Operaciones en Salamanca: Dorsenne y Marmont socorren Ciudad Rodrigo
Wellington amenaza Ciudad Rodrigo, y Marmont se dirige a socorrerla
En aquellas partes, firme lord Wellington en Fuenteguinaldo, hacia resolucion de rendir por hambre á Ciudad-Rodrigo, escasa de vituallas. Con este objeto, y persuadido del triunfo, á no ser que acudiese al socorro gran golpe de gente, formó una línea que desde el Azava inferior se prolongaba por el Carpio, Espeja y el Bodon á Fuenteguinaldo. Asiento el último punto del cuartel general, reforzóle con obras de campaña, y situó en él la cuarta division: destacó á la derecha del Águeda la division ligera, y puso en las lomas de la izquierda del mismo rio la tercera con la caballería, apostando una vanguardia en Pastores, una legua de Ciudad-Rodrigo. El general Graham, que de la isla de Leon había pasado á este ejército, y sucedido á sir Brent Spencer en calidad de segundo
de Wellington, regía las tropas de la izquierda, alojadas en la parte inferior del Azava, ocupando la superior, en donde formaba el centro, sir Stapleton Cotton con todos los jinetes. De los españoles sólo había D. Julian Sanchez, y tambien D. Cárlos de España, enviado por Castaños para alistar reclutas en Castilla la Vieja y mandar aquellos distritos: ambos jefes recorrian el Águeda rio abajo. Destinóse la quinta division inglesa á observar el punto de Perales, permaneciendo á retaguardia de la derecha. Servia de reserva la séptima en Alamedilla. Lo restante de la fuerza anglo-portuguesa, se acordará el lector que la dejó lord Wellington á los órdenes del general Hill, en el Alentejo, para atender á la defensa de la izquierda del Tajo y á las ocurrencias de la Extremadura española.
El movimiento que intentaba Marmont sobre el Águeda, y para el que hubo de contar con el general Dorsenne, dirigiase á socorrer á Ciudad Rodrigo, cuyos apuros crecian demasiadamente. Abrió el mariscal frances su marcha desde Plasencia el 13 de Setiembre, tomando ántes várias precauciones, como construir un reducto en el puerto de Baños, asegurar los puentes y barcas de ciertos ríos, y poner al general Foy con la sexta division en vela del camino militar y pasos de la sierra. Yendo á encontrarse Dorsenne y Marmont, cada uno por su lado, juntáronse el 22 cerca de Tamámes. Con el primero hallábase ya incorporada una division que mandaba el general Souham, la cual pertenecia á las fuerzas que habian entrado últimamente en España cuando las italianas de Severoli.Y sin riesgo de error puédese computar que las tropas enemigas que marchaban ahora la vuelta de Ciudad-Rodrigoascendían á 60.000 hombres, 6.000 de caballería con gran número de cañones.
Combate de El Bodón
Próximos los franceses, no hizo lord Wellington ademan alguno para impedir la introduccion de socorros en la plaza, y sólo aguardó al enemigo en la posicion que ocupaba. Vino aquél á atacarla el 25. Trabó el combate con catorce escuadrones el general Wathier por la parte inferior del Azava, que guarnecia Graham, y arrolló los puestos avanzados, los cuales, volviendo en sí y apoyados, recobraron el terreno perdido. No era esta tentativa más que un amago. Encaminábase la principal atencion de los contrarios á embestir la tercera division inglesa, situada en las lomas que se divisan entre Fuenteguinaldo y Pastores. Puso Marmont para ello en movimiento de treinta á cuarenta escuadrones, guiados por el general Mout-Brun y mucha artillería, debiendo favorecer la maniobra catorce
batallones. Lord Wellington dudó un instante si atacarian los enemigos aquella posicion por el camino real que va á Fuenteguinaldo ó po rlos pueblos de Encina y el Bodon. Cerciorado de que sería por el camino real, dispuso reforzar en gran manera aquel punto. Los ingleses allí apostados, si bien al principio solos y en corto número, se defendieron denodadamente contra la caballería y artillería enemigas, y recobraron dos piezas abandonadas en una embestida. No habian aún llegado los infantes franceses, mas advirtiendo Wellington que se aproximaban, y calculando que probablemente concurririan al sitio de ataque ántes que los principales refuerzos británicos, llamados de partes más lejanas, resolvió abandonar las lomas asaltadas, y retirar á Fuenteguinaldo las tropas que las defendian. Verificaron éstas el repliegue formando cuadros y en admirable ordenanza, sin que la pudiesen romper los arrojados acometimientos de la caballería francesa. Quedó sólo como cortada la pequeña vanguardia que cubria el alto de Pastores y mandaba el teniente coronel Williams; pero este oficial, léjos de atribularse, mantúvose reposado, y con acertada inteligencia subió el Águeda la orilla derecha arriba hasta Robledo, en donde repasó el rio, logrando por la tarde unirse felizmente al grueso del ejército en Fuenteguinaldo. Aquí, en el mismo dia, estableció su centro lord Wellington, alterando la anterior posicion con la derecha del lado del puerto de Perales, y la izquierda en Navavel. Apostó á D. Cárlos de España y la infantería española junto al Coa, enviando la caballería bajo D. Julian Sanchez á retaguardia del enemigo.
Reunieron el 26 los franceses toda su gente, y examinado que hubieron la estancia de Fuenteguinaldo, creyéronla tan fuerte, que desistieron de atacarla. No lo pensaba así Wellington, por lo cual retrocedió tres leguas, poniendo el 27 la derecha en Aldea-Vellia, la izquierda en Bismula y el centro en Alfayates, antiguo campo romano y hoy villa de Portugal, en sitio alto, cercada de viejos muros. En este dia dos divisiones de los franceses, siguiendo la huella de los aliados, trabaron vivos reencuentros,y la cuarta de los ingleses perdió y recobró dos veces á Aldea da Ponte.
No satisfecho aún Wellington con su última posicion, y ateniéndose á un plan general de operaciones anteriormente trazado, retiróse una legua atras á estancias que se dilataban por la cuerda del arco que forma el Coa cerca de Sabugal, dejando á la derecha la sierra das Mesas, y á la izquierda el pueblo de Rendo, en cuyo sitio presentó batalla á los franceses, que esquivaron éstos, cumplido su deseo de socorrer á Ciudad- Rodrigo.
En los combates del 25 y 27 perdieron los ingleses unos 260 hombres, no más los franceses. Vió en aquellos dias por primera vez el fuegó, y se distinguió, el Príncipe de Orange, que allí asistia en calidad de ayudante de campo de lord Wellington, exponiendo su persona por la independencia de un país muy desamado dos siglos ántes de sus ilustres y belicosos abuelos los Guillermos y Mauricios. Así anda y voltea el mundo.
Separáronse á poco los dos generales franceses, no pudiendo mantenerse unidos por celos, falta de subsistencias y por amagos que tenian de otros lugares. Dorsenne se retiró hácia Salamanca y Valladolid; Marmont á tierra de Plasencia.
Tambien lord Wellington tomó nuevos acantonamientos, sentando en la Fregeneda su cuartel general. Vínole bien no le hubiesen los franceses atacado el 25 todo su ejército, ni, embestido el 26 la posicion de Fuenteguinaldo. Las muchas fuerzas que consigo traían hubiéranle podido causar gran menoscabo. Tan cierto es que en la guerra representa la fortuna papel muy principal.
El charro captura al general Renaud
Dió entónces lord Wellington comienzo á los preparativos que exigía la formalizacion del sitio de Ciudad-Rodrigo. Le dejó para su empresa, segun ya indicamos, sumo despacio lo que ocurria en las demas partes de España, y tampoco le perjudicaron las operaciones de los partidarios que andaban cerca, singularmente las de D. Julian Sanchez. Entre otros hechos de éste, por entónces notables, cuéntase el acaecido el 15 de Octubre en las cercanías de Ciudad-Rodrigo. Sacaban los enemigos su ganado á pastar fuera, y deseoso Sanchez de cogerle, armó una celada con 360 infantes y 130 jinetes en ambas orillas del Águeda, corriente abajo. A la propia sazon que acechaban los nuestros y se preparaban á la sorpresa, salió de la plaza á hacer un reconocimiento con 12 de á caballo el gobernador frances Renaud, y emparejando parte de los emboscados con él y su escolta, apoderáronse de su persona por la izquierda del rio, al paso que por la derecha apresaron los otros unas 500 reses de ganado vacuno y cabrío. Desesperábase Renaud por su infortunio, y D. Julian, tratando de consolarle, le dió una cena acompañada de música, y tan espléndida como permitian las circunstancias de su vário é instable campo.
Tambien molestaba España á los enemigos, é irritado de que el general Mouton, comandante de unas tropas que entraron en Ledesma, hubiese arcabuceado á seis prisioneros nuestros veinticuatro horas despues de haberlos cogido, hizo otro tanto con igual número de franceses, escribiendo en 12 de Octubre al gobernador de Salamanca Thielbaud una carta en que se leian las cláusulas siguientes : «Es preciso que V. E. entienda y haga entender á los demas generales franceses, que siempre que se cometa por su parte semejante violacion de los derechos de la guerra, ó que se atropelle algun pueblo ó particular, repetiré yo igual castigo inexorablemente en los oficiales y soldados franceses... y de este modo se obligará al fin á conocer que la guerra actual no es como la que suele hacerse entre soberanos absolutos, que sacrifican la sangre de sus desgraciados pueblos para satisfacer su ambicion ó por el miserable interes, sino que es guerra de un pueblo libre y virtuoso, que defiende sus propios derechos y la corona de un rey á quien libre y espontáneamenteha jurado y ofrecido obediencia, mediante una Constitucion sábia que aségure la libertad política y la felicidad de la nacion.» ¡Esto decia España en 1811!