“Hoodie” de Vanyork
“Hoodie” de Vanyork
Por Solange Martínez Muñoz
Vania Durán, conocida artísticamente como Vanyork, es una cantante y compositora oriunda de Antofagasta que ha logrado destacar en la escena urbana local. De profesión periodista, se aventura a iniciar su camino artístico como parte de la banda “Venuts”, formada en 2015 junto al músico Cristóbal Contreras. Luego de la disolución del dúo, decidió emprender su proyecto como solista, dando vida a una propuesta personal y con un estilo más inclinado a lo urbano.
En pleno contexto de pandemia, durante el año 2020, Vanyork lanza “Hoodie”, una canción que fusiona elementos del trap, el pop y una sensibilidad nostálgica. El resultado es una pieza construida sobre sonidos sintéticos y un coro bailable, que logra conectar con lo íntimo de una experiencia amorosa.
Desde los primeros segundos, Hoodie establece su identidad sonora con una introducción completamente digital, sin instrumentos acústicos, en la que predomina un beat suave, pero constante que acompaña toda la canción. La producción crea una atmósfera íntima y minimalista que da espacio a la voz principal. Se trata de una canción de estilo urbano, con claras influencias del trap y del pop alternativo, donde se prioriza lo emocional por sobre la complejidad técnica.
La melodía es simple, pegadiza y repetitiva, pero cumple con el objetivo de generar una experiencia envolvente y melancólica. La estructura presenta cambios rítmicos, desde una introducción más lenta, acompañada de segundas voces, hasta llegar al coro, donde se alza la fuerza del beat y la voz toma protagonismo. Este diseño musical no solo aporta dinamismo, sino que refuerza el mensaje emocional que la canción transmite.
La interpretación es coherente con el contexto de la historia que se presenta: una pérdida amorosa que se materializa en un objeto cotidiano, un polerón (hoodie) que queda olvidado tras una ruptura. En ese sentido, la letra destaca por su capacidad de transmitir nostalgia a través de un símbolo muy concreto. El hoodie no es solo una prenda, sino un objeto cargado de recuerdos que representa la presencia ausente de la expareja.
A partir de esta imagen, la canción aborda temas como el desamor, la soledad, la nostalgia y la memoria afectiva. Lejos de lo explícito, Vanyork apuesta por una poesía cotidiana e íntima, que interpela especialmente a una audiencia joven, acostumbrada a procesar sus emociones desde el recuerdo y lo vivido. Este enfoque, donde lo emocional se canaliza desde lo sutil, revela una madurez autoral que vale la pena destacar.
Desde una mirada crítica, es valioso reconocer cómo Vanyork logra sostener una narrativa emocional sin recurrir a fórmulas forzadas ni sobrecargadas. En un panorama musical saturado por producciones excesivamente artificiales o vacías de contenido, esta propuesta apuesta por una sensibilidad auténtica y, por eso, merece ser escuchada con atención.
Musicalmente, Hoodie se encuadra dentro de las producciones urbanas minimalistas, donde la base digital lo es todo: no hay guitarras, bajos ni percusión tradicional. El sonido es completamente electrónico, lo que permite mantener un tono emocional constante. Este estilo de producción también habla de una tendencia creciente entre artistas independientes que, con recursos limitados, logran construir universos sonoros íntimos y eficaces.
Esta pieza contiene ciertas similitudes con el estilo vocal de la cantante chilena Javiera Mena, especialmente en el uso de sonidos electrónicos suaves y una voz femenina de timbre delicado. En cuanto a su dimensión más pop, Hoodie también recuerda por momentos al estilo de Bomba Estéreo, con quien comparte una mezcla de lo emocional con lo urbano, logrando un ritmo pegajoso, pero con una lírica romántica.
Con Hoodie, Vanyork destaca por la honestidad emocional, la claridad en el relato y una producción de calidad, sin necesidad de grandes despliegues técnicos. A través de una historia simple, logra generar una fuerte identificación con el oyente, convirtiendo un recuerdo personal en una experiencia colectiva. Es una muestra clara de que la música urbana también puede ser un vehículo de intimidad y reflexión, no solo de ritmo o provocación.