Liberación de Córdoba

Permaneció el mariscal Soult algunos días en Granada, donde se le juntaron varios destacamentos, que fueron sucesivamente evacuando los pueblos y ciudades de aquella parte, entre ellas Málaga, que había sido abandonada en los últimos dias de Agosto, despues de haber volado el castillo de Gibralfaro. Dió tambien con eso lugar á que se le aproximase el quinto cuerpo frances á las órdenes del general Drouet, conde d’Erlon; quien, acantonado en Extremadura hácia Llerena, se habla mantenido allí desde Mayo sin ser incomodado por Hill ni por los españoles.

Así le habia querido lord Wellington, temeroso de algun desmanque comprometiese sus operaciones de Castilla la Vieja; de cuya resolucion no se apartó hasta que, yendo de ventura en ventura, y habiéndose dispuesto, segun insinuamos, á hostilizar á Soult y cuerpos dependientes de su mando, recibió órden Hill de coadyuvar á este plan; por lo cual, al paso que Cruz y Skerret se movieron la vuelta de Sevilla, marchó tambien aquel general inglés sobre Llerena el 29 de Agosto, formado en cuatro columnas, con ánimo de espantar á Drouet de aquellos lugares; mas llegó cuando los franceses habian ya levantado el campo, y se retiraban por Azuaga, camino de Córdoba. Desistió Hill de ir tras ellos; y conforme á instrucciones de lord Wellington, se enderezó al Tajo acompañado de las divisiones españolas de Morillo y de Penne Villemur, para obrar de concierto con las demas tropas británicas, ya á la sazon en Castilla la Nueva.Dejósele, pues, á Drouet continuar tranquilamente su marcha, y ni siquiera fué rastreando su huella otra fuerza que un corto trozo de caballería que el general español Penne Villemur destacó á las órdenes del coronel aleman Schepeler, de quien hablamos con ocasion de la batalla de la Albuera.

Desempeñó tan distinguido oficial cumplidamente suencargo, empleando el ardid y la maña, á falta de otros medios más poderosos y eficaces. Replegábase el enemigo lentamente, como que no

era incomodado, conservando todavía cerca del antiguo Castel de Belmez, ahora fortalecido, una retaguardia. Deseoso el coronel Schepeler de aventarle, y careciendo de fuerzas suficientes, envió de echadizos á unos franceses que sobornó, los cuales con facilidad persuadieron á sus compatriotas ser tropas de Hill las que se acercaban, resolviendo Drouet, en su consecuencia, destruir las fortificaciones de Belmez el 31 de Agosto, y no detenerse ya hasta entrar en Córdoba. Schepeler avanzó con su pequeña columna, y desparramándola en destacamentos por las alturas de Campillo y salidas de la sierra, cuyas faldas descienden hácia el Guadalquivir, ayudado tambien de los paisanos, hizo fuegos y ahumadas durante la noche y el día en aquellas cumbres, como si viniesen sobre Córdoba fuerzas considerables; apariencias que sirvieron de apoyo á las engañosas noticias de los espías. No tardó el enemigo en disponer su marcha, y á la una de la madrugada del 3 de Setiembre tocó generala,desamparando los muros de Córdoba al apuntar del alba.

Tomaron sus huestes el camino del puente de Alcolea, yendo formadas en tres columnas. Otros ardides continuó empleando Schepeler para alucinará sus contrarios, y el mismo dia 3 por la tarde se presentó delante de la ciudad, cuyas puertas halló cerradas, temerosos algunos vecinos de las guedel ejército las que llegaban, todos, hasta los más tímidos, levantaron la voz para que se abriesen las puertas; y franqueadas, penetró Schepeler por las calles, siendo llevado en triunfo y como en vilo hasta las casas consistoriales con aclamacion universal, y gritando los moradores: ¡Ya somos libres! En el arrobamiento que se apoderó del coronel con tan entusiasmada acogida, figurósele, segun nos ha contado él mismo, que renacian los tiempos de los Umeyas, y que volvía victorioso á Córdoba el

invencible Almanzor despues de haber dado feliz remate á alguna de sus muchas campañas, tan decantadas y aplaudidas por los ingenios y poetas árabes de aquella era; similitud no muy exacta, y vuelo harto remontado de la fantasía del coronel aleman, hombre, por otra parte, respetable y digno.

Mas, á pesar de su triunfo, se vió éste angustiado, no asistiéndole las fuerzas que se imaginaba en la ciudad, y manteniéndose todavía no muy léjos el general Drouet. Aumentó su desasosiego la llegada de D. Pedro Echavarri, quien, valido del favor popular de que gozaba en aquella provincia, habia acudido allí al saber la evacuacion de Córdoba. Hombre ignorante el D. Pedro, y atropellado, quiso, arrogándose el mando, hacer pesquisas y ejecutar encarcelamientos, procurando cautivar áun más la aficion que ya le tenía el vulgo con actos de devocion exagerada. Contuvo Schepeler al principio tales demasías; mas no despues, siendo nombrado Echavarri por la Regencia comandante general de Córdoba; merced que alcanzó por amistades particulares, y por haber lisonjeado las

pasiones del dia, y á persiguiendo á los verdaderos ó supuestos partidarios del gobierno intruso, ya publicando pomposamente la Constitucion; pues este general adulaba bajamente al poder cuando le creia afianzado, y se gallardeaba en el abuso brutal y crudo de la autoridad, siempre que la ejercia contra el flaco y desvalido.

Afortunadamente no le era dado á Drouet, á pesar de constarle las pocas fuerzas nuestras que habia en Córdoba y de los desvaríos de Echavarri, revolver sobre aquella ciudad. Impedíaselo el plan general de retirada; por lo que prosiguió él la suya, aunque despacio, via de Jaen con rumbo á Huéscar, donde se puso en inmediato contacto con el ejército del mariscal Soult.