Crítica cinematográfica: “Tarde para morir joven” (2019), Dir Dominga Sotomayor
Crítica cinematográfica: “Tarde para morir joven” (2019), Dir Dominga Sotomayor
Por Cristóbal Santis
“Tarde para morir joven” es la cuarta entrega de la directora Dominga Sotomayor, estrenada el año 2019 en salas de cine nacionales. La cinta fue producida por RT Features, casa responsable de grandes películas como Call me by your name (2017), El faro (2019) y La Bruja (2015). Este largometraje le valió a Dominga el premio a mejor dirección en el reconocido Festival Internacional de Cine de Locarno, convirtiéndose en la primera mujer en recibir dicho reconocimiento.
Esta película sigue la historia de Sofía, una adolescente de 16 años interpretada por Demian Hernández, que vive en una comunidad alejada de la ciudad de Santiago durante el verano de 1990. Allí conocemos a sus vecinos Lucas, también de 16 años, y Clara, de 10, quienes junto a Sofía transitan una etapa de descubrimiento y crecimiento.
En un entorno sin electricidad, sin teléfonos ni televisión, las relaciones humanas toman aún más valor. Un lugar que nos recuerda a las comunidades ecológicas ubicadas en las afueras de la capital, se convierte en el escenario íntimo donde se desarrollan importantes vínculos entre los vecinos. Los personajes exploran sus primeros amores, experiencias y miedos, mientras se preparan para las celebraciones de Año Nuevo y enfrentan una nueva sensación de libertad marcada por el reciente retorno a la democracia.
Desde el inicio del largometraje, los colores, el ambiente y un soundtrack nostálgico con temas que invitan a tararear a Los prisioneros, Santiago del nuevo extremo y Vilma palma e vampiros, generan un ambiente que absorbe al espectador, haciéndole sentir parte de la juventud de la época.
La cinta presenta una historia sencilla, pero llena de elementos sutiles que, mediante la repetición, cobran sentido a lo largo del metraje. Esto provoca que uno quiera verla más de una vez, para descubrir detalles y guiños a la cultura pop que podrían pasar desapercibidos la primera vez que la vemos. Por momentos el ritmo puede parecer un poco lento, pero es en esos momentos cuando la película se vuelve más contemplativa invitando a observar el panorama con más calma. La imagen toma aún más fuerza gracias a los tonos cálidos propios del verano y una cámara algo más natural, mostrándonos días calurosos, bosques secos y caminos polvorientos, que recuerdan a un lenguaje visual propio de los cortometrajes de no ficción.
Quizás los personajes no destaquen por una gran complejidad, pero hay aspectos bien logrados, como el de Sofía, que utiliza los cigarros como símbolo de una supuesta madurez y dureza. A pesar de ser su primera experiencia como actriz, Demian Hernández logra cautivar con un coqueteo sutil de una joven que cree estar lista para el mundo adulto, aunque esa seguridad solo sea más que una fachada frágil.
“Tarde para morir joven” no busca grandes giros de trama, sino que se centra en discursos sutiles, en la cotidianidad, en pararse a observar a una juventud entre la inocencia y la adultez, en un país que aún intenta reencontrarse consigo mismo tras el retorno a la democracia, logrando una película íntima, nostálgica y visual, que apuesta por la sutileza antes que por la acción directa.