Apuntes para una AgroEcología Política Feminista del siglo XXI
Towards a Feminist Political Agroecology of the 21st Century
Por Patricia Eugenia Susial Martín
PhD Candidate | Ciencias en Ecología y Desarrollo Sustentable
El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR)
Palabras clave
Ecología política feminista, feminist political agroecology, agroecología, agroforestería, investigación acción-participativa, ecología emergente, género
Cita recomendada
Susial-Martín, P.E. (2017). Towards a Feminist Political Agroecology of the 21st Century. Nicté ha. Agroecología desde el Sur. [blog] DOI: 10.13140/RG.2.2.15037.36326. Recuperado en: https://sites.google.com/site/agroecologiadesdesur/autores/dianne-rocheleau?pli=1
Biografía
Dianne Rocheleau nació en Florida en la década de 1950. Estudió en la University of South Florida donde se graduó con honores en 1973 en Geografía y obtuvo más tarde su maestría en Geografía en 1976. Ocho años después, se doctora por la University of Florida, con la disertación titulada Análisis ecológico de la conservación del suelo y el agua en los sistemas agrícolas de ladera: Plan Sierra, República Dominicana (An Ecological Analysis of Soil and Water Conservation in Hillslope Farming Systems: Plan Sierra, Dominican Republic) (Clark University, 2016 y 2017).
A mediados de 1970, se funda el International Center for Research in Agroforestry (ICRAF, ahora denominado World Agroforestry Center) en respuesta al visionario estudio del forestal John Bene del Canada’s International Development Research Center (IDRC) en el que hacía un llamado global al reconocimiento del papel clave que juegan los árboles en las granjas. La agrosilvicultura se institucionalizaba y se convertía en “una solución adecuada a las necesidades de desarrollo rural, especialmente en África” (Rocheleau et al., 1988). Es en ese marco que, en 1986, Dianne Rocheleau comienza a trabajar en la sede en Nairobi, Kenia, de la mencionada institución, con un contrato post-doctoral financiado por la Fundación Ford (Clark University, 2016 y 2017; Rocheleau, 2017).
Sus trabajos de campo previos como geógrafa la llevaron a descubrir que quería realizar investigación en el área de la ecología, así como en ciencias sociales críticas y en cultura. Sin embargo, la junta del ICRAF no permitía los trabajos de campo, así que decidió unirse a un grupo que estudiaba metodologías para hacer agroforestería e investigación con familias campesinas. Usando ese estudio metodológico como pretexto, pudo comenzar lo que llegaría a convertirse en una relación de diez años con la gente del lugar (STEPSCentre, 2015; Rocheleau, 2017).
Durante ese tiempo, aprendió cómo trabajaban con los árboles en sus terrenos, la manera en la que combinaban árboles con cultivos y con animales, aprendió acerca de sus diferentes prácticas de manejo, sobre sus estrategias de subsistencia, y finalmente, comenzó a conocer acerca de su historia. Y, a lo largo de ese proceso, observó que, en aquel entonces, el 80% del trabajo agrícola en el África Sub-Sahariana lo realizaban mujeres (STEPSCentre, 2015; Rocheleau, 2017).
Consciente de la necesidad de tratar con mujeres, primero quiso comprender el trabajo que desempeñaban estas mujeres, sus conocimientos, sus intereses en los terrenos, los cuales eran objeto de ’desarrollo’ por parte del gobierno keniata, así como de agencias ambientales. Así mismo, procuró hacer visible el trabajo de las mujeres, su conocimiento y los procesos de generación. Y, en última instancia, se dio cuenta que también era necesario hacer comprensible estos procesos para el público en general, y especialmente para las propias mujeres. No para tomar su conocimiento y análisis como piezas de información, sino para visibilizar quienes eran, qué hacían y cuáles eran sus aspiraciones e inquietudes (STEPSCentre, 2015; Rocheleau, 2017).
En 1989, obtiene una plaza en Clark University, en Worcester, Massachusetts. Sus clases incluyen materias como Ecología política internacional; Género, ambiente y desarrollo, y Ecología tropical, entre otras. Fue Directora del Programa de Estudios de Género entre 2004 y 2006 y Directora del Grado de Estudios Ambientales Globales entre 2009 y 2015, en dicha universidad (Clark University, 2016 y 2017), por destacar algunas posiciones profesionales.
Entre 1991 y 1996, Dianne Rocheleau trabajó con Barbara Thomas-Slayter en los que tratan temas bajo los marcos de la ecología política feminista, cuestiones de género y ambiente, desarrollo y poder. Fruto de esa colaboración, publicaron varios libros y artículos como el pionero Feminist Political Ecology: Global Perspectives and Local Experiences, publicado en 1996; Environment and Development in Kenya: Perspectives from the Grassroots; y Power, Process and Participation: Tools for Change (Clark University, 2016 y 2017).
Sus intereses incluyen ambiente y desarrollo, ecología política, forestería, agricultura y modificaciones del paisaje, con énfasis en la perspectiva de género, asignación de recursos y en los usos del suelo (Clark University, 2017). En la actualidad, está interesada en los procesos que implican acaparamiento de tierras.
Recientemente, la Harvard University la premió con la Beca de Investigación Avanzada del Instituto Radcliffe para trabajar en su libro The Invisible Ecologies of Machakos; Landscape, Livelihoods, and Life Stories 1890-1990 (Clark University, 2017).
Aportaciones a la agroecología
Durante casi cuarenta años, Dianne Rocheleau ha desarrollado su investigación principalmente en sistemas agroforestales. Es a través de los trabajos de campo en diferentes geografías y calendarios, que descubre cómo la cuestión de género está presente en las preguntas que formula, en las respuestas que recibe, en sus datos y en sus conclusiones. El análisis de las relaciones de género, sociedad y ambiente acabará conformando el marco de la ‘ecología política feminista’ (FPE). Al mismo tiempo, Dianne Rocheleau logra identificar los dilemas metodológicos y el potencial de aplicar la ecología política con enfoque de género en estos sistemas socio-agroforestales. Es así como ella va construyendo una metodología de ‘investigación-acción participativa’ propia que le permitirá emplear la FPE, y que resulte en un proceso de co-creación de conocimiento y análisis. Más recientemente, Rocheleau se interesa por las ‘ecologías emergentes’, nuevas ecologías que influyen en la (re)estructuración de la vida rural y que también pueden formar parte de proyectos emancipadores. Estos cambios en el pensamiento ayudarán a guiar la ecología política aplicada como ciencia de solidaridad con los proyectos de afirmación de la vida, como el de la Vía Campesina, o de libertad y autonomía de los pueblos originarios. Es por todo lo anterior, que el presente ensayo se propone como un espacio con el comenzar a pensar una ‘AgroEcología Política Feminista del siglo XXI’.
Ecología política feminista
Desde sus inicios como investigadora, el trabajo de Dianne Rocheleau ha estado vinculado con la agroforestería. Aunque “el término ‘agroforestería’ se acuño por primera vez en una revisión publicada por John Bene en 1977, los sistemas integrados de árboles y agricultura se llevan practicando durante milenios de años” (Smith et al., 2010, p.81). La definición más aceptada fue la formulada por Lundgren y Raintree (1983):
“Agroforestería es un nombre colectivo para denominar un sistema de usos de tierras en los cuales crecen árboles y arbustos perennes en asociación con plantas herbáceas (cultivos y pastos) o animales, con un manejo espacial, una rotación o ambos; hay, además, interacciones tanto ecológicas como económicas entre los árboles y otros componentes del sistema”. (p.2)
Esta definición representa un concepto de uso integrado de la tierra que combina elementos de la agricultura y la silvicultura en el ecosistema natural de los bosques como modelo para crear un “sistema de manejo de recursos naturales que sea dinámico y esté basado en la ecología” (Leakey, 1996, p.6). Así, “a medida que la agroforestería intenta acercarse a la manera en que la naturaleza trabaja, podemos afirmar que la agroforestería está intrínsecamente relacionada con la agroecología” (André Gonçalves en Persson, 2013).
Los sistemas agroforestales se pueden clasificar en función de los componentes presentes: árboles con cultivos se denominan agrosilvicutura, el sistema con árboles con animales es silvopastoral, y cuando incluye árboles, cultivos y animales se denomina agrosilvopastoral (Nair, 1993).
Por otra parte, Rocheleau et al. (1988), consideran que la agroforestería, además de ser una práctica que mejora el uso de la tierra, también provee de leña, proporciona ingresos y materiales de construcción, y es una fuente de alimento para los animales, en el África subsahariana; es decir, que “sostiene la producción para mayores beneficios sociales, económicos y ambientales” (Uisso et al., 2015, p.153).
Pero ¿quién y cómo se accede a estos beneficios? ¿Cómo se distribuyen? Las investigaciones desarrolladas por Dianne Rocheleau nos pueden proporcionar algunas respuestas a las cuestiones planteadas.
Su tesis doctoral (Rocheleau, 1984), fue uno de los primeros trabajos en los que toma contacto con la cuestión de género en los sistemas agroforestales de Plan Sierra, en la República Dominicana, a través de dos experiencias. Entre otras cosas, observó cómo las tierras de cultivo silvícolas no se estaban trabajando porque los hombres habían migrado a Norteamérica. Las mujeres que quedaron sobrevivían con las remesas de sus maridos. Pero cuando éstas dejaron de llegar, en ocasiones porque el marido formaba otra familia y no las enviaba, algunas mujeres decidieron cultivar las tierras. Sin embargo, socialmente estaba mal visto y tenían que ocultarse, ya fuese cultivando de noche o bien presentándose públicamente como un pseudo-hombre, es decir, renunciando a ser mujer (Rocheleau, 2017).
La segunda experiencia que acercó la cuestión de género a Dianne Rocheleau, fue la historia de una mujer que no era granjera, sino mujer de granjero. Esta mujer tenía un conocimiento y una perspectiva diferente a los de su marido sobre la cuenca y el uso de la tierra, así como sobre la economía doméstica y las relaciones en la comunidad y su historia. Gracias a ella, Rocheleau pudo observar que las opciones de desarrollo para hombres y mujeres estaban marcadas por diferentes circunstancias. En el caso de los hombres, “sus opciones estaban limitadas por los mercados laborales y de materias primas nacionales e internacionales”; mientras que, las mujeres, “no pudieron defender su argumento en favor de la conservación y ordenación del bosque, la conservación del suelo y el policultivo”, pues se encontraban inmersas “en un contexto de distribución desigual de la tierra y (con) condiciones de mercado desfavorables” (Rocheleau, 2015a, p.33).
En su investigación en Kenia, mientras estuvo contratada por el ICRAF, Rocheleau trabajó la cuestión de género, la ecología y los sistemas agroforestales. La relación de confianza y comprensión mutua que se creó entre las mujeres de la comunidad y ella, dio paso a conversaciones, en lugar de entrevistas, en las que compartían “complicadas historias y geografías marcadas por el género, la clase, la raza y la etnia, así como la posición en el sistema colonial” (Rocheleau, 2015a, p.37).
Estos primeros trabajos de campo serán el punto de partida de un marco de análisis, que posteriormente denominaría Ecología Política Feminista (FPE, por sus siglas del inglés Feminist Political Ecology). Así mismo, el trabajo con, y la observación y documentación de, los retos y las respuestas de las mujeres durante la época de fuerte sequía y hambruna que golpeó Kenia entre 1984/1985, dio mayor impulso a su propio sentido de la FPE. Rocheleau (2015a, p.38) observó que las mujeres jóvenes lideraron la recuperación de los diversos saberes y formas de conocimiento tradicional indígena, tanto de ancianos como de ancianas, sobre “botánica, agricultura, nutrición humana y no humana, plantas medicinales y alimentos silvestres; así como sobre economía política de la conservación del suelo, clientelismo político, opinión pública y distribución de alimentos”. Ello generó nuevo conocimiento y prácticas que les permitirían sobrevivir a cambios en el clima, la economía y la política. Rocheleau (1991a y 2015a) estableció así la relación entre las habilidades y estrategias de supervivencia con la cuestión de género.
De los diferentes contextos en que se han enmarcado los casos de estudios de Dianne Rocheleau, se concluye que la participación de las mujeres en la toma de decisiones sobre el uso y manejo de recursos es limitada (LVC, 2015; Rocheleau 1984; Fortmann y Rocheleau, 1985 y 1997; Rocheleau et al., 1988; Rocheleau y Ross, 1995; Rocheleau y Edmunds, 1997). Por otra parte, dado que históricamente, la agroforestería se ha asociado al hombre, el rol de la mujer ha quedado invisibilizado o relegado. En ese sentido, es importante destacar que Fortmann y Rocheleau (1984) desmontaron los cuatro mitos preconcebidos sobre el papel de la mujer en actividades de producción y de desarrollo de la comunidad: (1) Que “la mujer solo es una ama de casa”, (2) que “solo los hombres usan y son responsables de los árboles”, (3) que “cada mujer tiene un marido o forma parte de un hogar liderado por un hombre”, y (4) que “las mujeres son miembros pasivos de las comunidades en las cuales la influencia y la acción pública es una esfera restringida a los hombres”.
Su investigación desafió, por una parte, la concepción de que las mujeres tienen el rol prefijado de cuidadoras, y, por otra parte, que las mujeres pueden ser clave para sacar adelante iniciativas de conservación (Rocheleau, 1991a). La Ecología Política Feminista se basaba, al fin, en el campo de la Ecología Política (PE) para centrarse en el acceso a los recursos y su control, las construcciones de conocimiento basadas en el género y la integración de las luchas ecológicas locales de género en contextos políticos y económicos, regionales y globales.
Por otra parte, Dianne Rocheleau también emplea el marco de la Ecología Política Feminista para analizar el concepto de propiedad en paisajes forestales y agrarios, pues “los derechos colectivos y el acceso a los bienes comunes son pilares esenciales de la agroecología” (LVC, 2015). La diversidad social y ecológica y las complejas interacciones entre personas y recursos caracterizan la tenencia de los árboles. Esta complejidad indica que “el enfoque para mejorar la equidad usando conceptos de propiedad basados en la tierra pueden ser muy simplistas” (Rocheleau y Edmunds, 1997, p.1351).
En República Dominicana, la introducción de un árbol comercial con larga vida útil, como la Acacia mangium, en tierras familiares puede diluir los derechos de propiedad comunal y convertirlos en propiedad individual (a menudo, en favor de los hombres). Mientras que, en otros contextos de África Occidental, Rocheleau y Edmunds, (1997), encontraron que plantar determinados árboles puede dar lugar a un cambio de los derechos de herencia comunales a derechos de herencia individuales.
En muchos casos, las mujeres aportan mano de obra y conocimiento sobre el manejo de determinados productos forestales o arbóreos; pero los hombres controlan su comercialización, así como la distribución y uso de los beneficios. Ante esto, las mujeres desarrollan estrategias para conseguir acceso a los árboles y a los bosques: ya sea involucrándose “en actividades que refuerzan sus derechos de acceso a las áreas comunes o (...) se unen a grupos de mujeres” que ya las trabajan (Rocheleau y Edmunds, 1997, p.1360).
Como se puede observar de lo expuesto en párrafos anteriores, la Ecología Política Feminista (FPE) no nace en exclusiva como reflexión teórica de académicas/os de diversas disciplinas científicas, sino que incluye activistas dentro de la academia y los movimientos sociales, así como su propio aprendizaje con mujeres y hombres, y de la necesidad de ver a las mujeres como grupo social (Rocheleau, 2015a y 2017; Rocheleau y Nirmal, 2015b). Para Rocheleau (2008; y Nirmal, 2015b), la FPE combina un empirismo radical y una ciencia situada, con teorías post-estructurales feministas de identidad múltiple y los movimientos de desarrollo autónomo o alternativo. En ese sentido, este enfoque se mantiene fiel al legado de Piers Blaikie y otros fundadores de la Ecología Política (PE), pues, según Rocheleau (2008):
Este marco de análisis “está arraigado en una combinación de perspectivas críticas y las penetraciones ganadas duramente destiladas del trabajo de campo. La base teórica de la ecología política se unió, por Piers Blaikie y otros, a un firme compromiso con la observación empírica de los fenómenos biofísicos y socio-económicos en vigor”. (p.716)
La FPE amplía, por tanto, la PE, aplicando una lente feminista a la PE para destacar los roles, contribuciones e intereses de las mujeres, y para enriquecer nuestro análisis del mundo y de la vida cotidiana a través del pensamiento, la investigación, la escritura y la práctica (Rocheleau, 1995b; Rocheleau y Nirmal, 2015b).
Investigación-acción participativa
Pero, ¿por qué es importante considerar la perspectiva de género? Por una parte, porque una gran mayoría de grupos familiares están encabezados por mujeres y ellas tienen un papel importante en cada etapa del sistema alimentario, desde la tierra hasta el plato o el vaso. Ello incluye la selección de semillas (que está asociada al mantenimiento de la diversidad genética de las plantas), la producción de cultivos, la preparación de los alimentos y, por tanto, el acceso de la alimentación de sus familias, así como su papel en actividades de mercadeo. Las mujeres son, en ese sentido, transmisoras clave del conocimiento tradicional a las nuevas generaciones y desempeñan un papel esencial en la gestión de los recursos naturales (suelos, agua, bosques, energía, luz y sombra). Es por todo ello que “para enfrentar exitosamente el desafío de preservación de los recursos naturales y la biodiversidad, se requerirá que las mujeres lideren los procesos de transición agroecológica” (Parmentier, 2015, p.52).
A pesar de lo anteriormente comentado, y como se ha detallado en el apartado anterior de este ensayo, sobre la base de los estudios realizados por autoras como Dianne Rocheleau, entre otras, aseguramos que, en nuestras sociedades, y en particular en los sistemas alimentarios, el género determina el poder, los derechos de propiedad, la distribución de oportunidades y las formas de acceder a, y la asignación de, los recursos, en función de si se es hombre o mujer; además, “muy a menudo su trabajo (de la mujer) no es valorado ni reconocido” (LVC, 2015).
Es por todo lo anterior que sigue aún vigente el preámbulo del Convenio sobre Diversidad Biológica, en el que se “reconoce el papel vital de las mujeres para la conservación y uso sostenible de la diversidad biológica, afirmando la necesidad de la plena participación de las mujeres a todos los niveles del diseño e implementación de políticas para la conservación de esta diversidad” (UN, 1992). Y más recientemente, la Vía Campesina (2015) reconoce el papel central de “las mujeres y sus saberes, valores, visión y liderazgo (los cuales considera) son críticos para (...) que la agroecología alcance su pleno potencial; (por lo que), debe garantizarse la distribución equitativa de poder, tareas, toma de decisiones y remuneración”.
En esta esfera, es donde se enmarca la contribución de Dianne Rocheleau a la agroecología. Ella ha propuesto metodologías relacionadas con la investigación acción participativa, no solo en el ámbito de la agroforestería, sino en la aplicación del marco de análisis de la Ecología Política Feminista a la cuestión de género, ambiente y recursos, integrando su formación como geógrafa (Rocheleau, 1995b). Pero, se debe tener en cuenta que, Rocheleau (1991a) aboga por un enfoque en la investigación etnocientífica basado en el empoderamiento de la población rural, más que en la simple extracción de conocimiento.
Para Rocheleau et al., (1995c, p.62), la “cartografía basada en el género es esencial no sólo para proteger las fuentes independientes de ingresos y medios de vida de las mujeres – lo que permite mantener un equilibrio de poder entre hombres y mujeres en condiciones sociales y ecológicas cambiantes – sino también para preservar la diversidad de flora y fauna local”. Otros motivos fundamentales para realizar esta cartografía son, de una parte, (1) que “los derechos de la mujer a los recursos son fundamentalmente derechos humanos”. Por otra parte, (2) porque “las mujeres y los hombres a menudo tienen experiencias diarias muy diferentes, suelen poseer habilidades muy diferentes de manejo de recursos y conocimientos ambientales”. Y finalmente, (3) porque “las mujeres han demostrado su capacidad para resistir al ataque hostil de sus intereses”, como el movimiento Chipko de la India (Rocheleau et al., 1995c, p.62-63).
A pesar de la importancia de “mapear el acceso de, y el control sobre, los recursos, (esto) no siempre es fácil de lograr, (especialmente porque) el equilibrio de los derechos, las responsabilidades, las actividades y los conocimientos entre hombres y mujeres en una cultura particular está siempre sujeto a cambios y es especialmente dinámico cuando las economías y las ecologías experimentan una rápida transformación” (Rocheleau et al. 1995C, p.62), como en el caso de Zambrana-Chacuey (Rocheleau y Ross, 1995a; Rocheleau y Edmunds, 1997).
En ese contexto, las reformas en la tenencia de la tierra y las propuestas de uso de la tierra que han privado selectivamente a las mujeres debido a la dificultar de ver y mapear sus derechos.
Rocheleau et al. (1995c), se preguntan entonces qué y cómo deben considerar las investigaciones la cuestión de género a la hora de estudiar el espacio y el lugar para crear las imágenes geomáticas. Como explica la propia Rocheleau sobre sus estudios en Kenia:
“Una mujer puede ser propietaria de un árbol que se encuentra en los terrenos de su marido, o el árbol puede ser del marido pero ella lo cuida y por tanto tiene derecho a los frutos, o una mujer en una familia polígama puede tener tierra que le pertenece y los cultivos que produce son suyos, o una mujer puede cultivar los terrenos de su marido y éste tener derecho a parte de la producción” (STEPSCentre, 2015).
Con base en estas observaciones, Rocheleau y colaborador@s (1995c) concluyen que es crucial la elección de la escala y que se necesita de una representación polivalente que explique la complejidad de los derechos, obligaciones y responsabilidades sobre los recursos. Aspectos estos que, como se observa en la situación anterior, suelen estar anidados y superpuestos y que, en la cartografía que se diseñe, deben poder asociarse con cualquier punto de un mapa convencional.
La información puede obtenerse a partir de entrevistas con interlocutoras/es clave, entrevistas con grupos focales, y la observación participante (Rocheleau, 1985, 1991b, 1995b y 1995c). Mientras que, Rocheleau et al. (1995c) proponen que la representación de este complejo entramado de los comunes se realice mediante diagramas, esquemas y mapas, empleando diferentes técnicas informáticas o no, desarrollados por quienes conducen la investigación o bien por quienes gestionan los recursos, guiados o no, separados por sexo o en grupo.
Diane Rocheleau (1995b) advierte que cualquier movimiento hacia la medición corre el riesgo de una cuantificación fácil derivada de la categorización estándar o institucionalizada y de la definición del problema tecnocrático que afianza aún más los intereses de los poderosos.
Finalmente, es importante destacar que para Rocheleau (1991b) la población rural no son meros informantes, y que nosotras/os, como investigadoras/es, debemos considerar tanto los ensayos diseñados y gestionados por nosotras/os hasta el experimento propio de las/os agricultoras/es. Por otra parte, propone combinar las fortalezas complementarias de varios tipos de organizaciones en la investigación participativa de campo. Es así como es posible desarrollar formas colaborativas de investigación que cambien las relaciones de poder entre investigadoras/es y objetos de investigación (Rocheleau, 1995b).
Ecologías emergentes
Dianne Rocheleau ha sido testigo de la evolución y enriquecimiento de la ecología política, y ello se ha mezclado con el aprendizaje compartido y las experiencias en su propio trabajo de campo (1979-2014), en República Dominica, Kenia y Chiapas (México). Como ella afirma (2015c, p.70), la ecología política le ha proporcionado una “manera de vincular la teoría ecológica social con el activismo social y ambiental, así como los cambios prácticos y políticos sobre el terreno”.
Recientemente, Rocheleau (2015c) se ha interesado por la escuela de pensamiento de la ecología política que explora cómo las ideas sobre redes, raíces, rizomas y territorios y métodos asociados permiten nuevas formas de ver, de estar y de estudiar las ’culturas de la naturaleza’. Esto es ensamblajes de personas, tierra, animales, plantas, artefactos, infraestructuras, geo-elementos (colinas, montañas, ríos, lluvia, sombra, luz) y otras ‘cosas’ en un territorio, incluyendo las relaciones de poder en el interior del ensamblaje y entre sus elementos (Rocheleau, 2011 y 2015c). Estas nuevas ecologías, o ‘ecologías emergentes’, como los principios agroecológicos, son contexto-dependientes o territorio-dependientes (LVC, 2015). Pero es que, además, pueden ser resultado de la influencia de los modelos y de organizaciones transnacionales que imponen su idea de desarrollo sostenible y que suponen fuerzas mayores de construcción y re-estructuración ecológica de la vida rural (Rocheleau et al., 2001). Pero estas ecologías emergentes también son formas de ser que constituyen tanto fines como medios en muchas luchas por la libertad y la autonomía, especialmente el pensamiento y la acción de los pueblos indígenas (Rocheleau, 2015c).
Estos cambios en el pensamiento pueden ayudar a guiar la ecología política aplicada como ciencia en solidaridad con los proyectos de afirmación de la vida, como el de la Vía Campesina (CLOC-LVC, 2015):
“El proyecto de La Vía Campesina es un ‘proyecto de vida’, para un campo con campesinas y campesinos, de comunidades rurales con familias, de territorios con árboles y bosques, montañas, lagos, ríos y costas, y se opone fuertemente al ‘proyecto de muerte’ del agronegocio, de la agricultura sin campesinos ni familias, de monocultivos industriales, de áreas rurales sin árboles, de desiertos verdes y tierras envenenadas con agrotóxicos y transgénicos. Con nuestras acciones y prácticas las campesinas y campesinos de todo el mundo estamos activamente confrontando al capital y al agronegocio, disputando la tierra y el territorio con ellos.”
En esta esfera de pensamiento, y en relación a las aportaciones a la agroecología, Dianne Rocheleau (2011) propone un modelo de redes enraizadas, que abarque la complejidad de las ecologías viables, mixtas y agrarias. Estas redes, para Domhoff (2005, citando a Mann, 1986), “son ideológicas, económicas, militares y políticas” y conforman la base de las Cuatro Redes de la Teoría del Poder. Estas “cuatro redes tienen límites diferentes que están en constante cambio, los cuales varían con la invención de nuevas tecnologías y la emergencia de nuevas formas de organización”. Así, por ejemplo, la Vía Campesina es una potente red global campesina que plantea una alternativa ideológica, económica y política al modo capitalista de producción de alimentos. Mientras que, el Movimiento Zapatista, además, cuenta con el poder político-militar del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que apoya sus procesos, entre otros, de autonomía y de defensa y recuperación del territorio.
La Teoría de la Red de Actor (ANT) y las teorías de ensamblaje transforman, según Rocheleau (2015c, p.76), “lo que puedo hacer en el campo y en el papel en nombre de la ecología y la ecología política”. En ese sentido, “compartir mis experiencias, conversaciones y análisis con personas de movimientos sociales y de las comunidades, así como de la academia”, dice Rocheleau (2015c, p,70), “me obliga a buscar sus propias (y otras) herramientas alternativas. Necesito esto para hacer justicia a sus, y mis, visiones, valores y luchas por ‘otro mundo posible’ en el cual prosperen muchos (justos y viables) mundos vivientes”.
Cita sugerida
Susial-Martín, P.E. (26 de abril de 2017). Apuntes para una AgroEcología Política Feminista del siglo XXI. [Entrada en blog]. Nicté ha. Agroecología desde el Sur. [Blog]. DOI: 10.13140/RG.2.215037.36326. Recuperado en: https://sites.google.com/site/agroecologiadesdesur/autores/dianne-rocheleau
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