Rural Development (pp. 17-30). Research in Rural Sociology and Development, Vol. 22.Bingley, United Kingdom: Emerald Group.
Van der Ploeg, J. D., Laurent, C., Blondeau, F., & Bonnafous, P. (2009). Farm diversity, classification schemes and multifunctionality. Journal of environmental management, 90. S124-S131.
Van der Ploeg, J. D. (1994). Styles of farming: an introductory note on concepts and methodology. Born from within: Practice and perspectives of endogenous rural development, 7-30.
Van der Ploeg, J. D. (2003). Rural development and the mobilisation of local actors. In Proceedings of the Salzburg Conference “Planting Seeds for Rural Futures-Rural Policy Perspectives for a Wider Europe”.
Van der Ploeg, J. D. (2012). The genesis and further unfolding of farming styles research. Historische Anthropol, 20, 427-439.
Van der Ploeg, J. D., & Long, A. (1994). Endogenous development: practices and perspectives. In Born from within. Practice and perspectives of endogenous rural development, 1-7.
Van der Ploeg, J. D., Renting, H., Brunori, G., Knickel, K., Mannion, J., Marsden, T., De Roest, K., Sevilla-Guzmán, E. and Ventura, F. (2000), Rural Development: From Practices and Policies towards Theory. Sociologia Ruralis, 40: 391–408. doi:10.1111/1467-9523.00156
Van der Ploeg, J.D. (1990) Sistemas de conocimiento, metáfora e interfaz: el caso del cultivo de la patata en el altiplano peruano. Agricultura y Sociedad, 56: 143-166.
Para ver la lista de sus publicaciones por año de publicación dirigirse al siguiente enlace:
http://www.jandouwevanderploeg.com/EN/publications/year-view/-2014-/
-Sus principales áreas de estudio:
El trabajo de Jan Douwe van der Ploeg se ha nutrido por experiencias de investigación, de colaboración y de vida en los Países Bajos, pero también de otras partes del mundo, dentro de las cuales destacan:
· Perú: Catacaos, Antampa y Luchadores
· Colombia: Guarne, Argelia, Sonsón y Chó
· Guinea Bissau: Buba y Tomabalí
· Italia: Reggio Emilia, Parma, Campania y Umbría
· Mozambique: Namialo
· Sudáfrica: Mtunzini y Empageni
· Portugal: Tras-os-Montes
· China: Sanggang y Huangjue
· Brasil: Londrina y Dois Irmãos
Gran parte de los aportes que retomo en este trabajo se sustentan en su experiencia en los procesos de desactivación y posterior recampesinización en Catacaos (Perú), en el modelo de desactivación agrícola industrial por el imperio lácteo de Parmalat en Italia y en los modos de producción agrícola en las cooperativas de los Países Bajos.
-Otros autores relacionado o que han influido en sus aportes:
Ada Cavazzani
Alexander Chayanov
Ann Long
Eduardo Sevilla Guzmán
Henry Veltmeyer
Miguel Altieri
Norman Long
Paul Hebinck
Peter Rosset
Saturnino M. Borras Jr.
Sergio Schneider
Terry Marsden
Víctor Toledo
-Vínculos
La agricultura campesina permite el crecimiento y la soberanía alimentaria.
Jan Douwe van der Ploeg: Soberanía alimentaria, un diálogo crítico.
Jan Douwe van der Ploeg: ¿Quién se está pasando a la agricultura agroecológica? ¿Y por qué?
Revista. Jan Douwe van der Ploeg “the walking teacher (el profesor ambulante)”
Meza-Jiménez, A. 2017. Jan Douwe van der Ploeg: Descripción breve de sus aportes sobre el campesinado y su relación con la agroecología. Nicté ja, Agroecología desde el Sur. Disponible en https://sites.google.com/site/agroecologiadesdesur/autores/van-der-ploeg.