Operaciones en Cataluña

Guerrillas en Aragón. Sarsfield al mando

No fueron por este tiempo de mayor entidad, comparadas con las de ambas Castillas y Andalucía, las ocurrencias de las otras provincias del mando del mariscal Suchet, como lo eran Aragon y Cataluña. Incesantespeleas, reencuentros, sorpresas difíciles de relatar, si bien inquietadoras para el enemigo, fueron el entretenimiento afanoso y bélico de aquellas comarcas. Y la Regencia, deseosa de darlo impulso multiplicando focos de resistencia, nombró comandante general de Aragon á D. Pedro Sarsfield, á cuyo reino pasó éste desde Cataluña, acompañado de algunos cuadros del ejército bien aguerridos y disciplinados. En su primera incursion avanzó Sarsfield á Barbastro, entró en la ciudad el 28 de Setiembre, y se hizo dueño de los muchos repuestos que habia acopiado allí el enemigo. En los otros meses, hasta fin de año, este jefe, Mina y otros partidarios desasosegaron mucho al enemigo por la izquierda del Ebro; y por la derecha Gayan, Villacampa, y en ocasiones Durán, el Empecinado y diversos caudillos no cesaron de maniobrar, poniendo en aprieto en Diciembre á los que guarnecian el castillo de Daroca, y en mucho riesgo de perderse al general Severoli al frente de una columna bastante considerable. Zaragoza misma, en donde continuaba mandando el general Paris, estuvo á punto más de una vez de caer en manos de los españoles.

El comodoro Codrington incendia y captura buques en el puerto de Tarragona

En Cataluña procuraba D. Luis Lacy que no se abatiese el valor de los habitantes, dando pábulo al ardimiento comun en cuanto lo consentian sus recursos, cada dia más limitados con la pérdida de las plazas fuertes y principales puertos, y no teniendo apénas otro abrigo ni apoyo más que el de la lealtad y constancia catalanas. Eroles, Manso, Milans y otros jefes sostenian la lucha con el mismo brío que ántes; favoreciendo las empresas, siempre que eran del lado de la costa, el comodoro inglés Codrington, que surcaba por aquellos mares, é incendió y cogió varios buques surtos en el puerto de Tarragona. Frecuentemente encruelecíase la guerra por ambas partes, sin haber causa fundada que disculpase encarnizamiento tan porfiado.

El gobernador francés de Lérida Henriod

Era, sin embargo, por lo comun primer móvil de los rigores más inhumanos el gobernador frances de Lérida Henriod, en otra ocasion citado, á cuyas demasíasrespondia á veces con sobras D. Luis Lacy. Cierto que inquietaban con razon á los franceses continuadas tramas; mas un leve indicio, una delacion infame ó una mera cavilacion, bastaban á menudo para sumir en calabozos, y áun para llevar al cadalso, á respetables ciudadanos. Nos inclinamos á contar en las de este número una conspiracion preconizada por el general Decaen, que dió lugar á la prision del comerciante de Barcelona D. José Baiges y de otros veinte y dos individuos. Imputábaseles el crimen de querer envenenar la guarnicion entera de aquella plaza: atrocidad que, á ser cierta, hubiera merecido un ejemplar castigo; pero á la cual no dió crédito D. Luis Lacy, y la conceptuó invencion de la malevolencia, ó traza buscada de intento para deshacerse de los que por su patriotismo y arrojo causaban sombra á los invasores y sus secuases: razon que le impelió á publicar con toda solemnidad un decreto mandando tratar con la misma severidad con que fuesen tratados los últimamente perseguidos en Barcelona á otro igual número de prisioneros franceses.La amenaza impidió se verificasen posteriores procedimientos por ambas partes; y duélenos ver empleados á guerreros ilustres en retos tan carniceros é impropios de la noble profesion de las armas.