1er sitio aliado de Badajoz, la Batalla de Albuera y 2º sitio
Primer sitio aliado de Badajoz:
Acampó Wellington su gente desde el Coa al Doscasas; y el 16 del mismo Mayo volvió á partir con dos divisiones á Extremadura, porqueSoult, asistido de bastante fuerza, se adelantaba otra vez camino de aquella provincia. Habia desde el 4 de Mayo embestido Beresford la plaza de Badajoz por la izquierda del Guadiana con 5.000 hombres, reforzados por la primera division del quinto ejército español bajo el mando de D. Cárlos de España. El 8 verificólo por la márgen derecha, completando así el acordonamiento de la plaza, y decidió abrir aquella misma noche la trinchera por delante de San Cristóbal, punto señalado para el principal ataque. Como era el primer sitio que los ingleses emprendian en España, sus ingenieros no se mostraron muy prácticos; faltos tambien de muchas cosas necesarias.
El ejército expedicionario español:
Disponíanse al propio tiempo los anglo-portugueses á obrar ofensivamente contra el ejército enemigo en la misma Extremadura, aguardando apoyo de parte de los españoles. No se miraba como de importancia el que podia dar por sí solo el general Castaños, y de consiguiente, se contaba con otras fuerzas. Eran éstas las de Ballesteros, y una expedicion que dió la vela de Cádiz el 16 de Abril. A su cabeza habíase puesto D. Joaquin Blake, presidente de la Regencia, para lo que obtuvo especial permiso de las Córtes vedando el reglamento dado á la potestad ejecutiva el que mandase ninguno de sus individuos la fuerza armada. Blake tomó tierra el 18 en el condado de Niebla, y marchó por la sierra á Extremadura. Allí se unió con la division de don Francisco Ballesteros, hallándose todo el cuerpo expedicionario acantonado el 7 de Mayo en Fregenal y en Monasterio. Se componia de las divisiones tercera y cuarta del cuarto ejército, y de una vanguardia. Ésta la mandaba D. José de Lardizábal; era la tercera division la de D. Francisco Ballesteros; capitaneaba la cuarta D. Joséde Zayas, y los jinetes D. Casimiro Loi. En todo 12.000 hombres, entre ellos 1.200 caballos, con 12 piezas. Ejercia la funcion de jefe de estado mayor D. Antonio Burriel, oficial sabio, y amigo particular de D. Joaquin Blake.
Los planes de Wellington:
Cuando Wellington estuvo en Yélves, quiso ponerse de acuerdo con los generales españoles para las operaciones ulteriores; mas no pudiendo Castaños atravesar el Guadiana á causa de una avenida repentina, la misma que se llevó el puente de campaña establecido frente de Jurumeña, le envió Wellington una memoria comprensiva de los principales puntos en que deseaba convenirse, y eran los siguientes: 1.º, que Blake á su llegada se situaria en Jerez de los Caballeros, poniendo sobre su izquierda, en Burguillos, á Ballesteros; 2.º, que la caballería del quinto ejército se apostaria en Llerena para observar el camino de Guadalcanal, y comunicar con el dicho Ballesteros por Zafra; 3.º, que Castaños se mantendria con su infantería en Mérida para apoyar sus jinetes, excepto la division de España, reservada al asedio de Badajoz, y 4.º, que el ejército británico se alojaria en una segunda línea, debiendo, en caso de batalla, unirse todas las fuerzas en Albuera, como centro de los caminos que de Andalucía se dirigen á Badajoz. En la Memoria indicó tambien Wellington que si se juntaban para presentar la batalla diversos cuerpos de los aliados, tomaria la direccion el general más autorizado por su antigüedad y graduacion militar. Obsequio, en realidad, hecho á Castaños, á quien en tal caso correspondia el mando; pero obsequio que rehusó con loable delicadeza, substituyendo á lo propuesto que gobernaria en jefe, llegado el momento, el general que concurriese con mayores fuerzas; alteracion que mereció la aprobacion de todos. Asintieron los generales españoles en los demas puntos al plan trazado por el inglés.
Soult socorre Badajoz y batalla de la Albuera:
Instaba Soult ir al socorro de Badajoz; mas antes tomó disposiciones que amparasen bastantemente las líneas de Cádiz y la Isla, en donde no dejaba de inquietará los enemigos el Marqués de Coupigny, sucesor, segun vimos, de La Peña. Fortificó tambien el mariscal frances más de lo que ya lo estaban las avenidas de Triana, y el monasterio cercano de la Cartuja para abrigar á Sevilla de una sorpresa; y hechos otros arreglos, partió de esta ciudad en 10 de Mayo. Llevaba consigo 30 cañones, 3.000 dragones, una division de infantería reforzada por un batallon de granaderos, perteneciente al cuerpo que mandaba Victor; y dos regimientos de caballería ligera, que lo eran del de Sebastiani. Llegó el 11 á Santa Olalla, y juntósele allí el general Mararsin: al mismo tiempo una brigada del general Godinot, acuartelado en Córdoba, avanzaba por Constantina. Unióse el 13 á Soult el general Latour-Maubonrg, que tomó el mando de la caballería pesada, encargándose del quinto cuerpo el general Giral. Los franceses contaban en todo unos 20.000 infantes y cercade 5.000 caballos, con 40 cañones. Sentaron el 14 en Villafranca su cuartel general.
No habian, entre tanto, los ingleses adelantado en el sitio de Badajoz. Philippon, gobernador frances aventajábase demasiado en saber y diligencia, para no contener fácilmente la inexperiencia de los ingenieros ingleses, é inutilizar los medios que contra él empleaban, insuficientes á la verdad. Al aproximarse Soult, mandó Beresford descercar la plaza, y en los dias 13 y 14 empezó á darse cumplimiento á la órden, siendo del todo abandonado el sitio en la noche del 15, en que se alejó la cuarta division inglesa y la de D. Cárlos de España, últimas tropas que habian quedado. Perdieron los aliados en tan infructuosa tentativa unos 700 hombres muertos y heridos. Tuvieren el 14 vistas en Valverde de Leganés con el mariscal Beresford los generales españoles, y convinieron todos en presentar batalla á los franceses en las cercanias de la Albuera. En consecuencia expidieron órdenes para reunir allí brevemente todas las tropas del ejército combinado.
Es la Albuera un lugar de corto vecindario, situado en el camino real que de Sevilla va á Badajoz, distante cuatro leguas de esta ciudad, y á la izquierda de un riachuelo que toma el mismo nombre, formado pocomás arriba de la union del arroyo de Nogales con el de Chicapierna. Enfrente del pueblo hay un puente viejo, y otro nuevo al lado, paso preciso de la carretera. Por ambas orillas el terreno es llano y en general despejado, con suave declive á las riberas. En la de la derecha se divisa una dehesa y carrascal llamado de la Natera, que encubre hasta corta distancia el camino real, sobre todo la orilla rio arriba por donde el enemigo tentó su principal ataque. En la márgen izquierda por la mayor parte no hay árboles ni arbustos, convirtiéndose más y más aquellos campos, que tuesta el sol, en áridos sequerales, especialmente yendo hácia Valverde. Aquí la tierra se eleva insensiblemente, y da el sér á unas lomas que se extienden detras de la Albuera con vertientes á la otra parte, cuya falda por allí lame el arroyo de Valdesevilla. En las lonjas se asentó el ejército aliado.
El expedicionario llegó tarde en la noche del 15, y se colocó á la derecha en dos líneas; en la primera, siguiendo el mismo órden, D. José de Lardizábal y D. Francisco Ballesteros, que tocaba al camino de Valverde; en la segunda, á doscientos pasos, don José de Zayas. La caballería se distribuyó igualmente en dos líneas, unida ya la del quinto ejército, bajo las órdenes del Conde de Penne Villemur, que mandó la totalidad de nuestros jinetes. El ejército anglo-portugues continuaba en la misma alineacion, aunque sencilla; su derecha en el camino de Valverde, dilatántlose por la izquierda perpendicularmente á los españoles. El general Guillermo Stewart, con su segunda division, venia despues de Ballesteros, y estaba situado entro diello camino de Valverde y el de Badajoz; cerraba la izquierda de todo el ejército, combinando la division del general Hamilton,que era de portugueses. Ocupaba el pueblo de la Albuera con las tropas ligeras el general Alten. La artillería británica se situó en una línea sobre el camino de Valverde; los caballos portugueses junto á sus infantes al extremo de la izquierda, y los ingleses avanzados cerca del arroyo de Chicapierna, de donde se replegaron al atacar al enemigo. Los mandaba el general Lumley, que se puso á la cabeza de toda la caballería aliada. Colocado ya así el ejército, llegó D. Francisco Javier Castaños con seis cañones y la division de infantería de D. Cárlos de España, la cual se situó á ambos costados de la de Zayas, ascendiendo los recien venidos con los de Penne Villemur, todos del quinto ejército, á unos 3.000 hombres. Tambien se incorporaron al mismo tiempo dos brigadas de la cuarta division británica, que regía el general Cole, y que formaron con una de las brigadas de Hamilton otra segunda línea detras de los angloportugueses, los cuales hasta entónces carecian de este apoyo. La fuerza entera de los aliados rayaba en 31.000 hombres, más de 27.000 infantes y 3.600 caballos. Unos 15.000 eran españoles, los demas ingleses y portugueses, por lo que, siendo mayor el número de éstos, encargóse del mando en jefe, conforme á lo convenido, el mariscal Beresford.
Alboreaba el día 16 de Mayo, y ya se escaramuzaban los jinetes. Eltiempo anubarrado pronosticaba lluvia. A las ocho avanzaron por el llano dos regimientos de dragones enemigos, que guiaba el general Briche, con una batería ligera, al paso que el general Godinot, seguido de infantería, daba indicio de acometer el lugar de la Albuera por el puente. Los españoles empezaron entónces á cañonear desde sus puestos. A la sazon los generales Castaños, Beresford y Blake, con sus estados mayores y otros jefes, almorzaban juntos en un ribazo cerca del pueblo, entre la primera y segunda línea, y observando el maniobrar del enemigo, opinaban los más que acometeria por el frente ó izquierda del ejército aliado. Entre los concurrentes hallábase el coronel D. Bertoldo Schepeler, distinguido oficial aleman que habia venido á servir de voluntario por la justa causa de la libertad española; y creyendo por el contrario que los franceses embestirian el costado derecho, tenía fija su vista hácia aquella parte, cuando columbrando en medio del carrascal y matorrales de la otra orilla el relucir de las bayonetas, exclamó: «Por allí vienen.» Blake entónces le envió de explorador, y en pos de él á otros oficiales de estado mayor.
Cerciorados todos de que realmente era aquél el punto amenazado, necesitóse variar la formacion de la derecha que ocupaban los españoles: mudanza difícil en presencia del enemigo, y más para tropas que,aunque muy bizarras, no estaban todavía bastante avezadas á evolucionar con la presteza y facilidad requeridas en semejantes aprietos. No obstante, verificáronlo los nuestros atinadamente, pasando parte de las que estaban en segunda línea á cubrir el flanco derecho de la primera, desplegando en batalla y formando con la última martillo, ó sea un ángulo recto. Acercábase ya el terrible trance: los enemigos se adelantaban por el bosque; á su izquierda traían la caballería, mandada por Latour-Maubourg, en el centro la artillería, bajo el general Ruty, y á su derecha la infantería, compuesta de dos divisiones del quinto cuerpo, mandadas por el general Girard, y de una reserva, que lo era por el general Werlé. Cruzaron el Nogales y el arroya de Chicapierna, y entónces hicieron un movimiento de conversion sobre su derecha, para ceñir el flanco tambien derecho de los aliados, y áun abrazarle, cortando así los caminos de la sierra, de Olivenza y de Valverde, y procurando arrojar á los nuestros sobre el arroyo Valdesevilla y estrecharlos contra Badajoz y el Guadiana.
Miéntras que los enemigos comenzaban este ataque, que era, repetimos, el principal de su plan, continuaban el general Godinot y Briche amagando lo que se consideraba ántes en la primera formacion centro é izquierda del ejército combinadoTrabóse, pues, por la derecha el combate formal. Empezóle Zayas, le continuó Lardizábal, que habia seguido el movimiento de aquel general, y empeñáronse al fin en la pelea todos los españoles, excepto dos batallones de Ballesteros, que quedaron haciendo frente al rio de la Albuera; mas lo restante de la misma division favoreció la maniobra de Zayas, é hizo una arremetida sobresaliente por el diestro flanco de las columnas acometedoras, conteniéndolas y haciéndolas allí suspender el fuego. Los enemigos entónces, rechazados sobre sus reservas, insistieron muchas veces en su propósito, si bien en balde; pero al cabo, ayudados de la caballería mandada por Latour-Maubourg, se colocaron en la cuesta de las lomas que ocupaban los españoles. Acorrió en ayuda de éstos la division del general Stewart, ya en movimiento, y marchó á ponerse á la derecha de Zayas; siguióle la de Cole á lo léjos, y se dilató la caballería, al mando de Lumley, la vuelta del Valdesevilla para evitar la enclavadura de nuestra derecha en las columnas enemigas, siendo ahora la nueva posicion del ejército aliado perpendicular al frente en donde primero habia formado. Alten se mantuvo en el pueblo de la Albuera, y Hamilton, con los portugueses, aunque tambien avanzado, quedóse en la línea precedente con destino á atajar las tentativas que hiciese contra el puente el general Godinot. Por la derecha, prosiguiendo vivísimo el combate y adelantándose Stewart con la brigada de Colbourne, una de las de su division, retrocedian ya de nuevo los franceses, cuando sus húsares y los lanceros polacos, arremetiendo al inglés por la espalda, dispersaron la brigada insinuada, y cogiéronle cañones, 800 prisioneros y tres banderas. Ráfagas de un vendaval impetuoso y furiosos aguaceros, unidos al humo de las descargas, impedian discernir con claridad los objetos, y por eso pudieron los jinetes enemigos pasar por el flanco sin ser vistos, y embestir á retaguardia. Algunos polacos, llevados del triunfo, se embocaron por entre las dos líneas que formaban los aliados; y la segunda, inglesa, creyendo la primera ya rota, hizo fuego sobre ella y sobre el punto donde estaba Blake: afortunadamente descubrióse luégo el engaño. En tan apurado instante sostúvose, sin embargo, firme un regimiento de los de la brigada de Colbourne, y dió lugar á que Stewart con la de Houghton volviese á renovar la acometida. Hízolo con el mayor esfuerzo; ayudóle, colocándose en línea, la artillería bajo el mayor Dikson, y tambien otra brigada de la misma division que se dirigió á la izquierda. Don José de Zayas, con los suyos, empeñóse segunda vez en la lucha, y lidió valerosamente. La caballería, apostada á la derecha del flanco atacado,reprimió al enemigo por el llano, y se distinguió, sobre todo, y favoreció á Stewart en su desgracia, la del quinto ejército español, acaudillada por el Conde de Penne Villemur y su segundo D. Antolin Riguilon. La contienda andaba brava, y el tiempo, habiendo escampado, permitia obrar á las claras. De ningun lado se cejaba, y hacíanse descargas á medio tiro de fusil: terrible era el estruendo y tumulto de las armas, estrepitosa la altanera vocería de los contrarios. Por toda la línea habíase trabado la accion; en el frente primitivo y en la puente de la Albuera tambien se combatia. Alten aquí defendió el pueblo vigorosamente, y Hamilton, con los portugueses y los dos batallones españoles que dijimos habian quedado en la posicion primera, protegiéronla con distinguida honra.
Dudoso todavía el éxito, cargaron, en fin, al enemigo las dos brigadas de la division de Cole; la una, portuguesa, bajo el general Harvey, se movió por entre la caballería de Lumley y la derecha de las lomas, sobre cuya posesion principalmente se peleaba, y la otra, que conducia Myers, encaminóse adonde Stewart batallaba. A poco Zayas, animado en vista de este movimiento, arremetió en columna cerrada, arma al brazo, y hallábase á diez pasos del enemigo á la sazon que flanqueado éste por portugueses de la brigada de Harvey, volvió la espalda, y arremolinándose sus soldados y cayendo unos sobre otros, en breve fugitivos todos, rodaron y se atropellaron la ladera abajo. Su caballería, numerosa y superior á la aliada, pudo sólo cubrir repliegue tan desordenado. Repasó el enemigo los arroyos, y situóse en las eminencias de la otra orilla, asestando su artillería para proteger, en union con los jinetes, sus deshechas y casi desbandadas huestes. No los persiguieron más allá los aliados, cuya pérdida habia sido considerable. La de solos los españoles ascendía á 1.365 hombres entre muertos y heridos; de éstos fuélo D. Cárlos de España; de aquéllos el ayudante primero de estado mayor don Emeterio Velarde, que dijo al espirar: «Nada importa que yo muera, si hemos ganado la batalla.» Los portugueses perdieron 363 hombres; los ingleses 3.614 y 600 prisioneros, pues los otros se salvaron de las manos de los franceses en medio del bullicio y confusion de la derrota. Perecieron de los generales británicos Houghton y Myers; quedó herido Stewart, Cole y otros oficiales de graduacion.
Contaron los franceses de ménos 8.000 hombres murieron de ellos los generales Pepin y Werlé, y fueron heridos Gazan, Maransin y Bruyer. Sangrienta lid, aunque no fué de larga duracion.El 19 ambos ejércitos se mantuvieron en línea en frente uno de otro; retiróse Soult por la noche, yendo tan despacio, que no llegó á Llerena hasta el 23. Los aliados dejáronle ir tranquilo. Sólo le siguió la caballería, que, mandada por Lumley, tuvo luégo en Usagre un recio choque, en que fueron escarmentados los jinetes enemigos con pérdida de más de 200 hombres.
El Parlamento británico declaró «reconocer altamente el distinguido valor é intrepidez con que se habia conducido el ejército español del mando de S. E. el general Blake en la batalla de la Albuera», aunque parece no habia ejemplo de demostraciones semejantes en favor de tropas extranjeras. Las Córtes hicieron igual ó parecida declaracion respecto de los aliados, y ademas decretaron ser el ejército español benemérito de la patria, con órden de que finalizada la guerra se erigiese en la Albuera un monumento. Agracióse tambien con un grado á los oficiales más antiguos de cada clase.
Mereció tan gloriosa jornada honorífica conmemoracion del estro sublimede lord Byron , expresando que en lo venidero sería el de la Albuera asunto digno de celebrarse en las jácaras y canciones populares.
El 19 llegó lord Wellington al Guadiana acompañado de las dos divisiones,con las que, segun dijimos, habia, salido de sus cuarteles del Norte. Visitó el mismo dia el campo de la Albuera, y ordenó al mariscal Beresford que no hiciese sino observar al enemigo y perseguirle cautelosamente. Fué luégo enviado dicho mariscal á Lisboa con destino á organizar nuevas tropas. Hubo quien atribuyó la comision á la sombra que causaban los recientes laureles; otros, al parecer más bien informados, á disposiciones generales, y no á celosas ni mezquinas pasiones; debiéndose advertir que las dotes que adornaban á Beresford ántes se acomodaban á organizar y disciplinar gente bisoña, que á guiar un ejército en campaña. El general Hill, de vuelta en Portugal, recobrada ya la salud, volvió á tomar el mando de la segunda division británica, encomendada en su ausencia á Beresford, con las demas tropas anglo-portuguesas que por lo comun maniobraron á la izquierda del Tajo.
No viéndose Soult acosado, paróse en Llerena y llamó hácia sí todas las tropas de las Andalucías que podian juntársele sin detrimento de los puntos fortificados y demas puestos que ocupaban. Se esmeró al propio tiempo en acopiar subsistencias, que no abundaban, y su escasez produjo disgusto y quejas en el campo, pues los naturales, desamparando en lo general sus casas, procuraban engañar al enemigo y deslumbrarle para que no descubriese los granos, que, siendo en aquella tierra guardados en silos, ocultábanse fácilmente al ojo lince del soldado que iba á la pecorea. Por la espalda incomodaban asimismo al ejército de Soult partidarios audaces que se interponian en el camino de Sevilla y cortaban la comunicacion, teniendo para aventarlos que batir la estrada, y destacar á varios puntos algunos cuerpos sueltos.
Segundo sitio aliado de Badajoz:
Dispuso Wellington que una gran parte del ejército aliado se acantonase en Zafra, Santa Marta, Feria, Almendral y otros pueblos de los alrededores, con la caballería en Ribera y Villafranca de Barros. El 18 habia ya la division de Hamilton renovado, por la izquierda del Guadiana, el bloqueo de Badajoz, á cuya parte acudió tambien la nuestra, que ántes mandaba D. Cárlos de España, y ahora D. Pedro Agustin Giron, segundo de Castaños. Dudóse algun tiempo si se emprenderia entónces el sitio formal, no siendo dado apoderarse en breve do la plaza, y temible que en el entre tanto tornasen los franceses á socorrerla. No obstante, decidióse Wellington al asedio, y el 22 convino, despues de madura deliberacion con los ingenieros y otros jefes, en seguir el ataque resuelto para la anterior tentativa, si bien modificado en los pormenores.
De consiguiente, el 25 la séptima division británica, del mando de Houtson, embistió á Badajoz por la derecha del Guadiana, y el 27 la tercera reforzó la de Hamilton, colocada á la izquierda del mismo rio. Empezóse en 29 á abrir la trinchera contra el fuerte de San Cristóbal, divirtiendo al propio tiempo la atencion del enemigo con falsos acometimientos hácia Pardaleras. Del 30 al 31 comenzaron igualmente los sitiadores un ataque por el Mediodía contra el castillo antiguo. Abierta brecha al Este en San Cristóbal, tentaron los ingleses, creyéndola practicable, asaltar el fuerte, y se aproximaron ásu recinto, teniendo á la cabeza al teniente Forster. De cerca vió éste que se habian equivocado, pero hallándose ya él y los suyos en el foso y animados, quisieron en vano trepar á la brecha, repeliéndolos el enemigo con pérdida: entre los muertos contóse al mismo Forster. En el castillo tampoco se había aportillado mucho el muro á pesar delos escombros que se veían al pié. El 9 repitióse otro acometimiento contra San Cristóbal, si bien no con mayor fruto. Desde entónces convirtióse el sitio en bloqueo, con intencion Wellington de levantarle del todo. No se comprende cómo se empezó siquiera tal asedio, careciendo allí los ingleses de zapadores, y desproveidos hasta de cestones y faginas. Entonces fué cuando de resultas de una hoguera encendida por artilleros portugueses, acampados al raso no léjos de Badajoz en la márgen izquierda del Guadiana, se prendió fuego á las heredades y chaparros vecinos, cundiendo la llama con violencia tan espantosa, que en el espacio de tres dias se acercó á Mérida, ciudad que se preservó de tamaña catástrofe por hallarse interpuesto aquel anchuroso rio. Duró el fuego quince dias, y devoró casas, encinares, dehesas, las mieses ya casi maduras, todo cuanto encontró.
Soult y Marmont socorren Badajoz:
Reforzado Soult más y más, determinó ponerse en movimiento la vuelta de Badajoz, y abrió su marcha el 12 de Junio, juntándosele por entónces el general Drouet, que se habia encaminado con los restos del 9.º cuerpo por Ávila y Toledo sobre Córdoba, y de allí, torciendo á su derecha, habia venido á dar á Belalcázar y al campo de los suyos en Extremadura. Incorporáronse estas fuerzas con el 5.º cuerpo, que empezó desde luégo á gobernar dicho Drouet. Tenía por mira Soult libertar á Badajoz; pero no osando, aunque muy engrosado, ejecutarlo por sí solo, quiso aguardar á que se le acercase Marmont, en marcha ya para el Guadiana. Apénas habia tomado á su cargo este mariscal el ejército de Portugal, cuando le dió nueva forma, distribuyendo en seis divisiones sus tres anteriores cuerpos. Su conato, luégo que abasteció á Ciudad-Rodrigo, sedirigió principalmente, segun las órdenes de Napoleon, á cooperar con Soult en Extremadura, habiendo acudido allí la mayor parte del ejército combinado. Cuatro divisiones del de Marmont partieron de Alba de Tórmes el 3 de Junio, y las otras dos habíanse todavía quedado hácia el Águeda, atento el mariscal frances á explorar los movimientos de sir Brent Spencer, que mandaba en ausencia de Wellington las tropas del Coa. Pero habiendo hecho Marmont un reconocimiento el 6, y persuadido de que el general inglés no le incomodaria, y que sólo seguiria paralelamente el movimiento de las tropas francesas, salió en persona paraExtremadura, acompañado del resto de su fuerza, con direccion al puerto de Baños. Cruzó el Tajo en Almaraz, habiendo echado al intento un puente volante, y su ejército, puesto ya en la orilla izquierda, marchó endos trozos, uno de ellos por Trujillo á Mérida, otro sesgueando á la izquierda sobre Medellin.
Cuando Wellington averiguó que Soult avanzaba, apostóse en la Albuera para contenerle y empeñar batalla. Mas despues, noticioso de que Marmont estaba ya próximo á juntarse al otro mariscal, con razon no quiso continuar en una posicion en que tenía á la espalda á Badajoz y Guadiana, sobre todo debiendo habérselas con fuerzas tan considerables como las de los dos mariscales reunidos, y por tanto abandonó laAlbuera, descercó á Badajoz, y repasando el Guadiana, se acogió el 17 á Yélves. Lo mismo hicieron los españoles vadeando el rio por Jurumeña. Aproximáronse de consiguiente sin obstáculo Marmont y Soult, y se avistaron el 19 en el mismo Badajoz.
Habia sir Brent Spencer en el entretanto marchado á lo largo de la raya de Portugal, pasado el Tajo en Villavelha, y reunídose á Wellington en las alturas de Campomayor. Preparábase aquí el último á pelear, extendiéndose su ejército por los bosques deleitosos de ambas orillas del Caya. Constaba en todo su fuerza de 60.000 hombres. Otros tantos tenian los enemigos, quienes haciendo el 22 reconocimientos por Yélves y Badajoz, se abstuvieron de comprometerse; no considerando fácil deshacer á los aliados, situados ventajosamente.