Carlos I de España

Carlos I de España

Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, llamado el Emperador o el Césarc​ (Gante, Condado de Flandes, 24 de febrero de 1500-Cuacos de Yuste, 21 de septiembre de 1558), reinó junto con su madre, Juana I de Castilla —esta última de forma solo nominal y hasta 1555—, en todos los reinos y territorios hispánicos con el nombre de Carlos I desde 1516a​ hasta 1556, reuniendo así por primera vez en una misma persona las Coronas de Castilla —el Reino de Navarra inclusive— y Aragón. Fue emperador del Sacro Imperio Romano Germánico como Carlos V de 1520 a 1558.

Hijo de Juana I de Castilla y Felipe I el Hermoso, y nieto por vía paterna del emperador Maximiliano I de Habsburgo y María de Borgoña, de quienes heredó el patrimonio borgoñón y el Archiducado de Austria con el derecho al trono imperial del SIRG, y por vía materna de los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, de quienes heredó la corona de Castilla, con los dominios en Navarra y las Indias Occidentales, y la corona de Aragón que comprendía los reinos de: Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Valencia, Mallorca y Aragón.

Biografía

El joven príncipe

El nacimiento de Carlos de Habsburgo se produjo durante la celebración de un baile en el palacio Casa del Príncipe (Prinsenhof) de Gante, Flandes, cuando la embarazada archiduquesa Doña Juana comenzó a sentir fuertes dolores en el vientre. Creyendo que se debían a una mala digestión, acudió al baño y allí, sin ayuda de nadie, dio a luz a su primer hijo varón a las 3:30 de la madrugada del martes 24 de febrero de 1500. Ella quería ponerle el nombre de Juan en recuerdo de su fallecido hermano, pero finalmente fue bautizado como Carlos por deseo de su padre y en recuerdo de su bisabuelo, Carlos el Temerario, quien murió en la batalla de Nancy en 1477.​ El bautizo, celebrado el 7 de marzo, fue oficiado por el obispo de Tournai, Pierre Quick, en la catedral de San Bavón. A él acudieron como madrinas Margarita de Austria, esposa del fallecido príncipe Juan, y Margarita de York, esposa de Carlos el Temerario, y como padrinos Carlos de Croy, príncipe de Chimay, y el señor de Vergás.

Antes de que cumpliera un año, Felipe nombró a Carlos duque de Luxemburgo y Caballero de la Orden borgoñona del Toisón de Oro. El 16 de noviembre de 1501, Felipe y Juana partieron hacia España para ser jurados en las Cortes como sucesores de los Reyes Católicos y dejaron a Carlos al cuidado de Margarita de York. Durante su paso por Francia, Felipe se reunió con el rey Luis XII y acordó el matrimonio entre la hija de este, Claudia, y Carlos, trato que se renovó con la firma del Tratado de Blois años después.​ Tras el regreso de Felipe a Flandes y debido a la avanzada edad de Margarita de York, dejó a Carlos al cuidado de la señora de Ravenstein, Ana de Borgoña; además nombró gentilhombre de la cámara de Carlos a su padrino, Carlos de Croy, y encomendó su educación a maestros borgoñones que le enseñarían la historia del ducado. Por su parte, allá en Castilla, Fernando el Católico, consciente de que Carlos podría ocupar algún día su trono, envió al humanista Luis Cabeza de Vaca a Flandes para que le enseñara castellano y las costumbres españolas, aunque cuando el príncipe llegó a España años después aún no dominaba esta lengua.​

A principios de 1506 Felipe y Juana partieron de nuevo hacia España para reclamar la corona de Castilla tras la muerte de Isabel la Católica, pero el reinado conjunto duró poco, ya que Felipe murió de forma prematura en septiembre. Fernando, habiendo considerado que su hija era presa de la locura, mandó que la encerraran en el Palacio Real de Tordesillas y se constituyó en regente. Debido a la minoría de edad de Carlos, su abuelo Maximiliano I de Habsburgo asumió la regencia de los Países Bajos, aunque poco después le cedió el puesto a su hija Margarita de Austria, junto con la tutela de Carlos y sus hermanos. Toda la educación del joven príncipe se desarrolló en Flandes y fue colmada de cultura flamenca. En 1509 el emperador dispuso que Guillermo de Croy, señor de Chiévres, sustituyese a su primo Carlos de Croy como gentilhombre de cámara del príncipe y Adriano de Utrecht, deán de la Universidad de Lovaina y futuro papa Adriano VI, fue nombrado su maestro.​

El 5 de enero de 1515, Guillermo de Croy consigue que el emperador declare la mayoría de edad de Carlos; acto seguido, los Estados Generales nombran Señor de los Países Bajos al joven príncipe, terminando aquí la regencia de su tía Margarita. Con todo, sin voluntad propia para gobernar, el joven soberano delegaría entonces el poder en el señor de Chièvres. Ese mismo año, el Cardenal Adriano de Utrecht viajó a Aragón para asegurar que Fernando el Católico no quitaría a Carlos la herencia de Castilla y Aragón en favor de su hermano Fernando I de Habsburgo, quien se había criado junto a él y era su nieto favorito. Si bien se comprometió a nombrar a Carlos como sucesor, los consejeros del rey tuvieron que convencerle poco antes de su muerte para que no designara a Fernando.

Retrato del entonces príncipe Carlos, el futuro emperador, con su familia paterna (por Bernhard Strigel, Viena, Kunsthistorisches Museum). Con los retratos aparecen inscripciones que los identifican como miembros de la familia de Jesús. Así, Maximiliano es Cleofás, hermano carnal de san José, y Carlos es «SIMON ZELOTES CON/SOBRINVS. DNI. NRI».

Familia

Información personal

26 de octubre de 1520​-24 de febrero de 1558

14 de marzo de 1516a​-16 de enero de 1556

Rey de España, Sicilia y Cerdeña

junto a Juana I hasta 1555

Retrato de Carlos V sentado, por Tiziano (c. 1548). Óleo sobre lienzo, 205 x 122 cm. Pinacoteca Antigua de Múnich.

Firma

Descendencia

Consorte

Madre

Padre

Casa real

Religión

Entierro

Fallecimiento

Nacimiento

Coronación

Tratamiento

Sucesor

Predecesor

Predecesor

Sucesor

Otros títulos

Herencia y patrimonio

Títulos

Don Carlos por la gracia de Dios Rey de Romanos Emperador Semper Augusto.

Doña Joana su madre y el mesmo Don Carlos por la mesma gracia Reyes de Castilla, de Leon, de Aragon, de las dos Sicilias, de Ierusalen, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdeña, de Cordova, de Corcega, de Murcia, de Jaen, de los Algarbes, de Algezira, de Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Indias islas y tierra firme del Mar Oceano,

Condes de Barcelona,

Señores de Vizcaya e de Molina,

Duques de Atenas e de Neopatria,

Condes de Ruysellon e de Cerdenia,

Marqués de Oristan e de Gorciano,

Archiduques de Austria,

Duques de Borgoña de Bravante.

).

Pragmática o Edicto del Emperador contra los comuneros dada en Worms (febrero de 1521

Rey de España

Sucesión de Fernando el Católico

El 22 de enero de 1516, el abuelo del príncipe Carlos, Fernando II de Aragón, redactaba su último testamento. En él, lo nombraba gobernador y administrador de los Reinos de Castilla y de León, en nombre de la reina Juana I, incapacitada por su enfermedad. En lo concerniente a la Corona de Aragón, el rey Fernando dejaba todos sus estados a su hija Juana, nombrando, también en este caso, gobernador general a Carlos en nombre de su madre. Hasta que Carlos llegara, en Castilla gobernaría el cardenal Cisneros y en Aragón el arzobispo Alonso de Aragón.

El 23 de enero moría el rey Fernando en Madrigalejo (actual Extremadura). A partir de entonces, Carlos comenzó a pensar en tomar el título de rey, aconsejado por sus consejeros flamencos. Esta decisión no era bien vista en la península ibérica. El Consejo de Castilla le envió una carta el 4 de marzo en la que le pedía que respetase los títulos de su madre, ya que «aquello sería quitar el hijo al padre en vida el honor». Pero diez días después las honras fúnebres por el rey Fernando terminaron con gritos de:

Vivan los católicos reyes doña Juana y don Carlos su hijo. Vivo es el rey, vivo es el rey, vivo es el rey

El 21 de marzo, Carlos envió una carta a Castilla en la que informaba de su decisión de titularse Rey. Tras largas deliberaciones del Consejo, el 3 de abril el cardenal Cisneros comunicó al reino la decisión de Carlos. El 13 del mismo mes se informó de la nueva intitulación real:

Retrato del joven Carlos I de España, posterior a 1515 por Bernard van Orley.

Doña Juana y don Carlos su hijo, reina y rey de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras, de Gibraltar, de las islas de Canaria, de las Islas, Indias y Tierra Firme del mar Océano, condes de Barcelona, señores de Vizcaya y de Molina, duques de Atenas y Neopatria, condes de Ruisellón y de Cerdaña, marqueses de Oristán y de Gociano, archiduques de Austria, duques de Borgoña y de Brabante, condes de Flandes, de Tirol, etc.

En mayo, los tres estamentos del Reino de Navarra, reunidos a petición del virrey Antonio Manrique de Lara, juraron fidelidad a Carlos como su rey y señor natural.

Mientras tanto, en la Corona de Aragón la situación era caótica. El Justicia de Aragón impedía gobernar al arzobispo Alonso de Aragón alegando que, según las leyes aragonesas, el cargo de gobernador sólo podía ser ejercido por el heredero al Trono. La Audiencia Real de Aragón dio la razón a la Justicia, pero sentenció que el arzobispo podía gobernar en calidad de curador de la reina Juana. Pero el Justicia tampoco lo permitió entonces, alegando que Juana ya no era la heredera, ya que cuando se la juró como tal, se incluyó que si el rey tenía un hijo varón, este pasaría a convertirse en el heredero. Y, por tanto, como en 1509 Fernando había tenido un hijo con Germana de Foix, el juramento de Juana quedaba anulado (a pesar de que el niño había muerto a las pocas horas). El 13 de mayo, Carlos reconoció los poderes del arzobispo como curador de la reina Juana, pero, aun así, se rechazó prestarle juramento. Por otro lado, la Diputación del Reino de Aragón reconoció a Juana como heredera de la Corona, pero como por su enfermedad no podía reinar, debía ser apartada del gobierno para que reinara su hijo. A todo ello se añadía el que ninguna institución de la Corona de Aragón le reconocía a Carlos el título de Rey hasta que no jurara los fueros y libertades de los Reinos.

En el reino de Nápoles, el virrey Ramón de Cardona recibió la noticia del fallecimiento del rey Fernando a través del arzobispo de Zaragoza,​ fue confirmado como virrey por el príncipe Carlos desde Bruselas, el 11 de febrero, e hizo proclamar a Juana y al príncipe Carlos como reyes el 20 de febrero.​ En cuanto al reino de Sicilia, ante la muerte de Fernando el Católico, el virrey de Sicilia, Hugo de Moncada, disolvió un Parlamento hostil a un nuevo donativo para mantenerse en el puesto hasta la confirmación del nuevo rey Carlos, pero una parte importante se negó a disolverse, no reconociendo a Carlos como el sucesor de Fernando, sino a su madre Juana. El 5 de marzo, tras celebrarse la exequias del monarca difunto, se produjo la sublevación. Consideraron que una vez muerto el rey, el virrey cesaba automáticamente, alzaron pendones por la reina Juana y constituyeron una regencia. Un nuevo Parlamento encargó la regencia del reino al marqués de Geraci, Simone Ventimiglia, y al marqués de Licodia, Matteo Santapau, y solo la ciudad de Mesina se mantuvo fiel al virrey y al rey Carlos.

Ante esta situación el virrey de Nápoles, Ramón de Cardona, intervino obteniendo un acuerdo entre las partes para que fueran a viajar a la corte de Carlos, mientras el gobierno de Sicilia quedaba a cargo de Diego del Águila. Finalmente el nuevo virrey designado fue Ettore Pignatelli, conde de Monteleone.​ Sin embargo, la posición de la Corona estaba debilitada, y en julio de 1517, una conjura que pretendía cambiar la situación política del reino fracasó al no llevarse a cabo el asesinato del virrey, lo cual produjo una revuelta más amplia conocida como la rebelión de Squarcialuppo para reclamar orden y justicia.​ Por último, la situación fue encauzada, y en el Parlamento de 1518, Carlos fue reconocido como rey de Sicilia.​ Respecto al reino de Cerdeña, una reunión extraordinaria de los estamentos reconoció a los nuevos soberanos Carlos y Juana,​ y en junio de 1518 una delegación del estamento real en las Cortes de Zaragoza juró fidelidad al nuevo monarca, aunque no se puede constatar si junto a ellos estuvieron representantes de los otros dos estamentos. En octubre el rey concedió poderes a su virrey en Cerdeña, Ángel de Vilanova, para convocar el Parlamento y recoger el juramento de fidelidad y formalizar así el acto parcialmente formulado en Zaragoza.

En los Países Bajos, el 19 de febrero de 1516, antes de la muerte de Fernando el Católico, Guillermo de Croy, señor de Chièvres, solicitó 400 000 florines de oro para el futuro viaje a España, lo que fue aprobado por los Estados Generales de los Países Bajos, pero a cambio Carlos debía dejar el territorio pacificado. De este modo acordó el Tratado de Noyón con Francisco I de Francia, y dado que la adquisición de los derechos sobre Frisia dejó un frente abierto con Carlos de Egmond, duque de Güeldres,​ fue acordado un tratado de paz el 17 de septiembre de 1517.​ En junio de 1517, Carlos informó a los Estados Generales reunidos en Gante, que el gobierno en su ausencia estaría a cargo de un Consejo Privado presidido por su tía la archiduquesa Margarita de Austria y su abuelo el emperador Maximiliano como supervisor del mismo en caso de que la comunicación con España no pudiera llevarse a cabo.​ Y en julio nombró a Filiberto de Chalôns como Gobernador y Lugarteniente General en los condados de Borgoña y de Charolais.​

Carlos aseguró su posición como rey gracias al reconocimiento como rey por parte del papa León X en la bula Pacificus et aeternum de 1 de abril de 1517,​ y el 8 de septiembre de 1517, Carlos partió con su escuadra desde Flesinga, a las cinco de la mañana, rumbo a Santander. Pero una fuerte tormenta desvió el rumbo de las naves, y en la madrugada del 19 de septiembre de 1517, sábado, los cuarenta barcos que integraban la escuadra se encontraron ante la costa de Villaviciosa. Cuando se descubrió el error en el rumbo, Carlos y sus consejeros deliberaron sobre si continuar el viaje por mar o desembarcar allí mismo. La inseguridad de la vía marítima, «por la mutabilidad del viento, que lo mismo se puede cambiar en malo que en bueno», inclinó la decisión hacia el desembarco, según relata Laurent Vital, el cronista flamenco que viajaba con el rey. La siguiente etapa del viaje fue en Tordesillas, donde visitó el 4 de noviembre de 1517 y muy brevemente a su madre, la reina Juana la Loca, allí recluida, en donde Chièvres obtuvo de la reina Juana el acta por el que reconocía a su hijo Carlos que gobernara en su nombre,​ por lo que de este modo se daba la apariencia de legitimidad a la toma del poder por Carlos.​ Ya en Valladolid, recibió la noticia del fallecimiento del cardenal Cisneros, lo que le dejaba completamente allanado el gobierno de Castilla.

El 9 de febrero de 1518, las Cortes de Castilla, reunidas en Valladolid, juraron como rey a Carlos junto con su madre Juana​ y le concedieron 600 000 ducados. Además, las Cortes hicieron una serie de peticiones al rey, entre ellas:

  • Aprender a hablar castellano.

  • El cese de nombramientos a extranjeros.

  • La prohibición de la salida de metales preciosos y caballos de Castilla.

  • Trato más respetuoso a su madre Juana, recluida en Tordesillas.

En Aragón la situación seguía siendo complicada. Carlos llegó a Zaragoza el 9 de mayo. Las sesiones de las Cortes de Aragón comenzaron el 20 de mayo y tras largas discusiones, el 29 de julio Carlos era jurado como Rey de Aragón. Juana era reconocida como Reina, pero por su incapacidad para gobernar, sus títulos quedaban sólo como "nominales". Además le fueron entregadas 200 000 libras.

El 15 de febrero de 1519, Carlos entraba en Barcelona, convocando a las Cortes catalanas el día siguiente. Tras un discurso muy parecido al que dio en Aragón, y las correspondientes deliberaciones, Carlos fue jurado junto a Juana el 16 de abril. La cuestión del dinero que debían aportar las Cortes se alargó hasta principios de enero de 1520, cuando finalmente le otorgaron 300 000 libras.

Mientras, el emperador Maximiliano I moría el 12 de enero de 1519. El 28 de junio, Carlos era elegido en Fráncfort del Meno como rey de Romanos, lo que le convertía en el nuevo soberano del Sacro Imperio Romano Germánico,​ y por ello decidió suspender el viaje hacia Valencia para ir a Alemania, convocando previamente Cortes castellanas en Santiago de Compostela para el 20 de marzo de 1520. De esta manera, Carlos envió a Adriano de Utrecht para que a través de él le juraran como rey y pudiera convocar Cortes en Valencia,​ pese a la ilegalidad, lo que provocó malestar entre los estamentos privilegiados; sin embargo, debido a la querellas entre el brazo nobiliario (militar) y eclesiástico contra las Germanías, las Cortes no llegaron a celebrarse, y ante los disturbios, el rey envió un documento el 30 de abril de 1520 ofreciéndose guardar sus fueros y privilegios. Finalmente, el rey cumplió la legalidad foral y antes de ir a las Cortes Generales de Monzón, convocadas el 1 de junio de 1520, pasó por Valencia y juró sus fueros el 16 de mayo de dicho año.

Tras este largo proceso que duró cuatro años (sin contar la jura en Valencia), Carlos se convertía en el primer monarca en ostentar las Coronas de Castilla, Aragón y Navarra.

Conflictos en Castilla: las Comunidades (1520-1521)

Guerra de las Comunidades de Castilla

La llegada de Carlos a Castilla supuso la llegada de un joven inexperto que desconocía las costumbres e idioma de su reino, dado lo cual depositó su confianza en sus colaboradores borgoñones que le habían acompañado desde los Países Bajos, a los que les procuró altas dignidades y acceso a rentas y riquezas. Esto molestó a los castellanos y así se lo hicieron saber en las Cortes de Valladolid de 1518, lo cual fue ignorado por el rey. Inmediatamente pasó el rey a Aragón. A la larga, esto molestó a los castellanos, ya que en Castilla había permanecido bastante menos tiempo, así que cuando conoció en Barcelona que había sido electo Rey de Romanos, convocó Cortes de Santiago y La Coruña para conseguir subsidios para sufragar sus gastos en el extranjero. Las ciudades se opusieron, puesto que no entendían la preferencia de los intereses en Alemania frente a los castellanos y requerían su presencia en el reino. Finalmente el servicio se aceptó y Carlos embarcó para Alemania, nombrando como regente al cardenal Adriano de Utrecht.

El malestar se fue extendiendo por Castilla, y el incendio de Medina del Campo extendió el foco de la rebelión comunera por Castilla. Las revueltas antiseñoriales provocaron que la nobleza apoyara al emperador, y el movimiento fue perdiendo aceptación en las ciudades. Finalmente los comuneros, al mando de Padilla, Bravo y Maldonado, fueron vencidos en la batalla de Villalar, y el rey a su vuelta realizó cambios organizativos en el reino que se manifestaron sobre todo tras las Cortes de Valladolid de 1523. Pese a su victoria, el movimiento comunero aún perduró en algunos núcleos poblacionales, con mayor o menor fortuna. La ciudad de Toledo abanderó toda esa resistencia en la figura de María Pacheco.

Conflictos en Aragón: las Germanías (1520-1523)

Germanías

En los territorios de Levante se produjo el movimiento de las Germanías. Los artesanos de Valencia poseían el privilegio del reinado de Fernando el Católico para formar unas milicias en caso de necesidad de lucha contra las flotas berberiscas. En 1519 Carlos I permitió la formación de esas milicias y se pusieron al mando de Joan Llorenç.

En 1520 cuando se produjo una epidemia de peste en Valencia y los nobles abandonaron la zona, la milicias se hicieron con el poder y desobedecieron la orden de Adriano de Utrecht de su inmediata disolución. En pocos días el movimiento llegó a las islas Baleares en donde duró hasta 1523. Después de la derrota de los comuneros, el ejército acabó con el conflicto de las Germanías.

La guerra de Navarra

Conquista de Navarra

Aprovechando la Guerra de las Comunidades de Castilla con una parcial desmilitarización del Reino de Navarra se produjo la tercera contraofensiva de los navarros para recuperar el reino en 1521. En esta ocasión, Enrique II de Navarra con apoyo del rey francés Francisco I, consiguió la recuperación en poco tiempo. Sin embargo la población humilde permaneció casi enteramente pasiva, sin mostrarse leal a Carlos I pero sin mostrar apoyo a los legitimistas. En cuanto a la aristocracia, muchos habían alentado los levantamientos que habían facilitado la operación, pero los demás habían jurado lealtad a Carlos I. Por lo tanto los legitimistas navarros dependían casi totalmente del apoyo militar y económico francés, lo que les dejaba en una situación estratégica muy frágil. En breve plazo los errores estratégicos del general francés André de Foix y la recomposición rápida del ejército español llevaron al desastre militar en la batalla de Noáin.

Al carecer los legitimistas de apoyos sólidos entre el pueblo llano o las élites, la reconquista española de casi toda Navarra fue muy rápida. Únicamente se mantuvieron focos de resistencia en comarcas fronterizas como la zona del Baztán-Bidasoa produciéndose históricos enfrentamientos y asedios como en el castillo de Maya, en la batalla del monte Aldabe o en el asedio de la fortaleza de Fuenterrabía. Finalmente la vía diplomática, concediendo una amplia amnistía, y la renuncia de la Baja Navarra, que no llegó a controlar militarmente, llevó a conseguir el control de la Alta Navarra por el Emperador. Sin embargo, a largo plazo el factor decisivo fue que los reyes de Francia renunciaron a respaldar el legitimismo navarro como arma contra España.

Escudo de Carlos I de España en la muralla de Viana con las armas de Navarra en lugar preferente en el blasón.

Escudo del rey Carlos I de España antes de convertirse en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

Territorios controlados en Europa por Carlos I de España en 1519. Debido a la concentración de títulos en su poder, Francia pasa a estar en una posición geopolítica complicada.

Castilla

Aragón

Posesiones borgoñonas

Herencias de territorios austríacos

Sacro Imperio Romano

La organización de la Monarquía Hispánica

Con el regreso del rey Carlos I a Castilla en septiembre de 1522, se emprendieron una serie de reformas para integrar a las élites sociales en el gobierno y administración de la Monarquía,​ que serían completadas por su hijo el rey Felipe II constituyendo el sistema polisinodial de Consejos. La estructura del régimen polisinodial de los Consejos puede hallarse en el Curia Regis que en 1385 se constituyó en el Consejo Real, o Consejo de Castilla,​ con los cometidos de asesoramiento al rey, tramitación de asuntos administrativos ordinarios y ejercicio de justicia. Debido al incremento y diversidad de asuntos a tratar, en tiempos de los Reyes Católicos se había dividido el Consejo en secciones que se convertirían en Consejos independientes,​ en 1494 se instituyó el Consejo de Aragón, en 1483 el Consejo de la Inquisición, en 1498 el Consejo de Órdenes, y en 1509 el Consejo de Cruzada, pero sería Carlos I quien dio el impulso al sistema de Consejos.​

Una vez sometido el levantamiento armado de los comuneros y asegurada la supremacía del poder real, el gran canciller Gattinara propuso a Carlos I un Consejo Secreto de Estado que tendría la supremacía sobre los demás Consejos y sería el eje regulador y supervisor de la política global, en el que él mismo sería el presidente;​ para tal objetivo emprendió en 1522 la racionalización de la administración española con la reforma de los Consejos existentes y la creación del Consejo de Hacienda en 1523, pero el rey no quiso depender de un solo ministro y tal proyecto de centralizar en un solo Consejo fue desestimado,​ por lo que la influencia del Gran Canciller, que a fin de cuentas era un cargo de origen borgoñón,​ se fue eclipsando frente a Francisco de los Cobos, y en consecuencia se mostró crítico por la planificación administrativa colegiada y fraccionada​ que fue llevada a cabo en esos años de 1523-1529. En 1524 se constituyó el Consejo de Indias y en 1526, el Consejo de Estado, no como lo había ideado Gattinara sino como un consejo privado del monarca, de ahí que no tuviera presidente ni residencia fija en época de Carlos. Los demás consejos se establecieron en Valladolid, que se convirtió en la capital administrativa hasta 1561.

Los Consejos estaban compuestos por personas escogidas personalmente por el rey (cumpliéndose una serie de reglas no escritas a la hora de escogerlos) que, bajo la presidencia del mismo rey o de algún representante suyo (la mayoría de las veces) discutían sobre algún tema. El rey siempre tenía la última palabra, pero no es imposible comprender el poder que acumulaban: primero, porque el Consejo era el lugar donde el rey pulsaba las posiciones de diversas facciones nobiliarias, eclesiásticas o cortesanas. Segundo, porque en épocas en las que el monarca no estaba capacitado (enfermedad, guerra, etc.), ellos eran los verdaderos gobernantes en su área de acción. Tercero, porque, en aquella época, el poder legislativo, ejecutivo o judicial no estaban estrictamente separados, por lo que los Consejos se convirtieron en una especie de Tribunales de Apelación; cuarto, porque, ciertos Consejos tenían unidas tareas mundanales y espirituales, por lo que solían tener las llaves del prestigio social (Consejo de Órdenes, por nombrar el caso más claro), de importantes ingresos económicos (Consejo de Cruzadas) o de clave política (Consejo de la Inquisición).

En este orden destaca la importante labor de los secretarios. Al margen de la Cancillería, que desapareció con el fallecimiento de Gattinara en 1530, el rey despachaba con sus secretarios, que de ordinario ocupaban las secretarías en los Consejos, puesto que al fin y al cabo, los secretarios eran los encargados de trasladar al Rey las deliberaciones de los Consejos y de trasladar a los miembros del Consejo las decisiones y resoluciones del Rey, lo que evitó una parálisis en el gobierno, permitiendo que funcionara el sistema.​ No obstante, su poder iba más allá de esto, pues se convirtieron en los verdaderos gestores de la voluntad Real: de sus transcripciones dependía la exactitud con que el monarca percibía las declaraciones de los miembros de los Consejos, aceleraban o retrasaban la entrega de las deliberaciones al monarca, controlaban la correspondencia ordinaria y tomaban las decisiones preparando los documentos para la firma y traficaban con la información privilegiada que tenían y con su capacidad de acceso al monarca.

Su reinado en América

Conquista de México, Conquista del Perú, Conquista de Colombia, Conquista de Venezuela y Conquista de Guatemala.

Durante el reinado de Carlos I, la corona de Castilla expandió sus territorios sobre gran parte de América:

Mediante la Capitulación de Madrid de 1528, el rey Carlos arrendó temporalmente la Provincia de Venezuela a las familia alemana Welser de Augsburgo, lo que dio paso a la creación del Klein-Venedig, una de las gobernaciones alemanas en América.

El 24 de agosto de 1534, Diego García de Moguer, viaja en una segunda expedición hacia el río de la Plata, con la carabela Concepción, pasa por la isla de Santiago de Cabo Verde, luego al Brasil, donde desciende el estuario de los ríos Uruguay y Paraná y funda el primer asentamiento de la ciudad de Santa María del Buen Aire. Posteriormente Pedro de Mendoza concretó la fundación de Buenos Aires en la margen derecha del Río de la Plata, siendo exterminados por los indígenas. Poco tiempo después Juan de Salazar y Gonzalo de Mendoza fundaban Asunción que se convertiría en el centro motor de la conquista de la cuenca rioplatense y Pedro de Valdivia fundaba Santiago de Chile. Todo esto contribuyó a sentar el primer imperio global de la historia universal bajo el reinado de su sucesor, Felipe II, donde se decía que «no se ponía el sol».

La mayoría de expediciones fueron empresas privadas, realizadas con el permiso de Carlos V, pero declarando siempre la soberanía de la Corona española sobre todos los territorios conquistados, si bien estos se consideraron desde 1492 parte de la Corona de Castilla, al haber impulsado ese reino las primeras expediciones de exploración y conquista de las Indias y la Tierra Firme, término que engloba a las islas del Caribe y a toda América.

Control sobre la Iglesia

Entre 1508 y 1523 los papas debieron conceder prerrogativas a los reyes de España o de la Monarquía Hispánica; pero ya en 1516 habían concedido privilegios semejantes al rey de Francia (por el papa León X) y antes aún al rey de Portugal (por la bula Dudum cupientes del papa Julio II, en 1506). Estas prerrogativas «se extendían solo a obispados y beneficios consistoriales».

Más tarde, los monarcas lograron el ejercicio de todas o la mayoría de facultades atribuidas a la Iglesia en el gobierno de los fieles, convirtiéndose, de hecho y de derecho, en la máxima autoridad eclesiástica en los territorios bajo su dominio. A ello se lo denomina patronato regio o real patronato strictu sensu.

Las disposiciones emanadas del papa, de la nunciatura apostólica y de los concilios debían obtener el pase regio o regium exequator antes de ser publicados en España y sus dominios. Si eran perjudiciales para el reino se aplicaba el derecho de retención y se impedía su difusión.

Posteriormente Carlos V sumó a lo anterior el cargo de Patriarca de Indias, obteniendo el control de toda la labor evangelizadora.

Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico

Idea imperial de Carlos V

Tras el fallecimiento de su abuelo Maximiliano I de Habsburgo, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, el 12 de enero de 1519, Carlos reunió en su persona los territorios procedentes de la cuádruple herencia de sus abuelos: habsburguesa (Maximiliano I), borgoñona (María de Borgoña), aragonesa (Fernando el Católico) y castellana (Isabel la Católica), aunque pocos años después renunció en su hermano Fernando los territorios de Austria.

En competencia con el rey de Francia Francisco I, lo que supuso un gasto enorme al que Carlos hizo frente buscando dinero en Castilla y en banqueros alemanes, como los Welser y Fugger, el 23 de octubre de 1520 fue coronado rey de Romanos en Aquisgrán y tres días después fue reconocido emperador electo del Sacro Imperio Romano Germánico.​ Estos asuntos en Alemania lo ausentaron de España hasta 1522.

El 24 de febrero de 1530, el mismo día de su cumpleaños, en Bolonia, Carlos fue coronado como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico por el papa Clemente VII, quien se convirtió en aliado de la causa imperial.​ Previamente, dos días antes, con solemnidad, pero casi en privado, para que no quitara importancia a su coronación imperial, fue coronado como rey de los borgoñones o rey de Italia.

El ideario del emperador fue el ideal del humanismo de la Universitas Christiana, la supremacía de la autoridad imperial sobre todos los reyes de la cristiandad y la asunción de la defensa del catolicismo. Esta concepción imperial fue obra de mentes españolas como Pedro Ruiz de la Mota, Hugo de Moncada o Alfonso de Valdés.​ Frente a estos ideales universalistas mostraron su desacuerdo el rey francés Francisco I y el Papa. De ahí que estuviera constantemente en lucha con ambos durante su imperio.

Contra los turcos otomanos

En 1516, el príncipe Selim de Argel pidió ayuda al corsario Baba Aruj, más conocido como Barbarroja, para deshacerse del sometimiento de Castilla. Aruj acudió en calidad de amigo, pero tras atacar Argel y expulsar a los españoles de la ciudad, mató a Selim y se autonombró rey.​ El cardenal Cisneros, regente de Castilla hasta la llegada de Carlos al reino, envió a una tropa de 8000 hombres al mando de Diego de Vera para reconquistar la ciudad, pero su falta de instrucción militar provocó que fueran derrotados.

En 1517 Aruj se apoderó de Tremecén, ciudad tributaria del gobernador español de Orán, el marqués de Comares Diego Fernández de Córdoba. Al año siguiente, este derrotó y mató al corsario y su hermano Jeireddín se proclamó rey de Argel. Tras enterarse de la noticia, Carlos decidió reconquistar inmediatamente la ciudad, enviando a Hugo de Moncada al mando de una expedición formada por 7500 soldados. El consejo de guerra celebrado el 17 de agosto decidió esperar la ayuda ofrecida por el rey de Tremecén, pero una fuerte tempestad asoló la flota española siete días después y Hugo de Moncada se vio obligado a retirarse.

De esta manera, con la ayuda de los príncipes alemanes protestantes y de buena parte de la nobleza castellana, Carlos acudió en 1532 en ayuda de su hermano Fernando de Habsburgo para defender Viena del ataque de Solimán el Magnífico, ciudad a la que llegó el 23 de septiembre del citado año, pero Francisco I de Francia, quien temía que el emperador derrotara a los turcos y así se centrara en la guerra contra él, aconsejó al sultán que no atacara al ejército imperial y este acabó retirándose sin ofrecer apenas batalla.​

Ese mismo año Jeireddín Barbarroja logró expulsar a los españoles del Peñón de Argel y en 1533 se alió con Solimán, quien le nombró almirante de flota. Al año siguiente el corsario tomó Túnez y, ante esta situación, Carlos organizó dos operaciones de diferente fortuna. La primera fue la conocida como la Jornada de Túnez, en 1535, por la que se le arrebató Túnez a Barbarroja y la segunda, la Jornada de Argel, en 1541, que fracasó debido al mal tiempo.

Las guerras con Francia

Guerras italianas (1494-1559)

Carlos I sostuvo cuatro guerras con Francisco I de Francia, que también aspiraba a la corona imperial, y al que exigía la devolución de Borgoña.

  • En la primera guerra (1521-1526), Francia se apoderó del Milanesado y ayudó a Enrique II a recuperar el Reino de Navarra, tras su conquista en 1512. Sin embargo el monarca francés fue derrotado y hecho prisionero, junto al monarca navarro, en la batalla de Pavía (1525). Francisco fue llevado a Madrid en donde firmó el Tratado de Madrid (1526), por el cual no volvería a ocupar ni el Milanesado ni apoyaría al rey de Navarra (pacto que renunció meses después por firmarlo bajo coacción) y entregaría Borgoña a Carlos, además de renunciar a Flandes e Italia.

  • En la segunda guerra (1526-1529) las tropas imperiales asaltaron y saquearon Roma (Saco de Roma), obligando al papa Clemente VII, aliado de Francisco I —tras la Liga de Cognac—, a refugiarse en el castillo de Sant´Angelo. Mediante la Paz de Cambrai, Carlos I renunció a Borgoña a cambio de que Francisco I renunciara a Italia, Flandes y el Artois, además de entregar la ciudad de Tournay. Coronado por el papa como emperador del Sacro Imperio Romano (1530), Carlos I continuó sus luchas contra Francia.

  • La tercera (1535-1538) se produjo por la invasión francesa del ducado de Saboya, aliado de la monarquía Habsburgo, con la intención de continuar hacia Milán. Acabó con la firma de la tregua de Niza debido al agotamiento de ambos contendientes.

  • La cuarta (1542-1544) concluyó debido a la reanudación del conflicto de los protestantes en Alemania. Agotados, los dos monarcas firmaron la Paz de Crépy, mediante la cual Carlos I perdió territorios del norte de Francia —como Verdún, etc.— y cercanos a Flandes; una vez más Francia renunciaba a Italia y Países Bajos, entrando Milán en la política matrimonial mediante un previsible enlace hispano-francés.

La aparición del protestantismo

La Monarquía Católica o Monarquía Hispánica del rey Carlos I se completó cuando el monarca fue proclamado emperador del Sacro Imperio bajo el nombre de Carlos V. El emperador asumió, entre otros compromisos, el de convocar asambleas de los estados denominadas reuniones o dietas.

En 1521, en la Dieta de Worms, su hermano Fernando fue nombrado regente del Imperio y elevado al rango de archiduque. Al mismo tiempo el monje Martín Lutero, bajo la protección del elector Federico de Sajonia, fue declarado proscrito, iniciándose el enfrentamiento religioso del catolicismo a fin de detener la expansión del luteranismo. En 1523 cedió las islas de Malta y Gozo, así como Trípoli a la Orden de Malta. Los seguidores de la doctrina de Lutero asumieron la denominación «protestantes» en cuanto ellos, reunidos en «órdenes reformadas», en el curso de la segunda Dieta de Espira de 1529, protestaron contra la decisión del emperador de restablecer el Edicto de Worms, edicto que había sido suspendido en la precedente Dieta de Espira de 1526. Como soberano, después de la imposición de la corona del Imperio por mano del pontífice en 1530, Carlos se dedicó completamente a tratar de solucionar los problemas que el luteranismo estaba creando en Alemania y en Europa, con el fin de salvaguardar la unidad de la fe cristiana contra el embate de los turcos musulmanes.

En el mismo año 1530, entre el 15 de junio y el 19 de noviembre, convocó la Dieta de Augsburgo, en la cual se enfrentaron luteranos y católicos sobre las llamadas Confesiones de Augsburgo. En esta Dieta acudió Melanchton, como representante de Lutero. Este hizo concesiones, pero se mostró intransigente en el matrimonio de los sacerdotes, la comunión bajo las dos especies y el rechazo de las misas privadas. Carlos confirmó el Edicto de Worms de 1521, es decir la excomunión para los luteranos, amenazando la reconstitución de la propiedad eclesiástica. Como respuesta, los luteranos, representados por las llamadas «órdenes reformadas», actuaron dando vida a la Liga de Esmalcalda en 1531. Tal coalición, dotada de un ejército y de una caja común, fue llamada también la «liga de los protestantes».

En el año 1532 la Dieta de Ratisbona tampoco llegó a un acuerdo entre católicos y protestantes. Según el historiador Joseph Pérez, Carlos V consideró, en todo momento, a los protestantes como herejes y rebeldes y si no pudo aplicar una represión mucho más dura fue porque el sistema político del Imperio Alemán se lo impidió.​ Reconociendo que era necesaria una reforma y para intentar resolver el problema, el pontífice Pablo III convocó el Concilio de Trento. Concilio iniciado oficialmente el 5 de diciembre de 1545 y concluido mucho después de desaparecidos el papa que convocó y el emperador Carlos V.

Tras la negativa de los protestantes a reconocer el Concilio de Trento, el emperador comenzó la guerra en el mes de junio de 1546, una vez firmada la Paz de Crépy (1545) con Francia y alcanzada una tregua con los turcos en Europa central. Los ejércitos católicos estaban compuestos por un ejército armado por el pontífice, al mando de Octavio Farnesio, otro austríaco mandado por Fernando de Austria y otro por los soldados de los Países Bajos al mando del Conde de Buren. También apoyaba al César Mauricio de Sajonia que había sido hábilmente apartado de la Liga de Esmalcalda. En resumen, el Emperador consiguió reunir a unos 40.000 hombres dirigidos por el duque de Alba, frente a los 60.000 de las tropas luteranas, aunque la falta de fondos y un enfrentamiento que se dilata en el tiempo reducen las fuerzas del emperador a 25.000 hombres; pese a todo Carlos V consiguió una contundente victoria en la batalla de Mühlberg, en 1547; poco después, los príncipes alemanes se retiraron y se subordinaron al emperador. De la dieta de Augsburgo, de 1548, resultó un decreto imperial conocido como el ínterin de Augsburgo, para gobernar la Iglesia en espera de las resoluciones del Concilio. En el ínterin se respetaba la doctrina católica, pero se permitía la comunión por las dos especies y el matrimonio del clero.​

Tras la victoria imperial en la guerra de Esmalcalda (1546-1547), los príncipes protestantes derrotados quedaron descontentos con los términos religiosos del Interim de Augsburgo. En enero de 1552, liderados por Mauricio de Sajonia, unos cuantos se aliaron con el rey Enrique II de Francia por el Tratado de Chambord (1552). A cambio del apoyo financiero francés y de asistencia, prometieron a Enrique la posesión de los Tres ObispadosMetz, Verdún y Toul— como vicario del Imperio. Desatada la guerra con los príncipes protestantes y ante el avance de Mauricio de Sajonia, Carlos tuvo que huir a Carintia, mientras que Enrique tomaba las fortalezas de Metz, Verdun y Toul. El hermano de Carlos, Fernando, negoció la paz con tratado de Passau (1552), por el que el emperador garantizaba la libertad de culto a los protestantes.

A pesar de su victoria, no logró el anhelado deseo de unificar política y socialmente el luteranismo con el catolicismo, por lo que poco después, en 1555, se vio obligado a suscribir la Paz de Augsburgo, por la que se reconocía a los príncipes alemanes el derecho de adherirse libremente a la confesión católica o al luteranismo, dando fin, aunque fuera de manera temporal (cincuenta años), al largo conflicto surgido por la Contrarreforma.

El desaliento que se produjo tras el fracaso del emperador en contener la reforma protestante en el Imperio Alemán estuvo en la base de su abdicación (1555) y de la división de su herencia, separando el Imperio Alemán del resto de territorios, cediéndoselo a su hermano Fernando y creando dos líneas dinásticas para los Habsburgo, la línea española y la línea austriaca. El Imperio se convertiría en una mera confederación de territorios. La paz de Aubsburgo (1555) fue confirmada por la paz de Westfalia, cien años después, en 1648 que terminó con la Guerra de los treinta años​.

Abdicación, retiro, fallecimiento y traslado de sus restos

Después de tantas guerras y conflictos, Carlos entró en una fase de reflexión: sobre sí mismo, sobre la vida y sus vivencias y, además, sobre el estado de Europa. Los grandes protagonistas, que junto con él habían trazado la escena europea en la primera mitad del siglo xvi, habían fallecido: Enrique VIII de Inglaterra y Francisco I de Francia en 1547, Martín Lutero en 1546, Erasmo de Róterdam diez años antes y el papa Paulo III en 1549.

El balance de su vida y de aquello que había completado no era del todo positivo, sobre todo en relación con los objetivos que se había fijado. Su sueño de un Imperio universal bajo los Habsburgo había fracasado, así como su objetivo de reconquistar Borgoña. Él mismo, aunque autonombrándose el primer y más ferviente defensor de la Iglesia Romana, no había conseguido impedir el asentamiento de la doctrina luterana. Sus posesiones de ultramar se habían acrecentado enormemente, pero sin que sus gobernadores hubiesen podido implantar estructuras administrativas estables. Pero tenía consolidado el dominio español sobre Italia, que se aseguraría después de su muerte con la Paz de Cateau-Cambrésis en 1559 y duraría ciento cincuenta años. Carlos comenzaba a tener conciencia de que Europa se encaminaba a ser gobernada por nuevos príncipes, los cuales, en nombre del mantenimiento de los propios Estados, no intentaban mínimamente alterar el equilibrio político-religioso al interior de cada uno de ellos. Su concepción del Imperio había pasado y se consolidaba España como potencia hegemónica.

En las abdicaciones de Bruselas (1555-1556), Carlos dejó el gobierno imperial a su hermano Fernando (aunque los electores no aceptaron su renuncia formalmente hasta el 24 de febrero de 1558)​ y la de España y las Indias a su hijo Felipe. Regresó a España en una travesía en barco desde Flandes hasta Laredo, con el propósito de curar la enfermedad de la gota en una comarca de la que le habían hablado por su buen clima y alejada de las grandes ciudades, la comarca extremeña de La Vera. Tardó un mes y tres semanas en llegar a Jarandilla de la Vera, lugar donde se hospedó gracias a la hospitalidad del III conde de Oropesa, Fernando Álvarez de Toledo y Figueroa, que lo alojó en su castillo de Oropesa. Allí esperó desde el 11 de noviembre de 1556 hasta el 3 de febrero de 1557, fecha en que finalizaron las obras de la casa palacio que mandó construir junto al monasterio de Yuste. En este plácido lugar permaneció un año y medio en retiro, alejado de las ciudades y de la vida política, y acompañado por la orden de los Jerónimos, quienes guiaron espiritualmente al monarca hasta sus últimos días.

En su testamento reconoció a Juan de Austria como hijo suyo nacido de la relación extramatrimonial que tuvo con Bárbara Blomberg en 1545. Lo conoció por primera vez en una de las habitaciones de la casa palacio del Monasterio de Yuste.

Finalmente, el 21 de septiembre de 1558 falleció de paludismo​ tras un mes de agonía y fiebres (a lo que se sumaba la gota, enfermedad que también padecía de manera aguda), causado por la picadura de un mosquito proveniente de las aguas estancadas de uno de los estanques construidos por el experto en relojes e ingeniero hidrográfico Torriani.

En 1573 el rey Felipe II dispuso el traslado de los restos del extinto emperador y de la infanta Leonor de Austria, reina de Portugal, al Monasterio de El Escorial, tarea que fue realizada por el IV conde de Oropesa, Juan Álvarez de Toledo y de Monroy. El ataúd de Carlos se encuentra en la Cripta Real del Monasterio de El Escorial, conocida como el Panteón de los Reyes.

Dominios de los Habsburgo en Europa en 1547.

Estandartes con las armas de Aragón, de León y de Castilla en las exequias a la muerte de Carlos I. Jérôme Cock, Funerales de Carlos I, Amberes, Cristóbal Plantino, 1559.

El Emperador Carlos V con el bastón, por Juan Pantoja de la Cruz. Copia de un retrato de Tiziano.

Carlos I y su esposa Isabel de Portugal. Copia de Rubens de un cuadro desaparecido de Tiziano.

Lecho de muerte del emperador Carlos V en el Monasterio de Yuste, Cáceres.

Retrato del emperador Carlos V hacia 1550.

Carlos I de España retratado por Tiziano, 1532-1533.

Familia

Matrimonio e hijos

El 11 de marzo de 1526, Carlos I se casó en el Real Alcázar de Sevilla con su prima Isabel de Portugal, nieta de los Reyes Católicos y hermana de Juan III de Portugal, quien en 1525 se había casado con la hermana de Carlos I, Catalina de Austria. Con ella tuvo los siguientes hijos​:

Momia del emperador Carlos V en El Escorial, copiada del natural, de Martín Rico, en La Ilustración Española y Americana.

Hijos extramatrimoniales

Genealogía

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Ancestros de Carlos I de España

Semblanza

El embajador veneciano Gaspar Contarini hacía la siguiente descripción del Emperador Carlos V a los veinticinco años de edad:

Es de estatura mediana, mas no muy grande, ni pequeño, blanco, de color más bien pálido que rubicundo; del cuerpo, bien proporcionado, bellísima pierna, buen brazo, la nariz un poco aguileña, pero poco; los ojos ávidos, el aspecto grave, pero no cruel ni severo; ni en él otra parte del cuerpo se puede inculpar, excepto el mentón y también toda su faz interior, la cual es tan ancha y tan larga, que no parece natural de aquel cuerpo; pero parece postiza, donde ocurre que no puede, cerrando la boca, unir los dientes inferiores con los superiores; pero los separa un espacio del grosor de un diente, donde en el hablar, máxime en el acabar de la cláusula, balbucea alguna palabra, la cual por eso no se entiende muy bien.

Potestades

Predecesor:

Juana de Aragón

Predecesor:

Felipe IV de Borgoñad

Predecesor:

Jorge el Barbudo de Sajonia-Meissen

Guerra friso-holandesa: Pier Gerlofs Donia

Predecesor:

Obispo Enrique II de Baviera​

Predecesor:

Carlos de Egmont

Predecesor:

Guillermo V de Cléveris

Predecesor:

Juana I

(Fernando II de Aragón

Gobernador del Reino)

Predecesor:

Fernando II de Aragón

Predecesor:

Maximiliano I

Rey de Navarra

1516​-1556

(Junto a su madre Juana III: 1516-1555)

CARLOS I: AMORES, AMANTES, HIJOS Y BASTARDOS DEL REY-EMPERADOR

A los veinte años, Carlos de Habsburgo no sólo era rey de Castilla, Aragón, Navarra, Nápoles, Sicilia y las Indias, heredados a los dieciséis, sino también emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

Pero poco o nada se sabe de la vida íntima del joven Carlos en Flandes (quedó bajo la tutela de su tía Margarita), por lo que tampoco se conocen sus primeros devaneos amorosos, que sin duda tuvo, antes de su venida a España.

Carlos I de España y V de AlemaniaLas amoríos de un joven monarcaA través de sus biógrafos y los pintores que le retrataron sabemos que Carlos I era de estatura mediana, pero no muy alto, pálido, rubicundo, de “cuerpo bien proporcionado”, de nariz aguileña, ojos ávidos, aspecto grave, de mentón muy salido, tanto que al parecer “no podía cerrar la boca y unir los dientes inferiores con los superiores pues los separaba un buen espacio, por lo que, al hablar, balbuceaba, no entendiéndosele muy bien”.La llegada a España de este joven inexperto, tenía 17 años, suscitó no poca desconfianza ya que no sólo desconocía las costumbres e idioma de su reino, sino que depositó toda su confianza en los colaboradores borgoñones que le habían acompañado desde Flandes, procurándoles altas dignidades y acceso a rentas y riquezas, lo que molestó enormemente a los peninsulares.Reina Juana I. historia de un expolioPero también se iba a conocer la parte más íntima de su vida, la de sus amores, amantes e hijos, naturales o no.

Nada más llegar, conoció a su abuelastra (segunda esposa de su abuelo Fernando el Católico), Germana de Foix, de 29 años. Al parecer, era esta una mujer discreta y afectuosa que aún no padecía los problemas de obesidad que arrastró con la edad.

Cuentan las crónicas que en la primera entrevista mantenida con Germana en Valladolid se mostró muy afable con ella y comenzó a organizar torneos y banquetes en su honor. Así, pronto surgió entre los dos una apasionada relación amorosa de la que, probablemente, nació la única hija que tendría Germana: Isabel (1518).

Rubens: insigne pintor y afamado espía

Esta niña nunca fue reconocida oficialmente, pero Germana de Foix se refiere a ella en su testamento como la «infanta Isabel» —título que no le podía corresponder— y a su padre como «el emperador». La niña residió y fue educada en la Corte de Castilla. Posteriormente, ingresaría en el convento de Nuestra Señora de Gracia el Real de Madrigal (Ávila), en el que convivió con dos hijas naturales de Fernando el Católico, ambas llamadas María. Se desconoce la fecha de su fallecimiento.

Los amores de Carlos con Germana no eran bien vistos por la Corte (le acompañaba a todas partes con el séquito real), por lo que se decidió de inmediato el casamiento de Germana de Foix con Juan de Brandenburgo-Ansbach, caballero del círculo personal de Carlos. De esta forma, por lo menos en apariencia, se puso fin a los amores con su abuelastra. Carlos I la nombró virreina y lugarteniente general de Valencia y al marqués de Brandeburgo, capitán general del reino.

Germana de Foix Pero Germana quedó pronto viuda y el emperador ordenó un nuevo matrimonio con Fernando de Aragón, duque de Calabria, y nombró al matrimonio virreyes y lugartenientes generales de Valencia. La otrora amante del rey Carlos I moriría en 1536.Juanelo Turriano: el relojero del reyOtro caso de hijo natural, pero conocido, en este caso también niña, que tuvo el joven Carlos antes de casarse fue el de Margarita de Austria (o de Parma), nacida en Oudenaarde, Flandes, el 28 de diciembre de 1522.La madre de esta niña fue la flamenca Johanna María van der Gheynst (1500), hija de un fabricante de alfombras que tempranamente quedó huérfana por lo que tuvo que tuvo que entrar al servicio de Charles de Lalaing, señor de Montigny y más tarde conde de Lalaing, que era el Gobernador de Audenarde.El encuentro entre Johanna y Carlos I tuvo lugar al parecer en 1521, en una visita que realizó joven emperador al castillo del Gobernador con motivo de una reunión de la Orden del Toisón de Oro, y que se prolongó hasta el año siguiente. Parece que su belleza y su melodiosa voz cautivó Carlos quien la invitaba a ratos de ocio y paseos por el Rin. La relación no duró mucho (1521-1522), pero dio lugar al nacimiento de una hija: Margarita.

El emperador concedió a Johanna una modesta pensión. El 13 de octubre de 1525, Johanna se casó con un jurista de nombre Jean van den Dyke (1500-1572). La pareja tuvo nueve hijos. Johanna murió en Bruselas, el 15 de diciembre de 1541.

Carlos I nunca ocultó su relación con Johanna, de hecho, en la única referencia personal en su testamento, declaró que «estando en estas partes de Flandes, antes que me casase y desposase, hube una hija natural que se llama Madama Margarita».

Margarita de ParmaMargarita, poco después de su nacimiento, fue confiada a la familia Douwrin durante algún tiempo. Pero su oscuro porvenir sin ningún tipo de privilegios cambió de la noche a la mañana al hacerse cargo de ella su tía-abuela Margarita de Austria (la misma que se había hecho cargo de la educación del propio Carlos en Flandes). Una vez que Margarita murió le sucedió en el cargo de gobernadora su sobrina María de Austria, reina-viuda de Hungría y hermana de Carlos I de España, la cual también tomó bajo su tutela a la pequeña Margarita, su sobrina.En los años veinte del siglo XVI varios asuntos relacionados con el papado ocupaban el interés del rey Carlos en Italia. Finalmente, al firmarse la paz entre ellos, se acordó que el monarca español restituyera a los Médicis en el gobierno de Florencia en la persona de Alejandro de Médini (reconocido como hijo ilegítimo de Lorenzo II de Médici, aunque hoy día se cree en realidad fue hijo ilegítimo de Julio de Médici, más tarde el papa Clemente VII, que al parece tuvo con una sirvienta negra).Pero para asegurarse la lealtad de los Médici, Carlos I acordó el matrimonio de Alejandro con su hija Margarita, que apenas contaba con cinco años de edad mientras que él tenía 17, y elevó a Florencia al rango de ducado hereditario. Para ese fin, su tía Margarita de Austria pidió al monarca que legitimara a la niña, cosa que este hizo el 9 de julio de 1529.

El enlace se celebró el 29 de febrero de 1536, cuando Margarita contaba con 13 años. La joven nunca contó con el beneplácito de su marido ya que Alejandro permaneció fiel a su único amor, Tadea Malaspina, la cual le había dado ya dos hijos.

Isabel de PortugalPero once meses después, Alejandro fue asesinado por un primo lejano, por lo que Margarita, su viuda de apenas 14 años, regresó a Flandes con su tía María, donde permaneció hasta que su padre decidió un nuevo matrimonio para ella.Este nuevo compromiso llegó muy poco tiempo después, cuando Margarita cumplió los 16 años, uniéndola en matrimonio a Octavio Farnesio, duque de Parma, un año menor que ella. Ambos fueron padres de Alejandro Farnesio.Por una serie de devenires Margarita, en tiempos de su medio hermano Felipe II, acabaría siendo gobernadora de los Países Bajos desde 1559 hasta 1567 y desde 1580 hasta 1583. Margarita murió en Ortona, Nápoles, el 18 de enero de 1586.Esta, tampoco sería la última relación extramatrimonial que mantuvo el Emperador, pues se le conocen hasta 5 hijos naturales, todos ellos con diferentes mujeres. Ninguna de estas relaciones se produjo durante su matrimonio con Isabel de Portugal.Después de Margarita, vendría Juana de Austria (1522-1530), una niña que no llegó a la edad adulta y cuya madre fue una dama de Nassau, al parecer de noble cuna.

Tadea de Austria (1522 o 1523) fue la cuarta hija natural del rey-emperado), nacida en el año 1522 ó 1523. La madre fue la italiana Ursolina della Penna (1500), conocida como “la bella de Perugia”, que acompañaba a su marido en la corte de Bruselas.Enviudó en 1522 en Flandes, y el Emperador se interesó por ella. De la relación nació Tadea, parece ser que ya en tierras italianas.

El Emperador mostró interés por la niña en múltiples ocasiones documentadas, sobre todo en su estancia en Roma durante 1536.

Felipe II Tadea se casó con un italiano llamado Sinidaldo Copeschi di Montefalcone. Cuando el Emperador tuvo noticias de ello, además de 3.000 escudos, le dio una fuerte reprimenda por haberlo hecho sin su consentimiento, aspecto que demostraría, según los estudiosos, la preocupación por su hija.Parece ser que perdió pronto a su madre (parece ser que envenenada) y a su marido. A partir de ahí, se sabe bien poco, solo que vivió en Roma hasta su muerte, llevando una vida muy recatada.Lo último que se conoce sobre ella es que en 1562 envió un mensajero a su medio hermano, el rey Felipe II, para que le reconociese como hija del Emperador.

Una esposa para el rey-emperador

Pero Carlos necesitaba casarse y tener descendencia legítima, por lo que se decide (había sido prometido a su prima María Tudor, pero se cambió de opinión al ser esta demasiado joven y no poder esperar) su matrimonio con una de sus primas, Isabel de Portugal, hija de su hermana pequeña Catalina y el rey Juan II de Portugal.

El enlace tuvo lugar en los Reales Alcázares de Sevilla el 11 de marzo de 1526. Él tenía 26 años y ella 23. Con ella tuvo ocho hijos, de los cuales el primero, reinaría con el nombre de Felipe II (1527) (María, 1528; Isabel 1529; Fernando 1530; aborto en 1534; Juana 1535; Juan, 1537) y a consecuencia del parto del último (1539) la reina moriría. Sólo tres llegaron a la edad adulta.

Parece que mientras duró su vida en común Carlos sintió por su esposa un gran aprecio, lo cual quizá no fue obstáculo para que el rey-emperador tuviera alguna que otra aventura amorosa extramarital y algún que otro hijo ilegítimo, aunque nada se sabe de ello.

El último desliz

Una vez viudo y ya maduro, Carlos I nunca más volvió a casarse, sólo se le conoce un hijo natural, esta vez varón, y sin duda, el más famoso de todos ellos: Juan de Austria (1545 o 1547).

Este niño nacería en Ratisbona (Baviera) y su madre sería la dama alemana, hermosa y dotada para el canto, Barbara de Blomberg (1527) a la que conoció Carlos V cuando este asistía a la Dieta Imperial. Este nacimiento se mantendría en estricto secreto, pero finalmente fue reconocido como hijo bastardo del emperador.

Tres años después de sus amores con el emperador, Bárbara se casaría con Jerónimo Piramo Kegel, tutor del niño y quien ocultaría los amoríos de la pareja, dándole su nombre al pequeño Juan. A cambio de su silencio obtuvo el cargo de comisario en la corte de María de Hungría, hermana de Carlos V, en Bruselas. Con él Bárbara tendría tres hijos más. Con tres años de edad, Juan fue separado de su madre para educarse en España.

Juan de AustriaCon 42 años Bárbara enviuda de su marido, lo que dejó a la familia en una condición económica incierta. A instancias del Duque de Alba, se la otorga una generosa pensión de mano del propio emperador, que ratificó posteriormente Felipe II, por ser la madre de su medio hermano Juan de Austria. A cambio debería trasladarse a un monasterio español y abandonar la vida permisiva y escandalosamente libertina que llevaba a fin de no perjudicar la situación política de su hijo (que fue militar y diplomático durante el reinado de su hermano Felipe II) que tomaría posesión del cargo de gobernador de los Países Bajos en 1577. Bárbara Blomberg no estaba dispuesta a renunciar a ello, pero finalmente, y tras tener lugar en 1576 la única conversación que se conoce entre madre e hijo, ella acepta viajar a España para ingresar posteriormente ingresar en el convento castellano de Santa María la Real de San Cebrián de Mazote (Valladolid). Tras la temprana muerte de su hijo, en 1578, Bárbara Blomberg abandona el convento y España. La muerte le sobreviene el 18 de diciembre de 1597, siendo enterrada en la iglesia de San Sebastián mártir del Monasterio de Montehano (Cantabria).

Poco antes de morir, Carlos I redactó un codicilo (6 de junio de 1554) en el que reconocía a Juan de Austria como hijo de este manera: «por quanto estando yo en Alemania, después que embiudé, huve un hijo natural de una muger soltera, el que se llama Gerónimo». Además, en el testamento, tras su fallecimiento en 1558, se recogía que este pasaría a llamarse en vez de Jerónimo, Juan, en honor al nombre que le quería ponerle su madre al propio Carlos.

Felipe II, ya rey de España, siguiendo las indicaciones de su padre Carlos, expresadas en el codicilo de 1554, reconoció al niño como miembro de la familia real y se le otorgó casa propia.

Carlos de Habsburgo, el rey-emperador, abdicó en su hijo Felipe II en 1556, retirándose al Monasterio de Yuste (Cáceres), donde conocería por primera vez a su joven hijo Juan de Austria. El 21 de septiembre de 1558 a los 58 años de edad, moría.

En 1573 el rey Felipe II dispuso el traslado de los restos mortales de su padre a la cripta del Monasterio de El Escorial, donde aún hoy permanecen.

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