Operaciones de Lacy en cataluña en 1811

Nuevas bases para el ejército de Cataluña

Viendo Lacy que el general Suchet daba traza de perseguirle, salió de Vich y pasó á Solsona, adonde le siguió la Junta del principado, la cual, despues de la pérdida de Tarragona, había desamparado á Montserrat. En los nuevos cuarteles, y favorecido de las plazas de Cardona y Seu de Urgel (destruyó la de Berga), no ménos que de lo ágrio de la tierra, empezó Lacy á rehacer su ejército y á reunir gente; fomentó tambien las guerrillas y encomendó al Baron de Eroles la guarda de Montserrat, punto importante que amagaba el enemigo.

La marcha de los 500 de Gasca

Igualmente, no sirviéndole sino de inútil y pesada carga un gran número de oficiales y caballos, despidió á muchos de aquéllos y á 500 de éstos, con otros soldados desmontados, permitiéndoles ir á plantar bandera de ventura, ó á unirse á otros ejércitos, en que pudieran ser empleados con utilidad y mantenerse más fácilmente. De contar es, por cierto, el rumbo que tomaron. Partieron todos el 25 de Julio, á las órdenes del brigadier D. Gervasio Gasca, faldearon los Pirineos, vadearon ríos, y aunque perseguidos por las guarniciones francesas, llegaron felizmente á Luesia el 5 de Agosto. Allí les causó Klopicki alguna dispersion; pero juntándose de nuevo en Eibar, en Navarra, dióles Mina guías, y cruzaron el Ebro el 12 de Agosto. Gasca, prosiguiendo su marcha, se incorporó al ejército de Valencia, sin que le fuese posible al enemigo el estorbarlo. Los más de los soldados y oficiales acompañaron á aquel jefe hasta su destino, excepto unos cuantos, que perecieron en el viaje y las peleas, y otros que tomaron sabor á la vida de los partidarios; de hambre y fatiga murieron bastantes caballos. Rodeo fué éste y marcha de ciento ochenta y seis leguas; prodigiosa, imposible de realizarse en otra clase de guerra.

La toma de Monserrat

Cebado Suchet con los favores que le dispensaba la suerte, quiso proseguir la carrera de sus triunfos. En la distribucion que Napoleon hablahecho de las operaciones de Cataluña, al paso que encargó á dicho Suchet el sitio de Tarragona, dejó á la incumbencia de Macdonald, conforme en su lugar apuntamos, la reconquista de Figueras y la toma de Montserrat y plazas al Norte. Pero absorbida la atencion de este mariscal en recuperar aquella primera é importante fortaleza, circunvalábala, asistido de la flor de sus tropas, y no le quedaba fuerza suficiente con que atender á otros objetos. Suchet, ahora más libre, se encargó de la toma de Montserrat. Para ello, despues de perseguir á Campoverde hasta Vich, no habiendo podido impedir el embarco de los valencianos, dejó allí en observacion de las reliquias del ejército español bastantes fuerzas, y regresó á Reus el 20 de Julio, decidido á verificar su intento. En este pueblo se halló con pliegos, en que se le noticiaba haberle elevado el Emperador á la dignidad de mariscal de Francia, y en que tambien se le daba la órden de demoler las fortificaciones de Tarragona, excepto un reducto, y la de tomar á Montserrat, debiendo en seguida marchar sobre Valencia. Cumplíanse así con sobras los deseos de Suchet: se veia altamente honrado, y encargábasele concluir la empresa que él mismo meditaba.Mercedes tales servian de espuela al celo fervoroso del nuevo mariscal. Derribó en breve, segun se le prevenia, las obras exteriores de Tarragona, mas no el recinto de la ciudad ni el fuerte Real; disposicion que aprobaron en París. Dejó dentro al general Bertoletti, con 2.000 hombres, y tuvo el 24 de Julio reunidas ya en las cercanías de Montserrat sus principales fuerzas, así como una columna procedente de Barcelona.Eroles mandaba allí y tenía á sus órdenes 2.500 á 3.000 hombres, los más de ellos somatenes. Es Montserrat encumbrada montaña, que, por su naturaleza singular y religiosas fundaciones, se presenta como una de las curiosidades más notables de España. A siete leguas de Barcelona domina los caminos y principales eminencias del riñon de Cataluña. Tiene ocho leguas de circunferencia por la base, compuesta de rocas altísimas y escarpadas, de ramblas y torrenteras, que no dejan sino pocas y angostas entradas. A la mitad de la subida y algo más arriba está asentado en un plano

estrecho un monasterio de benedictinos, vasto y sólido, bajo la advocacion de la Virgen. A partir de allí, pelada del todo la montaña, forma en varios parajes hasta la cima picachos y peñoles, á manera de las torrecillas de un edificio gótico, que algunos han comparado á un juego de bolos.

Para llegar desde el monasterio á lo alto se camina obra de dos horas, y en aquel trecho se hallan trece ermitas con sus oratorios, pegadas unas contra los lados de la peña viva, puestas otras en las mismas puntas. Llegando á la última, que nombran de San Jerónimo, se descubren las campiñas, los pueblos y los ríos, las islas y la mar; vista que se espacia deleitosamente por el claro y azulado cielo del Mediterráneo. En moradas tan nuevas, en otro tiempo tranquilas, residian de ordinario solitarios, desengañados del mundo, y únicamente entregados á la oracion y vida contemplativa. De muy antiguo siendo éste uno de los lugares más afamados por la devocion de los fieles, constantemente ardían en la iglesia del monasterio ochenta lámparas, de muchos mecheros cada una, y en lo que llamaban tesoro de la Virgen veíanse acumuladas ofrendas de siglos, á punto de ser innumerables las alhajas de oro y plata y los piedras preciosas. Un solo vestido de la imágen, dádiva de una duquesade Cardona, tenía, sobre exquisito recamado, más de 1.200 diamantes, montados en forma de doce estrellas. Bien vino, para que no fuesen presa del invasor, que los prevenidos monjes hubiesen transferido con oportunidad á Mallorca lo más escogido de aquellas joyas.

Tan venerable albergue habíanle convertido los españoles en militar estancia durante la actual guerra, fortificando las avenidas. Está al cierzo la más importante de ellas, que desciende culebreando por medio de tajos y precipicios, y va á dar á Casamasana. Dos baterías con cortaduras en la roca cubrian este lado, habiéndose ademas establecido unatrincheramiento á la entrada del monasterio, cuyas paredes se hallaban igualmente preparadas para la defensa. Por el Mediodía corre un sendero, que lleva á Collbató, y en él se habla plantado otra batería. Cuidóse no ménos de los otros puntos, si bien los amparaba lo fragoso del terreno, en especial á Levante, de caídas muy empinadas. Preparóse el Baron de Eroles á sostener la estancia, y con tanta confianza, que proveyó de mantenimientos para ocho dias las baterías avanzadas.

Al alborear del 25 de Julio comenzaron los enemigos la embestida, mandándolos Suchet en persona. Dirigióse el general Abbé hácia la subida principal, apoyado por Maurice Mathieu. Los otros caminos fueron igualmente amagados, soltando ademas tiradores, que procurasen trepar por las quiebras y vericuetos de la montaña, con el objeto de flanquear nuestros fuegos. Empeñóse el ataque por el frente, y los contrarios no adelantaban ni un paso, firmes los españoles y acompañando sus fuegos de todo género de instrumentos mortíferos, y de piedras y galgas. Mas á cabo de largo rato, encaramándose por la montaña arriba las ya mencionadas tropas ligeras, lograron dominar á nuestros artilleros y acribillarlos por la espalda. Ni áun así cedieron los atacados, pereciendo casi todos sobre las piezas ántes que Abbé se posesionase de ellas.

Vencida por este término la mayor de las dificultades, prosiguió aquel general via del monasterio. Le habian precedido, como para el ataque anterior, muchos tiradores, que hicieron esfuerzos por adelantarse y molestar desde los picachos y ermitas á los que defendían el edificio. Consiguieron los enemigos su objeto, y áun se metieron dentro por una puerta trasera. Mas aquí, como el combate era singular, ó sea de hombre á hombre escarmentáronlos los somatenes, y cierta era la derrota de los contrarios, si Abbé no hubiese llegado al mismo tiempo y terminado en favor suyo la pelea. Evacuaron los españoles el convento, y los más, junto con su jefe Eroles, pudieron salvarse, conocedores y prácticos de la tierra. Tres monjes ancianos y alguno que otro ermitaño fueron víctimas de la braveza del soldado frances. A dicha llegó á tiempo Suchet para poder salvar á dos de ellos, que todavía quedaban vivos.

Colígese de lo sucedido cuán dificultoso sea sostener tales puestos, por inexpugnables que parezcan, pues ó menester es emplear fuerzas considerables que los defiendan, y entónces desaparece la utilidad de su conservacion, ó no es posible tapar las avenidas de modo que no columbre el acometedor resquicio por donde introducirse é inutilizar las precauciones más bien concertadas.A pocos días de haber tomado á Montserrat, dejó allí de guarnicion el mariscal Suchet al general Palombini, asistido de su brigada y alguna artillería, poniendo en Igualada al general Frere, cuyas comunicaciones con Lérida, por Cervera, estaban asimismo aseguradas. Palombini no gozó de gran sosiego, molestado siempre, y el 5 y 9 de Agosto don Ramon Mas, al frente de los somatenes, atacóle y le causó una pérdida de más de 200 hombres.

Los franceses recobran Figueras

En el perseverar de los catalanes, conoció Suchet no podía desamparar aquel principado hasta que los suyos recobrasen á Figueras, y pudieran las tropas que bloqueaban esta fortaleza, enfrenar los desmanes del somaten y las empresas de D. Luis Lacy. Aproximábase, por desgracia, tan fatal momento.Tenía el enemigo estrechamente cercado aquel castillo con línea doble de circunvalacion. El mariscal Macdonald habia en vano intimado várias veces la rendicion al gobernador D. Juan Antonio Martinez, á quien no abatian los infortunios. Púsose el soldado á media racion, mermada ésta áun más, y consumidos sucesivamente los víveres, los caballos, los animales inmundos: en fin, hambreada del todo la gente, y sin esperanza de socorro, trató Martinez, el 10 de Agosto, de salvarla arrostrando peligros, y abriéndose paso con la espada. Mas muy en vela el enemigo, y casi exánimes los nuestros, frustróse la tentativa, teniendo Martinez que rendirse el 19 del mismo Agosto. Cayeron con él prisioneros 2.000 hombres, sin que entren en cuenta los heridos y enfermos: entre los primeros hallaron á Floreta, Marqués y otros confidentes en la sorpresa, que fueron ahorcados en un patíbulo que el frances colocó en un rebellin del castillo. Los Pous, con mejor estrella, se salvaron, habiendo salido cuando Eroles, y en premio de su servicio, se les nombró capitanes de caballería, rehusando hidalgamente tomar una remuneracion pecuniaria que se les había ofrecido.Incursión de Lacy en Francia. Renacer de los somatenes

Ni por eso cesó la guerra en Cataluña, ántes bien renacia como de sus propias cenizas. Lacy activo y bravo formaba batallones, sostenía á los débiles, enardecia á los más valerosos, y metiéndose por aquellos dias en la Cerdaña francesa, repelió á 1.200 hombres, exigió contribuciones y sembró el espanto en el territorio enemigo.

Por todas partes rebullian los somatenes: Clarós apareció cerca de Gerona, en Besós Milans, otros en diversos lugares, y no les era lícito á los invasores caminar sino como primero con fuertes escoltas. La Junta del principado y Lacy decían en sus proclamas: «¿No hemos jurado ser libres, ó envolvernos en las ruinas de nuestra patria? Pues á cumplirlo.» Podiase exterminartal gente, no conquistarla.

(...)

Plazas fuertes catalanas

Trabajaba en Cataluña D. Luis Lacy, y entretenia á los franceses de aquel principado, ya que no pudiese activa y directamente coadyuvar al alivio de Valencia. Severo y equitativo, ayudado de la junta provincial, levantó el espíritu de los catalanes, quienes, á fuer de hombres industriosos, vieron tambien en las reformas de las Córtes, y sobre todo en el decreto de señoríos, nueva aurora de prosperidad. Reforzó Lacy á Cardona, fortificó ciertos puntos que se daban la mano y formaban cadena hasta el fuerte de la Seu de Urgel; no descuidó á Solsona, y atrincheró la fragosa y elevada montaña de Abusa, á cierta distancia de Berga, en donde ejercitaba los reclutas. ¡Y todo eso rodeado de enemigos, y vecino á la frontera de Francia! Pero ¿qué no podia hacerse con gente tan belicosa y pertinaz como la catalana?

Dueños los invasores de casi todas las fortalezas, no les era dado, ménos aún aquí que en otras partes, extender su dominacion más allá del recinto de las fortificaciones, y áun dentro de ellas, segun la expresion de un testigo de vista imparcial , «no bastaba ni mucha tropa atrincherada para mantener siquiera en órden á los habitantes.» Más de una vez hemos tenido ocasion de hablar de semejante tenacidad, á la verdad heroica, y en rigor no hay en ello repeticion. Porque creciendo las dificultades de la resistencia, y ésta con aquéllas, tomaba la lucha semblantes diversos y colores más vivos, desplegándose la ojeriza y despechado encono de los catalanes al compas del hostigamiento y feroz conducta de los enemigos.

Se ocupan las islas Medas

Apoderados éstos de todos los puntos marítimos principales, determinó Lacy posesionarse de las islas Medas, al embocadero del Ter, de que ya hubo ocasion de hablar. Dos de ellas, bastante grandes, con resguardado surgidero al sudeste. Los franceses, aunque las tenian descuidadas, conservaban dentro una guarnicion. Parecióle á Lacy lugar aquél acomodado para un depósito, y buena via para recibir por ella auxilios y dar mayor despacho á los productos catalanes. Tuvo encargo de conquistarlas el coronel inglés Green, yendo á bordo de la fragata de su nacion, Indomable, con 150 españoles que mandaba el Baron de Eroles. Verificóse el desembarco el 29 de Agosto, y el 3 de Setiembre, abierta brecha, se apoderaron los nuestros del fuerte. Acudieron los franceses en mucho número á la costa vecina, y empezaron á molestar bastante con sus fuegos á los que ahora ocupaban las islas. Opinaron entónces los marinos británicos que se debian éstas abandonar, lo cual se ejecutó, á pesar de la resistencia de Eroles y de Green mismo. Volaron los aliados antes de la evacuacion el fuerte ó castillo.

No era hombre D. Luis Lacy de ceder en su empresa, é insistiendo en recuperar las islas, persuadió á los ingleses á que de nuevo le ayudasen. En consecuencia se embarcó el 11 en persona con 200 hombres en Arenys de Mar á bordo de la mencionada fragata, comandante Thomas: fondeó el 12 á la inmediacion de las Medas, y dividiendo la fuerza, desembarcó parte en el continente para sorprender á los franceses y destruir las obras que allí tenian, y parte en la isla grande. Cumplióse todo segun los deseos de Lacy, quien, ahuyentados los enemigos, y dejando al teniente coronel D. José Masanes por gobernador del fuerte y director de las fortificaciones que iban á levantarse, tornó felizmente al puerto de donde habia salido. Restablecióse el castillo, y se fortalecieron las escarpadas orillas que dominan la costa. En breve pudieron las Medas arrostrar las tentativas del enemigo que, acampado enfrente, se esforzaba por impedir los trabajos y arruinarlos. Puso el comandante español toda diligencia en frustrar tales intentos, y cuando momentánea ausencia ú otra ocupacion le alejaban de los puntos más expuestos, manteníase firme allí su esposa doña María Armengual, á semejanza de aquella otra doña María de Acuña , que en el siglo xvi defendió á Mondéjar, ausente el alcaide su marido. Sacóse provecho de la posesion de las Medas militar y mercantilmente, habiendo las Córtes habilitado el puerto.

Apellidólas el General en jefe islas de la Restauracion, como indicando que de allí renaceria la de Cataluña, y á un baluarte, á que querian dar el nombre de Lacy, púsole el de Montardit: «honor, dijo, que corresponde á un mártir de la patria.» Tal suerte, en efecto, habia poco antes cabido á un don Francisco de Montardit, comandante de batallon, inuy bienquisto, hecho prisionero por los franceses en un ataque sobre la ciudad de Balaguer, y arcabuceado por ellos inhumanamente. Dirigió Lacy con este motivo, en 12 de Octubre, al mariscal Macdonald una reclamacion vigorosa, concluyendo por decirle: «Amo, como es debido, la moderacion; mas no seré espectador indiferente de las atrocidades que se ejecuten con mis subalternos: haré responsables de ellas á los prisioneros franceses que tengo en mi poder, y pueda tener en lo sucesivo.»

Combates de Igualada y de Cervera

Incansable, D. Luis, trató en seguida de romper la línea de puestos fortificados que desde Barcelona á Lérida tenian establecidos los franceses. Empezó su movimiento, y el 4 de Octubre acometió ya la villa de Igualada con 1.500 infantes y 300 caballos. Le acompañaba el Baron de Eroles, segundo comandante general de Cataluña, cuyo valor y pericia se mostraron más y más cada dia. Los franceses perdieron en el citado pueblo 200 hombres, refugiándose los restantes en el convento fortificado de Capuchinos, que no pudo Lacy batir, falto de artillería. Pasaron despues ambos caudillos á sorprender un convoy que iba de Cervera, para lo cual repartieron sus fuerzas en dos porciones. Dió primero con él, segun lo concertado, el Baron de Eroles, y sorprendióle el 7 del mismoOctubre, perdiendo los enemigos 200 hombres, sin que dejase aquel general nada que hacer á D. Luis Lacy.

Aterráronse los franceses con la súbita irrupcion de los nuestros y con las ventajas adquiridas, y juzgando imprudente mantener tropas desparramadas por lugares abiertos ó poco fortificados, abandonaron al fin, metiéndose de priesa en Barcelona, el convento de Igualada, la villa de Casamasana, y áun Montserrat. Quemaron á la retirada este monasterio, y lo destrozaron todo, sagrado y profano.

Requiriendo los asuntos generales del principado la presencia de Lacy cerca de la Junta, tomó éste á Berga, y dejó al cuidado del Baron de Eroles la conclusion de la empresa tan bien comenzada, y proseguida con no menor dicha.Atacó el Baron á los franceses de Cervera, y el 11 les obligó á rendirse: ascendió el número de los prisioneros á 643 hombres. Estaban atrincherados los enemigos en la universidad, edificio suntuoso, no por la belleza de su arquitectura, sino por su extension y solidez propias para la defensa. Habia fundado aquélla Felipe V cuando suprimió las otras universidades del principado en castigo de la resistencia que á su advenimiento al trono le hicieron los catalanes. Cogió tambien Eroles á D. Isidoro Perez Camino, corregidor de Cervera nombrado por los franceses, hombre feroz, que á los que no pagaban puntualmente las contribuciones, ó no se sujetaban á sus caprichos, metia en una jaula de su invencion, la cabeza sólo fuera, y pringado el rostro con miel para que atormentasen á sus víctimas en aquel potro hasta las moscas. A la manera del cardenal de la Ballue en Francia, llególe tambien al corregidor su vez, con la diferencia de que la plebe catalana no conservó años en la jaula al magistrado intruso, como hizo Luis XI con su ministro. Son más ardorosas, y por tanto caminan más precipitadamente, las pasiones populares. El corregidor pereció á manos del furor ciego de tantos como habia él martirizado ántes, y si la ley del talion fuese lícita, y más al vulgo, hubiéralo sido en esta ocasion contra hombre tan inhumano y fiero.

Se rindió en seguida en 14 del mismo Octubre al Baron de Eroles la guarnicion de Belpuig, atrincherada en la antigua casa de los duques de Sesa. Muchos de los enemigos perecieron defendiéndose, y se entregaron unos 150.

Incursión en Francia

Escarmentado que hubo el de Eroles á los franceses del centro de la Cataluña, y cortada la línea de comunicacion entre Lérida y Barcelona, revolvió al Norte, con propósito hasta de penetrar en Francia. Obró entónces mancomunadamente con don Manuel Fernandez Villamil, gobernador á la sazon de la Seu de Urgel, y sirvióle éste de comandante de vanguardia. Rechazó ya al enemigo en Puigcerdá el Baron, el 26 de Octubre, y le combatió bravamente el 27, en un ataque que el último intentára. Al propio tiempo Villamil se dirigió á Francia por el valle de Querol, desbarató el 29 en Marens á las tropas que se le pusieron por delante, saqueó aquel pueblo, que sus soldados abrasaron, y entró el 30 en Ax. Exigió allí contribuciones, é inquietó toda la tierra, repasando despues tranquilamente la frontera. Sostenia Eroles estos movimientos.

Pero el centro de todos ellos era D. Luis Lacy, quien cautivó con su conducta la voluntad de los catalanes, pues al paso que procuraba en lo posible introducir la disciplina y buenas reglas de la milicia, lisonjeábalos prefiriendo en general por jefes á naturales acreditados del país, y fomentando el somaten y los cuerpos francos, á que son tan aficionados. La situacion entónces de la Cataluña indicaba ademas como mejor y casi único este modo de guerrear. Y al rededor de la fuerza principal que regia Lacy ó su segundo Eroles, y cerca de las plazas fuertes y por todos lados, se descubrian los

infatigables jefes de que en várias ocasiones liemos hecho mencion, y otros que por primera vez se manifestaban ó sucedian á los que acababan gloriosamente su carrera en defensa de la patria.

Madonald cede el mando a Decaen

Seríanos imposible meter en nuestro cuadro la relacion de tan innumerables y largas lides. Mirando los franceses con mucho desvío tan mortífera é interminable lucha, gustosamente la abandonaban y salian de la tierra. Macdonald, duque de Tarento, regresó á Francia, partiendo de Figueras el 28 de Octubre. Era el tercer mariscal que habia ido á Cataluña, y volvia sin dejarla apaciguada. Tuvo por sucesor al general Decaen. Apénas podia moverse del lado de Gerona el ejército frances del principado, teniendo que poner su principal atencion en mantener libres las comunicaciones con la frontera.

No más le era permitido menearse ál a division de Frere, perteneciente al cuerpo de Suchet, la cual, conforme hemos visto, ocupaba la Cataluña baja, dándole bastante en que entender todo lo que por allí ocurria y en parte hemos relatado. De suerte que la situacion de aquella provincia en cuanto á la tranquilidad que apetecian los franceses, era la misma que al principio de la guerra, y una misma la necesidad de mantener dentro de aquel territorio fuerzas considerables que guarneciesen ciertos puntos y escoltasen cuidadosamente los convoyes.

Combates con el convoy de Barcelona del 2 al 5 de diciembre

Sólo por este medio se continuaba abasteciendo á Barcelona, y Decaen preparó en Diciembre uno muy considerable en el Ampurdan con aquel objeto. Tuvo aviso de ello Lacy, y queriendo estorbarlo, puso en acecho á Rovira, colocó á Eroles y á Milans en las alturas de San Celoni, dirigió sobre Trentapasos á Sarsfield y apostó en la Garriga con un batallon á D. José Casas. Las fuerzas que Decaen habia reunido eran numerosas, ascendiendo á 14.000 infantes y 700 caballos con ocho piezas, sin contar unos 4.000 hombres que salieron de Barcelona á su encuentro. Las de Lacy no llegaban á la mitad, y así se limitó dicho general á hostilizar á los franceses durante su marcha emprendida desde Gerona el 2 de Diciembre. Padeció el enemigo en ella bastante, y Sarsfield se mantuvo firme contra los que le atacaron y venian de la capital. Los nuestros, ya que no pudieron impedir la entrada del convoy, recelando se retirase Decaen por Vich, trataron de cerrarle el paso de aquel lado. Para ello mandó Lacy á Eroles que ocupase la posicion de San Feliu de Codinas, y él se situó con Sarsfield en las alturas de la Garriga. Se vieron luégo confirmadas las sospechas de los españoles, presentándose el 5 en la mañana los enemigos delante del último punto con 5.000 infantes, 400 caballos y cuatro piezas. RechazólosLacy vigorosamente, y siguieron el alcance hasta Granollers D. José Casas y D. José Manso, por lo que tuvieron todas las fuerzas de Decaen que tornar por San Celoni y dejar libre y tranquila la ciudad y país de Vich.