Operaciones en Granada. La batalla de Zujar

Ofensiva francesa en levante

La campaña cargó entónces de recio contra el levante de la Península, llevando el principal peso de la guerra los españoles. Y del propio modo que los aliados escarmentaron y entretuvieron en el occidente de España, durante los primeros meses de 1811, la fuerza más principal y activa del ejército enemigo, así tambien en el lado opuesto, y en lo que restaba de año, distrajeron los nuestros exclusivamente gran golpe de franceses, destinados á apoderarse de Valencia y exterminar las tropas allí reunidas, las que si bien deshechas en ordenadas batallas, incansables segun costumbre, y felices á veces en parciales reencuentros, dieron vagar á lord Wellington, como las otras partidas y demás fuerzas de España, para que guardase tranquilo y sobre seguro el sazonado momento

de atacar y vencer á los enemigos.

Luégo que hubo el general Blake abandonado el condado de Niebla, determinó pasar á Valencia, asistido del ejército expedicionario, ya para proteger aquel reino, muy amenazado despues de la caida de Tarragona, ya para distraer por Levante las fuerzas de los franceses. Íbale bien semejante plan á D. Joaquin Blake, mal avenido con el imperioso desabrimiento de lord Wellington, á quien tampoco desagradaba mantener léjos de su persona á un general en gran manera autorizado como presidente de la Regencia de España, y de condicion ménos blanda y flexible que D. Francisco Javier Castaños.

Necesitó Blake del permiso de las Córtes para colocarse á la cabeza de la nueva empresa. Obtúvole fácilmente, y la Regencia, dando á dicho general poderes muy amplios, puso bajo su mando las fuerzas del segundo y tercero ejércitos con las de las partidas que dependian de ambos, y ademas las tropas expedicionarias.

El ejército expedicionario desembarca en Almería

Se componían éstas de las divisiones de los generales Zayas y Lardizábal, y de la caballería á las órdenes de D. Casimiro Loy, de 9 á 10.000 hombres en todo. Aportaron á Almería el 31 de Julio, y tomaron pronto tierra, excepto la artillería y parte de los bagajes, que fueron á desembarcar á Alicante. En seguida y de paso para su destino se incorporaron aquéllas momentáneamente con el tercer ejército, que, al mando de D. Manuel Freire, ocupaba las estancias de la venta del Baul, teniendo fuerzas destacadas por su derecha é izquierda. Permaneció allí hasta el 7 de Agosto D. Joaquin Blake, dia en que partió camino de Valencia, anticipándose á sus divisiones con objeto de preparar y reunir los medios más oportunos de defensa.

Batalla de Zujar (9 de agosto de 1811)

Delante de Freire alojábase el general Leval, que regía el cuarto cuerpo francos, bastante apurado por el brío que en su derredor habia cobrado el ejército español y los partidarios. Esto y el temor que inspiraba el movimiento de las fuerzas expedicionarias, impelió al mariscal Soult á marchar en auxilio de Granada, maniobrando de modo que pudiese envolver y aniquilar al ejército español. Con este propósito ordenó al general Godinot que en la noche del 6 al 7 de Agosto cayese con su division, compuesta de unos 4.000 hombres y 600 caballos, sobre Baza, y ciñese y abrazase la derecha de los españoles que, al cargo de D. Ambrosio de la Cuadra, permanecia apostada en Pozohalcon: al propio tiempo determinó que se pusiese el 7 en movimiento el general Leval, dirigiéndose sobre el centro de los españoles, adonde el 8 acudió tambien en persona el mismo mariscal. Quedaron en la ciudad de Granada algunas fuerzas, así para atender á la conservacion de la tranquilidad, como para evolucionar del lado de las Alpujarras contra la gente que mandaba el Conde del Montijo.

Aunque D. Manuel Freire sospechó desde luégo los intentos del enemigo, no juzgó oportuno abandonar la posicion de la venta del Baul, que consideraba fuerte, y pensó sólo en reforzar su derecha, enviando al efecto la division expedicionaria del mando de D. José Zayas, compuesta de 5.000 hombres, y la caballería que gobernaba D. Casimiro Loy. Ausente momentáneamente el citado Zayas, tomó la direccion de esta fuerza D. José O’Donnell, jefe de estado mayor del tercer ejército, quien se encaminó á los vados del Manzano en Guadiana menor, para obrar en union con D. Ambrosio de la Cuadra, contener á los franceses y áun atacarlos. Mas como hubiese ya el último echado pié atras, receloso de la cercanía del enemigo, no recibió las órdenes del general en jefe sino en Castril, á cuyo punto habia llegado el 9.

Entre tanto D. José O’Donnell se colocó junto á Zújar en las alturasde la derecha del rio Barbate, que otros llaman Guardal, y Godinot, adelantándose sin tropiezo, le atacó en sus puestos. Cruzaron los franceses el Barbate, vadeable por todos lados, á las once de la mañana del 9, protegiéndolos su artillería, de que carecían los nuestros. Envió Godinot contra la izquierda española gran número de tiradores, al paso que trabó recio combate por la derecha. Ció aquí el regimiento de Toledo, escaso de gente, y le siguieron otros, retirándose al principio con buen órden, que se descompuso en breve á gran desdicha. La caballería del mando de Loy, que vino de Benamaurel, fué igualmente rechazada y se retiró á Cúllar, adonde se le juntó la infantería. Perdiéronse en esta ocasion 433 muertos y heridos, y unos 1.100 prisioneros y extraviados, recibiendo tan desventurado golpe á las órdenes de D. José O’Donneil una division que bajo Zayas habia sobresalido poco antes en los campos de laAlbuera.

Felizmente no se aprovechó Godinot, cual pudiera, de la victoria, temiendo le atacase por la espalda D. Ambrosio de la Cuadra, por lo cual dirigió contra éste toda la caballería y la brigada del general Rignoux, limitándose á enviar la vuelta de Cúliar y Baza algunas tropas de la vanguardia.

Retirada del ejército de Murcia

A semejante acaso debió D. Manuel Freire poder retirarse, sin que se le interpusiese á su espalda el enemigo. Sostúvose aquel general firme en la posicion del Baul todo el dia 9, repeliendo acertadamente el ataque de los franceses. Mas sabedor á las cinco de la tarde de lo acaecido en Zújar, resolvió abandonar por la noche el campo, y replegarse al reino de Murcia. Consiguió atravesar sin tropiezo la ciudad de Baza, y entrar en Cúllar, adonde habia llegado ántes D. José O’Donnell. De allí marchando todo el ejército á las Vertientes, dispuso Freire que la caballería del tercer ejército, mandada por el brigadier Osorio, y la expedicionaria á las órdenes de D. Casimiro Loy, cubriesen el movimiento. Acosaba á nuestros jinetes el general Soult, hermano del mariscal, y el 10 dióles tan violenta acometida, que los obligó á cejar y á ponerse al abrigo de los infantes. Freire entónces determinó proseguir la retirada á pesar del cansancio de la tropa, distribuyendo la fuerza hácia las montañas de ambos lados del camino.

Por las do la derecha yendo á Murcia tiró D. José Antonio Sanz con la tercera division, propia de su mando, y con la segunda, que tambien debia obedecerle. Por las de la izquierda y en la direccion de la ciudad maniobraba D. Manuel Freire. Sanz, al comenzar su retirada, se vió rodeado él y la tercera division en el peñon de Vertientes; mas impuso respeto al enemigo por medio de una diestra maniobra de amago, y enderezándose á Oria, se unió el 11 en Alboa con la segunda division. Juntas ambas marcharon por Huércal, Oria y Aguilar, en donde encontrándose con 300 dragones enemigos, los arrollaron y les cogieron caballos y efectos.

Despues, hecho alto y tomado algun descanso, llegaron el 15 sin otra desventura á Palmar de D. Juan, habiendo andado treinta y siete leguas en seis días, y comido sólo tres ranchos: penuria que nadie soporta con tanta resignacion corno el soldado español. Mereció Sanz en aquel lance justas alabanzas por el arrojo y tino con que guió su tropa.

Acosado de peor estrella, se vió casi perdido don Manuel Freire, teniendo su gente, desarrancada de las banderas, que encaramarse por lugares ásperos, y pasar el puerto del Chiribel con direccion á Murcia. Al cabo de mil afanes y de haber marchado á veces sin respiro trece y más leguas, reunió aquel general sus soldados el 11 en Caravaca, en donde permaneció el 12, y se le incorporó D. Ambrosio de la Cuadra, que se habia retirado por su cuenta y hácia aquella parte con la primera division. Sentó luégo Freire sus cuarteles en Alcantarilla, y colocó debidamente sus fuerzas, reducidas ahora á la caballería del brigadier Osorio y á tres divisiones propias del tercer ejército, por haberse á la sazon separado via de Valencia las expedicionarias.

El general Leval llegó el 12 á Velez el Rubio, y se extendieron al desfiladero de Lumbreras á tres leguas de Lorca los generales Latour-Maubourg y Soult con los jinetes. Hicieron todos ellos en otras excursiones muchos daños, y hubo paraje en que abrasaron hasta 22 alquerías. Al mismo tiempo no dejaron al del Montijo tranquilo las fuerzas que el mariscal Soult habia enviado sobre las Alpujarras y la costa, y que ascendian á 1.800 peones y 1.000 caballos. Llegaron éstas á Almería á tiempo que todavía desembarcaba un batallon de la expedicion de Blake, que pudo librarse. Lo mismo aconteció á Montijo, que no dejó de molestar al enemigo, y áun de sorprender la guarnicion de Motril, con cuyo trofeo y otros prisioneros se reunió al cuerpo princip l del ejército.

Freire cede el mando a Mahy (7 de septiembre de 1811)

Otros partidarios desasosegaban tambien no poco á los franceses, recobrando á menudo el botin que recogian éstos par las montañas y tierra de Murcia. Se distinguieron especialmente Villalobos, Marqués, y sobre todo D. Juan Fernandez, alcalde de Otívar. Entregó el mando D. Manuel Freire en Mula, el 7 de Setiembre, á D. Nicoles Mahy, que vimos en Galicia y Astúrias. Provino la desgracia de aquél, aunque sólo temporal, de la aciaga jornada de Zújar y sus consecuencias, acerca de la cual se hizo una sumaria informacion á instancia de las Córtes. Los comprometidos salieron salvos: con justicia Freire, no teniendo culpa de lo sucedido en el Barbate, pues sus órdenes fueron bastante acertadas. No juzgaron lo mismo muchos en cuanto á D. José O’Donnell y á D. Ambrosio de la Cuadra, habiendo el primero empeñado y sostenido malamente una accion, y no cumplido el segundo, como quizá pudiera, con lo que el General en jefe le habia prevenido.

No insistieron por entónces los franceses en proseguir hasta Murcia. Daban cuidado al mariscal Soult nuevas que le venian de Extremadura, y el aparecimiento en la serranía de Ronda del general Ballesteros: hablarémos de esto más adelante.