16 AP Mundo posible

Tema 16: El mejor de los mundos posibles

Introducción; del caos al orden

En primer lugar existió el Caos. Después Gea la de amplio pecho, sede siempre segura de todos los inmortales que habitan la nevada cumbre del Olimpo. En el fondo de la tierra de anchos caminos existió el tenebroso Tártaro. Por último, Eros, el más hermoso entre los dioses inmortales, que afloja los miembros y cautiva de todos los dioses y todos los hombres el corazón y la sensata voluntad en sus pechos. Del Caos surgieron Érebo y la negra Noche. De la Noche a su vez nacieron el Éter y el Día, a los que alumbró preñada en contacto amoroso con Érebo. Gea alumbró primero al estrellado Urano con sus mismas proporciones, para que la contuviera por todas partes y poder ser así sede siempre segura para los felices dioses. También dio a luz a las grandes Montañas, deliciosa morada de diosas, las Ninfas que habitan en los boscosos montes. Ella igualmente parió al estéril piélago de agitadas olas, el Ponto, sin mediar el grato comercio. (HESÍODO; Teogonía.)

El Timeo de Platón

Quizá el primer autor que comienza a tratar el tema del mejor de los mundos posibles sea Platón, en su Timeo, cuando nos dice:

“A todos les es absolutamente evidente qué contempló el eterno, ya que este universo es el más bello de los seres generados y aquél la mejor de las causas. Por ello, engendrado de esta manera, fue fabricado según lo que se capta por el razonamiento y la inteligencia y es inmutable.”

“Cuando dios se puso a ordenar el universo, primero dio forma y número al fuego, agua, tierra y aire, de los que, si bien había algunas huellas, se encontraban en el estado en que probablemente se halle todo cuando dios está ausente. Sea siempre esto lo que afirmamos en toda ocasión: que dios los compuso tan bellos y excelsos como era posible de aquello que no era así.”

“Quede así expuesto lo que concierne al ser viviente general y a sus partes corporales, de qué manera alguien viviría más de acuerdo con la razón, mientras cuide y sea cuidado por sí mismo. En primer lugar y especialmente, debemos procurar que lo que lo cuida sea en lo posible lo más bello y mejor para tal fin.”

“Este mundo, tras recibir los animales mortales e inmortales y llenarse de esta manera, ser viviente visible que comprende los objetos visibles, imagen sensible del dios inteligible, llegó a ser el mayor y mejor, el más bello y perfecto, porque este universo es uno y único.”

“Y vio Dios que esto era bueno”

En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba sin orden y vacía. Había tinieblas sobre la faz del océano, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Entonces dijo Dios: "Sea la luz", y fue la luz. Dios vio que la luz era buena, y separó Dios la luz de las tinieblas. Dios llamó a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y fue la mañana del primer día. Entonces dijo Dios: "Haya una bóveda en medio de las aguas, para que separe las aguas de las aguas." E hizo Dios la bóveda, y separó las aguas que están debajo de la bóveda, de las aguas que están sobre la bóveda. Y fue así. Dios llamó a la bóveda Cielos.

Y fue la tarde y fue la mañana del segundo día. Entonces dijo Dios: "Reúnanse las aguas que están debajo del cielo en un solo lugar, de modo que aparezca la parte seca." Y fue así. Llamó Dios a la parte seca Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares; y vio Dios que esto era bueno. Después dijo Dios: "Produzca la tierra hierba, plantas que den semilla y árboles frutales que den fruto, según su especie, cuya semilla esté en él, sobre la tierra." Y fue así. La tierra produjo hierba, plantas que dan semilla según su especie, árboles frutales cuya semilla está en su fruto, según su especie. Y vio Dios que esto era bueno.

Y fue la tarde y fue la mañana del tercer día. Entonces dijo Dios: "Haya lumbreras en la bóveda del cielo para distinguir el día de la noche, para servir de señales, para las estaciones y para los días y los años. Así sirvan de lumbreras para que alumbren la tierra desde la bóveda del cielo." Y fue así. E hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para dominar en el día, y la lumbrera menor para dominar en la noche. Hizo también las estrellas. Dios las puso en la bóveda del cielo para alumbrar sobre la tierra, para dominar en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que esto era bueno Génesis

Leibniz: el mejor de los mundos posibles

Leibniz (1646-1716) nos ofrece una respuesta a esta pregunta que trata de alejarse del viejo argumento de que este es el mejor de los mundos posibles porque está hecho por un ser perfecto, un ser absolutamente bueno, sabio y poderoso. Y si el creador es perfecto, ha de serlo también la criatura. Versión que proporcionaba hasta este momento la religión cristiana; y que, como vemos es heredada de la tradición platónica, de aquel universo, el mejor, el más bello y perfecto creado por el demiurgo, o artífice del mundo.

A Leibniz, ya no le basta esa confianza ciega en este argumento, y busca razones para argumentar esta afirmación. La idea que Leibniz tenía de Dios no fue la de un ser inaccesible a la investigación humana.

La divinidad leibniziana tiene nuestras mismas perfecciones, si bien en grado infinito.

Su sabiduría es en lo esencial la nuestra, de algún modo compartimos su bondad y de Él sólo nos separa la infinitud.

La razón por la que a Leibniz, este mundo le parece el mejor de los mundos posibles fue, que en él se da el mayor orden posible.

Desarrolla esta idea indicando que existen la mayor cantidad deseable de cosas con el menor gasto posible.

Existe en él una enorme abundancia al menor coste posible.

El Dios leibniziano, matemático y perfecto, resolvió un problema de máximos y mínimos, o de optimización de la relación entre ambos.

¿Cómo?

Creando un mundo infinito;

pero sometiendo esa infinitud a un segundo requisito, la economía de medios, el mínimo gasto.

La síntesis de ambos la ofrece el concepto de serie infinita.

Por tanto estamos ante un mundo en el que todo adopta la forma de serie, ya se trate de los grados de dureza de la materia, de los niveles de certeza de nuestros juicios, de la escala de la vida orgánica, de la progresión de la felicidad...

Para algunos Leibniz está absorbiendo la ideología científica de su tiempo, puesto que ya Torricelli (1608-1647) había planteado la continuidad (que aparece en física como constante) como una característica de la realidad natural.

Inspirado por sus estudios matemáticos sobre series infinitas, Leibniz descubre que las series elegidas por Dios tienden a lo infinitamente pequeño[1] y lo infinitamente grande.

Leibniz piensa que el mundo está hecho de tal modo que entre dos casos de una serie siempre hay otro intermedio.

Estamos, por tanto, ante la continuidad que caracteriza al mejor de los mundos posibles y a ella hay que añadir otros rasgos como son:

(1) la identidad de los indiscernibles, que consiste en que ninguno lo está dos veces, nadie es igual a otro, nada en la naturaleza se repite de un modo idéntico.

(2) El principio de razón suficiente, según el cual nada existe sin que haya una razón para que exista y

(3) el progreso está inscrito en él, que Dios haya creado el mejor de los mundos sólo nos obliga a admitir que lo que ha sucedido era lo mejor que podía suceder; no, que deba seguir sucediendo.

Leibniz nos aconseja, pues, actuar conforme a lo que juzguemos más conveniente, convencidos a la vez de que, si las cosas no sucedieron así antes, ello fue porque no había llegado su hora.

Leibniz va más allá en su apuesta por el progreso, puesto que según él, tiene que haber mundos puramente posibles, que nunca existirán.

El Dios de Leibniz, no es una potencia ciega de la que emana de forma impersonal y necesaria todo lo que puede existir, es un gobernante sabio y bueno que descarta racionalmente una infinidad de mundos posibles.

Voltaire

Cándido o el optimismo

Voltaire va a cambiar el modo de ver la realidad, la forma de enfrentarse a esta idea del mejor de los mundos posibles, y lo va a hacer con su Cándido o el optimismo[2].

Su personaje protagonista ha asimilado las ideas sobre la providencia de Leibniz;

vive en la creencia de que este mundo es un paraíso,

pese a que la realidad en la que vive le trae una tragedia tras otra.

La perspectiva que incorpora pasa por pensar que este mundo es un medio hostil (muy alejado del paraíso), repleto de desgracias y tragos amargos,

donde la felicidad aparece y desaparece esporádica y efímeramente,

por lo que mantener una actitud optimista ante la fatalidad es completamente absurdo.

El filósofo francés expone el optimismo como el empeño en mantener que todo es magnífico cuando, en realidad, todo es pésimo.

Cándido de Voltaire representa una auténtica epopeya del desencanto y de la fatalidad, una sátira despiadada del falso optimismo.

Esta obra se articula en torno a tres personajes:

Pangloss, su preceptor y filósofo, (representa el pensamiento de Leibniz) cree que “Las cosas no pueden suceder de otro modo, porque estando todo hecho para un fin, todo lleva necesariamente hacia el fin mejor”.

Es decir, el mundo en que vivimos es el mejor de todos los mundos posibles; todo lo que ocurre ha de ocurrir, así es un mundo totalmente equilibrado, de armonía universal.

De ahí que todo sea “perfecto”. Pangloss (Leibniz) afirma que todo sucede por algún motivo. En caso contrario, Dios no hubiera creado los fenómenos destructores ni permitiría que acaecieran las “aparentes” desgracias (de las que, por cierto, está repleto el libro).

“¡Qué difíciles son para mí tus designios! ¡Y qué inmenso, Dios mío, es el conjunto de ellos!” (BIBLIA, Salmos 139) “los designios de Dios son inescrutables”,

si bien llevado hasta sus últimas consecuencias.

La, antes baronesa, a su vejez llega a la conclusión de que lo normal es la desgracia, por lo que no hay que quejarse de ser desgraciado.

Representa la aceptación de la fatalidad y la adopción de una actitud estoica,

de aceptar lo que la vida te ofrece con resignación y sin enfrentarse a ella.

Cándido fue educado por Pangloss, y aunque sigue creyendo en la perfección del mundo; sin embargo la crudeza de la realidad progresivamente, le va dejando sin aliento y sin esperanzas.

Vive un debate interno, entre el ideario establecido en él por su educación y la trágica realidad que le rodea.

Cándido, superará su candidez y aceptará que éste no es el mejor de los mundos posibles;

de esta manera es como si una etapa infantil e ingenua de la humanidad se hubiese cerrado.

Cándido ya no busca la felicidad, sino tan solo una tranquilidad de espíritu que encuentra en la austeridad, en la sencillez, en el trabajo.

Lo demás, también el filosofar es ocioso, no vale la pena reflexionar sobre las causas y las consecuencias,

lo verdaderamente importante es vivir, gozar de los placeres sencillos y

abrazar las gracias o desgracias venideras, sin considerar su justicia o injusticia.

Carpe die, parece ser el mensaje final de la obra.

Bien, todo está bien.

Pero Voltaire (1694-1778) vuelve a tratar en tema en su Diccionario filosófico, con la entrada, irónica entrada: Bien, todo está bien.

Ruego a los filósofos que me expliquen la frase “todo está bien”,

porque yo no la comprendo.

¿Significa “todo está arreglado”, “todo está organizado” según la teoría de las fuerzas movientes?

Si esto significa, lo comprendo, y confieso que así es.

¿Entendéis por esa frase que todos tienen salud y medios para vivir y que nadie sufre?

Sabéis tan bien como yo que eso es falso.

Vuelve a hacer un repaso histórico,

recordando que fue Platón quien inició la idea de que Dios, o el Demiurgo creó el mejor de los mundos posibles,

de ahí pasó al cristianismo, donde los filósofos cristianos olvidaron la contradicción que supone admitir este como el mejor de los mundos y el ideario del paraíso, la expulsión de los hombres de aquel, aparentemente edén;

y por supuesto, del trauma del pecado original.

Con esos antecedentes ¿cómo aún personajes como Leibniz, en su Teodicea, siguen manteniendo esa idea?

De modo que, ¿vivir en el mejor de los mundos posibles es ser lanzados del paraíso, donde los hombres hubiéramos vivido eternamente si no nos hubiéramos comido una manzana?;

procrear en la miseria hijos miserables y criminales, que sufrirán todas las penalidades y harán sufrir a los demás;

experimentar toda clase de enfermedades, morir entre dolores, y para colmo de delicias, arder entre llamas durante una eternidad.

¿Es todo esto lo mejor posible?

Concluye su artículo diciendo:

“Pongamos, pues, al fin de casi todos los capítulos de la metafísica las dos iniciales que ponían los jueces romanos cuando no entendían un proceso,

N. L., non liquet, que traducido quiere decir: -Esto no está claro.-“

A partir de este momento, el modo de enfrentarse a esta cuestión va a cambiar por parte de los hombres.

Se abandona la necesidad de cuestionarse si este es o no el mejor de los mundos posibles, para analizar el desarrollo de la historia del hombre. A esta tarea se dedicarán personajes como Kant o Hegel

Kant, la historia universal

Kant parte de la idea de que en la historia hay un cierto plan inteligible, un proceso racional dirigido hacia alguna finalidad, al que él llamará "plan de la naturaleza";

puesto que, el propósito de la naturaleza al crear al hombre es el desarrollo de la libertad moral y el curso de la historia humana es su proceso de consumación.

La especie humana, protagonista de la historia, se va desarrollando racionalmente bajo el impulso del plan secreto de la naturaleza.

La historia es un camino de progreso hacia la racionalidad.

“La naturaleza ha querido que el hombre saque enteramente de sí mismo todo lo que lo lleva más allá de la ordenación mecánica de la existencia animal, y que no participe de otra felicidad o perfección fuera de la que él mismo, libre de instinto, se haya procurado mediante la propia razón.”

Si hasta el momento las distintas concepciones de la historia nos han dado como elemento motor de la historia:

la sabiduría humana, el mérito humano, la virtud humana, el bien, el cuidado de Dios sobre el hombre, la providencial sabiduría.

Kant abandonará estos postulados y buscará el motor de la historia en:

1/ La maldad de la naturaleza humana, los elementos irracionales e inmorales. Estos hacen imposible la viabilidad de una sociedad estancada y pacífica.

2/ Un conflicto entre los dos motivos que impulsan la conducta de todo hombre:

el motivo social, el deseo de una vida cordial.

Y el motivo antisocial, el deseo de dominar al otro y de explotar a los vencidos.

El antagonismo es el motor del progreso.

“El hombre quiere concordia; pero la naturaleza, que sabe mejor lo que es bueno para la especie, quiere discordia”

El descontento de la propia posición en la vida

es el resorte que impulsa al hombre a derrocar el sistema social en que vive

y es el medio del que se vale la naturaleza para producir la mejora de la vida humana.

Cada uno, según sus propias inclinaciones, persigue sus propósitos individuales, normalmente opuestos a los de los demás.

Pero cada individuo y cada pueblo, como siguiendo un hilo conductor se dirigen hacia una finalidad natural para ellos desconocida.

Distingue Kant dos etapas en el proceso histórico de avance de la racionalidad.

La primera es la transición de la barbarie a la civilización, que ya hemos encontrado en uno de los textos citados.

Para Kant este paso se produce

cuando los hombres se resuelven a limitar sus libertades en conflicto

poniendo un amo que les gobierne y estableciendo el derecho.

Con la ley se trata precisamente de evitar la permanente situación bélica,

pues para Kant la guerra, al final debe desaparecer, pues dejada a su propio impulso acabaría con el hombre. (SANGUINETI)

El segundo paso será el tránsito del estado de conflicto continuo de las naciones a una federación de Estados.

Decisión que deberán tomar los Estados para acabar con la miseria de las guerras.

Y éste es el fin último de la historia,

una comunidad racional y pacífica perpetua de todos los pueblos de la tierra, regida por el derecho, moralmente obligatoria,

y a la que hemos llegado paradójicamente desde la irracionalidad y movidos por el “plan de la naturaleza”.

La sociedad cosmopolita es la condición para que

la razón pueda desarrollar plenamente todas las capacidades que la Naturaleza implantó en la especie humana. (SANGUINETI).

Hegel. La historia; el desarrollo de la conciencia de la libertad.

Para Hegel (1770-1831)

la razón rige el mundo

y la historia ha transcurrido racionalmente,

lo que significa que ha transcurrido de acuerdo con unas categorías o leyes sin cuyo conocimiento, la historia permanecería indescifrable.

Esas categorías son:

La variación.

"Vemos un ingente cuadro de acontecimientos, pueblos, Estados e individuos en incesante sucesión. Cuando uno desaparece viene otro al momento a ocupar su puesto".

La negatividad.

"De la muerte surge la vida". Como el ave Fénix: de sus cenizas surge una vida rejuvenecida y fresca.

Cada estadio histórico nace, florece, madura, decae y muere, pero lleva en sí el germen de un nuevo estadio más rico y más poderoso.

La razón.

En la historia se desenvuelve la conciencia de sí,

el individuo va tomando conciencia progresivamente de sí mismo, aparece la autoconciencia.

La libertad racional.

Es el principio fundamental que hace posible la historia,

por lo que no puede ser solo un ideal, sino que hay que objetivarla,

y esa tarea se lleva a cabo a través del estado,

y con la ayuda del derecho, la moral y la ética.

El Estado.

Representa para Hegel la única realidad capaz de lograr y realizar plenamente la libertad.

En el Estado[3] se inserta plenamente lo individual y lo universal.

Hegel dice que pensar que el Estado no hace más que coartar la libertad de los individuos es pensar de forma negativa e idealista,

ya que sólo el Estado es la única garantía de la libertad y de que los individuos vivan libremente.

Se ha dicho que la historia es el proceso de desarrollo, de desenvolvimiento de la libertad.

La historia universal pasa para Hegel por tres épocas históricas que se van sucediendo dialécticamente en un progresivo avance de la realización de la libertad a través del Estado.

Oriente. Es el primer período,

la infancia de la humanidad,

que se caracteriza por la ausencia de libertad.

Los orientales no saben que el hombre como tal es libre, y, como no lo saben, no lo son. Solamente un hombre era libre: el déspota.

Es la época de despotismo en la que el poder del Estado se concentra en un solo individuo.

El individuo, pues, está absorbido por el Estado. Pertenecen a este periodo China, India, Persia, Asia Menor y Egipto. (Afirmación hecha en 1820 Aprox)y

Occidente: Grecia y Roma. Es el segundo periodo,

que contiene la historia del mundo grecorromano. Es la etapa de la adolescencia de la humanidad.

Se inicia la conciencia de la libertad, y por ello se lucha por la libertad.

Pero entre griegos y romanos sólo sabían que algunos hombres eran libres, pero no que el hombre como tal lo fuera. Por ello se dio la esclavitud.

Pueblos germánicos[4]. Representan la madurez de la humanidad. Es un periodo que se prolonga desde la llegada del Cristianismo hasta la época actual (1820 aproximadamente).

La libertad, que surgió con el Cristianismo, no llegó a tener inmediata expresión en las leyes y en las instituciones porque con el triunfo cristiano perduró la esclavitud.

Ha sido necesario un largo proceso de desarrollo de los pueblos antes del reconocimiento explícito de la libertad.

Sólo las naciones germánicas han llegado a la conciencia de que el hombre es libre como hombre.

Es la etapa de madurez de la historia: todos somos libres.

Todos los hombres se sienten y son libres (abolición de la esclavitud), y realizan su libertad a través del Estado.

Herbert Marcuse

Cuando el nazismo cerró las puertas del Instituto de Investigación Social, marchó con los demás miembros a EEUU, pero mientras el resto volvió en la década de 1950, él quedó en aquel país, por lo que su perspectiva crítica va a ir dirigida a las sociedades industriales avanzadas. Allí va a escribir obras como “Eros y civilización” o “El hombre unidimensional”. Para Marcuse, toda crítica a lo existente ha de basarse en un a priori moral inalienable:

“la vida es digna de ser vivida y la razón ha de promover el arte de vivir la vida”.

El objetivo es vivir del mejor modo posible, en función de los recursos disponibles.

Aquí aparece su análisis de las necesidades

¿Cuáles son las necesidades verdaderas y cuáles las falsas?

Las primeras son el alimento, el vestido y la vivienda.

Las falsas necesidades son aquellas que intereses sociales particulares imponen al individuo para su represión.

“La necesidad de producir y consumir, el despilfarro”.

La satisfacción de las falsas necesidades lo que hace es reprimir al hombre,

reducir el tiempo personal y convertirlo en un tiempo de trabajo.

El hombre ha cambiado el placer y el ocio

por tiempo de trabajo, con la única finalidad de satisfacer sus falsas necesidades.

(En las sociedades primitivas, los hombres trabajan una media de dos a tres horas para satisfacer sus necesidades; en las sociedades industriales avanzadas se superan las nueve horas.)

Pero esta ampliación del tiempo de trabajo tiene también, como objetivo oculto,

quitar al hombre tiempo para sí, tiempo de libertad, tiempo para pensar, tiempo de creatividad,

tiempo que puede usar para descubrir que está siendo prisionero de esas falsas necesidades.

Herbert, denuncia la atomización social,

lejos de fomentar al individuo ilustrado que aspira a desarrollar una vida rica en valores,

las sociedades industriales avanzadas impulsan la atomización social.

Individuos encapsulados en sus vidas privadas, incapaces de reconocer otros intereses que los propios, y convertidos en simples productores -consumidores.

Cada vez es más difícil que identifiquen sus intereses de clase, o sus intereses colectivos, y así atomizados le es más fácil al sistema manipularlos.

La atomización del individuo lleva consigo su absoluta desvalorización;

puede suprimirse, contratarse, enviar al paro sin remordimientos, cada vez que la mecánica social lo requiera.

El hombre atomizado, pierde por completo su dignidad, y tan sólo tiene un valor de cambio, de mercado. (La mayor expresión de esta idea son los campos de exterminio nazi.)

Denuncia las nuevas funciones asignadas a la tecnología en las sociedades industriales avanzadas.

Si en sus orígenes aparecían los objetivos de liberar de tiempo para incrementar la libertad y el ocio humano,

ahora lo que hace es imponer sus exigencias sobre el tiempo de trabajo y el tiempo libre, sobre el tejido productivo y sobre la cultura.

Ha contribuido más que ninguna otra institución humana a la homogeneización de los individuos,

pues ha impuesto una forma de vida “The american way of life” que legitima el orden de cosas establecido e imposibilita la crítica,

puesto que ello supondría ir contra el intocable “progreso”

y se ha convertido en la fuente de la que mana la alienación en los sistemas capitalistas.

Aquellos países que no tienen acceso a la tecnología quedan excluidos del desarrollo,

sus bienes son esquilmados y peligra la satisfacción de sus necesidades verdaderas.

La irracionalidad de nuestra sociedad, se pone de manifiesto en sus contradicciones:

I. El incremento de la productividad no incrementa el bienestar humano, sino que crea bolsas de exclusión social.

II. La paz, se mantiene mediante la amenaza de guerra. En nombre de la paz, hoy se puede destruir cientos de veces el planeta en que vivimos. Vivimos en una guerra deslocalizada.

III. En el momento en que más información hay es el momento en que más desinformados estamos.

IV. La libertad de pensamiento y de opinión está en manos de los medios de comunicación que filtran la realidad, manipulan y tergiversan nuestra opinión y pensamiento, con lo que deja de ser libre.

V. La libertad política mediante el sufragio universal depende de los ingresos y los asesores de imagen, compañías de publicidad, que tenga que los candidatos políticos, del capital que se invierte en cada campaña...

Todo ello hace que sea necesaria una revisión de la libertad de pensamiento que implique la eliminación de la opinión pública,

la revisión de las democracias y el papel de que dentro de ellas tiene la tecnócracia.

Para construir el mejor de los mundos posibles en el siglo XXI

A partir del planteamiento de Thierry Gaudin (1991),

se pueden esbozar los doce siguientes principios que colaborarían a construir el mejor de los mundos posibles para este incipiente siglo en que vivimos,

o al menos servirían de guías hacia donde ha de dirigirse la evolución de la sociedad en que vivimos.

Educación universal: eliminar el analfabetismo y adquirir una cultura básica que permita el acceso de todos a las posibilidades de la técnica.

La tecnología y el lenguaje de los especialistas no deben ser medios disimulados de segregación y exclusión.

Medición y control de lo cotidiano: todos deben poder valorar, en la vida cotidiana, el estado de su salud y de su entorno,

compartir la responsabilidad sobre la vida, ser guardianes de sí mismos y de su entorno.

Industrializar el espacio: la humanidad afronta el desafío de hacer posible la vida en el espacio, de constituir biosferas.

Sería el logro de toda una secuencia tecnológica.

Poblar el mar: es hora de organizar un nuevo urbanismo marino: ya existen los elementos técnicos necesarios para ello.

El hidrógeno como carburante, energías renovables: reemplazar la gasolina y el gasóleo por el hidrógeno para evitar el calentamiento de la atmósfera.

Desarrollo hidrológico sostenible: urge un plan hidrológico, con construcción de presas y sistemas de canalización, que asegure los recursos de agua y desarrolle su energía.

Comunicación mundial: la infraestructura de comunicaciones es el sistema nervioso del mundo futuro.

Tiene que tomar cuerpo el pueblo planetario posibilitando el contacto de todo el mundo con las bases de información, necesario para mantener la democracia.

Estructurar ciudades: reestructurar las grandes ciudades del mundo; hoy se han convertido en lugares de monstruosos atascos, contaminados hasta el límite de la supervivencia y con un alto indice de delincuencia soportada.

Humanismo industrial: el diseño vuelve a introducir el arte y la creatividad allí donde antes se instalaba una gris uniformidad. También deben evolucionar las relaciones humanas en las empresas y descartar el autoritarismo que aún queda.

Trasformar el planeta en un parque protegido: es necesario un programa mundial de parques naturales, de protección de especies, de conservación del patrimonio genético...

El hombre tiene que hacerse responsable de la naturaleza.

Sistema judicial mundial: el principio de derecho de territorialidad ya ha pasado.

Hacen falta procedimientos de apelación a tribunales reconocidos internacionalmente y una mínima legislación común.

Sistema fiscal mundial: los sistemas fiscales todavía no han alcanzado la madurez. Hay que restablecer la noción de contribución.

I. Bibliografía.

PLATÓN: Timeo en http://www.philosophia.cl

http://biblia.catholic.net/

AGUADO REBOLLO, Javier: ¿POR QUÉ, SEGÚN LEIBNIZ, VIVIMOS EN EL MEJOR DE LOS MUNDOS POSIBLES?, THÉMATA. REVISTA DE FILOSOFÍA. Núm. 42, 2009. Madrid. En

http://www.gobcan.es/educacion/3/usrn/fundoro/archivos%20adjuntos/publicaciones/leibniz/03_20aguado_20rebollo.pdf, Consulta en 15/03/2013.

LEIBNIZ G. W., Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano. Ed. Javier Echeverría. Madrid, 1977

http://elciudadano-bibliotecario.blogspot.com.es/2007/11/cndido-o-el-optimismo-de-voltaire.html. Consulta en 20/03/2013.

Optimistas; guion y dirección PASKALJEVIC, GORAN, duración 95 m. (2006), intérpretes Lazar Ristovski Petar Bozovic y Bojana Novakovic. https://www.youtube.com/watch?v=Mqs_RVMeZO0. Visionado minutos 1-9

VOLTAIRE: Bien, todo esta bien. <http://www.e-torredebabel.com/Biblioteca/Voltaire/bien-todo-esta-bien-Diccionario-Filosofico.htm> Consulta el 24/03/2013

SANGUINETI, JUAN JOSÉ; La filosofía del progreso en Kant y Tomas de Aquino. En: <http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/2225/1/04.%20JUAN%20JOS%C3%89%20SANGUINETI,%20La%20filosof%C3%ADa%20del%20progreso%20en%20Kant%20y%20Tom%C3%A1s%20de%20Aquino.pdf> Consulta en 25/03/2013

VARIOS AUTORES; Georg Hegel, Publicado el: 2017-03-04, en <http://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=588> Consulta en 25/03/2013

GOUDIN Tierry; Las doce utopías del siglo XXI, Ed. El país, temas de nuestro tiempo. Madrid. 1991.

[1] La propia composición de la materia necesita que existan unas unidades no divisibles de la materia, pues si no hay nada verdaderamente simple no puede haber un verdadero compuesto. Esas unidades no podrían ser los átomos físicos, pues una de dos: o los átomos llenan un cierto espacio, por pequeño que sea, y en tal caso son divisibles. La realidad ha de estar compuesta de unidades inextensas, y si son inextensas no pueden ser materiales, dado que la materia —o, para ser más precisos, la materia concebida cartesianamente— se reduce a mera extensión. Como lo único inmaterial de lo que tenemos noticia inmediata los hombres es nuestra mente, esas unidades son concebidas por Leibniz como mentes, o almas. Leibniz las llamó átomos lógicos, átomos formales, sustancias simples; también las llamó, y así las conocemos todos, mónadas.

[2] Hay que hacer la precisión histórica de que la historia se desenvuelve alrededor de 1755, año en que acaeció el tremendo terremoto de Lisboa que supuso la muerte de decenas de miles de personas. Fue un hecho que originó multitud de reflexiones entre la intelectualidad europea de la época y uno de los motivos principales de la obra.

[3] Hegel está pensando en un estado democrático ideal, no en un estado patriarcal, aristocrático o totalitario.

[4] Alemania no era un Estado. La libertad estaba sometida y la censura atenazaba la libertad de expresión. Se atacaba la cultura y todo lo que significaba "ilustración". Hegel vivió la Alemania de su tiempo como un ataque a sus aspiraciones democráticas y a la libertad, y concibió la necesidad de un Estado moderno y racional. Era preciso también, pues, una idea o concepto de Estado racional.