5. Cascamorras III

El 9 de septiembre, con el alba, sale Cascamorras[15] para su tierra y con él los de su comitiva. Dicen los accitanos que allí se le recibe[16] igual que en Baza, y ello parece deberse a que otro año torna de nuevo sin llevarles de Baza la amada Virgen que halló Pedernal[17].

Como dato curioso de feliz coincidencia quiero hacer notar que don Francisco Rodríguez Marín, en su edición crítica de “El Quijote”[18], de 1916, al llegar, en la segunda parte de la obra al capítulo XI (nota 9), cita este tipo de botarga o zaharrón, tornado de la bellísima novela de taco magistral de Guadix- don José Domínguez (q. s. g. h.)— titulada “Nieve y cieno” (obra agotada), y el cual tipo, observa, se daba mucho en España en tiempo de Cervan­tes, porque solía ir en la procesión del Corpus en Sevilla abriendo paso entre la muchedumbre, al par que hacién­dola reir.

Pero sobre esto hay otra feliz coincidencia que, el in­formante quiso aprovechar para hacer su romance de “Pre­gón de las fiestas de Baza” en el año 1947. Miguel de Cer­vantes vino a Baza desde Guadix el 9 de septiembre del año 1594 en servicio a la Real Hacienda, por cobrar unos débitos que hacían varios pueblos de la provincia de Gra­nada. Sabiendo que Cascamorras salió de Baza hacia Gua­dix el día 9 de septiembre de aquel año -como todos- por el único camino posible, es lógico y de todo punto induda­ble que Miguel de Cervantes conoció en pleno camino al Cascamorras, y acaso este fuera el móvil que le llevara a hacerle figurar en su famosa novela, al presentarnos con los comediantes de Angulo el Malo, a aquel bojiganga de las vejigas, que dio tan mala pasada al caballero y al es­cudero.

Antonio Sánchez Carrillo

El 9 de septiembre, con el alba, sale Cascamorras[15] para su tierra y con él los de su comitiva. Dicen los accitanos que allí se le recibe[16] igual que en Baza, y ello parece deberse a que otro año torna de nuevo sin llevarles de Baza la amada Virgen que halló Pedernal[17].

Como dato curioso de feliz coincidencia quiero hacer notar que don Francisco Rodríguez Marín, en su edición crítica de “El Quijote”[18], de 1916, al llegar, en la segunda parte de la obra al capítulo XI (nota 9), cita este tipo de botarga o zaharrón, tornado de la bellísima novela de taco magistral de Guadix- don José Domínguez (q. s. g. h.)— titulada “Nieve y cieno” (obra agotada), y el cual tipo, observa, se daba mucho en España en tiempo de Cervan­tes, porque solía ir en la procesión del Corpus en Sevilla abriendo paso entre la muchedumbre, al par que hacién­dola reir.

Pero sobre esto hay otra feliz coincidencia que, el in­formante quiso aprovechar para hacer su romance de “Pre­gón de las fiestas de Baza” en el año 1947. Miguel de Cer­vantes vino a Baza desde Guadix el 9 de septiembre del año 1594 en servicio a la Real Hacienda, por cobrar unos débitos que hacían varios pueblos de la provincia de Gra­nada. Sabiendo que Cascamorras salió de Baza hacia Gua­dix el día 9 de septiembre de aquel año -como todos- por el único camino posible, es lógico y de todo punto induda­ble que Miguel de Cervantes conoció en pleno camino al Cascamorras, y acaso este fuera el móvil que le llevara a hacerle figurar en su famosa novela, al presentarnos con los comediantes de Angulo el Malo, a aquel bojiganga de las vejigas, que dio tan mala pasada al caballero y al es­cudero.

Antonio Sánchez Carrillo

C

[9]

Hoy en día se inician estas fiestas el 15 de agosto con la designación del Cascamorras del año. Comienza su actuación a finales de dicho mes recorriendo Guadix y sus alrededores con el fin de recaudar fondos para los gastos de la Hermandad accitana. Va vestido ya con su típico traje y lo acompaña un tamborilero que va avisando al vecindario. El día 5 de septiembre, a las doce de la noche inicia su salida desde la vecina ciudad camino de Baza, y serán las 6 de la tarde en el preciso momento en que comience a contemplar la ciudad desde San Pedro Mártir, en las “arrodeas”.

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[11] Luis Magaña Visbal, dice sobre esta tradición: "....el espectáculo visto así, sin más antecedentes, es algo bárbaro y primitivo, que da la sensación de incultura de un pueblo. Muchos espíritus refinados y progresistas han abogado por su abolición, pero los que son amantes de las tradiciones, los que conocen el fondo y la significación que ésta encierra, saben ver en éste acto el sentimiento religioso de dos pueblos que se disputan la posesión de una imagen venerada”

[12] Es curiosa la forma en que se solucionó la polémica; en los pueblos de España, esta situación, no es única, el conflicto entre dos pueblos por una imagen sagrada. Así encontramos, el caso de Vinuesa y Covaleda, ambos en Soria, ya nombrado por Magaña en su obra. En aquella ocasión, que la cronología sitúa un poco anterior a la que nos ocupa, pero también en tiempos de repoblación, es una leyenda la que trata de explicar la ubicación de la iglesia de Nuestra Señora del Pino, (de nuevo la edificación de una Iglesia). Según reza, la Virgen se apareció en forma de una talla en la copa de un pino el cual tenía las ramas en el término de Covaleda y el tronco en Vinuesa. Los vecinos de ambos pueblos se pelearon por ella hasta que las mujeres visontinas, armadas con ramas de pino, decantaron la pelea hacia su pueblo, llevándose a la virgen del Pino hasta su localidad. (GRANADOS 1981).