Lo que necesitaba el pop chileno
Lo que necesitaba el pop chileno
Por Felipe Andrés Briceño Rivera
Para adentrarnos en el mundo de Kogarashi, debemos primeramente conocer acerca de los sonidos que utiliza, los cuales se han desarrollado durante los últimos años en el mundo del pop. Nos referimos al género musical del hyperpop, que fusiona elementos del pop con sonidos electrónicos experimentales, caracterizado por una producción exagerada y futurista.
Surgió a mediados de la década del 2010, este incluye voces distorsionadas, ritmos acelerados, y una mezcla de influencias del pop, el hip-hop, y la música electrónica. Artistas como SOPHIE, A.G. Cook y Charli XCX son algunos de los nombres destacados en este movimiento. Hoy, es Felipe Bravo, bajo el proyecto de Kogarashi, quien trae un sonido refrescante al panorama nacional.
El proyecto homónimo lanzado hace casi un año refleja miles de sentimientos en sonidos electrónicos y producciones ambiciosas, desde las más abrazables hasta las más ruidosas, todo esto en una cita musical de 36 minutos y 9 canciones.
La canción que abre el disco, “Caída”, muestra el lado más melancólico de Bravo envuelto en una rápida y veloz base de Drum & Bass, mientras que líricamente, nos habla acerca de cómo debe desmoronarse para aceptar la perdida de un antiguo amor. “Medianoche”, le sigue con un suave piano y guitarra acústica que nos traslada hacia la misma.
Llegando casi a la mitad del disco, nos encontramos con “Lavanda”, el primer single de este trabajo, un corte de electro pop, contemporáneo, único y muy sentimental. De la mano de una apasionada interpretación, es una producción de ritmos irregulares y nerviosos, ideal para bailar a pesar de su entristecida lírica de amor y deseo. “Cariño” y “Feño” son los puntos más vulnerables y suaves, destacando las dulces armonizaciones que caracterizan a la canción pop en su esencia.
Hacia el final, “Velocidad” surge irreverente con patrones electrónicos y movidos, contagioso en su entrega y con una letra bastante provocadora. “Simplemente”, la única colaboración en el álbum reúne a Kogarashi con Mucho Sueño, demostrando así la capacidad de ambos para crear un meticuloso y reflexivo track en donde el autor expresa su agote de los malos tratos.
El disco cierra con “Seguro en tus brazos”, la canción más larga de este LP, que además presenta capa tras capa, con un sonido minimalista al comienzo pero que a medida que avanza se transforma en una inesperada y furiosa guitarra que evoca riffs de metal alternativo, para luego ser acompañada de otra guitarra, esta vez más en calma, acompañando a su voz que se desvanece hasta dejar solamente sintetizadores.
Así es como llega a su fin este proyecto, empapado de tristezas, liberaciones y vanguardia, que explora inquietudes humanas con distintas influencias musicales. Una propuesta transgresora y creativa dentro del panorama musical chileno que llega para innovar y empujar los limites y reglas del pop chileno y latinoamericano.