18 AP Nuevas democr.

Tema 18 Nuevas democracias

… el verdadero sentido de la elección de un representante es este, que lo convierte así en el “señor” investido por sus electores y no en el “servidor” de los mismos. Marx Weber

Las modernas representaciones parlamentarias han adoptado el rol de señor y no el de servidor.

Las revoluciones burguesas van a trasformar el panorama económico y político europeo desde finales del siglo XVIII. A lo largo del siglo XIX, se van perfilando los dos protagonistas de hoy:

de un lado, el capitalismo como estructura económica, va a exigir muchísimos sacrificios al individuo, tomado tanto individualmente, como miembro de una sociedad.

De otro, vamos a encontrar el sistema democrático, como instrumento político que aspira a llevar, tanto al individuo como a la sociedad, a cotas de libertad e igualdad no conquistada hasta ahora en la historia de la humanidad.

Los analistas del siglo XIX de estas dos instituciones, apostaban por una incompatibilidad[1] entre ambas.

La democracia de masas apostaba por el sufragio universal;

el capitalismo por la libertad burguesa, caracterizada por la propiedad privada y un trabajo asalariado libre de controles estatales.

De hecho, la aparición de los fascismos y totalitarismos, son una prueba de la tensión entre ambas instancias.

Sin embargo, hay un punto de acuerdo entre ambas fuerzas, y tras la segunda guerra mundial, comienza el período de mayor apogeo de las sociedades humanas;

coincide con un momento en el que los países más avanzados desarrollan políticas democráticas que se articulan sobre una economía capitalista y una sociedad de consumo.

Es desde este momento hasta hoy en día donde vamos a localizar nuestra reflexión.

Las contradicciones de la democracia capitalista. Claus Offe.

El primer paso que hay que dar es descubrir, si democracia y capitalismo son tan contradictorios como aparentan, ¿qué mecanismos y articulaciones institucionales han tenido que darse para su coexistencia? y

¿cuáles son los límites de tales mecanismos, aquellos puntos donde vuelve a aparecer fricción, choque entre ambos esquemas de organización social y económica?

Los elementos que han hecho compatible, que han mediado entre la “política de masas” y la “economía de mercado”, según Claus Offe, son los siguientes:

1.- Mercadización de la política y politización de la economía privada.

2.- Estabilización mediante la democracia partidaria competitiva.

3.- Estado de bienestar keynesiano.

Mercadización de la política y politización de la economía privada.

Probablemente el desarrollo histórico ha llevado a la aparición progresiva de dos principios mediadores, como son:

de un lado, los partidos políticos de masas y la competencia partidaria;

y de otro, el estado de bienestar keynesiano.

Ambos principios han creado una versión reducida de la democracia, con igualdad política y participación de las masas, que es compatible con la economía capitalista de mercado.

Paralelamente, el capitalismo, por su parte ha contenido sus aspiraciones iniciales para ser capaz de coexistir con la democracia.

Podemos hablar de un capitalismo democrático y de una democracia capitalista, como dos reduccionismos de ambos que les han permitido convivir.

Este doble reduccionismo ha ido mezclando elementos de ambos. Así encontramos como se confunde la lógica de la autoridad y la lógica del mercado y como se habla de una economía mixta y de una comunidad mixta.

La lógica de la democracia capitalista es la de la contaminación recíproca: la autoridad se va infundiendo en la economía mediante el manejo de la demanda global, transferencial y regulador, de modo que aquélla va perdiendo cada vez más su carácter espontáneo y autorregulador, y se introduce la contingencia del mercado en el Estado, transigiendo así en cualquier noción de autoridad absoluta o bien absoluto. Ni la concepción del mercado de Smith ni la concepción de la política de Rousseau tienen mayor contrapartida en la realidad social. CLAUS OFFE.

Democracia de partidos y estado de bienestar

Vamos a analizar consecutivamente cada uno de los dos vínculos, o mecanismos mediadores, entre el Estado y la sociedad civil. Siguiendo la problemática expuesta mas arriba, haremos dos interrogantes en cada caso.

En primer lugar, en qué manera contribuyen a la compatibilidad entre el capitalismo y la política democrática de masas los partidos políticos y la sociedad de bienestar keynesiana.

En segundo lugar, qué cambios tienen lugar en el seno del marco institucional tanto de la “economía mixta” como de la “comunidad mixta” que amenacen la viabilidad de la coexistencia entre el capitalismo y la democracia.

1.-Estabilización mediante la democracia partidaria competitiva.

A finales del siglo XIX en los países más industrializados (Alemania, Inglaterra…) se practicaba una política de clase social, con una fuerte vinculación de cada voto con el sentimiento de pertenencia una clase social.

Pero la irrupción de los derechos sociales con la llegada de la democracia va a cambiar la perspectiva de la lucha de clases, por una lucha de clases democrática.

Así la política de clase, es superada por una política de partidos en competencia.

De este modo se contribuye a una estabilización social y a un desplazamiento desde los intereses de clase

a los intereses de victoria del partido.

Weber va a darse cuenta de que el partido político burocratizado, con un dirigente político carismático y demagógico, serviría de bastión que contendría lo que él describía como “la era anárquica de las masas o “el putchismo sindicalista”.

Rosa Luxemburgo, en 1906, nos deja el mismo análisis:

“observaba la tendencia de las organizaciones de la clase obrera (los sindicatos y el partido) a seguir estrategias especializadas de acuerdo a una división tácita del trabajo y de la dirección de las organizaciones para dominar, y no para servir, a las masas que las habían elegido.”

Y ahondaba aún más, cuando afirma que el personal burocrático de las organizaciones laborales tiende hacia “una gran independencia, especialización de sus métodos de lucha y de su actividad profesional hacia una sobrevaloración de la organización que de ser medio se convierte lentamente en un fin en sí mismo,

La organización, su victoria, es convertida en un valor supremo, “una necesidad de tranquilidad”, “una pérdida de la visión totalizadora”; mientras que, al mismo tiempo “la masa de los camaradas es convertida en una masa incapaz de cualquier juicio”.

Claus Offe nos dice que, en el momento en que la voluntad del pueblo, aquel principio democrático establecido por Rousseau, se expresa a través de un partido político sometido a la necesidad de competir para alcanzar el gobierno; lo que se expresa deja de ser la voluntad del pueblo y se transforma, en una serie de proclamas afectados o determinados por la dinámica de la competencia política. Esta dinámica por la competencia política va a ser la que va a marcar la programática del partido político, dejando en él tres rasgos definitorios, como son:1.- su desradicalización ideológica,

2.- la desactivación de los miembros de la base

3.- y la catch-all-party “partido-capta-todo”, la creciente heterogeneidad estructural y cultural de los que lo apoyan.

a/ La desradicalización de la ideología del partido se hace necesaria, por dos motivos:

porque el partido tiene que conseguir todos los votos posibles en el mercado electoral, para ello tiene que minimizar todos los puntos programáticos que puedan alejar a su posible electorado;

y porque tiene que mantener una disposición a constituir coaliciones, lo que le lleva a suavizar sus demandas iniciales y quedarse con las más factibles, dejando las ideológicas para ulteriores ocasiones.

b/ La desactivación de los miembros de la base acontece, porque el partido se ve obligado a mantenerse continuamente presente en el mercado político y sometido por tanto a las leyes de la oferta y la demanda, en este caso política.

Para hacer frente a este reto se dota de una organización y estructura centralizada, jerárquica y burocratizada.

El objetivo del partido ya no son las bases, sino recabar recursos humanos y económicos;

difundir propaganda obedeciendo las reglas de mercadotecnia igual que cualquier otra empresa sometida al mercado;

explorar el mercado político identificando nuevos temas-problemas y advirtiendo a la opinión pública sobre ellos;

y por supuesto, controlar el conflicto interno, lo que requiere de funcionarios del partido que se trasforma así en el escenario de carreras políticas que proporcionan un estatus dentro y fuera del mismo.

Va a ser el desarrollo de esta burocracia del partido, quien genere cada vez más un alejamiento con las bases y una identificación, como élite que es, con las demás élites.

c/ Podemos añadir que la burocratización de los partidos trae consigo que se muevan más por los sondeos de opinión, que por las bases iniciales del partido.

La meta ya no es satisfacer los objetivos de las bases, sino ganar unas elecciones, identificando las propuestas del partido con el desiderátum de la sociedad; que las encuestas y los sondeos, encargados por la burocracia del partido, reconoce en la sociedad.

Por eso precisamente los partidos se convierten en partidos-capta-todo, (catch-all-party).

No se puede hablar de bases, sino de apoyos temporales y periódicos de grupos sociales caracterizados por una heterogeneidad económica, social y cultural.

Se disuelve así el sentido que tenía a finales del XIX la identidad colectiva, o el sentido de pertenencia a una clase social.

2.-El Estado de bienestar keynesiano.

Este acuerdo representó, por parte del trabajo, la aceptación de la lógica del rendimiento de ganancias y mercados cómo principios guía para la distribución de recursos, intercambio internacional, cambio tecnológico, desarrollo de productos y localización industrial,

a cambio de que se garantizara la protección de niveles mínimos de vida, derechos sindicales y derechos democráticos liberales, se evitara el desempleo masivo y que los ingresos reales ascendieran aproximadamente de acuerdo con la productividad del trabajo,

todo mediante la intervención del Estado siempre que fuera necesario. BOWLES

El estado de bienestar es el fruto de un consenso interclases por el que lo principal es el crecimiento económico así como la seguridad judicial, social y militar, y eso se consigue poniendo en práctica los planteamientos de Keynes, cada clase ha de tener en cuenta el papel de la otra.

El segundo pilar sobre el que descansa la convivencia entre el capitalismo y la democracia es el sistema de bienestar de Keynes que ha sido asumido por las democracias después de la II Guerra Mundial como una pieza básica del estado, y que ha conseguido además de un incremento económico, una trasformación del conflicto de clases, a unas relaciones de clases pacíficas;

dando lugar a un escenario en el que el diálogo y la distribución de la riqueza a través del órgano mediador del estado han relajado las tensiones.

Esto quiere decir que cada clase ha de tener en cuenta los intereses de la otra clase: los trabajadores el rendimiento de ganancias porque únicamente un nivel suficiente de ganancias e inversiones garantizará el futuro empleo y el aumento de ingresos;

y los capitalistas los salarios y los gastos de la seguridad social porque se garantizará la demanda efectiva y una clase obrera sana, bien adiestrada, bien alojada y feliz. OFFE

La función básica de la sociedad de bienestar es cubrir aquellos riesgos e incertidumbres a los que los trabajadores asalariados y sus familias están expuestos en la sociedad capitalista;

lo cual produce unos efectos indirectos que benefician también a la clase capitalista, como son que se diluyen los motivos del conflicto social y,

al no existir dicho conflicto, no se incrementan los costes de producción;

además, se satisface la relación entre producción y demanda (al eliminar incertidumbres sobre el trabajo y los ingresos, se mantiene la demanda en el mercado).

Panorama actual de decadencia de la sociedad de bienestar

Sin embargo, los saludables efectos del keynesianismo, sobre todo el de mantener la demanda en el mercado, parecen haber llegado en la actualidad a su límite,

y es que se le critica sobre todo que no estimula la producción,

sino todo lo contrario, el gasto del estado en combatir el desempleo

genera más desempleo,

convirtiéndose en un estímulo negativo para el trabajo

y en un incremento de deuda pública al tener que satisfacer altos intereses para el pago de este concepto.

La sociedad de bienestar ha provocado:

Que la fuerza laboral, esté menos preparada, y no esté dispuesta a asumir los ajustes que la estructura tecnológica-económica exige. Además ha encarecido el empleo y lo ha convertido en algo muy rígido (encarecimiento del despido, altas cotas de seguridad social). Desde la perspectiva empresarial se considera que la sociedad de bienestar no es la solución, sino más bien parte del problema.

Que el capital, tanto pequeño como grande, dependa de las políticas intervencionistas de los estados o grupos de estados (CEE...).

Industrias de crecimiento, tales como defensa, aviación civil, infraestructuras, energía nuclear y telecomunicación dependen de los mercados creados por el Estado y frecuentemente del capital que éste proporcione;

otras, como las industrias estancadas del acero, la minería o agricultura dependen de la protección estatal y de mercados protegidos subsidiados.

El crecimiento económico se ha convertido en un asunto político más que en un asunto de iniciativa y confianza en los mercados.

Que el sector público no productivo se ha convertido en una carga insostenible para el sector privado

y ha llevado a una disminución crónica de la inversión de capital.

Que la independiente clase media está asfixiada económicamente por las altas tasas tributarias y de inflación.

Que el modo de intervención social genera más problemas y no soluciona aquellos de los que se supone debe ocuparse.

Las “organizaciones de procesamiento de personas”, tales como oficinas de trabajo social, instituciones de formación para el empleo, universidades, cárceles, atención social...

no se interesan por solucionar los problemas de sus demandantes,

sino que los profesionales y burócratas que se encargan de prestar esta atención, conocidos por los analistas sociales como la “nueva clase”, están más interesados en la continua expansión y redefinición de los problemas que atienden.

Convertidos así en un fin en sí mismo que incrementan o sustentan el problema como forma de supervivencia.

Por tanto, y en esto coinciden tanto los conservadores partidarios del liberalismo económico como las izquierdas apoyadas en las socialdemocracias,

que la intención estratégica de la política económica keynesiana era promover el crecimiento y el pleno empleo;

pero la intención estratégica de la sociedad de bienestar, que es proteger a aquellos afectados por los riesgos y contingencias de la sociedad industrial y crear un patrón de igualdad social,

solo es factible en la medida en que se produzca el crecimiento, proporcione de este modo los recursos necesarios para las políticas del bienestar y limite las demandas que se hagan de estos recursos.

Sin embargo, el efecto combinado de las dos estrategias ha sido altas tasas de desempleo e inflación.

Así los dos mecanismos institucionales en los que descansa la compatibilidad de la economía privada y la política de participación de masas, el mecanismo de la democracia de partidos competitivos y el paradigma del Estado bienestarista keynesiano, están sufriendo una tensión que muchos analistas califican de insostenible.

Se añade una decadencia del sistema de partidos.

Hoy es reconocido por muchos politólogos, filósofos y sociólogos que el sistema de partidos en competencia, como forma de canalizar la participación política de la ciudadanía está agotado;

y estamos asistiendo a la aparición de otros modos de representación y participación políticas, que aún no han mostrado su eficacia para conciliar la participación democrática con los imperativos de la acumulación de capital.

Estos modos a los que nos referimos son:

Los nuevos movimientos sociales,

El corporativismo

Y la represión (como mecanismo que restringe y subvierte el sistema de partidos en competencia).

Mientras los partidos políticos hundían sus raíces en conceptos identitarios de clase, los nuevos movimientos sociales, que se pueden agrupar en: movimientos étnicos y regionalistas, urbanos, ecológicos, feministas, pacifistas y de la juventud.

Se asientan en ciertos rasgos diversos de identidad colectiva,

que no los sitúa como en el caso de los partidos en un lado u otro del mercado, sino que su demanda es generalmente de autonomía, o bien de un territorio, (nacionalismos) o moral (ecología, pacifismo).

La integridad y fortaleza de estos movimientos hace que los partidos pierdan credibilidad progresivamente.

Y sus objetivos se dirigen hacia la defensa del ciudadano frente a la opresión progresiva del Estado,

que queda retratado ante la ciudadanía como una institución no imparcial, entre las masas que participan democráticamente y el interés del capital.

Los tres casos más obvios de estos movimientos, el movimiento por la paz, el, movimiento por el medio ambiente y diversos movimientos centrados alrededor de los derechos humanos (de la mujer, presos, minorías, pobreza, vivienda, afectados por abusos bancarios…) ilustran un concepto “negativo” de la política e intentan proteger una esfera de la vida de la intervención del Estado. (CLAUS OFFE 1982.)

El corporativismo está sustituyendo en muchos escenarios políticos a la vida parlamentaria. En muchos estados, donde triunfan las socialdemocracias, (centroeuropa) las decisiones políticas no son tomadas de acuerdo con las inclinaciones del electorado que puso al partido político en el poder; sino que sus decisiones son fruto de acuerdos corporativos.

El corporativismo se asienta sobre la idea de que la sociedad está compuesta por una pluralidad de grupos sociales que se articulan en torno a caracteres económicos;

y que los grupos sociales vinculados con la creación de bienes y servicios (la corporación) han de ser los protagonistas de las decisiones políticas.

La corporación, el grupo humano sobre el que gravita la organización social, económica y política; defiende, en lo que se conoce como corporativismo, tener un lugar preferente en los órganos del estado, para ello apuesta, no por una representación política (democracias parlamentarias),

sino por una representación funcional en la que quienes forman parte de los órganos del estado son elegidos atendiendo a su posición en la estructura económica.

Sus rasgos sobresalientes son:

la oposición al concepto de representación política

y la formación de órganos estatales en correspondencia con la estructura socioeconómica.

No tiene sentido ni cabida lo que conocemos como representación política propia de las democracias occidentales.

La tercera posibilidad es la represión, latrasformación progresiva de la democracia en una variante del autoritarismo caracterizado por

la ausencia de representación

y la pérdida de libertades y derechos civiles tales como el derecho a la expresión, a la manifestación, a la organización;

A veces esta represión, puede disfrazarse con formas democráticas, como una coalición de partidos, o como un mercado bi-tripartito en el que no pueden acceder otras opciones políticas (por falta de recursos, por impedimentos políticos…).

Es lo que se conoce como cartelización o cierre del mercado político.

Video de Iñaki Gabilondo.

http://politica.elpais.com/politica/2013/04/15/videos/1366011931_268147.html

Y datos observatorio myword.

http://www.myword.es/archivos/ObSERvatorio-de-la-Cadena-SER-protesta-social-y-legitimidad-del-sistema-politico-y-economico_fichero_10.pdf

Estos tres rasgos:

1.- Mercadización de la política y politización de la economía privada.

2.- Estabilización mediante la democracia partidaria competitiva.

3.- Estado de bienestar keynesiano.

contribuyen a hacer compatible la democracia con el capitalismo, son formas de contener y limitar el poder político, para que no se distancia demasiado del poder socioeconómico.

De tal manera que algunos ideólogos plantean que el sistema de partidos ha sido el mecanismo que ha utilizado el capital para reconciliar los derechos políticos iguales y universales con una sociedad desigual.

La pregunta que surge a hora es ¿qué posibilidades tiene esta democracia capitalista de continuidad en la sociedad que se avecina, presidida por un giro en la práctica de la economía capitalista y, sobre todo, por una crisis de confianza en la clase política?

a la vez surgiría un incremento del aparato policial y del control que las nuevas tecnologías posibilitan sobre los movimientos de los ciudadanos.

Anthony Giddens y la terceravíaEs el autor de lo que hoy se conoce como la tercera vía, una nueva y posible filosofía política. La tercera vía tiene como objetivos:

I. Recuperar el arraigo social perdido por las democracias, debido básicamente a que el ciudadano considera que las grandes decisiones sobre el destino de los estados, ya no están en manos de los políticos, sino de los tecnócratas, los especialistas en economía, gestión, sociología, sicología, pedagogía…

Las sociedades industriales avanzadas apuntan hacia la tecnocracia. Dicha tecnocracia está dirigida por la racionalidad científico−técnica, por la racionalidad instrumental,

con lo que el ideal de construir un ciudadano ilustrado queda desvirtuado, lo que las políticas fomentan es precisamente la atomización social.

II. Entablar un diálogo en esas condiciones ideales del habla que ha desarrollado Habermas entre dos filosofías políticas fracasadas: la derecha, liberalismo económico y conservadurismo político frente a la antigua izquierda, hoy liberalismo frente a socialdemocracia.

III. Asumir los tres grandes cambios que han trasformado nuestro mundo en este fin de siglos:

a. El impacto de la globalización en la naturaleza del estado, en las nuevas relaciones económicas y en la comunicación electrónica; estamos viviendo la primera fase de la emergencia de la sociedad cosmopolita global.

b. La emergencia de la “economía sin peso”, es decir la comercialización de la información, de paquetes financieros, no de bienes físicos o materiales, es lo que mueve los mercados e incrementa el valor de la economía global. Esta nueva disposición de la economía ha cambiado el perfil de las clases sociales y en especial de la clase trabajadora, clave para las socialdemocracias.

c. Disolución progresiva de nuestras tradiciones, costumbres y hábitos sociales; el ser humano, por primera vez de un modo real y práctico, deja de vivir su vida como un destino. (Hace 40 años, una mujer, nacía y su vida estaba más o menos prefijada, se casaría, tendría hijos, quedaría en casa, cuidaría de los niños, después de los mayores, más tarde de los nietos… . La duración media de un matrimonio era de 40 años, hoy es de apenas 10 años en las sociedades industrializadas avanzadas.) Hay que generar una nueva sociedad en la que sea posible una vida llena de posibilidades, siempre atenta a un horizonte, a un universo siempre abierto.

La política de la tercera vía ha de justificar la nueva praxis política que propone y que ha de acomodarse en una posición de centro radical.

Es consciente que del diálogo entre conservadurismo y socialdemocracia,

ha de preservar unos elementos y deshacerse de otros de cada uno de ambos interlocutores alcanzando el consenso social,

así como permitir a sus ciudadanos dirigir sus vidas, (las nuevas plasmaciones de la libertad se hacen en el autodesarrollo, la autoactualización y la autorrealización) han de ser las nuevas consignas políticas.

La tercera vía promoverá una sociedad dinámica, es decir, ha de estar dispuesta a tomar riesgos. Hay que buscar un equilibrio entre riesgo y seguridad económica.

Su traducción en el plano económico supone que, tanto empresa, como fuerza laboral han de buscar un equilibrio ante un estado menos proteccionista en lo social;

del mismo modo, las familias, los matrimonios, la sexualidad, las relaciones humanas se flexibilizarán, dando lugar a nuevas soluciones culturales.

La relaciones políticas cambiarán, los ciudadanos cada vez menos interesados en los líderes, en las ortodoxias ideológicas y más en los temas y en cuestiones más globales (solidaridad, cooperación internacional, diversidad cultural, ecología, sexualidad y género…)

exigen una regeneración de la legitimidad política

y una incorporación de nuevos mecanismo democráticos.

El estado de bienestar en los términos actuales es insostenible

y se reducirá considerablemente,

se conservará probablemente la educación, la salud, los mercados, (inyecciones económicas a empresas) subsidios por desempleo minimizados y pensiones. Pero su vigencia está en manos de la economía global.

Del mismo modo el concepto de estado ha de cambiar, dirigiéndose hacia el de nación cosmopolita, un ejemplo de ello serían las naciones sin estado, (como las que hoy componen España).

Por último una de las tareas que más complicada tiene la nueva filosofía política es la de conservar e incrementar la clase media, auténtico sujeto al que va dirigida la tercera vía.

Para ello propone una sociedad de igualdad de oportunidades moderadas.

En una sociedad de igualdad de oportunidades pura, se generan muchos excluidos sociales por abajo y otros excluidos por arriba debido a la meritocracia (es el problema que genera el capitalismo, cada día engendra más desigualdades sociales).

La tercera vía habla de una igualdad de oportunidad moderada y de una meritocracia también moderada como mecanismos para que la clase media se expanda.

Se ha de tratar como exclusión social tanto la que se hace por abajo, como la que se hace por arriba.

Bibliografía

OFFE, Claus: Las contradicciones de la democracia capitalista. Rev. Cuadernos Políticos, nº 34, pp. 7-22. Editorial Era, México D.F., octubre-diciembre 1982. En: http://es.scribd.com/doc/52665624/Claus-Offe-Las-contradicciones-de-la-democracia-capitalista-Cuadernos-Politicos-34-octubre-diciembre-1982. Consultada el 20/04/2013.

S. BOWLES, “The Keynesian Welfare State and the Post-Keynesian Political Containment of the Working Class”, inédito, París, 1981, 12. (Citado por Claus OFFE)

http://derechopoliticoucc.blogspot.com.es/2010/08/unidad-8-representacion-politica.html. Consultada el 20/04/2013.

http://wikileaks.org/

15 m

Democracias en los países árabes

[1] Lenin, sostenía lo contrario, niega tal tensión. Supone que hay una armonía interna entre el capitalismo y las democracias burguesas, que solo sirven para defraudar a la masa. “La misma forma de organización del Estado democrático parlamentario es intrínsecamente enemiga de los intereses de la clase obrera.”