Operaciones del 7º ejército

Despliegue

Muchos continuaban siendo los reencuentros y choques de los diversos cuerpos y guerrillas que formaban el séptimo ejército bajo D. Gabriel de Mendizábal, quien poniéndose al frente, cuando de unas fuerzas, cuando de otras, juntábalas ó las separaba segun creía conveniente, estrechando en una ocasion á los franceses de Búrgos mismo.

De los jefes que le estaban subordinados, maniobraba Porlier, conforme hemos visto, al este de Astúrias, siempre que el principado se hallaba en poder de enemigos, acudiendo, en el caso contrario, á los llanos de Castilla ó á Santander, ó bien embarcándose á bordo de buques ingleses y españoles en amago de algunos puntos de la costa.

Lo mismo ejecutaban en Cantabria el ya nombrado D. Juan Lopez Campillo, con Salcedo, la Riva y otros varios caudillos.

En las provincias Vascongadas instalóse en Febrero la Junta del señorío, que comunmente residía ahora en Orduña. Por el esmero que dicha autoridad puso, y bajo la inspeccion del general Mendizábal, acabó D. Mariano Renovales de formar entónces tres batallones y un escuadron; los primeros de á 1.200 hombres cada uno, que empezaron á obrar en la actual primavera. Alimentáronse así los diversos focos de insurreccion, creados ya ántes en gran parte por la actividad y cuidado especial del Pastor y Longa. En sus correrías extendíase Renovales por la costa, mancomunando sus operaciones con las fuerzas marítimas británicas, que á la órden de sir Home Popham cruzaban por aquellos mares; y hubo circunstancia en que ambos cerraron de cerca ó escarmentaron

á los franceses de Bilbao y otros puertos.

Toma de Lequeitio (18 de junio de 1812)

Bien así como D. Gaspar Jáuregui (el Pastor), poco há nombrado, á quien se debió, sostenido por dicho Popham, la toma de Lequeitio el 18 de Junio, de un fuerte, ganado por asalto, y la de un convento, en donde se cogieron cañones, pertrechos y 290 prisioneros.

Captura de la junta de Burgos y venganza de Merino

Perseguian los enemigos con encono á las juntas de este séptimo distrito, que auxiliadoras en gran manera de las guerrillas y cuerpos francos, fomentaban, ademas, el espíritu hostil de los habitadores por medio de impresos y periódicos publicados en los lugares recónditos en donde se albergaban. Así avínole terrible fracaso á la de Búrgos, una de las más diligentes y tenaces. Cuatro de sus vocales, D. Pedro Gordo, D. José Ortiz Covarrubias, don Eulogio José Muro y D. José Navas (nombresque no debe olvidar la historia) tuvieron la fatal desgracia de que, sorprendiéndoloslos enemigos el 21 de Marzo en Grado, los trasladasen á la ciudad de Soria, y los arcabuceasen ilegal é inhumanamente, suspendiendo sus cadáveres en la horca. Irritado con razon D. Jerónimo Merino, adalid de aquellas partes, pasó por las armas á ciento diez prisioneros franceses; veinte por cada vocal de la Junta, y los demas por otros dependientes de ella que igualmente sacrificó el frances. Tal retorno tiene la violenta saña.

No querian entónces nuestros contrarios reconocer en el ciudadano español los derechos que á todo hombre asisten en la defensa de sus propios hogares, y trataban á los que no eran soldados como salteadores ó rebeldes. Sin embargo, Napoleon, cuando en 1814 tocaba ya al borde de su ruina, dió un decreto en Fismes, á 5 de Marzo, en el que decía: «1.º Que todos los ciudadanos franceses estaban, no sólo autorizados á tomar las armas, sino obligados á hacerlo, como tambien á tocar al arma á reunirse, registrar los bosques, cortar los puentes, interceptar los caminos, y acometer al enemigo por flanco y espalda..... 2.º Que todo ciudadano frances cogido por el enemigo y castigado de muerte, seria vengado inmediatamente en represalia con la muerte de un prisionero enemigo.» Otros decretos del mismo tenor acompañaron ó precedieron á éste, señaladamente uno en que se autorizaba el levantamiento en masa de varios departamentos, con facultad á los generales de permitir la formacion de partidas y cuerpos francos.

Defensa ésta mejor que otra ninguna de la conducta de los españoles; leccion dura para conquistadores sin prevision ni piedad, que en el devaneo de su encumbrada alteza prodigan improperios é imponen castigos á los hijos valerosos de un suelo profanado é injustamente invadido.

Espoz y Mina

En este séptimo distrito quédannos por referir algunos hechos de D. Francisco Espoz y Mina, no desmerecedores de los ya contados. A vueltas siempre con el enemigo, pasaba aquel caudillo de una provincia á otra, juntaba su fuerza, la dispersaba, reuníala de nuevo, obrando tambien á veces en compañía de otros partidarios.

Combate de Sangüesa

El 11 de Enero, presente Gabriel de Mendizábal, general en jefe del séptimo ejército, y en compañía de la partida de don Francisco Longa, hizo Espoz y Mina firme rostro al enemigo á la derecha del río Aragon, inmediato á la ciudad de Sangüesa. Mandaba á los franceses el general Abbé, gobernador de Pamplona,quien envuelto y acometido por todas partes, tuvo que salvarla al abrigo de la noche, despues de perder dos cañones y unos 400 hombres.

Captura del segundo convoy de Arlaban

Aunque amalado, no cesó Espoz y Mina en sus lides, cogiendo en 9 de Abril, de un modo muy notable, un convoy en Arlaban, lugar célebre por la sorpresa ya relatada del año anterior. Presentábanse para el logro de aquel intento várias dificultades; era una la misma victoria Antes alcanzada, y otra un castillo que habían construido allí los franceses, y artilládole con cuatro piezas. Cuidadoso Mina de alejar cualquiera sospecha, maniobró diestramente; y todavía le creian sus contrarios en el alto Aragon, cuando haciendo en un día una marcha de 15 leguas de las largas de España, se presentó con sus batallones el 9, al quebrar del alba, en las inmediaciones de Arlaban y pueblo de Salinas, en donde formó con su gente un circulo que pudiese rodear todo el convoy y fuerza enemiga.

Cruchaga, segundo de Mina, contribuyó mucho á los preparativos, y opuso á la vanguardia de los contrarios al bravo y despues malaventurado comandante don Francisco Ignacio Asura. Era el convoy muy considerable; escoltábanle 2.000 hombres, llevaba muchos prisioneros españoles, y caminaba con él á Francia M. Deslandes, secretario de gabinete del rey intruso, y portador de correspondencia

importante. Al descubrir el convoy y tras la primera descarga, cerraron los españoles bayoneta calada con la columna enemiga, y punzáronla ántes de que volviese de la primera sorpresa. Duró el combate sólo una hora, destrozados los enemigos y acosados de todos lados: 600 de ellos quedaron tendidos en el campo, 150 prisioneros, y se cogió rico botín y dos banderas. Parte de la retaguardia pudo ciar precipitadamente, protegida por los fuegos del castillo de Araban; M. Deslandes, al querer salvarse saliendo de su coche, cayó muerto de un sablazo que le dio el subteniente

don Leon Mayo. Su esposa doña Carlota Aranza fué respetada, con otras damas que allí iban. Cinco niños, de quienes se ignoraban los padres, enviólos Mina á Vitoria, diciendo en su parte al Gobierno: «Estos angelitos, víctimas inocentes en los primeros pasos de su vida, han merecido de mi division todos los sentimientos de compasion y cariño que dictan la religion, la humanidad, edad tan tierna y suerte tan desventurada..... Los niños, por su candor tienen sobre mi alma el mayor ascendiente, y son la única fuerza que imprime y amolda el corazon guerrero de Cruchaga.» Expresiones que no pintan á los partidarios españoles tan hoscos y fieros como algunos han querido delinearlos.

Poco Antes el general Dorsenne (que aunque tenía sus cuarteles en Valladolid, hacia excursiones en Vizcaya y Navarra), combinándose con el valle del Roncal, abrigo de enfermos y heridos, depósito de municiones de boca y guerra. Grande peligro estrechó entónces á Mina, que consiguió superar, burlándose de los ardides y maniobras del frances, y ejecutar en seguida la empresa relatada de Arlaban.

Tanto empeño en concluir del todo con Espoz, no sólo lo motivaban los daños que de sus acometidas se seguian al enemigo, sino la resolucion cada vez más clara de agregar á Francia la Navarra con las otras provincias de la izquierda del Ebro. Así se lo manifestó Dorsenne por este tiempo á las autoridades y cuerpos de Pamplona, entre los que varios replicaron oponiéndose con el mayor teson. Esta resistencia, y los acontecimientos que sobrevinieron en el norte de Europa, impidieron que aquella determinacion pasase á ejecucion abierta.

Casi capturado en el pueblo de Robres

Despues de lo de Arlaban se trasladó Mina al reino de Aragon, y habiéndose introducido en el pueblo de Robres, se vio cercado al amanecer del 23 de Abríl y casi cogido en la misma casa donde moraba, y en cuya puerta se defendió con la tranca, no teniendo por de pronto otra arma, hasta que acudió en auxilio suyo su asistente el bravo y fiel Luis, que llamando al mismo tiempo á otros compañeros, le sacó del trance, y lograron todos esquivar la vigilancia y presteza de los enemigos.

Muerte del lugarteniente Cruchaga, y Mina herido

Así siguió Mina de un lado á otro, y no paró ántes de mediar Mayo; en cuya sazon, habiéndose dirigido á Guipúzcoa, ocurrió la desgracia de que al penetrar por la carretera de Tolosa en el pueblo de Urmástegut, una bala ele cañon arrebatase las dos manos al esforzado D. Gregorio Cruchaga, de cuya grave herida murió á poco tiempo. Tambien entónces en Santa Cruz de Campezu recibió Mina un balazo en el muslo derecho, por lo que estuvo privado de mandar hasta el inmediato Agosto.

Con esto respiraron los franceses algun trecho, necesario descanso á su mucha molestia. Si admira tanto guerrear, más destructivo y enfadoso para los franceses, cuanto se asemejaba al de los pueblos primitivos en sus lides, igualmente eran de notar varios actos de la administracion de Mina. Estableció éste cerca de su campo casi todos los cuerpos y autoridades que residían ántes en Pamplona, saltando de sitio en sitio al són de la guerra, pero desempeñando todos, no obstante, sus respectivos cargos con bastante regularidad, ya por la adhesion de los pueblos á la causa nacional, ya por el terror que infundia el solo nombre de Mina, cuya severidad frisaba á veces en cruel saña, si bien algo disculpable y forzosa en medio de los riesgos que le circuían, y de los lazos que los enemigos le armaban.Cubría principalmente Espoz y Mina sus necesidades con los bienes que secuestraba á los reputados traidores, con las presas y botin tomado al enemigo, y con el producto de las aduanas fronterizas. Modo el último de sacar dinero, quizá nuevo en la económica de la guerra. Resultó de un convenio hecho con los mismos franceses, segun el cual, nombrándose por cada parte interesada un comisionado, se recaudaban y distribuian entre ellos los derechos de entrada y salida. Amigos y enemigos ganaban en el trato, con la ventaja de dejar más expedito el comercio.