Cuando el agua deja de fluir se pudre
Cuando el agua deja de fluir se pudre
Por Laura Antonia Meza Montecinos
“Fuente de las penas”, Máximo Corvalán-Pincheira
A 50 años del Golpe cívico-militar del 73, en Chile, el artista Máximo Corvalán-Pincheira realizó una instalación que reflexiona sobre la memoria traumática, la justicia irresuelta y el flujo del tiempo. La obra “Fuente de las penas”, se compone por una gran mancha naranja cobrizo, que se difumina en un fondo negro, de la cual salen cinco chorros de agua que caen sobre una base rectangular, se encuentra en la ciudad de Antofagasta, Chile, en las afueras del museo Ruinas de Huanchaca.
Este tema en especial identifica enormemente al autor de esta obra, como se menciona en su página web, nació en Chile en 1973, mismo año en el que su familia tuvo que huir del país, ser exiliados en Bogotá y después vivir en Berlín. Para retomar su residencia definitivamente en Chile en 1990.
Ya entrando en el análisis de la pieza, el color naranjo cobrizo presente en la obra es una referencia visual a los colores del desierto de Atacama, pues evoca los tonos cálidos y terrosos que se encuentran en el paisaje, donde los minerales ricos en cobre y otros metales tiñen la tierra y las formaciones rocosas con tonalidades rojizas y anaranjadas. Esta conexión con el paisaje local añade una capa adicional de significado y profundidad a la obra, estableciendo un vínculo visual y conceptual entre el entorno natural y la expresión artística. Además la ubicación de esta obra le otorga un significado histórico y simbólico. Este sitio tiene una larga historia como centro de actividad minera y metalúrgica en la región, y las ruinas que quedan en la actualidad son testigos silenciosos de ese pasado. Al instalar la "Fuente de las penas" en este lugar, el artista establece un diálogo entre el arte contemporáneo y el patrimonio de la región, invitando a los visitantes a reflexionar sobre la intersección entre la historia, la memoria y el arte.
Por otro lado, la presencia del elemento agua en la "Fuente de las Penas" añade una dimensión emocional única a la obra. El agua es un símbolo cargado de significado en muchas culturas, asociado a la vida, la purificación, el renacimiento y la transformación, pero también con la pérdida y el sufrimiento. En el caso de esta obra, el agua que fluye por la fuente puede interpretarse como una metáfora de las lágrimas derramadas por las víctimas del golpe de estado de 1973.
El movimiento constante del agua, la manera que cae por las láminas cobrizas, puede provocar un sentido de pérdida y aflicción que resuena con la experiencia de las familias afectadas por la violencia y la represión política. Al observar la fuente, uno puede sentirse envuelto por la tristeza y la desolación, recordándonos la profundidad del dolor y todas las lágrimas que fluyen, y siguen fluyendo, por la injusticia que marcó esa época oscura en la historia chilena.
Pero no todo puede ser dolor, pues la esperanza y renovación también son representados por el agua, este elemento se puede interpretar como sanación y transformación, y tiene el talento de purificar y renovar todo dolor que exista en el alma, evocando la resistencia y fortaleza del espíritu humano y su capacidad de sanar. El agua representa los ciclos, y mientras ésta fluya, siempre seremos capaces de limpiar la pena del pasado, pues si no lo hacemos, esta se estancará y terminará pudriéndose.
Es de esta manera que la combinación de ambos conceptos, el agua y el desierto, cautivan de una manera especial, llenándonos de reflexiones sobre el pasado que moja la arena naranja de nuestra pampa, y de todas las lágrimas derramadas por las personas que han llorado sobre ella. El desierto en el que vivimos es el más árido del mundo, pero es gracias al agua que hay vida en él.